Capítulo 01
♔ ♕ ♔
NOELLE
—¿Lista para el primer día de clases? —pregunta Holly, mi prima y mejor amiga, sin siquiera mirarme. Está concentrada en arreglar su cabello liso y dorado, reflejado en el pequeño espejo de mano que no deja de contemplar.
—No, realmente no —murmuro con un suspiro. Odio madrugar, y volver a la rutina escolar será un auténtico dolor de cabeza.
Algo a mis espaldas llama su atención. La veo entrecerrar los ojos con curiosidad, y un súbito nudo se forma en mi estómago.
—¡Guau, qué caliente! —dice, dejando escapar una risa ligera.
Me giro hacia la entrada principal del colegio, esa mezcla peculiar de arquitectura románica con toques medievales que siempre me ha parecido acogedora, pese a su grandeza imponente. Pero lo que realmente capta mi atención no es la estructura, sino la figura parada junto a un deportivo negro mate.
—Stephano Seymour —pronuncia su nombre justo cuando mi mente lo repite en sincronía con menos emoción.
El heredero que juega con las reglas como si fueran de goma, mientras todos los demás nos doblegamos a ellas. Lleva jeans ajustados y una camiseta que le queda tan perfectamente ceñida, que destaca cada músculo trabajado de su cuerpo. A su lado, un guardaespaldas con gafas oscuras se mantiene imperturbable, como una sombra leal, observando sin realmente parecer que lo hace.
El príncipe oscuro de Hersden College, el chico que desafía a la autoridad y, por razones obvias, siempre se sale con la suya. Incluso ahora, un profesor pasa junto a él sin decir una palabra sobre el cigarrillo encendido entre sus dedos, como si fuera una extensión natural de su ser. Además, ¿cómo es posible que alguien con el cabello tan desordenado logre lucir tan bien? Todo en él es injusto.
—Es senior, ¿sabes lo que significa? —pregunta Holly con un suspiro de anhelo.
—Probablemente que está en su último año escolar —respondo sin demasiado interés.
—¡Exacto! El próximo año estará en la universidad, mientras nosotras seguiremos atrapadas aquí.
—¿Y eso debería preocuparme? —Alzo una ceja, fingiendo confusión mientras me acomodo la mochila en un hombro.
—¡Obvio! Después no tendremos a quién admirar —lamenta ella.
—Yo estaré más que feliz de no verlo nunca más.
—Sí, claro. Como si pudieras escapar de su cara: está en cada diario, página web, la televisión, en el culo de mi vecina... —Hago una mueca cuando la imagen desfila en mi mente—. Incluso su nombre suena en la radio: El futuro monarca de Inglaterra.
Resoplo. Stephano me desagrada. No es un secreto. Para mí, no es más que un mimado con aires de grandeza que vive para hacerme la vida imposible.
Recuerdo cómo comenzó todo: un día, hace ya diez años, él se sentó junto a mí en la cafetería. Era el chico nuevo, recién transferido a mitad del año escolar, lo cual ya era bastante raro. Sin previo aviso, se apropió de mi almuerzo, probó un bocado y, con una mueca de asco, dejó el brócoli mordido de vuelta en mi plato. Después de mirarme con esos ojos oscuros y fríos, simplemente se levantó y se fue. Desde entonces, sus bromas hacia mí no han cesado. ¿El brócoli lo arruinó? ¿O simplemente no soporta mi existencia? Nunca lo supe.
Ojalá ese bocado le hubiera causado una diarrea tremenda, porque, de lo contrario, no entiendo qué demonios hice para ganarme su odio.
—Y eso es justo lo que más me preocupa —resoplo, pero mi prima decide ignorarme por completo. Todavía no deja de sorprenderme que, por alguna razón, nuestro futuro monarca repitió un año escolar.
—Se pone más bueno cada año —insiste Holly con los ojos brillando. No entiendo qué puede ver en él, más allá de su apariencia física. Detrás de ese rostro perfecto se esconde un déspota que no sabe lo que significa un "no".
