Capítulo 32
El agua caía por su cuerpo mientras él apoyaba manos y frente en la fría pared de la regadera. Mantuvo los ojos cerrados y trató de controlar el vacío que se había extendido por todo su cuerpo amenazando con tragarlo y dejarlo en el limbo.
A pesar de que lágrimas recorrían su rostro, éstas se mantenían ocultas por el líquido que se suponía lo debería hacer entrar en calor.
Cada inhalación y exhalación provocaba que en su pecho experimentara dolorosas tirones, la acidez en su estómago le estaba provocando un dolor incontrolable. Pero nada se comparaba con los escalofríos que lo recorrían cada que escuchaba a su hija gritar "papá" dentro de su cabeza.
¿Acaso estaba siendo castigado por algo? ¿Cómo era posible que un momento tan hermoso —como la primer palabra de su hija—, hubiera sido arruinado a tal magnitud?
Empuñó la mano que tenía arriba e inclinó la cabeza más abajo tratando de no sucumbir ante los sollozos. Pero entonces sintió la calidez del cuerpo de cierta chica detrás de él y percibió sus manos moverse hasta su pecho para luego apoyar la cabeza en su espalda.
—Te estás mojando —susurró manteniendo bajo control el nudo en su voz.
Ella apretó un poco el abrazo.
—No importa, me gusta usar tu ropa —alegó en el mismo tono de voz.
No podía voltear, no quería mostrarse más susceptible.
—La vamos a recuperar —susurró sobre su piel y él llevó su mano libre hasta una de las que ella mantenía en su pecho. Entrelazó sus dedos y suspiró.
No tenía fuerzas para debatir o recordarle que tenía todo en contra. Que no debía hacerse ilusiones porque su trabajo era de freelance y era lo primero que un juez iba a investigar. Realmente no necesitaba pensar en todos los pormenores, ya se sentía bastante mal con las palabras que Lara le dijo.
—Izan —insistió y lo hizo voltear con lentitud. Su ropa se comenzaba a mojar pero ambos ignoraron ese hecho. Sorine limpió otra lágrima que vislumbró y se paró de puntas para besar su barbilla—. No te dejes caer, podemos solucionarlo.
Él desvió la mirada y suspiró antes de frotar su rostro varias veces.
—No sé qué hacer, cualquier juez con un poco de sensatez sabría que soy el peor...
Sintió manos en sus mejillas antes de que ella volteara su rostro con cierta agresividad. Sus ojos lo veían con una inamovible certeza.
—No, no te atrevas a terminar esa oración; te has desvivido por Sayuri desde el inicio —dijo tajante—. Sin ti, ella no existiría porque su madre... Ella...
El chico bajó la mirada y exhaló aire con lentitud al sentir enojo llenarlo. Lara no tenía cara para decir que quería ver por el bien de su hija, lo sabía. Pero sus propios errores le estaban nublando el razonamiento.
Sorine lo abrazó por el torso sintiendo el agua penetrar su ropa. Su novio escondió el rostro en su cabello y cerró los ojos con fuerza tratando de ignorar esa voz que susurraba una y otra vez que, de no haber entrelazado su vida con la de la castaña... Probablemente nada de eso estaría pasando.
—La custodia de emergencia es debatible cuando se demuestra que el menor no está en peligro, se hace hincapié en que...
Un suspiro interrumpió su lectura y vio a Thiago casi aventar sus lentes a la mesa frente a ellos. Llevaban horas leyendo sobre la petición que Lara y su esposo metieron para remover a Sayuri.
Aunque no era necesario entender el proceso, ninguno era de quedarse con dudas. Ya habiendo entregando los documentos del castaño, no les quedó más que esperar a que Joen, Naím y el equipo trabajaran para echar para atrás la custodia de emergencia.
—¿Cómo se enteró del accidente? Es lo que no logro entender —musitó el inglés con cansancio—. Fue hace una semana exactamente, no ha visto a Sayuri ni por error...
