ELLA
Estábamos todos reunidos y el silencio era total en el lugar. Ya había llegado el momento de la despedida, cuando se escuchó la voz solemne del empleado que me preguntó si podían proceder, a lo cual sólo pude responder asintiendo con un movimiento de mi cabeza, porque las palabras morían en mi garganta, sin poder conocer la libertad. Lentamente todos los presentes fueron saliendo de allí; yo fui la última en salir. En aquel momento de tanta confusión, donde me era imposible asumir la realidad, solamente trataba de concentrarme para pensar la forma de recordar el camino para salir de allí; sabía que volvería muy seguido, aunque dentro de mi sentía que hubiese preferido quedarme, pero eso ya era imposible. Seguramente llegaría el día en que volvería a ese lugar, pero para quedarme para siempre junto a él. Para salir de allí primero subí dos pisos por el ascensor, para poder llegar a la planta baja, después atravesé una gran puerta de vidrio, caminé hacia la derecha y llegué a un gran portón de hierro fundido, que estaba custodiado a ambos lados por dos columnas con unos ángeles esculpidos en mármol en la parte superior. Faltaba todavía recorrer unos metros para llegar a la salida. Mientras hacía el recorrido me di cuenta de las hermosas flores que había en ese lugar y de todas las obras de arte que habían sido colocadas en muestra del amor hacia todas las personas que se encontraban allí.
El día era gris, la lluvia que caía sin cesar y el frío habían atravesado cada parte de mi cuerpo, de forma tal que sería totalmente imposible borrar esa sensación de desolación indescriptible por el resto de mi vida.
De pronto al llegar a la salida, bajé los escalones y me detuve unos minutos sobre la vereda; fue en ese momento que la vi a Ella, distante a unos metros de mi. No se bien como estaba vestida, no lo puedo recordar claramente, aunque si trato de recordar me viene a la mente un vago recuerdo donde ella vestía un tapado de color marrón que estaba descolorido por el paso del tiempo. Quien sabe desde cuando estaba esperándome bajo la lluvia, tal vez había estado bajo la lluvia mucho tiempo en ese día tan frío, pero al parecer que no le importaba estar totalmente mojada por la lluvia.
Ella tenía el cabello largo y oscuro, que hacía resaltar su piel tan clara que parecía nieve y sus ojos oscuros me miraban con tanta ternura y dulzura, como si quisiese decir palabras amables pero que en ese momento yo no era capaz de entender. La única cosa que ahora puedo recordar con claridad, es que mientras la miraba Ella comenzó a caminar lentamente hacia mi hasta colocarse a mi lado como si quisiera hacerme compañía.
Fue en ese mismo momento que sentí que alguien me tomaba del brazo y escuché la voz de mi primo que me decía:
- Vamos a casa. Ya no podemos hacer nada más aquí. Sería mejor si te llevo a tu casa.
-Eso es la última cosa que yo quiero hacer en este momento - pensé para mí misma.
Durante el viaje a casa me preguntaba si Ella estaba allí esperando a alguna otra persona, o tal vez me habría confundido con otra persona, o simplemente estaba allí por mi, pero en ese momento no tenía ganas de continuar a hacerme tantas preguntas.
Sin embargo no sé cómo pero Ella llegó hasta mi. En un primer momento Ella parecía ser demasiado tímida, no hablaba casi nunca, pero encontraba la forma en la cual yo pudiese entenderla. El primer día que Ella entró en mi casa, se sentó frente a mi, mientras yo tomaba una tasa de té y fue muy gentil en enjugar mis lágrimas. Aquella vez Ella puso su mano sobre la mía, como si fuera un gesto para confortarme, pero cuando me tocó sentí que era tan fría como el hielo.
Con el transcurrir de los días, su presencia en mi casa se hizo más y más continua. A veces venía seguido, en cambio otros días me dejaba en paz. Dentro de mi, había una vocecita que me decía que ella no me dejaría nunca.
Poco a poco comenzó a recorrer con más asiduidad la casa, estaba allí aún cuando me despertaba por la mañana y cuando me iba a dormir por la noche. Siempre me esperaba con aquellos ojos que me miraban con ternura, pero que a la vez ocultaban algo desconocido que me producía mucho miedo. Una cosa sí era segura: siempre que la miraba a Ella se me rompía el corazón y comenzaba a llorar.
Con el tiempo Ella se convirtió en desfachatada, pero yo no tenías fuerzas suficientes para decirle ni una palabra, quizás por miedo, quizás para no ofenderla; y fue en ese momento que entendí que Ella no se iría nunca más de mi vida, ni de mi hogar. Sentía que Ella quería quedarse conmigo con todas sus fuerzas, y yo al final hasta le permití quedarse también en mi cama, sin oponer demasiada resistencia. Fue entonces que las noches se convirtieron en largas y vacías, sin ningún abrazo, sin calor. La oscuridad se transformó en la única cosa cierta y llena de lágrimas sin fin.-
Día tras día, Ella se volvió algo constante en mi vida y creo que se encariñó mucho conmigo. Cada día parecía que se apegaba a mi más y más con todas sus fuerzas y yo no era capaz de resistirme .
Estoy segura que yo no la amaré nunca, mejor dicho, la odio con todo mi corazón, porque me hace sentir una rabia que no puedo controlar que llena mi alma y mi corazón, que ya está vacío de todo otro sentimiento.-
Algunos días atrás Ella me ha hecho entender que se quedará conmigo hasta el último día de mi vida: hasta que la muerte nos separe y después seguro buscará a alguna otra persona en ese mismo lugar donde me esperaba a mi y se apegará a ella como lo hizo conmigo.-
Pero, a pesar de todo, hay una cosa de la por la cual le estoy muy agradecida: cada vez que voy a encontrarme con él, Ella se queda en casa. Me concede aquellos momentos de privacidad entre él y yo.-
Ayer después de tanto tiempo me ha hecho entender cual es su nombre: soledad
Y si...... la conocí aquel día cuando estaba, en el cementerio, a sepultar el amor de mi vida.
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