Capítulo 10: "Una noticia inesperada: Libre"
Un apuesto joven de cabello desordenado platicaba con un hombre maduro de traje formal en una de las mesas de la nevería donde trabajaba.
Entonces mañana tendrá una respuesta, decía Tsubasa, mientras una castaña colocaba unas copas de helado en la mesa.
¡Gracias linda jovencita! pronunciaba el hombre de traje formal, haciendo una pausa para decir mirando a su cliente: Así es Tsubasa, mañana sabremos si su pedido ha procedido.
De nada, dijo la castaña.
¡Gracias Sany! pronunció Tsubasa, mientras la castaña asentía, luego de ello la jovencita se alejó de la mesa.
Hermosa niña, dijo el abogado.
Ante el comentario el joven de cabello desordenado solo sonrío, al tiempo que un grupo de chicas entraban al lugar.
Ya están allí de nuevo, decía Sanae tras llegar junto a sus padres, mientras Tsubasa y el abogado comían sus deliciosos helados.
Deberíamos darles un premio a esas chicas, son nuestras fieles clientes, respondió el señor Nakazawa sonriendo.
Ya quiero ver que tan fieles serán, cuando Tsubasa ya no trabaje con nosotros, contesto la castaña en tono celoso, que no pasó desapercibido por sus padres.
Hija, ¿te gustaría que Tsubasa ya no trabajara con nosotros?, dijo la señora Nakazawa, tratando de no reír, pues ella solo estaba probando a su hija con su pregunta.
No, claro que no, pero es un hecho que en cuanto él quede libre de todo podrá trabajar en lo que estudio, ¿no?, así ello me de tristeza, pues ya no estará tanto tiempo con nosotros, pero será por su mejora personal, respondió Sanae
Cierto, hija, contesto el señor Nakazawa, al tiempo que el joven de cabello desordenado se acercaba a la mesa, llevando consigo el par de copas.
Estuvo delicioso el helado, dijo Tsubasa.
Ya se fue el abogado, pronunció el señor Nakazawa.
Sí, solo vino a decirme que mañana se sabrá si procedió el pedido de la parte acusadora, ya que el juicio es el fin de semana, agrego Tsubasa.
Claro, dijeron los Nakazawa.
Bueno, voy a atender a los clientes, añadió el joven de cabello desordenado.
Minutos después:
Una invitación, decía sonriendo Tsubasa.
Sí, respondía una joven de coletas, mientras una castaña escucha la plática, mientras tomaba el pedido en otra mesa.
¿A dónde?, agrego el joven de cabello desordenado con curiosidad.
A mi fiesta de cumpleaños, es el fin de semana, el viernes por la noche, dijo la jovencita.
Pues te agradezco mucho, pero no sé si pueda ir, contestaba el joven de cabello desordenado, al tiempo que pensaba: El día del juicio.
No me digas ello, tienes que venir, yo hasta ya les dije a mis amigas que tu bailarás conmigo el primer baile de mi fiesta, acoto la joven.
Pero, ¿por qué les dijiste ello?, respondió intrigado Tsubasa.
Es que el bailar contigo mi primer baile de la noche de mi cumpleaños es un sueño que tengo desde que te conocí, añadió la joven.
Kumi, eres una niña muy linda, pero ya sabes que yo..., decía Tsubasa.
Sí, ya lo sé, solo me ves como amiga, pero por lo mismo con mucha más razón debes estar en mi cumpleaños, es más si gustas lleva a tu hermanita, acoto Kumi, haciendo sonreír a Tsubasa.
¿Hermanita?, pronunció Tsubasa.
Sí a esa niña irrespetuosa, respondió Kumi, mirando a la castaña.
Sany es mayor que tú, dijo Tsubasa sonriendo, mientras pensaba: No tiene caso aclarar nada, total Sany para mí es como mi hermanita, mi hermanita de corazón.
Ah, si, no lo parece, contesto la joven.
Hay Kumi, dijo el joven de cabello desordenado, sonriendo.
¿Si irás?, ¿verdad?, respondió Kumi.
Hare todo lo posible, pronunció Tsubasa.
Bien, esta es mi dirección, te espero, digo los espero, pronunció Kumi, entregándole un papelito al joven de cabello desordenado.
Tiempo después:
Un par de jóvenes colocaban unas copas en un lavatorio, mientras platicaban.
¿Y qué tanto hablabas con esa chica?, decía Sanae, tratando de sonar calmada.
Me hablaba de su fiesta de cumpleaños, nos invitó a los dos, respondió Tsubasa.
¿A los dos?, contestó sorprendida la castaña.
