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プロローグ

Impaciente y nervioso era como se encontraba Atem.

Sentado en la cama, esperaba el resultado de la prueba de embarazo que su pequeño esposo se estaba aplicando en el baño.

Fueron eternos los minutos que tuvo que esperar antes de ver a Yugi cruzar la puerta de su habitación.

— ¿Y bien?

Preguntó al ver a Yugi con la prueba de embarazo en la mano.

Éste solo la miraba con tristeza mientras se recargaba en el marco de la puerta. No dijo nada.

Atem, quién ya conocía esa expresión, se levantó de la cama y se acercó a Yugi con delicadeza.

Dio un suspiro y abrazó a su pequeño el cual se soltó a llorar en cuanto sintió el contacto de su esposo.

— Lo intentaremos una vez más ¿Ok? — habló suavemente.

— Han pasado dos años Atem— habló con la voz temblorosa, intentando no perderse en el llanto— Y no hemos logrado nada. Perdóname por no poderte dar un hijo... ¿De qué me sirve ser doncel si no puedo darle hijos a mi esposo?

— Oye, tranquilo. Quizás aún no es momento de tenerlo...

— Si no puedo tenerlo ahora, significa que no podré tenerlo nunca.

— Intentaremos con otro tratamiento. No perdamos las esperanzas Yugi.

— He tomado múltiples tratamientos durante estos dos años y nada ha logrado hacer que yo conciba un bebé... Yo no puedo darte hijos Atem. Jamás podré hacerlo... Sé cuánto anhelas tener un bebé, así que creo que lo mejor sería que tú te...

—¡Jamás! Ya te lo he dicho incansables veces Yugi, yo no me voy a ir con otra persona. No me importa si no puedes concebir un bebé ahora, tengo esperanzas en que tarde o temprano sucederá. Y aunque no pase, yo te amo únicamente a tí.

Soltando la prueba de embarazo, Yugi abrazó con fuerza a su amado.

Atem lo guío a la cama y lo sentó es esta. Se arrodilló para estar a su altura y secó las lágrimas de su pequeño.

—¿Quieres intentarlo otra vez?

Yugi solo negó sin mirarlo.

— Vamos Yugi, sé que tú también deseas con desesperación un bebé.

— Estoy cansado Atem— respondió con frustración y desánimo.

— Entiendo eso, no es necesario intentarlo ahora— besó su frente y se puso de pie— Te prepararé un té. Ahora regreso.

Tras salir de la habitación y cerrar la puerta, Yugi se soltó a llorar recostándose en la cama. Maldiciendo por qué no podía darle un bebé a Atem.

En la cocina, Atem marcaba su celular mientras esperaba que el té hirviera.

No esperó mucho en la línea cuando cierto chico le respondió.

—¿Cómo salió todo?

— Como siempre, Yusei.

— Lo lamento mucho Atem. No pierdan las esperanzas.

— No lo he hecho, pero me duele ver cómo Yugi las va perdiendo.

— Créeme Atem, el no poderle dar un hijo a tu pareja hace que te sientas miserable. Así me sentía yo cuando no podía darle un bebé a Yusei.

Sin importarle que el celular estuviera en altavoz, escuchó a Jaden y Yusei consolarlo. Sinceramente lo necesitaba mucho.

— Pero finalmente lo lograste. Saliste embarazado y ahora tienen una pequeña niña de tres años.

— Si, la tenemos. Pero el camino no fue corto ni mucho menos fácil.

—¿pero cuánto tiempo más debo ver desilusionado a Yugi? Me duele ver como llora cada vez que la prueba sale negativa.

— Ahora está en la habitación ¿cierto?

— No necesito verlo para saber que está llorando, Jaden.

—¿por qué no vamos a animarlo? Sé que nada puede hacerlo en este momento, pero la compañía de amigos siempre es buena. Además, tengo ganas de ver a mi hermano y mi cuñado.

— No sé si Atem esté dispuesto a recibirnos ahora, Jaden.

— Por mí no hay problema, de hecho, les agradecería mucho el detalle.

— Entonces nos vemos en una hora.

— Gracias amigos.

Tras decir eso, la llamada finalizó y la tetera comenzó a chillar.

Una hora le bastó a Atem para preparar una rica cena para Yugi, él y sus amigos.

Preparó curry, el platillo favorito de Yugi. Pensó que quizás podría animarlo un poco.

Aún le faltaba minutos de cocción. Así que se dispuso a colocar la mesa y limpiar un poco el desastre que había hecho en la cocina.

No pasó mucho para cuando el timbre de la puerta comenzó a sonar.

Abrió la puerta y se topó con cierto azabache y su acompañante castaño, el cual traía a una pequeña niña de ojos azules cual océano y cabellera castaña. Piel blanca con ligero toque bronceado y una sonrisa inigualable.

— Adelante.

— Hola, Atem.

— Tío Atem...— balbuceó la pequeña mientras le lanzaba los brazos a Atem.

— Hola, Umi. ¿Cómo estás, pequeña?

— Bien... ¿Y tío Yugi?

— Bajará en un ratito ¿Ok? ¿Por qué no lo esperas viendo las caricaturas?

— Ok...

Atem bajó a la pequeña, la cual se dirigió a la sala a prender la televisión.

— ¿Cómo está mi hermano?

Preguntó Jaden mientras cerraba la puerta y avanzaba junto con Atem y Yusei hacia la sala.

— En la habitación. No quiere salir.

— Iré a verlo.

— Adelante...

El castaño le dio la pañalera que cargaba a su esposo y subió las escaleras hasta la segunda planta. Tocó un par de veces la puerta y después la abrió despacio.

—¿Yugi?

— Vete, no quiero ver a nadie.

Respondió el chico sin siquiera verle.

— Yugi, soy Jaden...

Yugi se enderezó un poco para después sentarse en la cama. Tenía los ojos rojos y húmedos al igual que sus mejillas.

— Pequeño. Hermano, tranquilo...

Habló Jaden mientras se acercaba a la cama y se sentaba a la orilla de ésta.

Yugi lo abrazó con fuerza y Jaden no dudó en corresponder el abrazo que Yugi tanto necesitaba.

— Salió negativa, Jaden. ¡Negativa!

— Lo sé... Tranquilo.

— ¿¡Hasta cuándo podré darle un bebé a Atem!? ¡A veces pienso que lo mejor es qué él se valla con una persona que sí le pueda dar un hijo!

— Yugi, Atem jamás te haría eso. A pesar de las circunstancias él te ama. Yo pasé por lo mismo que tú, y sé la desesperación que estás sintiendo, pero no pierdas las esperanzas.

— Es que ya pasó mucho tiempo desde que nos casamos y decidimos intentar tener un bebé. Pero a pesar de los tratamientos es inútil...

Yugi tomó la prueba que se encontraba en la cama y la miró con nostalgia. Miró aquella línea roja que aparecía en esa prueba.

— ¿De qué me sirve ser un doncel si no puedo concebir un hijo?

Por un momento, el castaño recordó lo que pasó antes de tener a su pequeña.

Le daba tristeza ver qué su hermano menor pasaba por lo mismo.

Conocía a Yugi desde que eran pequeños, sabía lo perseverante y optimista que podía llegar a ser.

Por eso, en ese momento le dolía ver cómo el pequeño se quebrantaba.

— ¿Te digo algo? — sonrió mientras le arrebataba la prueba de las manos y la tiraba al basurero— estas pruebas no siempre son confiables. ¿Por qué no...— de su bolsillo, sacó una segunda prueba de embarazo y se la entregó a Yugi— lo intentas una vez más?

Yugi tenía miedo. ¿Qué tal si salía negativa de nuevo?

— Oye...— llamó el oji-avellana— no en necesario que lo hagas ahora. ¿Por qué no disfrutas de la compañía de tu familia esta noche y la haces mañana por la mañana? — Yugi miró la prueba y dudó— Atem está preocupado, Yugi. Créeme que nada lo animará esta noche más que verte animado a ti.

Aún dudoso, Yugi guardó la prueba en su cajón y se secó las lágrimas con la manga de su suéter.

— No le digas a Atem que me haré una segunda prueba.

— No diré nada.

Ambos salieron de la habitación y bajaron las escaleras. Vieron a sus respectivos esposos ver las caricaturas y a cierta pequeña haciendo un regadero al haber sacado todos sus juguetes de la pequeña mochila que portaba en cuanto llegó.

— Sinceramente Jaden, no sé quiénes son los niños en este momento.

— Concuerdo Yugi.

Ambos voltearon y se sonrojaron.

— Creí que cuidabas a la niña.

— La estoy cuidando.

— Estabas viendo las caricaturas.

— Estaba viendo a la niña y como vi que estaba...— con la miraba buscó a su hija quién mordía una pequeña pelota— jugando... Decidí ver la tele.

— Ajá...

— ¿Te lo imaginas Yugi?

Habló suavemente Atem a su pequeño mientras veían a cierta pareja discutir.

—¿Cuándo me estés regañando por no cuidar bien a nuestro pequeño o pequeña?

— Si es que alguna vez puedo darte uno...

— Lo harás Yugi. Ahora sonríe ¿Sí? Porque quiero ver esa linda sonrisa de la que me enamoré.

Aún con tristeza, el tricolor sonrió a su esposo.

Este a su vez, le robó un beso a Yugi. Beso que fue interrumpido por cierta pequeña que jalaba del pantalón de Yugi.

— Tío Yugi— balbuceó la pequeña mientras le lanzaba los brazos, dando a entender que quería que la cargara.

Yugi la tomó en brazos y le sonrió con tristeza. Sinceramente desearía que fuese su hijo al que sostenía en brazos.

— Tío Yugi, ¿Jugamos?

Éste sólo asintió y se fue con ella al jardín para jugar con la pelota.

— Algún día, Atem.

Le dijo antes de salir por la puerta que daba al jardín.

Eran las 7 de la mañana y Yugi veía por la ventana de su habitación como su esposo se iba a trabajar.

Desde el auto, Atem agitó la mano y después avanzó.

Yugi respondió la despedida y lo observó alejarse de ahí.

En cuanto ya no vió a Atem, de su buró sacó la prueba que Jaden le había dado y se metió al baño.

Una vez hecha, se metió a la bañera aún en pijama y se sentó es ésta. Abrazó sus piernas y dejó la prueba en la tina.

Sacó su celular del bolsillo de su pantalón y miró la hora.

Dejó el celular a un lado y recostó su cabeza en la pared. Decidió tomar su celular de nuevo y marcó a Jaden, quién no tardó mucho en responder.

— ¿Yugi?

— ¿Ya se fue Yusei?

— Se acaba de ir. ¿Porqué?

— Ya me apliqué la prueba.

— ¿Y?

— Aún nada...

— Entiendo... Me quedaré en la línea contigo hasta que marque el resultado.

— Gracias...

Los minutos fueron horas. Hasta que, por fin, Yugi pudo visualizar el resultado de la prueba.

— Jaden...

Habló con la voz temblorosa y las lágrimas a punto de salir de sus ojos.

— ¿Me acompañarías al médico?

Continuará....

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