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Capítulo 16

Izan estaba demasiado ansioso. Volteaba cada que escuchaba pasos y se tensaba como si lo hubieran electrocutado. Y no era para menos, Sorine seguía dormida en sus piernas y en cualquier momento podría aparecer el doctor para darle el visto bueno a su hija.

Lo peor era que no tenía corazón para despertar a la castaña.

Suspiró y se movió un poco para relajar la espalda. Vio de nuevo como su hija se levantaba sostenida de los barandales y balbuceaba mientras le extendía las manos a la enfermera que hacía gestos al no poder sacarla de la cuna. Definitivamente estaba mucho mejor.

Sonrió ante ese pensamiento y puso de nuevo la mano en la cintura de la chica. Más que nada para poder descansar que para sentirla... Ok, no tanto así.

Pero al parecer ese contacto fue suficiente para que Sorine se moviera un poco, así que rápidamente quitó la mano y observó con fascinación como la castaña despertaba: Empezó pasando una mano por su cabello. Luego rascó su cabeza y pasó repetidas veces la mano por su nuca. Después se quedó muy quieta antes de incorporarse con brusquedad.

Izan apenas tuvo tiempo de hacer la cabeza hacia atrás para que no lo golpeara con el movimiento.

La chica tenía ambas manos apoyadas sobre la silla sosteniendo todo su peso y lo veía con la boca ligeramente abierta y las mejillas muy sonrojadas.

—¡Perdón! —exclamó avergonzada—. No me di cuenta cuando... Y tú...

Izan negó aunque, si era sincero, se sentía libre, así que se levantó para estirar los músculos y caminó hasta el cristal por el que podía ver a Sayuri.

—No te preocupes —le dijo viéndola por el reflejo, la chica había puesto ambas manos sobre su rostro y negaba mientras parecía mascullar palabras—. La van a subir a piso —le informó para que se distrajera del incómodo momento.

Efectivamente surtió efecto, pues la chica bajó las manos y parpadeó varias veces antes de levantarse de un brinco y acercarse.

—¿Ya no tiene fiebre? —preguntó emocionada.

Él negó y sonrío cuando Sayuri los vio y caminó del otro lado del barandal para mirarlos de frente. La pequeña se hizo arriba y abajo emocionada.

Entonces se tensó cuando sintió un fuerte abrazo en su cintura y bajó la mirada percibiendo como el calor subía a sus mejillas mientras su corazón comenzaba a latir de manera desenfrenada.

Sorine tenía lágrimas en los ojos y eso lo dejó sin palabras.

—Lo logró, te dije que lo haría —susurró la chica con una voz cargada de emoción.

Izan relajó el gesto y le regresó el abrazo.

—Gracias —musitó con sinceridad.

Sintió las manos de Sorine subir a su espalda y abrazarlo con más fuerza mientras un ligero suspiro escapaba de su boca. Pero el momento fue interrumpido cuando alguien se aclaró la garganta. Ambos se sobresaltaron y soltaron como si fueran radiactivos mientras recibían una mirada amenazante.

Sorine vio como su hermano empuñó con fuerza la tabla con lo que seguramente era el historial de la bebé. El hombre se volvió a aclarar la garganta.

—Vamos a subir a Sayuri a piso, la van a bañar así que tienen que esperar afuera hasta que se les dé el pase —les informó en una voz tan fría que bien pudo congelar el infierno.

Izan asintió y tras ver una última vez a Sayuri se dirigió a la puerta donde se detuvo para mirar a Sorine, quien había cruzado los brazos y observaba a su hermano con una expresión de enojo.

—¿Te veo allá?

La chica brincó un poco antes de mirarlo y sonreír.

—Claro, solo hablo un momento con mi hermano.

El castaño asintió y vio de nuevo al doctor que lo miraba con suma seriedad, antes de salir por la puerta.

Sí las miradas mataran, sus cenizas estarían tres metros bajo tierra.

Cuando el castaño desapareció, ojos esmeraldas y café se enfrentaron en uno de esos duelos que solían ocurrir en las mañanas de su infancia, antes de ir a la escuela.

—Ni empieces, monstruo, que no hay que ser ciego para darse cuenta de lo que hay entre...

—¿Y si fuera así, qué? ¡Ya no tengo quince años, hermano! —exclamó Sorine acercándose.

—¿Acaso no ves el paquete? —gruñó el otro Kaspersen—. Eres una niña, no puedes hacerte cargo de algo así.

Sorine hizo girar los ojos.

—Hablas como si estuviera por casarme, por Dios; apenas y pasamos a segunda ba...

—¡¿Qué hicieron qué?!

La castaña puso ambas manos sobre su boca y vio a un Trevor exaltado empezar a caminar hacia la salida. Así que hizo lo único que se le ocurrió y se le lanzó a los pies.

—¡No, déjalo en paz! —exclamó mientras su hermano la arrastraba por el suelo.

—¡Suelta! Ese mocoso me va a escuchar, ¡nadie toca a mi hermana!

Sorine gritó un poco mientras Trevor trataba de zafarse. Karan veía todo con la cabeza ladeada mientras que las enfermeras de Sayuri se asomaron.

—Eres un exagerado, ¡déjame vivir mi vida! —reclamó Sorine tratando de tirar al doctor que se hacía llamar su hermano.

—¿Llamamos a seguridad? —preguntó una de las enfermeras.

Karan hizo un ademán de desinterés.

—Déjenlos, lo van a resolver en un momento —les informó la pelirroja tomando del suelo el historial de Sayuri—. Llévenla a bañar, en unos momentos subo con el doctor Kaspersen.

Las enfermeras asintieron y regresaron por la pequeña que se había parado sostenida del barandal para observar a los hermanos pelear.

—¡Suelta!

—¡Llamaré a Joen! —Entonces Trevor dejó de jalar sus pies y la vio con ojos entrecerrados, Sorine le sostuvo la mirada de manera desafiante—. Juro que lo haré, si cruzas esa puerta le diré que estás actuando con tus celos de niño inmaduro.

Su hermano bufó y se recargó en la pared. Sorine se levantó del suelo jadeando y sacudió su ropa antes de apoyar el cuerpo junto al del doctor.

—Eres una niña —espetó Trevor acomodándose la bata blanca.

Sorine inhaló aire con fuerza y miró hacia el techo.

—No lo soy, Sayuri es una niña, yo tengo veinte años.

—¿Y él?

La castaña suspiró y bajó la mirada.

—Es más maduro que muchos que conozco, daría la vida por su hija...

Trevor carraspeó y cruzó los brazos.

—Tiene un pasado, Sorine, uno que en algún momento podría llegar a tocar a su puerta... ¿Estás lista para enfrentar algo así?

Escucharon una pequeña risa y ambos voltearon, Sayuri estaba siendo llevada a piso en la cuna del hospital pero parecía que la llevaban de paseo por la emoción con la que se hacía arriba y abajo.

Sorine sonrió viendo lo mucho que ya había mejorado.

—Macy siempre dice que si algo es para ti aunque te quites llegará, y si no, aunque te pongas...

Su hermano rio un poco.

—Macy es demasiado madura para su edad —musitó sacudiendo una pelusa invisible de su bata.

—Sí, por eso fue tu novia —ironizó la castaña con desagrado mientras su hermano reía con fuerza.

Izan no tuvo que esperar demasiado para que Thiago le marcara en cuanto le informó que Sayuri sería pasada a piso. De hecho, cuando llegó a la sala de espera del hospital, su celular comenzó a vibrar y él salió para contestar.

—¿Ya está bien? —Fue lo primero que preguntó.

—No del todo, la fiebre cedió, ya solo es controlar lo demás, pero podemos estar con ella —le informó caminando de un lado a otro.

—He estado viendo lo del seguro, lo vas a necesitar —dijo su amigo mientras se escuchaban papeles.

El castaño suspiró y pasó una mano por su cabello.

—La junta te va a reclamar, sabes eso —masculló.

—No si te meto como trabajador, te faltan dos módulos, ¿no?

El chico negó varias veces.

—Sí y el trato era que hasta que no tuviera el título lo harías.

Thiago bufó.

—La mesa directiva es una joda, al final es mi empresa —espetó mientras se escuchaba como cerraba un cajón con fuerza.

Izan arqueó una ceja con sorpresa mientras el inglés suspiraba.

—Ayer descubrí la razón por la que no se presentaron a firmar el contrato —murmuró.

El castaño frunció el ceño y se sentó en una jardinera.

—¿Los Dahl?

—Sí, al parecer había una cláusula en el contrato que no estaban dispuestos a cumplir.

El castaño enredó una mano en su cabello mientras apoyaba el codo en su rodilla.

—No me sorprende, sabes cómo es la junta directiva.

Thiago hizo un sonido afirmativo y se aclaró la garganta.

—Pero siempre tuvimos razón, te estaban vendiendo como un pedazo de carne al mejor postor, los Dahl eran primera opción —musitó tecleando.

Izan carraspeó.

—¿Macy te contó?

Se escuchó silencio del otro lado por unos momentos.

—Algo así —aceptó el inglés.

—Nunca imaginé que te ofrecerías a llevarla, no eres muy sociable que digamos —ironizó Izan rascando su cabeza.

El inglés volvió a aclararse la garganta.

—Supongo que no pusiste atención a la discusión que estaba teniendo con este chico... ¿Nam? ¿Niam?

—Naím —lo corrigió su amigo.

—Eso... Creí que les había dejado el auto justo para que yo la llevara... es muy...

—¿Impulsiva?

—Aventada —alegó Thiago—. Pero el chico... Na lo que sea, le estaba diciendo que me pidiera el favor y ella se negó... Eso era lo que estaban peleando.

Izan abrió la boca con sorpresa ya que tampoco le había pasado desapercibido el interés de Macy hacia su mejor amigo.

Thiago suspiró de manera audible.

—Me di cuenta que es bastante razonable cuando quiere serlo... Y sincera, les dejó su auto pensando en ustedes no en una manera de... Aprovecharse.

El castaño sonrió ligeramente. Macy y Naím definitivamente eran otra cosa. Aunque al segundo lo quería matar por haber arruinado a su prima...

—Por cierto, ¿sabes cómo localizar a Pai? Necesito decirle que Sayuri mejoró —dijo y se levantó para regresar al hospital.

—Sí, tengo el número de hotel y su habitación, te lo mando por mensaje.

—Bien, ¿vas a venir?

Thiago se quedó en silencio unos momentos, lo escuchaba tecleando en su celular así que seguro había activado el altavoz.

—Sí, en la tarde, tengo una reunión para ver un proyecto pero de ahí me paso a verlos.

Izan frunció el entrecejo notando que su amigo había titubeado pero decidió dejarlo pasar. Thiago era demasiado hermético y si quería que supiera algo, se lo diría.

—Bien, me avisas.

—Perfecto, nos vemos.

—Adiós.

Izan desconectó la llamada e ingresó al hospital donde encontró a una Sorine tecleando a gran velocidad en su propio celular. Se sentó a su lado y esperó el mensaje de Thiago pero de pronto la castaña bufó con enojo así que la volteó a ver.

—¿Pasa algo?

Sorine bloqueó su pantalla, cruzó los brazos y se recargó con fuerza en la silla.

—La facultad de leyes es la más cercana a la mía, pensé que Naím podría pasar a recoger mi tarea pero no contesta y me acaba de desviar la llamada... Ah pero cuando yo no contesto arma drama cuál niño...

Izan frunció el ceño y al sentir vibrar su celular, leyó el mensaje de Thiago. Sorine siguió hablando sobre las mil maneras en las que su amigo pagaría el ignorarla mientras él trataba de silenciar esa pequeña voz que le decía que Naím no estaba en la escuela porque estaba con cierta mujer de ojos avellana.

Suspiró y negó antes de presionar el número que Thiago le envió y levantó un dedo deteniendo el monólogo de Sorine.

—Hotel Ansgar, buenos días —saludó una voz femenina.

—Buenos días, ¿me podría comunicar a la habitación trescientos cuarenta? Por favor.

Sorine ladeó la cabeza claramente confundida e Izan negó una vez antes de activar el altavoz. El teléfono timbró varias veces hasta que finalmente la inconfundible voz de su prima se escuchó.

—Thiago, no pienso bajar a desayunar, tengo sueño —masculló.

—No soy Thiago —le aclaró el castaño viendo fijamente a Sorine quien lo veía con el ceño fruncido.

Se escuchó un jadeo y algo caer con fuerza provocando un sonido seco, el chico negó mientras su acompañante levantaba ambas cejas con sorpresa.

—Et... ¡Izan! —exclamó su prima claramente desconcertada reiterando las sospechas de este, si no lo llamaba por su nombre real era porque estaba con alguien—. ¿Cómo sigue Sayuri? ¿Necesitan algo?

El castaño hizo girar los ojos antes de suspirar.

—La van a pasar a piso, ya está mejor.

Se escuchó algo de silencio antes de tela ser movida.

—Eso es bueno, me baño y te alcanzo, ¿bien?

—Bien... —Abrió la boca para decirle algo más pero Sorine negó varias veces y puso un dedo sobre sus labios en ademán de que se guardara las sospechas, el chico suspiró—. Nos vemos, Pai.

—Si, adiós —exclamó la chica antes de terminar la llamada.

Izan apagó su pantalla y vio a Sorine con seriedad.

—¿Por qué dices que la arruinó? No es como que conozcas muy bien a Naím... Bueno sí, lo viste coquetear usando a tu hija pero...

El chico suspiró antes de pasar ambas manos por su rostro y cabello.

—Es un asunto personal de Paige... Pero ella... Bueno... —Bufó y dejó ambas manos sobre su rostro—. Debía llegar virgen al matrimonio —musitó en voz casi inaudible.

Se negó a bajar las manos no queriendo ver la cara de Sorine que seguramente estaba de mil colores como la de él.

La chica se aclaró la garganta y la sintió moverse incómoda.

—Bueno... Es un bonito pensamiento, pero no tiene nada de malo... ¿Cambiar de opinión? —titubeó.

Izan bajó sus manos y fijó la mirada al frente sintiéndose exasperado, no había manera de decirle las cosas sin crear preguntas que no quería —o podía— responder.

—Es un poco más complicado que eso —murmuró.

—Bueno, te puedo asegurar que si Naím está con ella... Como sospechamos... Es porque en verdad le interesa —susurró la chica entrelazando las manos—. Lo conozco lo suficiente para asegurarte que no lo vio como algo de una noche.

El castaño pasó las manos por su cabello.

—No lo tomes a mal, pero no me estás ayudando —refunfuñó con un deje de desesperación—. Paige no puede tener ninguna atadura fuera de... Casa.

Sorine ladeó la cabeza confundida. Era como si el castaño anhelara por abrirle su alma pero a la vez no se atrevía por miedo a algo.

Sintiéndose nerviosa y esperando que Trevor no apareciera de pronto, pasó su mano con lentitud por el brazo del chico sintiendo como se tensó inmediatamente y giró un poco el rostro para verla. Sin embargo, ella solo recorrió el camino hasta su mano donde casi con miedo entrelazó sus dedos y apoyó la cabeza en su hombro sin llegar a mirarlo.

Izan la vio con algo de desconcierto pero finalmente apoyó la barbilla en la coronilla de la chica y suspiró.

—Cuando estés listo... Puedes confiar en mí —susurró ella.

Izan apretó el agarre en sus manos y sin detenerse a pensarlo, dejó un beso sobre su cabello.

—Gracias.

Su hija estaba de vuelta.

Ese era el único pensamiento que pasaba por la mente de Izan mientras veía a Sayuri hacerse arriba y abajo tratando de que Sorine la levantara. Para su desgracia, aún la estaban medicando así que la intravenosa era de sumo cuidado y no podían cargarla como de costumbre.

—Si todo sigue como hasta ahorita, puede que demos a Sayuri de alta en cuarenta y ocho horas —dijo Karan firmando unos papeles—. Ha mejorado mucho desde que se detuvo la fiebre así que podrás seguir el tratamiento en casa —concluyó extendiéndole una receta con los medicamentos que iba a necesitar.

Izan asintió y trató de ocultar la sorpresa ante la cantidad de medicina, pero como Sorine lo había estado observando, lo notó aunque fingió no hacerlo. Tendría que pedirle otro favor a su hermano.

—Les recomiendo a ambos que vayan a tomar una siesta, llevan aquí casi veinticuatro horas —les dijo la doctora antes de salir del cuarto.

El chico se guardó la receta.

—Deberías ir a casa, yo esperaré a Thiago para que me releve en lo que me baño y regreso —dijo sacando su celular.

Sorine negó.

—Llevas más tiempo despierto que yo, necesitas descansar un rato.

El castaño se encogió de hombros.

—No podré hacerlo lejos de Sayuri, me inquieta dejarla.

La chica regresó su atención a la bebé que ahora bebía leche mientras la observaba y parpadeaba. En cualquier momento caería rendida.

—Aún así, le quedan cuarenta y ocho horas aquí, debes descansar para funcionar bien.

Izan se sentó a su lado.

—Y tú tienes que ir a la escuela —le recordó.

Sorine se encogió de hombros.

—Estamos en finales, ya casi acabo el proyecto y solo me queda mejorar la maqueta... Puedo faltar unos días.

El castaño negó.

—No, debes hacer tu vida normal... Puedes venir saliendo de la escuela y no pasa nada.

La chica cruzó sus brazos.

—Sayuri también me preocupa, no me concentraré en las clases por pensar en usted... En ella.

Izan sonrío un poco con el desliz. Miró a su hija y notó que fue cerrando los ojos hasta soltar su mamila y quedarse profundamente dormida. Entonces un silencio se instaló entre ellos, uno que fue un tanto incómodo pues había mucho que decir y pocas palabras para hacerlo.

Se movió en su silla antes de suspirar y pasar una mano por su cabello en ademán de nerviosismo.

—Lamento si te hice sentir mal... —murmuró observando el suelo.

Sorine lo vio confundida.

—¿Cuándo?

El castaño se aclaró la garganta y desvió la mirada.

—Ayer, en la mañana...

La chica sintió sus mejillas enrojecerse y entrelazó las manos en medio de sus piernas.

—No... No pasa nada... Sé que estabas molesto porque... Bueno...

¿Por qué se había molestado? Sorine apretó el agarre en sus manos con esa pregunta dándole vueltas en la cabeza.

—No estaba molesto —corrigió el chico a su lado—. Me sentía culpable.

Sorine lo vio confundida y él le regresó la mirada antes de bajarla al suelo.

—No debí hacerlo, no sé en qué estaba pensando.

La chica sintió una opresión en el pecho al asimilar esas palabras. Izan estaba arrepentido y no lo culpaba, bien lo dijo su hermano, tenía un pasado que tal vez ansiaba que regresara.

—No pasa nada, de verdad... Fue un error —musitó decaída.

El chico suspiró y negó una vez.

—No lo veo así... Pero estuve fuera de lugar —confesó en voz casi inaudible.

Pero bien se lo pudo haber gritado ya que lo escuchó con total claridad y su corazón dio un brinco.

—¿No fue un error?

Izan bajó la mirada y apoyó los codos sobre sus rodillas antes de entrelazar las manos. Sayuri respiraba con tranquilidad y se veía en paz.

—No sé... ¿para ti lo fue?

Se miraron en silencio sintiendo sus corazones latir con fuerza y a gran velocidad. Sorine abrió la boca para contestar pero al final solo la relamió e Izan desvió la atención.

—No quiero arruinarlo —susurró este viendo a su bebé—. Sayuri se ha encariñado mucho contigo y no quiero arruinarlo.

Sorine sintió su corazón brincar y su estómago revolverse. No entendía bien a qué se refería Izan, si a arruinar lo suyo con Sayuri o... Lo de ellos.

Suspiró ligeramente y volvió a entrelazar sus manos como lo había hecho en la sala de espera, luego apoyó la barbilla en el hombro de él y lo miró fijamente. Izan giró la cabeza y la observó, estaban a escasos centímetros.

—No lo vas a arruinar... No te dejaré hacerlo —murmuró con una pequeña sonrisa—. Yo también me he encariñado y no quiero perderlos.

El castaño la vio con sorpresa pero sintió algo cálido derramarse en su interior. Era algo inexplicable que jamás había experimentado.

—¿Perdernos? —cuestionó en voz baja.

Sorine asintió y recargó la cabeza en su pecho antes de sentir los brazos de Izan rodearla con incertidumbre y cuidado.

—Sí, a los dos —miró de nuevo al chico antes de acercar un poco su boca para dejarle un beso muy corto sobre los labios—. Me importan mucho los dos —concluyó.

Y él sonrió antes de besar su frente y juntar sus labios sintiendo que estaba en el lugar indicado.

Las horas en un hospital no tenían principio o final. Era como si el tiempo no existiera.

Sorine se sorprendió cuando miraron la hora y descubrieron que era casi la una de la tarde. Habían pasado varias horas platicando sobre Sayuri y su carrera. Izan por momentos se emocionaba con alguna de sus materias y recordaba cómo fue tomarlas donde sea que viviera.

Y ella no indagan de más. Había sido sincera al decir que esperaría a que fuera él quien le contara.

Para cuándo Thiago llegó, Izan le pidió que se fuera a descansar aunque fuera unas horas, se vio realmente consternado así que muy en contra de su voluntad, lo hizo. Claro, haciéndolo prometer que también descansaría en lo que Thiago se quedaba en el hospital con Paige, quien llegó media hora después.

Pero había sido honesta, no se pudo estar quieta en casa aún después de bañarse. Así que después de tomar una taza de café, decidió aprovechar la tarde para ir a la escuela por las notas que necesitaba.

Eran casi las cuatro para cuando llegó, la mayoría de sus compañeros ya habían salido así que ella fue rápido al cubículo de su mentor donde la esperaba un regaño.

—Kaspersen, eres la única que no ha presentado los planos finales, tienes solo una semana para hacerlo —exclamó el hombre de avanzada edad entregándole las copias de la enseñanza del día.

Ella asintió.

—Lo sé, solo debo cuadrar algo pero están prácticamente terminados —dijo avergonzada.

El hombre suspiró y negó.

—Sabes que te tengo empatía por tu padre, pero no puedo darte más prórrogas, debes entregar la otra semana o serás descalificada y perderás la materia.

La castaña sintió su estómago revolverse pero asintió varias veces.

—Lo haré, lo prometo —dijo presionando su libro y las copias a su pecho—. Entregaré todo el lunes sin falta —prometió sabiendo que con Sayuri fuera del hospital podría trabajar sin preocuparse.

El hombre carraspeó y la despidió por lo que ella salió rápidamente de su facultad. Al sentir su celular vibrar, lo sacó para encontrarse con un mensaje de Izan:

"Ya estoy en casa, regresaré al hospital a las ocho"

La chica frunció el ceño al recordar que desde las dos según ya se estaba yendo del lugar, pero seguramente le costó dejar a Sayuri.

"Estoy en la escuela, tal vez llegue antes al hospital" mandó de regreso.

Suspiró y negó mientras sonreía al recordar cómo la había acompañado hasta el auto de Macy donde antes de cerrar la puerta, intercambiaron otro beso fugaz que sinceramente la dejó con ganas de más.

¿Eran novios?

Sintió calor subir a su cabeza pero ni así pudo dejar de sonreír.

—¡Sorine!

Volteó sobresaltada y encontró a una sonriente Lara caminando hacia ella.

—¡Hola! Te busqué para comer hace rato pero me dijeron en tu facultad que no estabas.

La castaña puso un mechón de cabello detrás de su oreja.

—Sí, tuve un asunto y apenas vine por mis tareas.

Lara ladeó la cabeza.

—Espero que esté todo bien —dijo consternada.

Sorine asintió y no pudo evitar sonreír.

—Lo está, ahora sí.

La chica juntó sus manos.

—¿Quieres ir a tomar un café? Voy saliendo de mis clases.

La castaña abrió la boca para responder pero su celular volvió a vibrar, así que lo vio para encontrar otro mensaje de Izan.

"¿No has dormido? No deberías manejar así"

No pudo evitar sonreír y sentir algo cálido recorrerla al darse cuenta de que Izan verdaderamente se preocupaba por ella, pensó en contestarle que dormiría en el bufete de Joen ya que su casa estaba más lejos del hospital y la escuela, pero el siguiente mensaje la dejó muda.

"Puedes venir a dormir aquí y nos regresamos juntos al hospital"

Entonces se sintió mucho más emocionada.

—Vaya, debe ser una plática muy buena.

Sorine abrió los ojos con sorpresa antes de mirar de nuevo a la chica frente a ella, había olvidado que estaba ahí.

—Perdón, es solo que... Mi novio. —Su corazón dio una pirueta y no pudo evitar la enorme sonrisa.

Lara tomó sus manos ignorando el celular y la vio con entusiasmo.

—¿Tienes novio? Creí que no, jamás lo mencionaste.

La castaña sonrió.

—Es algo muy nuevo, apenas empezamos hoy —murmuró sintiendo sus mejillas enrojecerse.

Lara ladeó la cabeza.

—Espero todo les funcione, es muy lindo iniciar una relación.

Sorine asintió.

—Sí, es complicado; su situación es especial pero dicen que lo difícil es lo que vale, ¿no?

La otra chica asintió varias veces.

—Claro, yo tuve un pasado muy difícil pero veme ahora, casada con un hombre increíble que me da todo lo que quiero.

Sorine frunció el ceño un poco ante ese comentario, pues ella no creía que las relaciones eran solo de dar cosas materiales.

—Me da gusto, Lara —dijo tratando de ocultar su escepticismo.

—Entonces supongo que no iremos por ese café —exclamó la chica antes de darle un guiño.

La castaña la miró con algo de culpa.

—Lo siento, podemos salir después.

La otra chica asintió varias veces.

—¡Claro! Sirve que me lo presentas y te presento a Saúl.

Sorine se sintió incómoda pero aún así sonrió.

—Eso estaría de maravilla.

Lara la abrazó tomándola por sorpresa antes de darle otro guiño.

—Bueno, no te detengo más, diviértete con tu novio.

Sorine asintió una vez, le dio una sonrisa y se dirigió a su auto. Sin embargo, algo, un extraño impulso la hizo voltear y descubrió a Lara con los brazos cruzados mirando a la nada con un gesto de enfado.

Sacudió la cabeza y regresó la atención a donde pisaba. Seguramente la chica sí se había molestado un poco por dejarla de lado.


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