Capítulo 5
— Vuela alto y ve a el castillo. Quiero que me digas todo lo que suceda — ya tenía ordenes su nuevo sirviente, tenía a el rubio, aquel siempre estaba ara ella incluso en sus momentos más oscuros y ahora también tenía ese cuervo que le daría las noticias de el exterior. Con un simple movimiento el humano de cabellos rojos y ahora bien vestido sin estar desnudo se convirtió una vez más en un cuervo gracias a Elizabeth y salió volando soltando graznidos. Apenas esté desapareció de su vista meliodas dirigió su mirada esmeralda hacia la albina sorprendiéndola
—¿Y bien? ¿Regresamos?—
—No volveré a el Páramo hasta que sepa que hizo ese mal nacido — meliodas solo negó con la cabeza algo divertido, por su parte la de profundos ojos azules se llevó un mechón de cabello detrás de su reja y alzó una ceja, estaba más que confundida con su actitud. Meliodas no era así con ella, siempre era frío y distante, ahora volvía a ser divertido y bromista con esos ojos esmeralda brillando ¿que quería lograr con eso? ¿Que fuera otra vez esa niña ilusa? Jamás
—Volvamos a el castillo en ruinas, Wandle nos encontrará — tomó su mano entrelazando sus dedos y empezaron a caminar en dirección hacia esas ruinas negras y carbonizadas. Antes siquiera de que Elizabeth pudiera soltarle un golpeo por tocarla de esa forma, el joven oscuro la jalo hacia él pegando sus cuerpo, la cargo al estilo princesa ignorando esa mirada molesta que le lanzaba y tras que sus ojos se volvieran negros como la tinta saco unas alas negras y emprendió el vuelo, llegarían más rápido de esa forma, puede que aveces le molestara que su apariencia fuera tan demoniaca ya que sus piernas eran sustituidas por unas garras negras y su parte superior de ropa desaparecía, pero también era tan sexy
Elizabeth simplemente bufo enojada, le dio un pequeño golpe en el pecho a el blondo quien solo rió pero tuvo que quedarse en silencio cuando su mano abandonó su piel, pese a que seguía molesta y muy furiosa el toque de la piel de meliodas era suave y duro a la vez, sentía calidez, solo cruzó sus trazos sin quitar su ceño fruncido y remitió que el viento le diera en la cara, extrañaba sus preciadas alas
—Tranquila— ella le puso atención — Vamos a recuperar tus alas y tú vas a vengarte de ese malnacido —eso si que le gustaba, Elizabeth sonrió de una forma macabra sorprendiendo a el rubí quien no lo hizo a notar, pero estaba segura e eso, ella no iba a descansar hasta que estarossa se revolcara de locura y dolor
*
— Les presento a el primero de su linaje. Su real majestad, el rey estarossa— portaba pesadas joyas y ropas de lo más caras como nunca, tenía una capa gigante de color rojo que pese a que le pesaba la lucia como todo un dios y cuando al fin la corona reposó sobre su cabeza le dio una reverencia a el pueblo, se dio media vuelta y se sentó en su trono. La ceremonia había sido un éxito, el rey aún no había muerto pero estaba tan débil que s ultima petición fue ver cómo su hija se casaba y como su heredero ascendía a el trono. Los aplausos solo hacían que el ego de estarossa aumentara y ver cómo su ahora esposa tomaba su mano coqueta le hacía olvidar el acto atroz que había hecho. Fue solo un pequeño sacrifico por una recompensa mayor, al final esa pobre ilusa ya no tenía nada más para dar que su humilde magia estupida y un rencor
—¿En que tanto piensas Ross?— el albino volteó su mirada ónix hasta la mujer de cabellos rojos
—Solo estoy feliz, imagina a un niño granjero que no tenia nada y ahora es un rey — liz soltó una risilla discreta al ver cómo era verdad que sus ojos negros deslumbraban alegría y entrelazaron sus dedos de forma cariñosa. Antes de que pudiera responder algo, el ahora rey escucho un graznido proveniente de la ventana, se dio la vuelta rápidamente encontrándose a un cuervo de ojos negros que parecían penetrarlo y apenas estaba por parpadear cuando este se largo de ahi. Estaba siendo paranoico, obviamente solo era un pájaro sin cerebro que había descansado en su ventana
*
—Mi señora, mi señora — el cuervo regresaba gritando al mismo tiempo que divisaba como el rubio estaba recargado en la pared un poco serio y la albina que lo había salvado se quedaba mirando a la distancia. Apenas ambos lo vieron llegar Elizabeth lo convirtió en humano consiguiendo que este cayera torpemente de pie y mirará a la albina —Mi señora —
—Señorita, wandle — lo corrigió de forma fría haciendo que el cuervo solo se estremeciera y fijara sus ojos negros en meliodas, el rubio solo se alzó de hombros y desvió la mirada. Él no iba a meterse en problemas más que en apoyar a su albina—¿Traes noticias? — volvió a murmurar sin sentimiento en su voz, algo asustado por eso el cuervo convertido en humano solo se retiró hasta donde estaba el blondo de mirada amenazante, se sentía más seguro que con ella
—Es el Rey estarossa, al parecer hoy fue su boda y coronación —
—Ese maldito hijo de puta— meliodas tensó la mandíbula con clara molestia y apretó los puños con fuerza, aparte de sentirse culpable de lo que le había pasado a Elizabeth también debía de mantener bajo control esa ira, no podía permitirse matar a ese malnacido antes que ella. Cerro la boca desviando su mirada oscura hacia la albina, ella estaba aún con la mirada perdida pero el cuerpo tensor la energía negativa desprendía de ella como un torrente de agua maligna, agua sucia y contaminada de la cual nadie podía beber por qué sino perecerían
—Me hizo esto, solo para convertirse en rey — murmuro, una extraña magia empezó a surgir de sus manos, No era rosada y dulce como ella misma sino una magia azul fuerte como sus ojos enojados que daba pequeños revoloteos, era la furia. La traición podia corromper hasta a el más puro y bueno —¡Ahhhhhhhhhh!— dejo liberar un grito lleno de ira sacando aquella nueva magia de sus manos para que llegara hasta el cielo, un rayo azul fuerte que solo significaba problemas. El rey admiro el rayo desde su balcón, él lo sabía, eso solo significaba que Elizabeth estaba enojada e iba a por él. Así de rápido cómo floreció la magia azul se desvaneció permitiendo que meliodas tensara su cuerpo y el pequeño cuervo saliera de su escondite
—¿A-Ahora qué señorita?—pero Elizabeth no respondió, solo aventó el bastón con el que se había sujetado el día anterior, se dio media vuelta hecha una verdadera furia pero completamente decidida y sin darle a escoger solo tomó a el rubio de la mano con rudeza haciéndolo caminar. Wandle se asomó a el cielo observando que el rayo de poder solo había hecho una perforación en una nube, menos mal que solo había hecho eso y siguió a los otros dos de cerca para no perderlos de vista, no tuvo que hacer eso pues con un sutil movimiento de la mano femenina volvió a convertirse en un cuervo logrando mantenerles el paso.
Con cada paso que Elizabeth daba la ira en su interior se fusionaba con la rabia, sus pasos hacían que el antiguo castillo en ruinas terminara de destruirse oficialmente por su magia, se quitó la cobija que cubría las cicatrices que habían dejado sus alas al desaparecer y tras un largo camino de regreso entró a el Páramo sino restarle atención a cómo todos la miraban
—Sus alas —
—¡Se las cortaron!—
—Oh no, Elizabeth — esos y más murmullos se escucharon, pero ella estaba más concentrada en hacer más cosas, con un pequeño movimiento de muñeca varías ramas crecieron sobre las rocas en medio de todos formando un trono hueco como su corazón, se sentó en este predicándole una mirada agonizante de maldad a todos los presentes y debido a esto varios no dudaron en apoyarla. Diane se puso de su lado mirando retante a todos, meliodas beso la mano de la nueva reina consiguiendo una sonrisa aún más ancha de su parte y cuando además el cuerpo se posó sobre el trono un rayo se dejó asomar.
Zeldris observaba todo desde la lejanía con mucho pesar, así que eso había pasado, había estado buscando a su hermano toda la noche, al amanecer escucho un grito desgarrador pero cuando había llegado a el lugar solo se había encontrado con rastros de sangre, así que de ella era la sangre. Mientras cerca de él tres hadas miraban todo horrorizadas con lágrimas en los ojos
—King, Elizabeth es...—
—No podemos hacer nada Elaine, el humano lo hizo — más lágrimas cayeron de los lindos ojos miel de la hada y esta solo se abrazó a su hermano
—Meliodas la apoya en todo, eso es un problema —
—Su amor por ella lo está cegando — murmuro helbram desviando la mirada —Se siente culpable, sin duda la apoyará en sus atrocidades — Pero ellos no podían hacer nada solo podían pedirle a el cielo y a los difuntos padres de esos pequeños que cuidaron que los guiaran otra vez por el buen camino
*
—Es una niña—
—¡Una niña, que bendición!—
—Linda Margareth ve a arreglar a la niña — varias mujeres vestidas con el característico traje de las sirvientas empezaron a ir hacia donde se encontraba la reina Liz con grandes sonrisas, solo susurraban cosas, llevaban mantas y palos fríos entre otras cosas. El pequeño cuervo que lo espiaba todo desde lo alto solo pudo soltar un suspiro y salió volando de ahí, había escuchando y visto muchas cosas desde que empezó a ayudar a la nueva "reina" de el Páramo, era un gobierno de terror y no por que fuera mala reina sino por que ella misma desprendía horror
Salió volando de ahí yendo directo hasta el que había sido su nuevo hogar divisando a la lejanía como el par seguía hablando de cualquier tema trivial, esos dos eran cercanos y a la vez lejanos, eran una relación difícil pese a nos er anda que amigos nada más, o bueno, al menos su señorita demostraba que solo quería que fueran amigos
—Hmm no he visto a helbram y las hadas desde en la mañana —
—¿Eso importa?— meliodas solo soltó una risa nasal ante el temperamento de la albina y la abrazó desde atrás generándole escalofríos a el hada, antes de que pudiera acariciar las manos de el blondo siquiera su personalidad destructiva le hizo fruncir el ceño y apartarlo de ella con brusquedad aumentando la risa de el más bajo. Desde lo sucedido no había vuelto a mostrar su espalda esbelta, solo se la pasaba con vestidos y algunos suéter entre algunas capas para cubrir las heridas de los errores de el pasado —¡Agh! ¿Que te pasa imbecil? Meliodas no hagas eso — exclamó furibunda con un ligero color rojo en las mejillas
—Nishishi ¿sabías que te ves linda molesta?—la albina solo lo empujo ligeramente aumentando el rumbo en sus mejillas
—No digas estupideces —
—Anda, que se que te gusta que te abrace — volvió a hacerlo una vez más, rodeó su cintura con una sonrisa pervertida esperando su golpe de nuevo, sin embargo este nunca llegó. Elizabeth solo le dedico una mirada fría que lo hizo estremecer y se relajó en sus brazos con desinterés, su cara era un papel en blanco sin expresión alguna simplemente estaba relajada. Meliodas no pudo evitar que su corazón diera un skat de emoción al sentirla recargar su cabeza en su hombro
—¡Señorita Elizabeth! ¡Señorita Elizabeth!—
—¡Wandle! ¿Traes noticias?— Elizabeth se separó de meliodas de un momento a otro dejando a el blondo aún algo emocionado y confundido por la acción de la albina, el pequeño cuervo solo se paró en el césped esperando a que la mujer lo convirtiera y apenas volvió a ser un humano la mirada preocupante en su rostro alarmó a meliodas. Eso no era bueno
—No vi nada en realidad pero hay una...— el cuervo lo meditó
—¿Una que?—
—Pues al parecer hay una...—¿Estaría bien decirle esa información? Quien sabe que podría hacer si es que le decía aquello pues a pesar de los constantes intentos de meliodas por ablandar su corazón de piedra la bella albina seguía resentida con el humano y al parecer esa noticia la haría sentir más tristeza que nada. Elizabeth se desesperó en el acto por no obtener respuesta alguna y solo se cruzó de brazos en una posición amenazante
—¡Habla ya wandle!—
—Una niña — la albina se quedó perpleja — El rey estarossa y la reina Liz tuvieron una niña —
— Mierda— maldijo meliodas en voz baja, con solo ver cómo la palidez en el rostro contrario había vuelto pudo deducir que su corazón sintió aquella presión que había sentido cuando le cortó sus alas, Elizabeth solo desvió su mirada a el suelo abrazándose a sí misma fijando su mirada en el lago a sus pies, tenia el cabello algo descuidado, su vestido blanco era demasiado largo además de que la palidez que tenía era representada como la de un muero, frunció los labios molesta y apretó sus puños. Todo lo que soñó, todo lo que deseo ahora estaba siendo cumplido por alguien más a costa de su sufrimiento eterno —Elizabeth eso no importa, si es que tienen una hija podríamos ir y matar rápido a estarossa o...—
—No solo es eso— meliodas fulminó con la mirada a wandle, si seguía hablando solo haría que Elizabeth se convirtiera en un demonio —Harán una gran celebración por su nacimiento — eso había sido el colmo para el pobre corazón de el hada, solo pudo poner una sonrisa torcida que hizo que el cuervo se pusiera detrás de el pequeño cuerpo de el rubio y miró cómo ella empezaba a retirarse
—¿A donde vas Ellie?—
—Hay una gran celebración por una bebe — meliodas lo comprendió todo de inmediato — Vayamos a la fiesta mel — fue lo ultimo que dijo desapareciendo detrás de un árbol. Ahora en verdad empezaba a asustarse, no por que no la apoyara sino por que esa bebe no tenía la culpa de los pecados que su padre había cometido
—Wandle — el chico de cabellos rojos se estremeció — Creo que debo enseñarte a cerrar el pico —se volteó meliodas a ver a el pobre cuervo que sudaba ligeramente en frío, esos dos cuando se lo proponían daban mucho miedo
—¡Heakkkk! ¡En la cara no!—
*
La música real resonaba incluso desde afuera de el palacio, gente de todas las edades y estatus económicos vino a la enorme celebración, duques y condes que esperaban ansioso ver a la princesa, reyes y reinas de otros reinos juntos a sus niños para poder ver cuál de aquellos sería el que formará una alianza al tomar la mano de la pequeña cuando cumpliera su mayoría de edad, incluso un pequeño trío de hadas que solo esperaban llevar paz y buena voluntad a todo el reino.
—Rápido helbram quiero ver a la bebe —
—¡Yo adoro los bebés!— grito el hada de cabello verde siendo jalada por la pequeña Elaine, a mitad de el viaje se había cansado así que su andar lento los había ralentizado mas de l que alguno se hubiera imaginado —Puedo darle Inteligencia, instinto, belleza...—-
—¡No! La belleza se la dare yo — exclamó enojada la pequeña rubia pero antes de que ellos predijeran seguir peleando sobre las cabezas de algunos duques, king los jalo a ambos de la oreja
—¿Quieren controlarse ambos?—
—¡Auch! King eso dolió — el de cabellos verdes sobo su oreja apenas fue soltado y avanzó un poco más rápido hasta donde estaba la sala de el trono. Ahí estaban, frente a él despreciable hombre que le había cortado las alas a su querida Ellie pero pese a que estaban en su castillo ellos no iban a ver a el rey, ban por la pequeña princesa que lamentablemente nació de un ser tan mezquino y miserable como estarossa— Maldito hijo de...—
—Shh ten algo de respeto— helbram bufo — No queremos ocasionar otra guerra — eso si que era muy cierto. Relajando un poco sus humos helbram cruzó sus brazos mirando a la reina que los observaba maravillada mientras que Elaine solo observaban a la bebe que se encontraba dormida, apenas era una recién nacida por lo que se la pasaba descansando. Apenas king estaba por decir palabra alguna, estarossa levantó su mano con autoridad pidiéndoles silencio, a esos tres ya los había visto, cuando era Niño y jugaba con meliodas y los demás ¿que hacían ahí? ¿Acaso habían sido mandados por ella? Pensarlo lo tenso
—Tranquilo querido, traen regalos para nuestra hija — el de ojos ónix lo pensó un rato, era verdad, solo gruño leve,ente, beso la mano de su esposa con adoración y terminó con bajar su mano permitiéndoles continuar
—Yo soy king de las hadas de los paramos —
—Soy helbram oh rey sabio— helbram solo hizo una reverencia improvisada rodando los ojos, pero ya no podía morderse la lengua—...imbecil — estarossa lo fulminó con la mirada
—Y yo soy Elaine, reina Liz — eso también fue una indirecta para el soberano, claramente demostrando que no estaban ahí por él y que el rencor de lo sucedido no había desaparecido,solo había aumentado más con el paso de el tiempo
—Pueden continuar —
—¿Cuál es su nombre?— preguntó el de alas azules
— Melissa —
—¡Mira la Bebe!— Elaine fue la primera de los tres en acercarse hasta la pequeña. La admiro largos segundos divisando cabello rojo corto y ojos aún cerrados, la reina luz solo sonrió con ternura — Linda melissa, yo te otorgo el don de la belleza— musitó lanzando pequeños pétalos de flores amarillas y se retiró a un Aldo dándole paso hasta su hermano
—Mi deseo es que no sufras jamás, serás feliz cada día de tu vida — le lanzo unos pétalos azules dándole cosquillas en su pequeña nariz que la hizo estornudar, ambos reyes rieron ante esto. King se retiro al lado de su hermana dándole la palabra a la última y tercer hada, helbram lo pensó un largo rato, lo medito dejando que su mente pensara en cierto rubio que siempre observaba a una albina con los ojos iluminados y las mejillas coloreadas, lastima que ese amor infantil ahora lo hacia hacer cosas sin pensar solo para que ella se fijara en él
—Linda bebita, mi deseo para ti es que encuentres...— pero ya no pudo terminar de decir su deseo, su regalo jamás fue entregado a las manos de la joven bebé pues al instante un terrible viento azoto la sala real haciendo que los candelabros se movieran, un cuervo entró volando y graznando haciendo que el rey lo reconociera y finalizó con que cierta bestia de alas negras entrara por su techo cargando a una mujer entre sus fuertes brazos. Una albina enfundada en un traje de cuero negro que se amoldaba perfectamente a sus provocativas curvas, dejaba al aire libre la cicatriz de sus alas para que todo el mundo viera lo que el rey le había hecho y también llevaba su cabello recogido en una coleta alta que la hacía ver impotente, más bella y malvada que antes mientras. Con descaro para darle celos (cosa que consiguió) el demonio rubio solo la abrazo por la cintura pegándola a su cuerpo, pasó su fuerte brazo por sus hombros haciendo que sus pieles quedaran más juntas y hundió su nariz en el vértice de su cuello inhalando su olor afrodisíaco
Elizabeth no se molestó en apartarlo, al contrario sabía que eso lo hacía para provocar a su real majestad y aunque debía admitir que lo disfrutaba, a solas, no iba a dejar que hiciera eso, solo lo permitía por que amaba ver la cara asustada de su antiguo amor. La sonrisa torcida solo hacía que estarossa se helara en su lugar y un sudor frío empezará a recorrer su frente
— A ver, a ver, a ver. Al parecer llegamos justo a tiempo cariño —
Y hasta ahí se los dejo XD
Doble capítulo por que la verdad es que estoy muy inspirada en esta historia, estoy contenta y ya quiero llegar por fin a los momentos melizabeth que seguro llegarán a conmoverlos junto a cierta escena que es mi favorita jeje ^vº
Disculpen las faltas de ortografía, las corregiré después
¿Qué les pareció? ¿Les gusto? Si es así háganme saberlo en los comentarios, aprovecho para disculparme por el mensaje en mi muro, la verdad me agarraron mis 5 minutos depresivos y me di cuenta que no soy buena escritora ni mucho menos, pensé en borrarlo todo y desaparecer...¡pero regresé! Y me di cuenta que me vale madres si soy buena escritora o no, con que a ustedes les guste me doy por bien servida ÙwÚ
Sin más que decir nos veremos luego
Así está vestida Elizabeth solo que claramente no tenia el cabello corto y meliodas estaba como en modo asalto UwU. Un poco complicado perdón ;u;
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro