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Capítulo 19: "Manipulando al amor: La propuesta"

El señor Nakazawa presentaba a los nuevos empleados con su esposa y Tsubasa, mientras la castaña que estaba junto a su padre observaba a los presentes.

Un placer conocerlos, decían Tsubasa y la señora Nakazawa.

Ryo y Maki, como ya lo saben ustedes trabajaran directamente conmigo en el nuevo proyecto, y ello empieza desde hoy..., agregaba la castaña.

Minutos después:

Cuente con todo mi apoyo señorita para sacar adelante la nevería, decía Maki con una amplia sonrisa en su rostro.

Y también con el mío, señorita Nakazawa, agregaba Ryo.

Solo díganme Sanae, soy tan joven como ustedes, decía la castaña sonriendo.

Sí, es cierto, no es necesario tanta formalidad, seremos un buen equipo de trabajo, pronunciaba Tsubasa.

Tú también trabajaras con nosotros, contesto Maki.

Él por ahora está encargado de la parte administrativa de la nevería, dijo Sanae.

Bueno creo que ya debemos irnos al local, agrego Tsubasa.

Sí, respondió la castaña.

En tanto:

Una mujer madura de vestimenta elegante platicaba en una habitación con una jovencita pelinegra.

Ya es momento de que pruebes su supuesto gran amor por ti, decía Nomí.

Mamá, he estado pensando..., respondía Umiko, siendo interrumpida por su madre.

No me vayas a salir con que no puedes hacerlo, hasta lo besas, ¿no?, entonces lo justo es que él te de algo a cambio de tu amor, decía Nomí.

Es muy pronto, Tsubasa no es ningún ingenuo él podría intuir que solo me acerque nuevamente a él con la finalidad de arrebatarle lo que le dejo la tía, pronuncio Umiko.

No disponemos de mucho tiempo, tu padre no ha hecho ningún trámite aún de traspaso, pues confía en que no será ya necesario, pues tu lograrás que él nos deje la empresa, decía Nomí.

El tiempo es muy corto madre, la única forma que podríamos arrebatarle todo es casándome con él, contesto la pelinegra.

Eso nunca, respondió con firmeza Nomí, haciendo una pausa para añadir: Tú te casarás con el hijo de Sato.

Entonces nos será imposible recuperar lo de la tía, dijo Umiko.

Claro que no, tu solo sigue al pie de la letra lo que te diré, respondió Nomí, mientras su hija la escuchaba atentamente.

Nevería Nakazawa:

Un joven de porte atlético tomaba asiento en una de las mesas de la nevería, al tiempo que un joven de lentes se acercó a este.

Buenos días, decía el joven de lentes que sostenía un bolígrafo y una pequeña libreta en una de sus manos, mientras el joven de porte atlético miraba la carta, y por momentos el lugar.

Buenos días, respondió Kanda, haciendo una pausa para agregar: ¿Eres nuevo?

Sí, hoy es mi primer día de trabajo, dijo el joven.

Vaya, si contrataron más personal significa que les está yendo bien, pronunció Kanda.

Si, así debe ser, respondió el joven.

¿Sanae?, dijo Kanda, mientras observaba a una jovencita de cabello corto que tomaba el pedido de la mesa contigua, al tiempo que pensaba: Linda chica.

¿Sanae?, respondió el joven confundido.

Sí, la hija de los dueños, agrego Kanda.

¡Ah! la señorita Nakazawa, ella está en el otro local, dijo Manabu.

Otro local, respondió sorprendido Kanda.

Sí, la primera sucursal de esta nevería, aunque aún no está funcionando, están aún acomodándolo para su inauguración, decía el joven.

¿Y sabes dónde queda?, agrego Kanda.

La verdad, no, pronunció el joven.

¿Podrías averiguármelo?, dijo Kanda.

¿Qué?, respondió el joven de lentes.

Mira,..., ¿Cómo te llamas?, acoto el joven de porte atlético.

Manabu, dijo el joven de lentes.

Mira Manabu, a mi gusta Sanae, y estoy cortejándola, ¿comprendes?, ¿verdad?, añadía Kanda.

Claro, respondió Manabu.

En unos días volveré por aquí, si me tienes la dirección de la nueva nevería te daré una buena propina, decía Kanda, mientras se ponía de pie.

No va a consumir hoy, pronunció Manabu.

No, pero lo haré la próxima vez, dijo Kanda continuando su camino.

¿Qué paso?, escucho Manabu.

Solo vino por la hija de los dueños, contesto con molestia el joven.

No te enojes, así son algunos clientes, mejor ve a atender la mesa 8, dijo la joven.

Bien Azumí, respondió Manabu.

En tanto:

Todo está quedando muy lindo, decía Sanae.

Te dije que tenía buenos gustos, aunque tú también los tienes, respondía Maki sonriendo, mientras miraba al joven de cabello desordenado que estaba dándole indicaciones al otro empleado.

¿Qué?, dijo la castaña confundida.

¡Eh! nada, nada, olvida lo que dije, pronunció la joven, mientras pensaba: Mejor no sigo o se vaya a molestar y me despide antes de la apertura.

Horas después:

Ya te vas, decía la castaña con cierta nostalgia en su voz, que pasaba desapercibida por el joven de cabello desordenado.

Quede en encontrarme con Umiko, decía Tsubasa.

Claro, ve, los chicos y yo terminamos con lo que resta, respondió la castaña.

¡Gracias por tu comprensión! dijo Tsubasa con calidez, luego de ello el joven de cabello desordenado se alejó de la castaña, al tiempo que un joven se acercaba a esta.

¿A dónde va el jefe?, pronunció un joven de rostro sonriente.

A una cita, dijo la castaña con cierta nostalgia.

Tiempo después:

Un par de jóvenes se encontraban en la mesa de un restaurante consumiendo unos deliciosos platillos mientras platicaban.

Dejarle la empresa a tu padre, decía Tsubasa.

Bueno tampoco lo digas así, él es un viejo zorro de negocios, conoce el mundo empresarial mejor que tú, creo que mi padre administrará muy bien tu patrimonio, respondía Umiko, mientras pensaba: Ojalá y el plan de mamá funcione.

Aunque soy joven, también conozco de negocios, hasta me prepare para ello, además la señora Hiroko confío en mi como su sucesor, contesto el joven de cabello desordenado, con calma.

Lo sé cariño, lo sé, pero en verdad considero que sería lo mejor, tu podrías apoyar a papá en la empresa como lo hacías con la tía, y recibir un monto de dinero mensual por tus acciones, pero papá sería el que figuraría como dueño de la empresa ya sabes porque él tiene mayor roce empresarial que tú y ello sería beneficioso para ti, aunque todos sabríamos que el verdadero dueño eres tú. Papá se encargaría del manejo de todo, no tendías la responsabilidad, te ahorrarías muchos dolores de cabeza, y tendríamos tiempo para los dos, añadió Umiko tomando las manos del joven de cabello desordenado.

A la mente de Tsubasa vinieron unas palabras pronunciadas por su abogado: No vayas a confiarte Tsubasa, no lo vayas hacer, yo pienso que tras ese extraño cambio hay algo más.

Qué sentido tiene hacer tanto gasto en trámites si al final nos casaremos y todo lo mío será tuyo y lo tuyo mío, entonces ¿por qué no empezar desde ahora a confiar más en el otro?, además si tu dejas la empresa a nombre de papá, sería una gran muestra de amor hacia mí, y papá lo valoraría mucho, agregaba la pelinegra.

Lo pensare, dijo Tsubasa.

Bien, piénsalo amor, tampoco quiero forzarte a tomar alguna decisión que no desees, aunque si yo estuviera en tu lugar haría lo que te propuse sin dudarlo, ya que ello te comprometería a ti más conmigo, respondió Umiko, mientras se ponía de pie, para acercar su rostro al de Tsubasa y darle un beso en la frente.

Casa Nakazawa:

Aún no llega Tsubasa, decía la castaña.

No hija, aún no, respondió la señora Nakazawa.

¿Y cómo les fue hoy?, acotaba la joven.

Bastante bien hija, las ventas superaron nuestras expectativas, pronunció el señor Nakazawa que había escuchado la pregunta de su hija.

Restaurante:

Déjalo yo invito esta vez, decía Umiko.

No, como crees, respondió Tsubasa.

No tiene nada de malo que tu novia pague la comida, agregaba la pelinegra.

¿Novia?, dijo Tsubasa sonriendo.

Sí, aunque no me lo hayas pedido, soy tu novia, ¿no?, ¿o me equivoco?, respondió Umiko, fingiendo nostalgia.

No, no te equivocas, eres mi novia, y disculpa, soy un atarantado, he estado tan contento desde que retomamos lo nuestro que se me olvido volverte a pedir que seamos novios, dijo Tsubasa.

No te preocupes, te comprendo, amor, respondió la pelinegra.

Al día siguiente:

Una castaña se acercaba al lugar donde estaba un pensativo joven de cabello desordenado.

¿Te pasa algo?, decía la castaña en tono preocupado.

¿Qué?, respondió Tsubasa.

Estás muy extraño desde que desayunamos con mis padres lo he sentido así, agregaba la joven.

No, no me pasa nada, respondía Tsubasa, mientras realizaba unos cálculos en una laptop.

¿Qué haces?, dijo la castaña.

Unas proyecciones de ingresos, respondió Tsubasa, haciendo una pausa para añadir al tiempo que sacaba del bolsillo de su chaqueta unos billetes: Antes de que se me olvide toma.

¿Y esto?, dijo la castaña.

El dinero que me prestaste para el trámite de mi título, ya lo reuní y te lo quiero devolver, ya que lo vas a necesitar para los arreglos del local, añadió el joven.

¡Gracias! dijo Sanae.

No, ¡gracias a ti! por prestármelo, contesto Tsubasa, al tiempo que una jovencita entraba al local.

Buenos días, lista para un nuevo día de trabajo, decía Maki.

Eres muy puntual, pronunció Tsubasa sonriendo.

Esa es mi carta de presentación, respondió la jovencita sonriendo, al tiempo que un joven entraba al lugar.

¡Hola! ¡hola! ¡buenos días! ¿llegue a tiempo?, ¿verdad?, decía el joven.

Sí, Ryo, pasa, que un arduo día de trabajo nos espera, respondió la castaña sonriendo.

En tanto:

Ayer no pude preguntarte nada Umiko, pero cuéntame, ¿Cómo te fue?, decía Nomí, mientras tomaba asiento frente a su hija.

Le dije todo lo que me dijiste, respondió la pelinegra.

¿Y qué te dijo?, contesto Nomí.

Que lo pensaría, dijo Umiko.

Chiquillo insolente, y así dice estar enamorado de ti, pronunció Nomí.

Está enamorado, más no ciego madre, dijo un joven de porte atlético ingresando al lugar.

Kanda, si no nos piensas ayudar, mejor guarda silencio, respondió Nomí.

El hecho de que no esté de acuerdo con sus planes no me priva de no opinar sobre los mismos, después de todo yo no sé los estoy obstaculizando, dijo Kanda.

Claro, porque no te conviene, ya que, si logro que Tsubasa deje la empresa a papá, tú también serás beneficiado, contesto Umiko.

Y luego de la empresa, ¿Qué seguirá?, ¿la mansión?, dijo el joven con ironía, mientras pensaba: Vaya familia que me cargo.

Si ya lo sabes para que preguntas, respondió Umiko.

Basta, ustedes dos son hermanos, dejen de discutir, pronunció Nomí.

No te preocupes mamá, ya me voy, dijo Kanda, antes de alejarse del lugar.

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