Sí, dijo Tsubasa.
¿Y cuándo será?, ¿será por el día?, ¿verdad?, tendré que buscar algo apropiado para ponerme..., pronunciaba la castaña, mientras el joven de cabello desordenado la miraba con ternura.
Será el día viernes, por la noche, dijo Tsubasa.
Por la noche, ¿el viernes?, respondió la castaña.
Sí, el día de mi juicio, por ello no le asegure nuestra presencia, agrego Tsubasa.
Se probará tu inocencia, yo tengo fé en ello, dijo la castaña.
Si las cosas salen bien, yo hablare con tus padres para que te autoricen ir conmigo a la fiesta, pronunció Tsubasa.
Al día siguiente:
Era cerca del medio día, los Nakazawa y Tsubasa se encontraban limpiando las mesas de la nevería para su atención por la tarde, mientras platicaban.
Entonces solo te falta el pago final para sacar el título, decía el señor Nakazawa.
Sí, pero ya estoy reuniendo para ello gracias a ustedes y a los clientes que me dejan algunos yenes por el servicio que les brindo en sus mesas, contesto Tsubasa.
No tienes que agradecer nada, dijo el señor Nakazawa.
El abogado, pronunció la castaña, al ver al nombrado a través de la ventana de la nevería.
Voy a abrirle la puerta, dijo la señora Nakazawa.
Minutos después:
Les traigo excelentes noticias, decía el abogado mirando a Tsubasa y a los Nakazawa.
No procedió, ¿verdad?, pronunció Sanae con optimismo.
No, el pedido de los demandantes no procedió,..., decía el abogado, mientras en el rostro de Tsubasa se plasmaba una ligera sonrisa.
Sanae fue la única que confiaba en la justicia, y se la paso dando ánimos para yo también creer en ella, sin duda ella es un ángel para mí, pensaba Tsubasa.
Se hizo justicia, lo sabía, tenía que hacerse justicia, ahora solo falta que te dejen en libertad, pronunció la castaña, con optimismo.
En tanto:
¡Maldita sea! decía Kenta, tras recibir la noticia por parte de su abogado.
Lo lamento, pensé que podría proceder..., respondía el abogado.
Con ello ya perdimos el juicio, ¿verdad?, agregó con amargura el hombre.
¿Por qué dice ello?, ¿acaso su hermana no murió de manera provocada?, dijo el abogado.
¿Qué?, pronunció Kenta, al darse cuenta de su error.
Si todo fue un invento de su familia para evitar que ese muchacho no pueda acceder a lo que la difunta le dejo, déjenme decirles...., respondía el abogado, mientras Kenta lo escuchaba atentamente.
Minutos después:
No lo puedo creer, debieron ser honestos conmigo, ahora su mentira saldrá a la luz,..., decía el abogado.
¿Y podremos ir presos por la misma?, respondió preocupado Kenta.
Sí, a menos que paguen una indemnización a ese joven,..., respondía el abogado.
¡Indenmizarlo! dijo casi gritando Kenta.
Cálmese, cálmese, se me está ocurriendo algo, pronunció el abogado.
¿Qué?, contesto Kenta.
¡Qué hablemos con el juez y que pidamos el retiro de cargos hacia Tsubasa antes de que se dé el juicio! claro para ello tendremos que darle un dinerito, pero ello es lo de menos, comparado con que su imagen se manche por un problema con la justicia, ¿no lo cree?, dijo el abogado.
¿Y el juicio?, respondió Kenta.
Se anularía, yo me encargo de ello y de que ese joven no quiera iniciarle un juicio por difamación, solo necesito el dinerito, y en cuanto a lo de la herencia que su hermana le dejo a ese muchacho, ustedes pueden pelearla, hay formas para ello, pero primero lo primero, dijo el abogado.
Bien encárguese de todo, pronunció Kenta.
Días después:
Un joven de cabello desordenado contestaba su celular mientras le entregaba una bandeja con copas y cubiertos a una castaña.
Ahora, decía Tsubasa.
Sí muchacho ahora, escucho.
Pero, no comprendo, no que el juicio sería el viernes, y hoy es jueves, dijo Tsubasa.
Muchacho ven ya, aquí te explico mejor lo que ha sucedido, solo te diré que ya eres libre, escucho.
¡Libre! pronunció Tsubasa incrédulo, mientras la castaña lo miraba con ilusión.
Sí Tsubasa, libre, pero ven ya, te van a retirar el brazalete y tienes que firmar unos documentos, escucho.
Bien, ahora mismo voy para allá, dijo Tsubasa.
¿A dónde tienes que ir?, pronunció la castaña.
Al juzgado, el abogado dice que ya soy libre, respondió en tono aún desconcertado Tsubasa.
¡Felicidades! dijo la castaña abrazándolo.
¡Gracias Sany! contesto Tsubasa, haciendo una pausa para acotar: Tengo que ir al juzgado de una vez.
Te acompaño, dijo la castaña.
Pero la nevería, pronunció Tsubasa.
Por el camino llamo a mamá, mientras tanto cerremos y vamos al juzgado, añadió Sanae.
Sí, yo también aprovechare para comentárselo a mi familia, dijo Tsubasa.
Tiempo después:
En una pequeña oficina, un joven de cabello desordenado observaba mientras se le retiraba un brazalete que había llevado consigo, desde que salió en libertad condicional.
Ya eres libre, decía un hombre de uniforme.
Pero mi expediente igual quedó manchado, pronunció con nostalgia Tsubasa.
Claro que no, se te retiraron los cargos, si bien registras un proceso judicial, este fue a tu favor, respondió el hombre, mientras el abogado de la parte contraria observaba al joven de cabello desordenado.
Tsubasa estás libre, como ya lo sabías, la corte internacional no acepto el pedido de los familiares de la señora Hiroko, y ellos al darse cuenta que sus calumnias se comprobarían, prefirieron retirar los cargos en tu contra, y darte la libertad,..., decía su abogado.
Las cosas no fueron así, si bien la corte acepto su pedido de exhumación, mis defendidos prefirieron dejar descansar en paz el alma de la difunta, respondía el otro abogado.
Claro, como no, agrego con ironía el abogado de Tsubasa.
Oiga no le permito que dude de mi palabra, decía el otro abogado.
Señores, ¡por favor! pronunció el uniformado.
Tsubasa si gustas podemos entablarles un juicio por difamación,...., decía el abogado, mirando al nombrado.
No, no ya no quiero más juicios, dejémoslo así, respondió Tsubasa.
Tú si sabes que es mejor para ti muchacho, dijo el abogado de la parte acusadora, haciendo una pausa para agregar: La culpa de todo este mal entendido lo tuvo el médico, él guiado por la presión del momento cambio su versión, como bien dijiste la señora Hiroko falleció de manera natural, pero él al verse presionado por el dolor de la familia, dio un diagnostico que se prestó a un mal entendido, él se comunicó con el señor Kenta el mismo día que se nos notificó el rechazo de la corte, y ello pues hizo que mis defendidos decidieran retirar la acusación, como verás ellos no son malas personas, espero y tú tampoco lo seas con ellas.
Que fácil, ¿no?, retiro la acusación y..., añadía el abogado de Tsubasa.
Ya, dejémoslo así, dijo el joven de cabello desordenado.
Pero Tsubasa, respondió su abogado.
Ya no quiero saber más de juicios, acoto Tsubasa, mientras el abogado de la parte contraria sonreía.
Minutos después:
Tsubasa piénsalo bien, recapacita, al menos lucha por la herencia que te dejo la señora Hiroko, yo sé que esta existe, en estos días quedaron en alcanzarme una copia de la notificación que te tenía que llegar, en cuanto la tenga en mis manos te la iré llevando al lugar donde vives, decía el abogado, mientras caminaba tras Tsubasa y una castaña.
¡Gracias por todo! ya no quiero más problemas con esa familia, dijo Tsubasa deteniendo su andar junto a la castaña, haciendo una pausa para acotar: Lo que le debo se lo daré en estos días, no sé preocupe no me quedare debiéndole ni un solo yen, y nuevamente ¡gracias!
Luego de ello el joven de cabello desordenado y la castaña abordaron un auto.
Bien, no insistiré por el momento, pero luego seguiré haciéndolo, no es justo que renuncies a lo que es tuyo, ello podría cambiarte la vida, pensó el abogado.
Auto:
Creo que el abogado tiene razón, decía la castaña.
No quiero más problemas Sany, respondió Tsubasa.
Bien comprendo, y respeto tu decisión, pronunció la castaña.
En tanto:
Un hombre de traje formal hablaba por celular desde su auto.
¿Entonces no presentara cargos contra nosotros?, escuchaba el hombre.
No, no se preocupe, respondió el abogado.
Me alegra oír eso, al menos es razonable, escucho.
Tiempo después:
Tsubasa y Sanae entraba a la casa de los Nakazawa, donde ya los esperaban los padres de la castaña con un pastel.
¡Felicidades! se probó tu inocencia, dijeron los señores Nakazawa haciendo sonreír a Tsubasa y a la castaña.
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