sesenta y cinco
Aquél lugar parecía tan tétrico, tan horrible para las mentes inocentes y tan normal para alguien como ella.
Si su madre la hubiera visto salir así vestida la hubiese regresado.
Claro, eso hace algunos años porque ahora ya no le interesaba si ella existía o no.
Acomodó su cabello rizado y siguió caminando, lo único que se escuchaba era la música alta y el sonar de sus tacones de punta.
Ella, quién ya había sufrido demasiado y creyó en lo que los demás le dijeron y opinaron estaba a punto de cometer el peor error de su vida.
¿Pero quién podía hacer algo?
Su madre ya no creía en ella.
Ya no tenía amigos.
Whee In ya no estaba para ser su soporte.
Nadie haría nada porque nadie sabía nada.
Sólo ella.
...
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