Macy bajó el libro que había estado leyendo y miró a su acompañante.
—Joen dijo que sabían todo... Supongo que lo siguieron —opinó pensando que esa era la única explicación.
Thiago miró hacia arriba y negó.
—Izan abandonó Sídney sin dejar rastro, me aseguré de eso —alegó frunciendo el ceño—. Sólo Paige y yo sabíamos que estaba aquí —concluyó en un hilo de voz.
La pelinegra ladeó la cabeza.
—No estarás pensando...
El de lentes negó.
—Paige lo adora, se comprometió con un maldito para no dejarlo a la deriva —le contó incorporándose y apoyando los codos sobre la mesa, entrelazó sus dedos y puso la frente en ellos—. Cuando los tuvimos que sacar de Sídney sabíamos que sería el primero al que iban investigar, pero el dinero de Mao es imposible de rastrear, ella aprovechó eso.
Macy se levantó y caminó hasta él para sentarse en la mesa, justo a un lado de donde tenía los brazos apoyados.
—No lo delataría, estoy seguro de ello —concluyó antes de suspirar y mirarla—. Tampoco estoy dudando de ustedes, no tengo derecho.
La chica agradeció el voto de confianza pero no dejó de pensar en que si solo Thiago y Paige sabían dónde estaba Izan, únicamente uno de ellos pudo decirle a Lara dónde encontrarlos.
—Izan debió actuar antes, pudo detener todo esto pero su absurda caballerosidad... —Bufó exasperado y cerró los ojos recargando la espalda en la silla.
—¿Cómo? —preguntó Macy.
Thiago levantó los párpados y miró hacia arriba.
—Los registros médicos de Lara; tuvo múltiples intentos de aborto, pero la familia de ambos desaparecieron todo... Él pudo pedírselos a su madre pero se ha negado a mover un dedo en su contra.
La pelinegra suspiró con pesadez.
—La culpa lo debe estar matando —musitó.
El inglés revolvió su cabello.
—Y no se compara en nada a lo que va a sentir si pierde la custodia de manera definitiva —concluyó poniendo una mano en la rodilla de ella.
Macy suspiró de nuevo.
—¿Sigue sin contestar?
Thiago abrió la boca, pero el tintineo proveniente del celular de ella los distrajo. La chica desbloqueó el aparato.
—Sorine está con él —masculló.
Su acompañante asintió con alivio, al menos ahora estaban seguros de que no empeoraría la situación de Sayuri.
—Vamos con Thorsen, tal vez ya le hayan dado un veredicto —dijo levantándose y ofreciendo su mano para que la chica lo imitara.
Ella dejó el celular de lado y aceptó la ayuda. Se incorporó y siguió al inglés fuera de la sala de juntas. Cuando llegaron a la oficina de Joen, miró extrañada a su alrededor notando la ausencia de su amigo. Creyó que para entonces ya estaría de vuelta pues el de lentes le comentó que había salido a hacer un favor y que probablemente no tardaría.
Sin embargo, frunció el ceño al recordar que Naím se retiró del bufete con un aire de enojo y decepción a su alrededor.
Miró preocupada a Thiago, quien ahora hablaba con uno de los abogados sobre el avance de la petición de remoción, y pensó que tal vez sí había más historia detrás de Paige de la que pensaron en un inicio.
Muchas veces se preguntó si en su vida pasada había sido una asesina o algún tipo de psicópata que terminó con cientos de vidas para tener que llevar la vida que actualmente tenía. Karma, tenía que estar pagando algo muy caro para haber terminado envuelta en cosas que no quería.
Naím le desviaba la llamada, ellos la mandaban a buzón la llamada y ella no tenía valor para llamar a Izan y saber cómo estaba. En parte sabía la respuesta, debía estar destruido.
Se puso en cuclillas en medio de su habitación con el celular en una mano tratando de que el abogado, que para esos momentos ya debería saber todo, le contestara.
Sabía que seguramente estaba furioso, sobretodo porque no conocía todo el contexto y su participación se veía mal intencionada. Tenía que dejarla explicarse, contarle todo lo que aconteció desde que Ethan y Sayuri huyeron de Australia.
Si no la dejaba decirle... Enredó una mano en su cabello y marcó de nuevo, pero ahora la llamada se fue directamente a buzón dándole a entender que finalmente había optado por apagar el celular.
Suspiró frustrada. Bien pudo mandarle cientos de mensajes tratando de explicar, pero no sabía con certeza qué estaba pasando y no sabría por dónde empezar.
Bajó en sus mensajes hasta ese donde la informaban que la solución a todo lo que sin querer había ocasionado, estaba en camino; trató de aferrarse a que podría ganarse el perdón de todos con eso. Pero aún si no lo hacía, al menos se aseguraría de que Sayuri no fuera llevada lejos de Izan.
Leyó de nuevo el mensaje antes de llevar el celular a su pecho.
—Déjame solucionarlo —le dijo a la nada—. Al menos antes de que Mao llegue, déjame hacer algo bueno.
Sabía que su prometido estaba cerca, casi podía sentirlo.
Tal vez debería dejar de buscar a Naím, así lo mantendría lejos y a salvo de su psicópata futuro esposo. Negó con la cabeza y volvió a marcar aún sabiendo que el chico había apagado su celular.
Le explicaría, ayudaría a su sobrina y dejaría que Mao dictara su destino.
La noche parecía ser eterna. Se encontraba en un vaivén de cansancio y consciencia que lo estaban dejando más agotado. Suspiró y se incorporó en la cama mientras veía a Sorine. Tomó su celular y se levantó para salir de la habitación.
Escogió una de las llamadas perdidas y tras cerrar la puerta de su recámara, se dirigió a la sala y llamó a su mejor amigo.
—¿Dónde estabas? —Fue lo primero que dijo el inglés en voz baja.
Izan suspiró sentándose en el sofá.
—Fui a buscarla, luego regresé al departamento y Sorine estaba aquí —masculló poniendo una mano en su nuca—. Dice que le dará lo que yo no puedo.
Lo escuchó reír con sarcasmo.
—Con ese instinto maternal que se carga —espetó.
El castaño pasó la mano por su rostro antes de llevarla a su cabello.
—¿Dónde estás tú?
—En el bufete donde trabaja Naím... ¿Hablaste con Sorine de la demanda?
Izan miró confundido a la nada.
—No... No del todo... Pero ya sabía, ¿le dijiste tú o...?
Lo escuchó bufar.
—Voy para allá, deja le digo a Macy...
El chico alejó su celular para ver la hora antes de ponerlo de nuevo en su oído.
—Son las tres de la mañana —le informó extrañado.
—Llevaré café; te marco y sales —dijo tajante el inglés antes de colgar.
Frunció el ceño a la par que alejaba el aparato y suspiró cansado dejando el mencionado a un lado antes de poner ambas manos en su cabeza. No tenía idea de qué hacer. Se sentía un inútil, el mismo niño tonto que creyó que criar a una bebé sería pan comido.
Miró a su alrededor sintiendo la tristeza y nostalgia llenarlo al vislumbrar los juguetes de su hija regados. Puso las manos en sus ojos y apretó con fuerza para que lágrimas no salieran de ellos.
Sayuri lo necesitaba fuerte, aunque todo amenazaba con ahogarlo, su hija necesitaba que fuera ese hombre que juró hacer lo que fuera por protegerla.
Rara vez subía por las escaleras, era un perezoso de lo peor y siempre prefería utilizar el elevador. Pero tenía tantas cosas en la cabeza, tantos pensamientos de enojo, decepción y duda, que prefirió gastar tiempo antes de llegar a donde su jefe lo esperaba para preguntarle, de nuevo, si sabía lo que había estado haciendo a espaldas de todos.
Estaba entre mentir rotundamente con un "me sorprendió" y un "lo sospeché, pero estaba tan estúpidamente enamorado que lo ignoré".
Porque sí, no se necesitaba ser un genio para admitir que la pelinegra lo había envuelto en sus redes... Aunque en ese momento la imaginaba más como una serpiente que lo había enredado para asfixiarlo.
Suspiró cansado y puso una mano sobre la puerta que lo llevaba al bufete, abrió ligeramente y se detuvo cuando escuchó voces murmurar.
—Regresaré en un rato, espero quiera venir —decía Thiago.
Asomó la cabeza y abrió los ojos con sorpresa al ver a su amiga de puntas para besar de manera rápida al inglés.
—No te preocupes, me quedaré hasta que vuelvas y le den el veredicto a Joen —respondió ella antes de que el de lentes besara su frente y entrara al elevador que se negó a usar.
Cuando las puertas finalmente se cerraron, él se incorporó al pasillo.
—No sabía que eran algo —dijo llamando la atención de la pelinegra.
Macy volteó sobresaltada, más se relajó al ver que era él.
—Es reciente, todo ha estado tan de locos que olvidé mencionarlo —replicó acercándose—. Te ves fatal, ¿que tanto estuviste haciendo?
Naím se encogió de hombros.
—Manejar sin rumbo, pensar, ignorar llamadas —refunfuñó pasando una mano por su cabello—. ¿Hablaste con Sorine? Se negó a dejar el departamento de Izan hasta verlo.
Macy lo estudió en silencio, incluso ladeó la cabeza.
—Me dijo que estaban juntos... ¿Hablaste con Paige?
Orbes grises se endurecieron antes de darle la espalda.
—No —respondió tajante mientras caminaba hacia su oficina para ponerse al corriente.
Percibió a su amiga seguirlo y suspiró frustrado; no podía admitirlo en voz alta, eso sería aceptar la realidad y no estaba listo para ello.
Llegó hasta su escritorio, donde varios folders lo esperaban, y se puso a acomodarlos ignorando que la pelinegra entró y cerró detrás de ella.
—Entonces sí fue —exclamó cruzando los brazos y apoyándose en la puerta.
Naím no desvió la atención de lo que hacía.
—¿Sí fue, qué? —cuestionó serio.
—Paige, ella dio la información.
El chico levantó el rostro y endureció la mandíbula.
—¿Qué dices? ¿Joen dijo...?
Ella se acercó y sentó en la silla libre manteniendo los brazos cruzados y el gesto de enojo.
—Thiago dijo que sólo ellos dos sabían que Izan estaba en Esbjerg, si no fue él...
—O los dos...
Se enfrentaron con la mirada, Macy lo veía con enojo e incredulidad.
—Dudo que él haga algo en contra de los únicos que considera familia —espetó.
Naím apoyó ambas manos sobre su escritorio y la observó fijamente.
—¿Sabías que iban a huir juntos? ¿Qué él estaba enamorado a ese grado de ella?
Macy se mantuvo impasible, incluso movía el pie arriba y abajo con desinterés.
—¿Y? Todos tenemos un pasado, no vengas con que eso...
—A lo que voy es a lo que podría llegar a hacer por quien amó —gruñó el chico.
Ella entornó los ojos.
—Confío en él.
—No te vaya a salir el tiro por la culata.
Macy se levantó y lanzó el cabello hacia atrás tomando su postura de diva.
—No tienes derecho a poner en tela de juicio mi relación porque la tuya está en caída —ironizó y su mirada se tornó dura, como rara vez la veía—. Nadie te obligó a buscar a Paige y la mantuviste a tu lado sabiendo que estaba comprometida...
—Porque no sabía a ciencia cierta...
—Y ese es tu error, no saber las cosas a ciencia cierta —exclamó empuñando las manos—. Si ella hizo algo, es su problema, no vengas a inculpar al único chico que me ha puesto como prioridad a pesar de tenerle pánico a las pérdidas —escupió notando la culpa inundar los ojos de su amigo.
—Ma...
—Nada, arregla tus cosas con Paige si te vas a envolver en el caso de Sayuri o mejor hazte a un lado —dijo señalándolo—. La prioridad son Sayuri e Izan; cuando todo esto acabe puedes mandar a la chica a la Patagonia, si quieres.
Se vieron en silencio hasta que ella le dio la espalda y salió de la oficina azotando la puerta detrás.
Naím bufó y se dejó caer en su silla antes de mirar hacia arriba.
Macy tenía razón, tenía que enfrentar a la pelinegra, de todos modos la vería en el juicio y prefería ir preparado sin carga sentimental de por medio.
Cuando Thiago llegó eran cerca de las cuatro de la mañana. Salió del departamento en silencio y encontró a su amigo sentado en las escaleras que llevaban al estacionamiento. Se acercó y tomó lugar junto a él recibiendo un vaso lleno de lo que suponía era café con leche.
—Esto me trae recuerdos —masculló Izan dejando la bebida de lado.
Thiago miró hacia el horizonte.
—Solo que eras tú el que me sacaba de mi depresión en medio de la madrugada —le recordó antes de tomar un sorbo.
El castaño se encogió de hombros y agachó la cabeza para pasar varias veces las manos por su cabello.
—Ayer me dijo papá y cumplió once meses... —Lo escuchó suspirar con pesadez y enredó las manos en su nuca—. No dejo de escuchar su voz llamándome para salvarla; debe estar asustada, no los conoce y... —Su voz se quebró—. Me la imagino llorando y buscándome.
El inglés miró el vaso en sus manos y tensó la mandíbula.
—Debes decirles, pide el archivo...
Izan negó varias veces.
—No me lo darían, si se enteran que estoy en pleno juicio de custodia van a destruir las pruebas... Prefieren verme de regreso que con Sayuri.
—No estás seguro, habla con Yelena...
El castaño entrecerró los ojos.
—Suficiente dijo cuando me dio la espalda, ¿no crees?
Thiago suspiró sabiendo que tenía razón.
—¿Si hablas con el esposo? Probablemente no sepa que ella quiso abortar...
—Paige nos dijo lo que buscaban, dudo que le importe el pasado de su mujer —gruñó levantando el rostro—. Lara lo está haciendo por venganza, porque estoy con Sorine.
El inglés desvió la mirada, también lo sospechaba.
—Si te propusiera echar todo para atrás, pero dejando a Sorine, ¿lo harías?
Izan se quedó mudo ante la pregunta e instintivamente llevó la mirada a su departamento.
—No sé... No... —Exhaló con fuerza y cerró los ojos—. Si cedo en algo como eso, tendría control de mi vida... No es así como quiero vivir —admitió cansado.
Su amigo asintió mirando el auto de la castaña.
—Entonces le vas a dar guerra.
El castaño asintió levemente.
—Aunque no tengo mucho para pagar un buen abogado, pero lo intentaré.
Thiago se quitó los lentes y frotó sus ojos.
—Descubrí quienes están en el bufete que manejó la custodia de emergencia.
Orbes ambarinos lo vieron con sorpresa.
—¿Quiénes?
El inglés suspiró cansado, su amigo iba a explotar de la peor manera, por eso le pidió verlo afuera.
—Es el bufete donde trabaja Naím... Su jefe es...
—El novio del hermano de Sorine —concluyó Izan en un hilo de voz, luego su mirada se endureció—. ¿Cómo pudieron? Él me odia, pero esto es otro nivel, ¿cómo...?
Thiago lo sostuvo del brazo cuando el chico se intentó levantar, tenía la mirada tan seria que dejó al castaño sin palabras.
—Thorsen y asociados, ¿puedes concentrarte en eso?
Izan lo miró con ojos entrecerrados.
—¿Eso, qué?
El inglés miró al departamento, seguía todo apagado.
—El ahora, ex socio de Joen, tomó el caso, el cuñado de Sorine rompió la sociedad por lo que hizo...
—De mucha ayuda cuando mi hija...
—Metieron la petición para que Sayuri pase el proceso contigo, no hay manera de evitar la demanda de custodia, pero al menos te da tiempo con tu hija...
—No pues gracias, ¡tiempo antes de que se la lleven para siempre de mi lado!
Thiago lo vio con cierto hartazgo.
—Tienes que hablar con Joen sobre el expediente médico, ellos tomaron el caso y ya les entregué todo tu historial financiero. —Orbes azules y ambarinos se enfrentaron en silencio—. Si algo te puedo asegurar es que se rige por ética, ya lo comprobé —admitió recordando el enorme regaño.
Izan apartó su brazo con cierta brusquedad antes de poner las manos sobre su rostro y tratar de calmar su acelerado corazón junto a las ganas de querer gritar de frustración.
—¿Sorine sabe?
El inglés se quedó en silencio y el castaño maldijo en su lengua natal.
—Si no te dijo es porque estaba más concentrada en mantenerte de pie —justificó el de lentes con seguridad.
—Dime la verdad, ¿crees que si no hubiera metido a Sorine a mi vida, estaría pasando esto?
Thiago llevó la mirada al departamento de su mejor amigo por unos segundos.
—Tal vez... —Izan escondió la cabeza en sus brazos—. Aunque también tal vez para ahorita estarías peor, ¿por qué iniciaste ese curioso trato con ella?
El chico levantó un poco el rostro.
—Porque necesitaba la iMac.
—Y tú una niñera para avanzar en los proyectos —le recordó—. Si me preguntas, tu vida, e incluso tú, mejoraron por su llegada.
El castaño suspiró asintiendo.
—Y no lo dices porque estás de novio —ironizó y Thiago rio un poco antes de negar.
—Pediste la verdad, esa es... Lara te hubiera buscado así no estuvieras con Sorine, solo está usando esto de impulso para llegar más lejos. —Izan elevó la cabeza en dirección al cielo más no abrió los ojos—. Y está en ti el ponerle un alto.
Para cuando regresó al departamento, el sol estaba asomando en el horizonte. Cerró con cuidado la puerta y al girarse se detuvo con una mueca de sorpresa al encontrar a Sorine sentada, con las piernas sobre el sillón, esperando.
—Hola —le dijo en voz baja.
La chica le dio una diminuta sonrisa, tenía la cabeza apoyada sobre sus rodillas.
—¿Estás mejor? —preguntó ella observándolo acercarse y sentarse a su lado.
Izan pasó un mechón de cabello claro detrás de su oreja.
—Thiago vino, estuvimos hablando.
Ella asintió y mordió su labio con nervios.
—Debo decirte algo, es sobre el bufete de Joen... Él...
Izan suspiró y bajó la mirada.
—Lo sé... Me dijo...
Sorine se giró acomodando la piernas en forma de mariposa.
—Suelo creer que nada pasa por casualidad... Pero esta vez, quiero pensar que fue así, que ella no sabía que ahí estaban Naím y Joen porque... ¿Cuál sería el fin?
El chico se quedó mirando en dirección a su cocina recordando que por un momento dudó de las intenciones de todos, menos de la chica a su lado.
—Thiago me pidió que fuera al bufete para que me expliquen lo que viene —masculló sin ver a su novia—. Probablemente la regresen aquí pero... No le veo sentido si de todos modos la voy a perder.
Sorine se acercó y puso ambas manos en sus mejillas para hacerlo voltear. Alcanzó a vislumbrar el miedo y la derrota dentro del chico al que ya llamaba amor de su vida.
—No lo sabes, hay muchos factores y prefiero creer que el juez verá lo que haz hecho por Sayuri que lo que le puedes dar... El dinero no compra el amor, Izan —alegó en voz baja.
«Pero sí la estabilidad» pensó apartando las manos de la chica para acostarse en sus piernas.
—No, no lo hace —musitó sintiendo a Sorine acariciar su cabeza—. Estoy agotado —confesó cerrando los ojos.
Ella se inclinó y besó su frente tratando de transmitirle todo lo que sentía por él.
—Descansa, amor —susurró sobre su piel—. El mundo se verá de otro color cuando lo hagas.
Izan trató de relajarse con las caricias de su novia e intentó aferrarse a sus últimas palabras. Necesitaba encontrar una solución para que nadie le quitara a Sayuri, si es que regresaba.
El lunes lo recibió con cientos de explicaciones sobre procesos jurídicos; sentía un dolor punzante en la cabeza mientras el cuñado de Sorine lo ilustraba sobre el proceso de una custodia de emergencia y como se podía echar para atrás.
En resumen, ambas partes solicitaron la opinión de expertos. En el caso de ellos fue el director del hospital donde trabajaba Trevor y en el caso de la parte demandante, un doctor traído desde Australia.
Le pareció increíble la rapidez con la que Knaggs se estaba moviendo para cumplir el deseo de su ex.
—El veredicto lo darán en la tarde, iré con Naím al juzgado a las cuatro —le informó.
Miró al mencionado que se mantuvo callado durante todo el tiempo. Incluso evitaba mirarlo y eso lo ponía nervioso. Sentimiento que aumentaba ante el silencio de su prima, quién Thiago le aseguró que ya sabía porque lo llamó en la mañana.
Era para que estuviera ahí gritándole por sus descuidos, tal como lo hizo en el hospital.
Para cuando llegó la tarde, se quedó en el bufete con Thiago, Macy y Sorine esperando noticias. Estaba inmensamente agradecido con la pelinegra que no se había separado del proceso en ningún momento.
Sobretodo, él y su novia se quedaron sin palabras cuando les confesaron lo que hicieron con el archivo del accidente. Realmente no tenía manera para agradecer lo que el hermano de Sorine había hecho poniendo su carrera de por medio.
Definitivamente apenas lo viera, tomaría fuerza para decirle a la cara lo que pensaba de toda la situación.
El celular de Sorine sonó y todos la vieron expectantes, la chica se sobresaltó tanto que incluso se le cayó el aparato y ambos se agacharon para tratar de levantarlo provocando que sus frentes impactarán.
—Hoe... Perdón, perdón —dijo ella frotando el lugar mientras que con la otra mano aceptaba la llamada entrante—. ¡Naím! ¿Qué...? —La chica se quedó callada escuchando y sus ojos se fueron abriendo más y más hasta que los llevó al chico que sentía su estómago lleno de acidez—. Bien, ok.
Una vez que colgó lo miró con lágrimas en los ojos y no supo si aquello significaba algo bueno o malo. Hasta que se abalanzó sobre él y casi los tiró de la silla.
—Va a pasar el proceso contigo, el juez dio el fallo a tu favor.
Sintió alivio caer sobre él como si de agua se tratara y abrazó a la castaña con toda la fuerza que pudo reunir.
Al menos ya era un paso el tener a su hija de regreso.
Llegó el martes y pasó toda la mañana limpiando y arreglando los juguetes de su hija. Incluso reacomodó el escritorio de la iMac para dejar los cables detrás y la pantalla casi pegada a la pared.
Aunque aquello implicó dejar el cajón de juguetes a la vista y una reducción a su espacio de trabajo, no le importó; quería demostrarle a la trabajadora social que pondría a Sayuri primero que nada.
Cuando tocaron a su puerta, su corazón dio un brinco tan brusco que jadeó antes de mirar la hora en su celular. Aún no era hora de que llegaran, es más, Sorine pensaba arribar antes que ellos y para eso faltaban horas. Se acercó y abrió para encontrar ojos avellana del otro lado. Su prima se movió con nervios y él regresó a lo que estaba haciendo.
—Por un momento creí que habías regresado a Sídney —exclamó sacando bloques de debajo del sofá para llevarlos hasta la caja de juguetes.
Paige cerró la puerta y observó su entorno. Todo estaba inmaculado.
—Tuve que resolver unos asuntos, lamento no haber estado para lo de Sayuri —dijo en voz baja sintiendo un nudo en la garganta.
Izan hizo un ademán de desinterés caminando a la cocina.
—Va a regresar en lo que se da el juicio, Joen dice que vamos a utilizar el argumento de que Lara no nos buscó antes y que nuestra hija no la conoce.
La chica asintió entrelazando sus manos al frente.
—¿Qué posibilidades hay de que ganes?
El castaño se asomó por la barra con un gesto decaído.
—No muchas, pero Naím dijo que podemos meter una contra demanda en Australia... —Vio un poco incómodo a su prima—. Una vez que firme con la constructora, eso me puede ayudar a ganar en nuestro país.
Paige lo vio con sorpresa.
—¿Cuál constructora?
Izan abrió la boca para contestar pero otro toque lo detuvo. Suspiró y salió de la cocina, al abrir, encontró al aludido del otro lado.
—Justo de ti hablaba —dijo el chico regresando a la cocina.
Naím se quedó en la puerta viendo a Paige quien lo observaba pasmada. Luego endureció sus facciones y la chica desvió la mirada avergonzada sabiendo que ya sabía su sucio secreto.
—Joen necesita la cartilla de vacunación de Sayuri —dijo de manera mecánica.
El castaño golpeó su frente ignorando el ambiente tenso que se había posado en su sala.
—Cierto, olvidé mandarle la foto, deja voy por ella —exclamó dando grandes zancadas hasta su habitación.
—Te espero afuera, tengo prisa —gritó antes de darse la vuelta y salir del departamento.
Trató de encaminarse a su auto sintiendo la rabia inundarlo. El cinismo de esa mujer no tenía límites.
—Naím, espera, puedo explicarlo —dijo ella casi corriendo detrás.
Pero la ignoró, sacó sus llaves y quitó la alarma de su vehículo, se encerraría de ser necesario para no tener que escucharla.
—¡Naím! —insistió Paige.
El aludido abrió la puerta del auto y cuando estuvo por entrar, el diminuto cuerpo de la pelinegra se lo impidió.
—Por favor, déjame explicarte —le rogó con los ojos llenos de lágrimas.
Entonces el rencor tomó control de él y la tomó de ambos brazos para quitarla de la puerta, la chica lo veía anonadada pero no le importó.
—¡No! ¡No quiero escuchar nada que salga de tu mentirosa boca! —gruñó señalándola—. ¡Es tu familia! ¿Eso no significa nada para ti?
Ella lo vio aterrada.
—¡Sí! Por eso lo hice... Creí que le estaba ayudando, ella... ¡Ella dijo que sólo quería saber de ellos, no que iba a hacer todo lo que hizo! —exclamó desesperada sintiendo el mundo derrumbarse a su alrededor.
—¡Le dijiste todo! La enfermedad, su relación con Sorine, el trato... ¡Todo! Incluso el accidente...
—¡No, eso no se lo dije yo! Me negué a seguir y por eso ella... Ella le dijo a Mao...
—¡Nos metiste! La trajiste contigo a Esbjerg y ve lo que ocasionaste —gritó Naím señalando al departamento—. ¡Entregaste a tu sobrina!
—¡Ella me engañó! —exclamó Paige enredando las manos en su cabello.
El chico la miró enfurecido no creyendo ni una sola palabra o justificación.
—¡¿En serio?! Dime, Paige, ¿cómo es que una persona, a la que dijiste odiar, te engañó a tal grado que terminaste dándole toda la información sobre la sobrina que dices adorar?
Se miraron por lo que pareció una eternidad, ella respiraba de manera frenética buscando las palabras adecuadas para explicarle cómo había caído tan bajo.
—¿Qué? —preguntó una tercera persona en un hilo de voz.
Paige y Naím voltearon sobresaltados y encontraron a Izan en las escaleras viendo a la pelinegra como jamás lo había hecho.
Cómo si no la conociera de toda la vida.
N/A: Cuéntenme, ¿cómo llegaron a esta historia? Me nació la curiosidad 😊🙃
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