III
Compases futuros
Es extraño todo esto. No sabría cómo definirlo en palabras comunes y corrientes. En términos mortales, por decirlo de alguna manera, las casualidades tienden a ser fantásticamente 'divinas'. Sean o no asuntos de algún fulano Dios, él está ahí, como incrédulo, frente al cuadro.
Más allá de los tonos marrones, de los sepias, de las pinceladas suaves, de las gruesas, aquel enigma parecía haberse escapado del marco de madera. Y ahí está, respirando con agitación frente a su propio yo.
No se ha dado cuenta todavía, ni yo termino de creerlo tampoco, pero lo he visto todo, cada detalle. Desde que entró a la galería, mis ojos no han estado en ninguna otra parte más que en su figura. Era como ver un niño asustado buscando a un familiar perdido entre la multitud.
La piel de sus mejillas, tal cual el recuadro, no parecen nacidas en este o cualquier otro mundo conocido. Su grado de perfección, dentro de nuestras concepciones enteramente humanas, parece ser el principio y el fin de dicho concepto en sí mismo.
Debo acercarme. Debo hablarle de algún modo. La voz que se esconde tras esos labios debe ser escuchada por estos tan curiosos oídos míos. Sé que soy culpable de esta frágil obsesión, pero ahí está ÉL y no es el cuadro en esta ocasión. ¿Podría repetirse una oportunidad como esta?
¿Podría ser posible que un sueño, una fantasía tan latente y casi eterna ande rondando vestido de pieles por tu misma ciudad? Pues estoy mirando la mía. Esa con la que he estado dándole cuerda a una vida que no me llena de ninguna manera.
– "Iuvenis Facinore" es el tesoro más preciado que tengo en esta vida, pequeña mía.
Eso dijo mi abuelo el día en me cedió el derecho a protegerle algo, un algo que no sabía lo que era más allá de aquel nombre.
Escondido bajo la seguridad más enfermiza que haya visto, mis veinteañeros ojos vislumbraron por vez primera aquello que, por tantas décadas, había permanecido oculto tras un nombre que aún no aprendía a pronunciar.
El corazón, en ese momento, tan gélido, tan ruin, sintió algo muy lejanamente parecido al desprecio acostumbrado. Por vez primera sentí algo vivo en mi interior.
Aquel rostro enigmático, desde entonces, he querido descubrirlo. He hecho hasta lo imposible en esta realidad por escarbar respuestas a cuestiones nacidas del cuadro mismo.
Pero él parece ser mi única y verdadera respuesta. La posible llave de escape a esta tan cuestionable obsesión auto-impuesta, el cierre de un ciclo eterno de preguntas escalonadas y un cuaderno de notas tan viejo como mi fallecido abuelo.
Debo acercarme más. Se ha desmallado y todo se ha vuelto una locura. El tiempo se detuvo en seco. Mis invitados, paralizados, lucen como estatuillas de cera. Él se ha ido. Miro a todos lados, deambulo por todo el lugar y no está en ninguna parte.
La puerta no abre: el mundo yace en su minuto cero allá afuera también. Creí que estas cosas sobrenaturales no ocurrirían de nuevo. ¿Será por él? ¿También tendrá que ver conmigo? ¿En qué clase de situación me veré envuelta?
Pestañean las luces y me veo de vuelta en donde estaba. Él también ha regresado y está de pie como hace rato. Debo conocerlo. Mi vida, la suya. Algo se escurre entre ambos ¿Desde cuándo? Necesito respuestas.
– ¿Conoce usted al artista?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro