Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 10

Ambos se escondieron detrás de unos árboles oscuros donde solo sus obras y ojos podían divisarse. Una humana que estaría muy entretenida con su alrededor no podría poder verlos ni nada por el estilo, pero la realidad era que es princesa les causaba a ambos tanta curiosidad que sin importarles mucho solo pegaron sus cuerpo para esconderse, meliodas dejó caer a la princesa en el suave pasto haciendo que despertara y luego entrelazó sus dedos con los de el hada sin alas escuchando su respiración. Estaban muy cerca, solo ella lo noto pero aún así decidió no moverse, la calidez de el pequeño cuerpo de el blondo solo le daba una hermosa sensación junto aún palpitar en su corazón 

Melissa finalmente se levantó de el suelo mirándose a si misma ¿qué había pasado?, lo último que recordaba es que miraba como el pequeño ciervo se alejaba lentamente, como un crujido detrás de ella la puso tensa y finalizó con cerrar los ojos y perderse en el vacío. Se dio la vuelta ligeramente asustada cuando escucho unos pequeños murmullos. ¿En dónde estaba? Eso no era el bosque ni su casa, estaba en una especie de lugar de ensueño que nunca había visto antes. Montañas y árboles llenos de energía dorada, flores que relucian de forma mágica, un lago tan cristalino que podían verse hasta sus pecados; pero lo que más llamó su atención fue cuando sorpresivamente una mujer de cabellos rubios llegó hasta ella y empezó a rodearla con curiosidad. Elizabeth casi suelta un respingo pero sorpresivamente el blondo la callo con un beso que terminó tan rápido como comenzó

—Shhh sabes que gelda solo aparece cuando hay personas de corazón puro — le susurro a el odio, su aliento cálido acarició cada parte de su cuello y oreja causándole escalofríos. Maldito sea el día en el que empezó a verlo más atractivo de lo que ya era

—¿Quién eres pequeña niña? —

—M-Melissa —le respondió con su dulce voz y una sonrisa en su rostro. Miraba como la mujer con vestido daba vueltas a su alrededor observándola y como sus ojos rojos relucian como rubíes —¿Eres un hada? —la rubia rió

—Algo así. Tienes un corazón tan puro —la niña simplemente sonrió agradecida y junto sus manos en su corazón

—Eso dicen mis tías — murmuró en voz baja al observar como un par de hadas llegaban hasta ella. Tenían alas azules y se quedaron ala lado de gelda mientras la miraban sorprendidas

—Jenna y zaneri — susurro elizabeth al verlas llegar. Lamentablemente las hermanas la escucharon de inmediato, se miraron entre ellas con horror y miedo y salieron de ahí volando lo más rápido que podían. Gelda solo se despidió con la mano rápido y se fue en un parpadeo dejando a melissa ahí parada y completamente confundida. ¿Habían hecho algo que las ofendió? ¿Había dicho algo malo? Dejó de pensar en eso cuando repentinamente sintió un escalofrío y escucho un aleteo de un pájaro

No muy convencida, la niña pelirroja se dio media vuelta lentamente encontrándose con nada más que ramas de árboles y más árboles, oscuridad inmensa, y dos sombras que conocía perfectamente bien. Tuvo que controlar las ganas de saltar de la emoción y solo se quedó quieta en su lugar mirando a la nada

—Se que están ahí —meliodas se tenso—Salgan, quiero verlos —

—Si es que salgo, me tendrás miedo —le respondió el rubio ignorando la mirada recelos a de elizabeth

—Claro que no, se que ella también está ahí. Linda mujer — eso solo hizo que elizabeth se separara lentamente de el pequeño cuerpo masculino. Tenía la esperanza de que la niña olvidara su encuentro pero al parecer lo tenía bien presente en su mente y corazón. Su mirada onix deslumbró cuando escucho como las ramas de los árboles se movían violentamente dejando ver su sombra y luego sin esperar mucho se posó frente a frente con la hija de el desgraciado que le quito sus alas. Melissa se puso repentinamente sería aumentando el ego y la magia oscura en el cuerpo de la albina, tenía una apariencia desinteresada más que terrorífica. Su vestido blanco y su suéter rosado le hacian parecer frágil pero no lo era, mucho menos cuando sus ojos azules soltaban chispas de precaución mientras que su lenguaje corporal le decía que no se acercara a menos que quisiera salir lastimada. Seguramente conocía sobre la maldición

—Se quien eres — meliodas salió de su escondite apenas escucho esas palabras mirando sorprendido a la niña ¿acaso le habían contado el hecho de que la había maldecido? No, imposible, amenos que king estuviera tan molesto que se le haya salido decirlo y ella lo haya escuchado

—¿A sí? ¿Y quién soy según tú? — le hablo con un fino hilo retador en su voz

—Elizabeth, la asustas — pero la albina no le hizo caso en ningún momento. Se cruzó de brazos esperando pacientemente a que su víctima, hablara pero contrario a lo que esperaba la de cabellos rojos sólo sonrió de forma iluminador a y asintió con la cabeza

—¡Eres mi hada madrina! —

—¿Qué? —susurro

—Mi hada madrina. Son aquellas que te protegen desde que naces y que te cuidan y cumplen deseos — la niña soltó un suspiro esperanzador mientras miraba a hacia el cielo con sus ojos iluminados. Elizabeth simplemente se estremeció por el cariño con el que la miraba y se aferro a el cuerpo de meliodas —A donde sea que fuera, la sombra de ambos me seguía. Siempre me cuidaron y me protegieron —

—¿En verdad lo recuerdas? —

—¡Claro! Me acuerdo de tu señor rubio— meliodas se estremeció ligeramente —Siempre era el que calmaba los humos de mi hada madrina, siempre juntos. Como marido y mujer — soltó nuevamente un suspiro lleno de amor sin poder divisar los sonrojos en la cara de los presentes, gracias a la oscuridad de la noche el color rojo en sus mejillas fue desapercibido. Cuando melissa volteo su mirada a ellos, meliodas ya estaba tomando la mano de la albina con una expresión de ensoñación mientras ella dudaba en su lanzarle una bofetada o besarlo. Esos pensamientos se esfumaron de su mente cuando cierto pajarraco negro se posó en el hombro masculino para después graznar —De ti claramente me acuerdo. Pájaro tonto —

—Yo también te quiero meli — murmuró wandle con ironía, rápidamente elizabeth movió su muñeca lanzando algo rosado y en meno de un parpadeo el adorable pájaro fue convertido en un hombre de cabellos rojos, ojos negros y piel clara como la nieve. Melissa por el susto solo se alejo unos cuantos pasos admirando la faz de el joven, ¿que paso? ¿Dónde estaba el pequeño cuervo? Con sólo ver sus ojos negros pudo deducir que el pequeño cuervo era él, lo único que el de cabellos rojos hizo fue arrodillarse ligeramente tomando la mano de la princesa y la beso. Ella no sabía que descendía de un linaje real y mejor que no se enterara—Mucho gusto melissa. Te conozco desde que naciste — le dijo con una sonrisa apenas se alejo de ella, un bello color rojo colores las mejillas de la niña por la vergüenza

—Me lo haz dicho — susurro, ahora estaba frente a los dueños de los dibujos que tenía desde niña. Estaba en el lugar que solo había podía imaginar en sueños, corrió como un pequeño animal hasta arrodillarse frente a una flor azul que deslumbraba y la miró fijamente —Todo es tan lindo. Todo es como siempre me lo imagine, siempre quise venir aquí. Muchas gra... —

—Shh— antes de que pudiera terminar, meliodas le lanzó de esa misma extraña magia que la había hecho dormir y la obligó a cerrar los ojos y empezar a roncar suavemente. Ante esto fue mirado con sorpresa por elizabeth y wandle mientras se hacía más pequeño de lo que ya era

—¿Por qué hiciste eso? —

—Me puse nervioso — confesó con las mejillas coloradas. Elizabeth solo rodó los ojos molesta ante esto y tomó la mano de la princesa flotante solo para empezar a arrastrarla hacia el muro de espinas una vez más. No fue pasado por alto cuando la que se decía ser tu reina iba hacia afuera a altar horas de la noche solo para devolver a una niña humana; aunque ni tan niña pues estaba por cumplir los 16 años—Esta enojada conmigo —

—¿Qué esperabas? Cree que estas enamorado de esa niña— el blondo trago en seco mirándola desaparecer por el muro de espinas con la mirada encendida. Conocía eso pero no quería creerlo, solo se dio media vuelta temblando un poco y se dirigió hasta donde divisó a su hermano menor mirando a la princesa, seguramente gelda le había pasado el recado. Suspiro resignado y siguió si camino, había sido un imbecil al dormir a la niña pero su presencia en verdad lo había puesto nervioso,tener a una niña ahí hizo que recordará muchas cosas y eso desató sus emociones—Con suerte te perdonará y quizá te dé un lindo besito—

—No digas estupideces wandle —

—Oh vamos, por si no sabes meliodas, hablas dormido —este se sonrojo de inmediato— Así que tanto zeldris como yo hemos tenido que dormir en el pasto con tal de no escuchar tus sueños húmedos—Eso solo hizo que sus manos comenzarán a temblar —¿Crees que es agradable dormir escuchando: "Oh si, elizabeth más más ahhh dame más elizabeth. Oh me encanta cuando saltas sobre mi gruesa y dura..." —

