Si llegaste hasta acá, permíteme darte las gracias por tu tiempo.

Es primera vez que me atrevo a usar este espacio, después de resistirme renuentemente a hacerlo. Pero, los que escribimos no podemos evitar hacerlo y son, precisamente, espacios como estos los que necesitamos, en ciertas ocaciones, con una urgencia espiritual atroz.

Porque deseamos ser leídos. Porque deseamos darnos a conocer, pero no hablo de ese nosotros latente, sino de ese nosotros-mundo-interior. Imprimir en palabras todos los mundos que nos llevamos a la cama antes y después de dormir, antes y después de besar, de acariciar, de respirar, de ver o de hablar. Porque escribir es nuestro elixir de vida, nuestro elixir de calamidad: una fechoría placentera que nos levanta por los cielos y los transporta al otro lado de la realidad, a esa no-realidad que es tan sólida para nosotros que, simplemente, no podemos permanecer sin ella.

Una vez más, gracias amigo lector, por darle una oportunidad a estas, mis palabras.

A.V.