El resto del colegio lo idolatra. El príncipe Stephano Seymour, el chico que hace creer a cada chica que le gusta, para luego desecharla como un juguete roto. No entiendo cómo tantas caen en su juego, perdiendo su dignidad por un capricho pasajero. Jamás lo he visto metido con alguien en serio.
Cuando entramos al salón, Holly y yo nos ubicamos en la primera fila.
A medida que los demás llegan, se apresuran a ocupar los asientos más alejados, dejando un espacio vacío a nuestro alrededor. Esa es la marca invisible que Stephano ha dejado en mí. Gracias a él, no soy invisible para nadie, pero tampoco tengo a nadie cercano más que a mi prima. El miedo a las represalias hace que todos me eviten.
—Voy por una botella de agua —le digo a Holly cuando el profesor aún no ha llegado. Ella solo asiente, absorta en su teléfono, probablemente viendo las fotos que Stephano publica en Instagram. Me sentiría traicionada sino estuviera acostumbrada.
Camino por el pasillo, y entonces escucho un par de voces que murmuran mi nombre. Me detengo en seco y me escondo detrás de una columna.
—¿Cómo dijiste que se llamaba? —pregunta uno de ellos, un chico atractivo con cabello castaño y una sonrisa encantadora. Habla extraño, pero no consigo descifrar por qué. Casi no los oigo.
—Noelle Burrell —responde Claude, el inseparable amigo de Stephano. Siempre lo he visto a su lado, un fiel escudero que sigue sus órdenes sin cuestionar.
—¿Nadie se ha dado cuenta de lo buena que está? —susurra el otro, con una risa que hace que mi estómago dé un vuelco. Siento cómo la sangre me sube al rostro, ardiendo con una mezcla de sorpresa y nerviosismo.
Claude lo interrumpe rápidamente, mirando alrededor con urgencia. Debo apretarme detrás de la columna para evitar ser vista.
—¿Estás loco, Jerome? No puedes invitarla a salir.
—¿Por qué no? —pregunta el aludido con una sonrisa desafiante y perfecta—. ¿Qué tiene de malo?
—¡Todo! Simplemente no puedes.
—¿Está comprometida? —A pesar de que Jerome continúa sonriendo, hay un deje de alarma en su voz. Por algún motivo quiero saltar delante de ambos y gritar que no, que se equivoca. Esa urgencia me sorprende; nunca antes me preocupó corregir a nadie, y mucho menos lidiar con el interés romántico de alguien. Después de todo, jamás imaginé que alguien pudiera verme de un modo que no fuera estrictamente amistoso, cuando eso, de por sí, ya era un imposible.
—No... —Claude no suena convencido.
—Entonces, no entiendo. ¿Cuál es el problema?
—Estás pidiendo un deseo de muerte.
—¿Por qué?
—Ella le pertenece al príncipe —responde Claude, su voz baja y cargada de una sensación que me retuerce por dentro.
¿Qué demonios significa eso?
Mi mente da vueltas mientras esas palabras resuenan en mi cabeza como un eco, y ellos se alejan.
Nuevos pasos resuenan. El profesor se acerca por el pasillo, y tengo que alejarme rápidamente mientras esas últimas palabras siguen resonando en mi mente. Es un mal momento para tener que regresar al salón, pero no tengo más opción.
Horas más tarde, Holly y yo estamos en una batalla por ser las primeras en conseguir el almuerzo. Espero alcanzar la línea.
—¿Escuchaste? Hay un chico nuevo, y está increíble. Vino de Nueva York. —Los ojos de Holly se iluminan. Solo ella podría saber algo así; yo, con suerte, consigo recordar los rostros de mis propios compañeros de clase.
Asiento con la cabeza de forma automática mientras recorro con la mirada la multitud en la cafetería. Hay más gente de lo habitual. La fila para comprar el almuerzo es interminable, y siendo tan baja de estatura, no puedo ver el menú de hoy. Por más que intento ponerme de puntillas, me es imposible alcanzar.
Por otro lado, aún no puedo creer que Stephano me haya marcado como "suya". Así, como si fuera una vaca más de su numeroso ganado.
¿Será cierto, en primer lugar?
Probablemente sea solo una de sus bromas crueles. En todo caso, nunca me importó que él alejara a los demás de mí. Lo que realmente me molestaría es que se metiera con mis calificaciones y por ende, con mi sueño de obtener una beca para la universidad, o con Holly. Pero ahora que lo pienso bien, si de verdad me ha marcado como de su propiedad, tendré que hacerle saber cuán disgustada estoy. Y con el tiempo, se me ocurrirá la manera de hacerle entender.
Llevo diciéndome esa misma mentira durante diez años.
¿Siquiera hay algo que pueda hacer al respecto? ¿No ha sido siempre así? Yo siempre fui suya, sí... su entretenimiento, el blanco de sus bromas para relajarse, su pequeña distracción. Y al final, ¿qué más soy sino la constante que siempre regresa, dispuesta a soportarlo todo porque no tengo a dónde más ir? Mi familia tampoco tiene idea, y, siendo sinceros, no contamos con los recursos para mudarnos ni para intentar con otro colegio. Estoy atada a esta situación, sin alternativas.
¿Y acaso podrías escapar de él?, se burla una vocesilla cínica en mi mente.
Bueno, no soy tan importante como para que, de ser posible, él me siga hasta el otro extremo del mundo. Después de todo, es el único heredero al trono; su vida está marcada y predecible. Pero la mía... la mía está atrapada en su órbita hasta el puto día de su graduación. Solo entonces, por fin, me liberaré de sus cadenas.
—Hola, soy Jerome —dice, interrumpiéndonos a ambas. Su acento estadounidense es bastante marcado. Ya comprendo por qué antes me pareció que hablaba extraño.
Holly y yo lo miramos fijamente. Nadie se atreve a hablarme por miedo, pero ahí está él, sonriendo como si todo esto fuera completamente normal. En sus ojos cafés brilla un destello de interés y amabilidad auténticos.
Es una suerte que todavía no tengamos la comida, porque, de ser así, ambas le habríamos escupido en la cara.
—Holly —responde, la primera en saludarlo con una sonrisa coqueta y dándome un codazo después. Está un poco nerviosa. Pensé que estaría más acostumbrada a esto, después de todo, tiene más vida social, y no un imbécil con poder negándosela como yo.
—Uh... Noelle —digo con un leve titubeo, todavía insegura.
Jerome me mira con cierto nerviosismo, algo que logro sentir, contagiándome de su tensión. Esta mañana, él dijo que estaba "buena", un comentario que deja una extraña sensación en mi estómago.
—Me preguntaba si les gustaría almorzar conmigo. Soy nuevo, y, a diferencia de Claude, soy pésimo haciendo amigos. —Está tan nervioso que nos habla de alguien que tal vez ni conocemos.
—Jerome. —La voz de Claude resuena desde una mesa cercana. También veo a Stephano, cuyo rostro refleja una contrariedad absoluta al verme.
Aquí está de nuevo alguien rompiendo una de sus reglas más sagradas: No hagas NADA que moleste o incomode al príncipe, a menos que estés buscando un deseo de muerte.
Y este alguien es Jerome. Según su lógica, nadie puede acercarse a Noelle Burrell, la marginada por el príncipe. ¿Por qué? Simplemente porque a Stephano le dio la gana. Con sus constantes burlas, dejó claro que no me tolera ni un poco.
¿Pero por qué tanto odio hacia mí? Sigo insistiendo en que es el brócoli en la escuela lo que lo tiene así.
La gente ridículamente cree que, ignorándome, mejorará su estatus social al aliarse con Stephano. Después de todo, nadie quiere, ni puede, atreverse a molestar al príncipe. Sería un acto de traición, como escupir en la cara de los reyes de Inglaterra. Todos le temen, y a la vez lo admiran. Pero para mí, él no es más que un grandísimo idiota.
Así que, en resumen, si rompes sus reglas o haces algo que le disguste, él hará todo lo posible para arruinarte la vida. Muchos que osaron siquiera respirar el mismo aire que él, de repente dejaron de asistir a la escuela. Parece que a Stephano no le gusta compartir el oxígeno.
Pero para su mala suerte, soy la única de esa "tribu de robar aire" que no se ha rendido y sigue aquí, como una espina clavada en su culo real. Y pensar que al menos le provoco comezón me da algo de ánimo para venir cada día.
Un minuto después, la cafetería cae en un absoluto silencio.
Miro a mi alrededor.
Nadie se mueve.
Nadie dice una palabra.
Todos miran hacia la mesa del tan afamado príncipe, quien, tras golpear el tablero con furia, se ha levantado con una expresión de disgusto absoluto.
Al principio parece que se dirigirá hacia nosotros, pero a unos metros se detiene un segundo, incluso desde aquí lo veo apretar la mandíbula, nos da la espalda y sigue su camino, dejándonos a todos con la boca abierta y la confusión estampada en el rostro.
—Jerome, ven aquí —insiste Claude, levantándose de la mesa con clara intención de arrastrarlo si es necesario.
El implicado observa cómo Stephano sale de la cafetería antes de mirar a Claude. Debe haberse percatado de algo, porque pronto se disculpa con nosotras, y se va, claramente incómodo.
Es así como todo vuelve a la normalidad.
—¿Pero qué demonios...? —No alcanzo a terminar la frase antes de que Holly, animada, me interrumpa:
—¿Viste la cara de Stephano? Estaba realmente cabreado. Incluso parecía murmurar cosas.
—Oh, sí, lo he notado. Su cara es un constante reflejo de pura alegría... Como si no le encantara que todo sea un desastre. El caos es su hobby. —Miro el menú, que tiene pasta, como casi todos los días.
—¿En serio? —ironiza Holly, mirando con una sonrisa pícara mientras sus labios se curvan hacia arriba. ¿Qué estará tramando ahora?
—No bromeo. —La miro fijamente.
—Sé lo que piensas. Stephano es insoportable, pero es imposible apartar la mirada de él, ¿verdad? Es como el cigarro: sabes que te va a consumir, pero aún así no puedes soltarlo. No parece real lo que ves. Aunque sea un...
—¿Déspota y mujeriego? —la interrumpo, con algo de rudeza.
—No. Bueno, sí, un poco mujeriego y algo oscuro, pero aún así, es muy admirado. Y tiene el poder para hacer que cualquier chica caiga a sus pies. Pero esto... Esto es serio. Parece que tiene un problema con Jerome. En cuanto escuchó su nombre, se transformó. Es como si lo odiara por algo... o alguien —supone, sonriendo ampliamente. Casi puedo ver el foquito brillando sobre su cabeza.
Eso me recuerda la conversación que tuvieron Jerome y Claude en el pasillo esta mañana. Así que, con un suspiro, tomo mi bandeja y dejo que la cocinera me sirva un poco de pasta.
—¿Quién crees que sea? —me pregunta, mientras pagamos.
—¿Qué? —respondo tontamente, mientras mis ojos recorren el área de sándwiches y Cheetos. Algún día me los permitiré, porque sé que son una excelente combinación. No tienen nada de saludables, pero son irresistibles.
—Noe, piénsalo un poco —me dice Holly con calma—. Stephano lo tiene todo, y si no, lo consigue con solo chasquear los dedos. Entonces, ¿qué es lo que lo tiene tan molesto? ¿Acaso hay algo que no pueda obtener? No sé qué será, pero de seguro Jerome está implicado. Y hay una gran posibilidad de que ese "algo que no puede tener" sea una chica. —Me mira con esa sonrisa bobalicona y una ceja levantada, como si yo pudiera leer entre líneas, aunque la verdad sea que no. Me vale un cuerno lo que su culo real quiera y lo que no. Solo me reservo ese comentario para no herir los sentimientos de Holls—. ¿Sabes lo que eso significa? El colegio va a volverse un puto caos. ¿Puedes imaginarlo? El príncipe enamorado, luchando por una chica contra un simple mortal.
Esas son muchas novelas, pienso.
Acabo cerrando la boca con tal fuerza que mis dientes lo evidencian. Ella niega con la cabeza y me arrastra hasta el siguiente mostrador, casi derrapando mis alimentos. De repente, parece muy entusiasmada con los brownies de chocolate... y con alguien más.
—¿Y sabes lo que eso significa? —repite en un susurro, mientras examina los postres.
—¿El qué? —pregunto, habiendo perdido interés en la conversación hace rato.
—Que hay un nuevo marginado en el colegio... y que es guapísimo. Espero que esté en nuestra clase.
Me atraganto con mi propia saliva. No lo había pensado de esa manera, y es por eso que mi apetito desaparece dentro del mismo instante.
♔ ♕ ♔
STEPHANO
No me agrada. Es la primera vez que nos cruzamos y ya lo detesto.
Todo lo que quise hacer es levantarme de la mesa y arrastrarlo fuera por atreverse a hablar con Noelle, sin importarme cuántos pares de ojos se clavasen en mí en la cafetería.
Sé que es nuevo, que no entiende las reglas, pero debería saber que Noelle está fuera de los límites. Claude debió habérselo dicho, como hace siempre con los novatos. Yo mismo se lo confié esta mañana.
Pero no es la primera vez que me encuentro con alguien que cree que puede saltarse las normas. He tenido que darle una lección a más de un idiota que intentó lo mismo, haciéndolos llorar hasta que no tuvieron otra opción que abandonar el colegio.
Noelle es una de esas personas cuya belleza te desarma sin previo aviso. Desde que apareció en mi vida, con su cabello rojo intenso como el fuego que parece arder bajo la luz del sol, y esos ojos color aceituna que reflejan una mezcla de inocencia y fuerza, me volvió completamente loco. Todavía en la actualidad, su rostro, con la delicada forma de un corazón, y sus curvas, que parecen sacadas de un sueño, tienen un poder que no entiendo, pero que no puedo ignorar. Aún no tiene idea de cuán perfecta es, de cómo su sola presencia puede trastocar todo lo que me rodea.
Me hechizó esa primera vez que la vi sentada, despreocupada, fuera de esa heladería. Desde entonces, no he podido dejar de pensar en ella. Pero en lugar de acercarme de la forma en que quisiera, termino jodiéndola, metiéndome en su camino solo para que ella note mi presencia.
Carajo, ha sido la única manera.
Daría lo que fuera por pasar tiempo con ella, pero de una manera genuina, no siendo un idiota y haciéndome el interesante para que finalmente se fije en mí. Aquello ha sido duro de aceptar, pero imposible de llevar a cabo.
No puedo evitarlo. Si alguien se atreve a mirarla, hablarle o, peor aún, interesarse en ella, me lleno de una rabia que me consume. Noelle es mía. Y si tengo que marcar mi territorio para que todos lo entiendan, lo haré.
No me gusta compartir, nunca lo hice, incluso cuando era niño me molestaba.
Hoy, Jerome rompió las reglas. Reglas que establecí yo mismo en este colegio y que todos, hasta ahora, habían respetado. ¿Qué derecho cree que tiene al hablar con Noelle? Solo Claude, mi mano derecha, conoce lo que siento por ella. Y sé que él advirtió a los demás.
Si Jerome no aprende la lección pronto, se lo haré pagar. Nadie desafía al príncipe y se sale con la suya.
Será mejor que entienda bien las reglas del colegio, porque si no, tendrá que enfrentarse a las consecuencias.
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¡Hola! Regresamos con la historia de estos muchachos. La verdad es que siempre le tuve un amor-odio, porque habían muchas cosas que no me convencían, pero ya por fin me he puesto con ella, y con nuevos planes para Stephano y Noelle jeje.
Disfruten de la lectura, voten y comenten 🖤
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