—¡Te voy a desplumar maldijo pajarraco entrometido!—

—¡Heak! ¡Ayuda! ¡Ayuda! —lastima que los aires no lo salvaría pues su mala suerte, meliodas aún tenía alas y podría cumplir lo dicho segundos antes. Había sido mala idea el revelarle aquella vergonzosa escena pero ya iba siendo hora que calmara sus hormonas y dejara a su menor y a el cuervo dormir tranquilos

*

El cuarto oscuro tenía un extraño olor a húmedo, no había ventana abierta que logrará hacer que la luz de la luna se colara y el polvo en las cortinas que cubrían su trofeo estaban empolvadas. El rey estarossa miraba fijamente un compartimento de cristal enorme en el cual se encontraban las bellísimas alas blancas que le había quitado a el hada albina

—Se lo que haces — susurro sudando en frío, con la mirada perdida en las alas que no se movían para nada. Solo un verdadero psicopata como él podía ser capaz de guardar una parte de el cuerpo de la albina como trofeo, las alas seguían vivas, lo sabía por qué más de una vez habían intentando irse para llegar a su verdadera portadora, sin embargo la caja de cristal e la que las mantenía les impedía irse—No creas que no se lo qué haces, estás jugando perra. Se lo qué haces—

—Mi señor — estarossa no dejo se susurra maldiciones mientras una sonrisa se extendía en su rostro, ya estaba loco de ira y rencor. Maldito sea el momento en el que se creyó a víctima de todo eso, las únicas victimas ahí eran la princesa y Elizabeth. ¿Él? ¿Una pobre víctima? No me han reír —L-La reina solicita su presencia — murmuró uno de los caballeros asustado de ver a su monarca en ese estado 

—Shhh estamos conversando— 

—Señor, la reina está grave — el albino simplemente puso los ojos en blanco apretando los puños — Las enfermeras temen que no sobreviva la noche — no podía hacer más que ir con su adorada esposa, al inicio su matrimonio iba bien pero desde que ella enfermó por dolor las cosas se volvieron pero. La reina de cabellos rojos solo se convirtió en una carga para él y no había espacio para cargas en su plan 

—En unos minutos voy — el guardia prefiero ya no decir nada más, el soberano estaba loco de remate y no sabía que locura era capaz de hacer con tal de que lo dejaran solo. Apenas la puerta se cerró el Rey se levantó con una mirada sombría y golpeó fuertemente el cristal haciendo que las alas atrapadas en su interior empezaran a moverse desesperadas—Cuando el hechizo falle Elizabeth vendrá a buscarme, y cuando eso suceda estaré preparado —un golpe más asustando a las alas y luego salió de ahí dispuesto a ir con Liz, al menos podría concederle el deseo de pasar con él sus últimas horas 

*

Le había costado demasiado el convencerla pero por suerte lo había logrado y ahí estaban, melissa admiraba con la boca abierta y los ojos iluminados como algunas hadas como gloxinia y gearhead estaban bailando y como aquella gigante de mirada morada se dedicaba a seguirles el compás. Con cada paso que los tres daban la magia parecía moverle los cabellos a la joven princesa, solo podía sorprenderse sin darse cuenta de la cercanía de aquellos que la trajeron ahí.

Elizabeth seguía sería, no estaba convencida de eso, pero meliodas y wandle habían rogado tanto que terminó por ceder. La realidad era que ella también estaba feliz no sooo por ver cómo todos sus habitantes empezaban a salir de sus escondites para mostrarle a la peli roja lo bello de su mundo, sino por que una pequeña cabeza rubia estaba recargada en su cabeza mientras entrelazaba sus dedos y acariciaba su mano. Siempre era cariñosos pero no tan así de cariño ¿eso era una clase de señal? ¿En verdad sabía tan poco de amor? 

—Todos son bellísimos — escucho murmurar a la princesa cuando mas hadas habían salido a  bailar con una sonrisa. Todo ese show la hizo sonreír y reír con tanta alegría que inconscientemente la cruel tirana empezó a sonreír también. Elizabeth solo soltó un suspiro mirando a la joven, recargó su cabeza sobre la de meliodas causando un adorable sonrojo en sus mejillas y luego besó los pómulos de la criatura oscura. ¿Él siempre había sido así de atractivo y adorable? ¿Siempre la había mirado con esa adoración? ¿Acaso su olor masculino siempre había sido así de hipnotizante?

—Elizabeth ¿qué haces?— ya era muy tarde para pensar en lo que hacía, antes de darse cuenta la albina ya estaba agachada olfateando el cuello de el más bajo causándole un gran color rojo. Lo único que el hada pudo hacer fue sonreír y alejarse para mirarlo. La vida le daba una segunda oportunidad para amar, pero esta vez para amar de verdad, sin esa ingenuidad que la llevo a confiar ciegamente en estarossa, amaba a meliodas estaba segura de eso; pero él tendría que ganar esa confianza y reforzar la que ya tenían —Ellie ¿te sientes bien?—

—Hueles muy rico — el más bajo desvío sus ojos hasta el pasto — Meliodas creo que te amo — eso solo hizo que el rubio se pusiera serio y se irguiera para mirarla a los ojos. Ella parecía querer llorar de felicidad o de desesperación, estaba indecisa en sí besarlo o solo abrazarlo. No iba a esperar más, había esperado 40 años para eso y no estaba dispuesto a desperdiciar el tiempo, ella siempre se vería joven así que más valía empezar. Pasó su mano por lo pálido de su mejilla y sin detenerse a pensar la beso, lento y suave, intentando que ese "creo" se convierta en una afirmación, aquella revelación lo había emocionado tanto que ahora aunque le pidiera parar no podría hacerlo. Sus ojos se cerraron casi al mismo tiempo creando una sensación única, sus manos se llamaron como imanes entrelazándose la una a la otra y sus bocas empezaron a moverse en un suave baile que llamó la atención de todos. Pronto el show de baile se vio interrumpido por aquellos que se quedaron a ver a la nueva pareja 

Diane tuvo que controlar sus ganas de saltar y gritar, melissa casi empieza a reírse pues en verdad ella ya veía venir ese beso mientras que los demás habitantes de el Páramo salían de sus escondites para ver a su autonombrada reina. Elizabeth estaba cambiando, su corazón e ataba cambiando más bien y si las cosas iban así sin duda poco a poco iban volviendo a cuando la luz de el sol iluminaba el lugar y las sonrisas se veían en cada esquina 

*

—¡Oh! ¿es para mi?— el pequeño gnomo solo asintió con la cabeza y le extendió una pequeña flor blanca, la joven princesa la tomo entre sus manos con cariño y se la coloco en la oreja. Estaba por hacer algo más cuando de la nada una bola de lodo choco contra su vestido amarillo y la hizo soltar un pequeño grito. Se dio media vuelta con una expresión de mala muerte encontrándose con el demonio rubio mirándola nervioso y sosteniendo una bola de lodo

La guerra era la guerra y sin esperar mucho tiempo la princesa tomó un puño y se lo aventó a meliodas  haciendo que este ensuciara su camisa negra. Empezó una guerra en la que todos se habían metido, gloxinia le lanzaba a sus hermana, Diane observaba todo con una sonrisa, melissa atacaba a todo aquel que veía y pronto toda la gente estaba cubierta por ligeros pedazos de tierra sucia, salpicaban, corrían, se escondían, atacaban y en una pizca de euforia el rubio lanzó una bola de lodo ciegamente 

—¡Ugh!— el quejido de Elizabeth hizo que todos ahí se tensaran y voltearan a  verla, sin querer meliodas le lanzó una bola de lodo que había chocado contra su mejilla y empezó a mirar a todos completamente furiosa. Desde niña odio ese juego y ahora aún lo odiaba más 

—E-Ellie, tranquila linda fue un accidente— al albina se cruzó de brazos—Tranquila si quieres ahorita...—

—Jajaja le lanzaste lodo— eso solo hizo que todos se pusieran mas tensos, el Cuervo que se convirtió en humano estaba retorciéndose de la risa al ver cómo alguien había ensuciado a aquella a la que servía. Elizabeth solo lo miro indigna nada y molesta, tomo una bola de lodo grande con su magia y con un sutil movimiento de muñeca se la lanzó en toda la cara. Las risas volvieron a estallar cuando eso sucedió, la cara de wandle quedó cubierta por completo de esa tierra mojada y sucia, todos observaron felices como su reina ni desató su furia contra ellos sino que s eles unió a el juego. Con algo de gracia como una monarca, Elizabeth se levantó, se quitó su capa para colgarla en un árbol revelando las cicatrices de su espalda; llamando la atención de melliza y causando nostalgia en todos y luego con una sonrisa cómplice empezó a lanzarle bolas de lodo a meliodas y los demás. Aún odiaba ese juego pero se había puesto tan feliz que una sonrisa discreta no valía la hermosa sonrisa que su amado le dedicaba y los ojos onix brillantes de la joven princesa 

*snif* *snif* ay que lindo :'3 

Nos acercamos a la recta final damas y caballeros, cada vez se acerca más el tan esperado momento de lemon y tengo varios sorpresa por ahí 

En fin, espero les haya gustado y no se hayan aburrido, saben que adoro leer sus comentarios, disculpen faltas de ortografía las corregiré después y sin más que decir nos veremos luego 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro