Siete
♪Aurora— Potion for love (unreleased)♪
Estaba perdiendo la cabeza. Solo quería irme, desaparecer. Pero no era algo tan sencillo, no cuando eres dueña de los números, pero no de tu propia vida. Desaparecer sería una desfachatez en estos momentos. Pero no había otra cosa que pudiera hacer. No había nada que me ayudara a dejar de sentirme como lo hacía. Ni siquiera estando con ella ocurría.
Al contrario, todo parecía intensificarse estando a su lado, escuchando su emoción, sabiendo que esas sonrisas, su voz de miel y esos ojos profundos nunca me mirarían de la forma que yo quería. De la forma en la que yo la veía a ella. No pasaría, y resignarme a ello comenzaba a ser un suplicio.
Quizá fue un error quedarme más tiempo del que debía ese día porque las palabras que solté, los sentimientos que dejé no eran lo que realmente sentía por ella. Las heridas que le causé a su corazón eran lo último que quería lograr. Yo solo quería darle amor, brindarle la profundidad de mis sentimientos, pero no pude.
En cambio, pinté lágrimas en sus mejillas. Gritarle que me había traicionado, que me había prometido que siempre estaría conmigo mientras mi dolor era escupido con ferocidad fue un error. Nunca debí hacerlo. Nunca debí causarle tanto daño. Nunca debí dejarla. ¿Por qué tuve que hacerlo? ¿Por qué fui tan cobarde? Quizá hubiéramos tenido un futuro diferente. Tal vez hubiéramos sido felices toda nuestra vida. Pero era tan orgullosa, tan tosca con mis palabras que no medí el daño que podían causar.
Me odiaba. Me detestaba, pero estaba tan decidida ese día a irme y dejarla... A dejar por mi propia cuenta de estar a su lado al no encontrar otra forma de alejarme del dolor...
Me odiaba, me odiaba, me odiaba. Yo no merecía su amor. No lo merecía. No era suficiente, y no podía serlo cuando la había tratado de aquella forma. Ni siquiera me detuve ante sus llamados. La ignoré completamente.
¿Por qué debía irse? ¿Por qué debía alejarse? ¿Por qué la había alejado? ¿Cómo me había atrevido a ejecutar tan absurda acción?
Me odiaba y no iba a dejar de repetirlo, no mientras recordara su expresión de completo dolor, sus lágrimas y sus llamados. No iba a dejar de hacerlo mientras tuviera el conocimiento del daño que le había causado.
Me odiaba al decir aquellas palabras. Me odiaba al irme sin detenerme. Me odiaba aún más al llegar a casa y hacer una pequeña maleta para irme. Me destetaba mientras me sentaba en la cama y me ahogaba en lágrimas. No podía mirarme sin reflejar en mis ojos todo el rencor que invadía mi ser al contemplarme.
¿Qué había hecho? No lo sabía y no lo tendría claro hasta mucho tiempo después.
Esa noche me senté en mi escritorio y, con la pluma en mi mano, escribí palabras de arrepentimiento, unas disculpas infinitas que esperaba que pudieran reparar el corazón de mi amada, de ella... Las lágrimas que manchaban el papel era lo menos que me importaba. Yo solo escribía. Necesitaba decir cuánto me dolía dejarla, pero era lo único que podía hacer. Era la única manera de protegerla de mí y a mí misma.
Sí. Fui una completa cobarde y nunca se lo negaré a nadie. Fui una insensible orgullosa, y lo aceptaré si esa es mi condena, porque lo es. Lo fui. Y aprendí que no fue la mejor de mis elecciones. Y esperaba que ella lo comprendiera a través de las palabras que dejaba en esa carta; que me perdonara; que no me olvidara, porque yo nunca la olvidaría a ella. Jamás podría hacerlo. No ahora ni en otra vida.
Estaba destinado a ser así y aceptaría mi castigo. Mis acciones no fueron las mejores. No concebía perdonarme el haber herido a una criatura tan pura como lo era ella. Y lo lamentaba tanto... De verdad lo lamentaba tanto...
Solo esperaba que ella estuviera bien y que fuera feliz. Esperaba que su amor por mí no muriera, porque el mío seguiría latente, silencioso, en un cofre esperando por un encuentro otra vez. Lo sé. Mi alma lo sabe... Pero no iba a ser ahora. Ella estaría mejor sin mí y yo estaría mejor sin ella.
Estar juntas solo significaría hacernos más daño, más del que yo ya había hecho. Y no podía permitirme tal cosa.
Lo lamento, lo lamento tanto...
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