35︱ Capítulo Treinta y cinco ⚔️
Años mas tarde.
— Fin
Su oración consiguió exaltar en gran manera a ese par de saiyajins curiosos. Desde que encontraron en aquel sótano viejo, un álbum polvoriento lleno de fotos de sus padres; no dejaron de sumergir en un mar de dudas a su progenitor.
Ante su caracter mas tranquilo y calmo, vieron en el al perfecto relator de historias. Además, su madre no era muy paciente que digamos y con todas sus obligaciones lo último que querian era molestarla.
—¡¿Fin?! —exclamó el azabache, con gran disgusto en su rostro.
—Papá —pidió con la mirada una explicación el menor de los hermanos.
El peli-palmera esbozó una sonrisa pícara, antes de que una carcajada sobresaliera de su garganta.
Ambos jóvenes seguían con el ceño fruncido y de brazos cruzados. Amenazando con la mirada a su bromista superior, que solo les estaba tomando el pelo.
—Escucha viejo —logró emitir en forma de amenaza el mas colérico de los dos— tenemos la prueba de admisión en apenas un par de minutos. Termina la historia o...
—O no querrás que te usemos como práctica, dándote una paliza —complementó la amenaza su hermano.
No creía que aquella historia captaría tanto la atención de sus hijos. Ya habían alcanzado la mayoría de edad, pero su entusiasmo por oir historias, o su curiosidad por cualquier cosa referente a sus padres no cambió en nada.
Ambos seguían tan atentos como siempre a las anécdotas de su padre. La única diferencia, es que ya eran demasiado mayores como para sentarse en sus piernas a escuchar.
—Recuerda quien es nuestra madre —añadió mas peso a su amenaza en tono divertido.
—Ella dijo que teníamos que ser de palabra.
—Por lo tanto, no nos quedará de otra mas que darte lo que mereces —elevó sus puños posicionándose para pelear.
Aunque la idea de un pequeño entrenamiento causaba entusiasmo en los tres, la prioridad por el momento era acabar el relato; de lo contrario, la reina los ejecutaría a todos junto —con su descuidado padre— por hacerlos llegar tarde.
—¿Y si no quiero contarles el final? —continuó provocando a sus mellizos.
—Le diremos a la reina que llegamos tarde por su culpa, padre —acusó el menor.
—Negaré lo que dijiste Vegetto.
Su otro hijo bufó, al mismo tiempo en el que le daba una palmada en el hombro izquierdo. Obligando a su progenitor volver a tomar asiento en la enorme cama de sus aposentos.
—¿A quien piensas que le creerá? —lo desafío el rubio fingiendo una mueca de rivalidad.
—A mí —El Son respondió confiado, recibiendo una carcajada y varias bromas de sus hijos.
—Nos quiere mas a nosotros, rindete —Gogeta proclamó con seguridad.
Con el corazón derrotado y una fingida tristeza levantó los brazos, en un gesto de resignación. Dispuesto a dejar de retrasarlos en un día tan importante.
—No, Gogeta. Dejalo vivir con la ilusión —Vegetto tomó asiento al costado derecho de su padre.
—Bien —le siguió el juego, tomando asiento del otro lado de su pradre. Posicionándolo en el medio— ahora: la historia por favor.
—De acuerdo —aceptó, retomando una fingida voz de locutor— les contaré el final, de como me enamoré de una princesa de fuerzas elite.
El menor se recargó en uno de sus hombros con los ojos brillando de emoción y alegría, expectante por que es lo que le seguia a la historia. El mayor ocultó su entusiasmo, para no perder esa apariencia dura y fría con la que acostumbraba actuar.
Goku comenzó a relatar los sucesos.
Y ambos escucharon atentos.
Como dos niños pequeños cargados de curiosidad.
—A esta: le sigue la historia de que le panso al tío Goten —pidió Vegetto— sus fotos de joven. No concuerdan para nada con su apariencia hoy en día.
—El puesto de comida chatarra que abrió frente a su casa le pasó —concluyó Gogeta.
Ambos se rieron por tal broma siendo desaprobados por su padre.
—Una historia a la vez chicos...
—Luego hay que mostrarle las fotos a Gotenks.
—Si, no va a poder creerlo.
—¿Me van a dejar continuar la historia? —reprochó el peli-palmera— ¿O ya no les interesa?.
—Lo sentimos papá —entonaron al unísono.
—Esto fue lo que pasó:
Flash back.
Si en un grupo de seis personas tu superior te pregunta ¿Qué quieres ser cuando seas grande?.
¿Que respondes?.
Probablemente nada.
O probablemente algo, que al final terminarías por cambiar de parecer.
No hay respuesta correcta hasta el momento de la verdad. Luego de las decepciones, los aciertos, las equivocaciones o lo que sea que el futuro te depare.
Una pequeña niña, con tan solo seis años respondió triunfante desde su lugar: "Voy a ser reina".
Sus compañeros de escuadra, —incluyendo el capitán— quién era el encargado de entrenarlos en ese momento se sorprendieron por la claridad con la que visualizó su destino en tan corto tiempo.
Ni siquiera pareció pensarlo, solo lo dijo sin vacilación alguna.
Como un anhelo del corazón.
Muchos no tenían una respuesta concreta a esa pregunta.
Talvez a los indecisos o a los que no planificaban nada, luego la vida les daría una respuesta; pero...
¿Por qué aquella niña que ahora era por completo una adulta dudaba de su decisión?.
¿Por qué escapaba del destino que ella misma se había forjado?.
—¡Al demonio todo! —Vegita exclamó, arrojando aquella corona con brutalidad al suelo.
Sus pisadas avanzaban sin cesar por los corredores del pasillo.
Tan solo bastaron dos pasos para que se desprendiera de aquel distintivo de elegancia, un par de tacones negros y su armadura de coronación.
Se vio al espejo y vio su futuro como sucesora al trono.
Por alguna razón eso le entristeció bastante.
Años creando un ideal de una vida perfecta, años admirando un ejemplar equivocado. Ella no quería acabar igual que su padre; consumida en la soledad, saciando una falsa alegría con el comando de legiones que atentaban inocentes.
No era lindo estar del otro lado del juego.
No era lindo ser el condenado.
El mendigo.
Aquel que poseía la desventaja.
Gran lección le acababa de dar la reciente condena de Kakaroto.
Aquellos sucesos marcaron su vida.
Y por eso, cuando se vio nuevamente en el espejo su reflejo le pareció grotesco, desagradable y nefasto.
Siempre acusó a su hermano de ser la marioneta de su padre. Lo acusaba de conformarse con poco. De ser un cobarde por no afrontar lo que quería.
¿Con qué cara lo hacía?.
Estaba asumiendo su titulo pese a los engaños, las mentiras.
Dejando ir al amor de su vida.
¿Qué diferencia había entre ellos? Si ahora estaba dejando de lado su sentir, por un capricho vacío reducido a la nada.
Ya no quería ser reina.
No así.
Aquel vacío no lograría llenarse con nada.
Ella que juró nunca enamorarse...
Luego lo conoció.
¿Cuál sería su momento feliz en el día?.
¿Qué hay del combustible necesario para comenzar?.
Semanas atrás: siempre fue Kakaroto.
Porque podía entrenar, cansarse, planificar, gritarle a unos cuantos incompetentes; pero ese pequeño momento de su día en el que conseguía ver a Kakaroto. Cuando se reía de sus tonterías, cuando ambos conversaban, cuando observaba la curva de sus labios esbozar una sonrisa —ncluso cuando no hacían nada juntos— y solo se observaban en silencio. Ahí su día se reiniciaba.
Ahí sentía que todo valía la pena.
Es entonces, cuando comprendió que podía estar en el lugar que fuera, haciendo lo que fuera. Sin él no tendría un solo día feliz.
Nada tendría sentido.
Porque puedes hacer algo que amas un sin fin de veces, puedes distraer tu mente con cualquier cosa, alivianar el dolor; pero hay personas que complementan tu vida y encajan perfectamente con la palabra "Felicidad".
Hay personas, que son el ingrediente secreto de tu comida. Puede que sigas, puede que no las tengas, pero sabes que nada será igual.
Lo quería demasiado como para resignarse y dejarlo ir.
Una sola palabra cruzó su mente, cuando después de mucha reflexión y soledad se dio cuenta de que eso no era lo que quería:
Huye.
—¿Tu hermano no bajará a comer?.
El de cabellos largos solo denegó con la cabeza, observando el gesto de preocupación de su madre. Seis lugares eran ocupados en la mesa, ninguno de ellos tenía ánimo o ganas de hablar. Estaban dolidos por ver a Goku así.
Gine solo cocinó para distraerse un poco, el apetito había escapado de su sistema en el momento en que vio a su hijo llorar tanto. Seguía pegado a la ventana, con una mano en el cristal y la mirada enfrascada en una profunda tristeza.
—Sabía que esto no funcionaria —comentó Bardock devorando una rebanada de carne.
Su mujer le golpeó la cabeza con la cuchara que sostenía en la mano, odiaba los desplantes pesimistas que el saiyajin solía tener. Sobre todo porque era alguien frio y de vocabulario filoso, que podía solo empeorar el ánimo de los chicos.
Por esa vez lo mal interpretó.
—Bardock, no estamos para tus cosas!.
—¿Y por qué me golpeas mujer?, ¿Acaso no se puede hablar? —quejó el saiyajin adolorido.
—Puede que fueran muy distintos, pertenecían a clases diferentes. Pero su cariño era sincero. No merecían acabar así —alegó Gohan, suspirando de forma pesada.
El apenas conocía a Videl y la extrañaba en todo momento, sentía esa necesidad de verla. No imaginaba la tristeza que cargaba su amigo.
Paensaba que estaba muy acostumbrado a ella.
—Superaron tantas cosas, es una pena que Vegita no fuera capáz de dejar el trono por...
Dejó la fase a medias, ahora era él a quién la madre de su hijo fulminaba con la mirada.
Estaba muy en desacuerdo con la opinión de Goten.
—Incluso si Vegita escapara con el, sería algo muy estúpido —contradecío la peli-lila— no es así de sencillo Goten. Podrían perseguirla de por vida para matarla si abandona su cargo, no descansarían hasta encontrarla. El planeta no tendría a nadie que mantenga el control y no puedo ni imaginar...
—Ya, ya —acalló el mayor de los Son— entendimos todo, eso no pasará señorita tragedia. Ahora ¿Podemos comer en paz?.
Nada se dijo hasta que terminaron la cena.
Bocado por bocado, cada uno parecía perdido en su mente.
—No estaba hablando de eso —insistió nuevamente el padre del Son— la historia se repite.
—¿De qué habla? —le siguió la conversación Gohan.
—Dejemos esto de una vez, Kakaroto podría oírnos y no queremos que su humor empeore.
—¿Historia? —volvió a repetir Gohan confundido.
Bardock alimentó la curiosidad en todos ellos.
Escucharon atentos lo que este tenía para decir, sorprendiéndose palabra tras palabra.
—Tiempo atrás ocurrió algo similar con el rey Vegeta —el de la cicatriz inició su relato— su padre lo descubrió teniendo un amorío con una de las sirvientas del palacio. Incluso planeaba huir con ella.
—Bardock, nunca me contaste de eso —admitió su mujer en un jadeo sorprendido.
Los demás estaban igual que ella.
—¿Y qué pasó?.
Podía quedar como una actitud muy meticulosa, algo de vieja husmeadora de vecindad; aunque, en el fondo todos querian la respuesta a esa pregunta.
—Amenazaron con ejecutarnos si llegásemos a abrir la boca —respondió la duda de Gine— que bueno que esto no sea el planeta Vegeta.
—Matar... en realidad a cualquier tontería le asignan ese castigo, son unos...
—Silencio linda, sabes que amo escuchar tu voz. Pero Bardock me dejó expectante de su historia —renegó Goten en dirección a la peli-lila.
—Te lo dije Goten —su hermano aprobó— si le pides bien las cosas a una mujer y le sumas un halago, todo es posible.
—Como sea cerebrito.
Cuando todos hicieron silencio Bardock continuó.
—Mataron a la muchacha poco después y obligaron al difunto rey Vegeta a tomar el cargo —culminó Bardock de manera fría— no hay mas historia que eso. Y la resignación que ahora se repite con nuestro hijo.
—Y tuvimos suerte de que la princesa fue considerada y nos ayudó a huir —agregó Gine con una sonrisa de gratitud— no podría soportarlo si a mi bebe le hicieran algo como eso.
—Un bebe con pelos en lugares donde no debería.
—Raditz —reclamó su madre.
La voz de la curiosidad volvió a resonar en la mesa.
—¿Como fue que lo descubrieron? —Gohan indagó.
—Al parecer el rey en ese entonces vigilaba a su hijo con una posición privada de la familia —el mayor respondió su pregunta— oí su discusión. El guardaba cámaras y micrófonos en su ropa. Dispositivos demasiado pequeños que podían ser confundidos por un botón, o un broche.
—De eso si eh oido —comentó Gine imparcial— es una forma de preveer cualquier decisión equivocada por parte de los herederos. Aparentemente es una tradición que se aplica a todos los sucesores de su extirpe para que no metan la pata. Aunque hasta hace poco, creía que solo eran rumores.
Aquello pareció encender una pequeña lámpara en la mente de Goten.
En él décimo plato de comida se levantó exaltado de la mesa.
Corrió a la cabina de comando y reacomodo el cursor.
Flash Back de Goten.
—Milk ¿Pudiste secar ese aparato extraño que encontraste en la capa?
—Creo que tengo algo, una prueba.
—¿Algo como qué?
—¿Qué prueba?.
—Yo, no puedo decirte, lo siento
—¿Es esto lo que tenías que mostrarme? ¿Qué hay con este aparato?.
Fin del flash Back.
Los demás se extrañaron cuando observaron como la nave poco a poco regresaba sobre su eje, con destino al punto de partida.
—Goten ¿Qué estas...
—Tenemos que Regresar —sentenció el mejor amigo de Son Goku.
Tenía un sensacional hallazgo que cambiaría el destino de todo.
...
Sus pasos fueron frenados en seco, cuando casi colisiona con una joven plebeya que divagaba en los pasillos buscándola. El rostro de dicha joven se iluminó al verla, el alivio llegó a su sistema mientras que la preocupación invadía los sentidos de Vegita.
La encontró infraganti cuando la escapista princesa se despojaba de la corona, para huir del planeta.
—Princesa... usted ¿Quería escapar? —interrogó sorprendida la peli-negra.
A la soberana no le quedó de otra, mas que fingir inoragnancia por tales acusaciones.
Vio su capa entre los dedos de esta mujer, por lo que aprovechó a arrebatarla de sus dedos y sonreir de manera nerviosa.
—Precisamente estaba buscando a mis damas de compañía, para solicitar esto —la princesa eludió su pregunta— es lo que me falta para la coronación.
Milk no creyó una sola palabra de lo que dijo.
Aun dudosa sobre sus acciones y pensamientos, la enfrentó con una pregunta que sería determinante para decidir que hacer con la información que poseía.
—¿Puedo preguntar algo?.
La respuesta de Vegita fue un simple "Llevo prisa". Con el que continuó su camino sin consideración alguna.
Recordaba que aquella joven que sostenía siempre su pelo de forma recogida, era una de las amigas que estaba con Goku en la fiesta. No sentía interés alguno en tratarla, o al menos no en ese momento; donde su mente estaba preocupada por otros asuntos.
La voz demandante de la de cabello lacio se escuchó mas fuerte que de costumbre, por la falta de gente que albergaba el pasillo solitario.
—¿Usted ama a Goku? —Milk preguntó un tanto adolorida.
Vegita detuvo su andar, girando sobre su eje para verla esta vez cara a cara.
—¿A qué viene eso ahora? —cuestionó de manera hostil.
La menor se encogió de hombros, con la mirada esperanzada en que sus respuestas fueran sinceras.
Al menos, sino podía concretar una relación amorosa con el guerrero, esperaba que alguien mas pudiera amarlo de la forma en que ella quería hacerlo.
Quería que Goku estuviera en manos de una buena esposa.
Una persona que le diera toda la felicidad del mundo que merecía.
—Solo responda, por favor —imploró, jugando con sus propios dedos en un gesto nervioso.
—¿Y por qué debería? —Vegita inquirió con cierto fastidio— es mas... —comenzó a cuestionarse a sí misma— ¿Por qué sigo perdiendo tiempo contigo?.
Antes de que se marchara, Milk persistió en el asunto.
—Si usted l-lo a-ama —titubeo con desilusión— Yo... tengo que decirle algo.
—Habla —exigió impaciente, poniendo ambas manos en su cadera de forma determinada— ¿Qué es lo que tienes que decir?.
Su insistencia solo causó que la contraria estuviera con los pelos de punta y lejos de emitir palabra alguna.
Si le decía la verdad, la acercaría mas a Kakaroto y es probable que ella no volviera a estar cerca de él. Pero de lo contrario, solo podría verlo tras las rejas (y estas suposiciones eran teniendo en cuenta que la muchacha del rodete, desconocía la huida del guerrero que amaba).
:—¡Habla ya terrícola! —exigió furiosa— primero llegas y me haces preguntas absurdas... y ahora esto.
Al notar que la peli-flama estaba al borde de echarla a patadas del castillo, Milk renunció a su egoísmo y decidió hablar.
—La capa suya que llevaron ese día para que yo la lave—comenzó a explicar—: esa que estaba cubierta de sangre por la reciente muerte de nuestro rey: tiene una camara. Pude restaurarla y vi todo lo que contiene. Con eso puede salvar a Goku de la muerte. Se ve claramente como el soldado Koshiro confiesa ser el asesino y Goku admite una falsa culpa. Por favor princesa, no deje que lo maten.
Y tras decir esto:
Milk depositó la pequeña camarita en la palma derecha de su futura reina, para después marcharse del lugar dejándola anonadada.
En un rincón de las paredes.
Con eso podía salvarlo.
Con eso podía traerlo de vuelta.
Si se lo mostraba a la corte e incluso si lo divulgaba al planeta Vegita, toda acusación sería removida y ya no habría mas problema alguno.
La emoción de ese momento fue inexplicable.
Rebuscó en el pasillo un par de minutos, cuando finalmente encontró sus vestiduras y accesorios de los que anteriormente se había despojado.
Esta vez si iría a la coronación...
Con propósitos muy diferentes.
Por otro lado en la nave.
—Puja linda —ánimo Gine— no debes sentirte nerviosa. Solo respira.
La madre de Goku, junto con la ayuda de su esposo trasladaron a la embarazada a la recamara principal de la nave.
Al parecer con el traqueteo, las angustias, el vuelo o vaya saber que otros factores su embarazo se apresuró y apenas hace pocos segundos, entró en trabajo de parto.
Los gritos agudos invadieron la nave. Un Goten pálido, junto con su amigo y cuñado acompañaban ayudando en lo que podían.
Gine la asistía y daba indicaciones a la madre primeriza. Con su pareja presionando su mano y susurrando palabras dulces para tranquilizarla.
Aun así, los gritos de dolor de la peli-lila no cesaban por la criatura, que cada vez estaba mas cerca de llegar.
—Chicos —susurró nerviosa, viendo a los demás a excepción de su esposo— no creo que sea recomendable que estén aquí presentes en el momento. Deben darle su espacio a Trunks... y es algo, que podría impresionarles.
—No, me quedaré aquí hasta el final —insistió Goten, asistiendo a la peli-lila quien jadeaba exasperada.
—Yo también —apoyó Goku— estaré aquí por lo que se ofrezca.
—También quiero estar para mi cuñada.
—Como quieran —asintió escéptica— Bardock: trae agua tibia, tijeras, una toalla y... ve por la salsa picante que está en el refrigerador.
Su esposo obedeció las indicaciones de manera diligente, algo confundido por el último pedido.
Gine dejó de insistir, para despojar a Trunks de sus vestimentas de la cintura para abajo. Con sumo cuidado se posicionó frente a ella y abrió sus piernas de par en par, dandole la bienvenida a la nueva criatura.
—A-amigo —dudó un Goku palido, quien estaba al lado de Goten.
—¿Q-qué? —indagó en su duda, igual de espantado.
—Y-Yo, ya no creía en la cigüeña —admitió el Son nervioso— pero... esto es peor de lo que me imaginé.
—S-Si —concordó Gohan igual de atemorizado que ellos.
Los tres cayeron desplomados en el suelo, luego de tener una clara vista panorámica de lo que resultaba ser "El milagro de la vida".
La peli-lila seguía en plena labor, siguiendo las instrucciones de g
Gine y pujando cada vez con mas fuerza e ímpetu. Con las dificultades y dolores que un parto conlleva.
Bardock regresó a paso apresurado sujetando lo indicado en los brazos.
Sorteando de manera hábil los cuerpos desmayados de los chicos, y sonriendo ante el recuerdo del primer parto de su esposa (si, el también se había desmayado).
—¡¡No puedo mas!!.
—Solo un poco mas linda, ya casi tienes a tu bebe entre tus brazos —aminoró su angustia, con un poco de apoyo moral.
—Aqui tienes —Bardock indicó depositando las cosas en la cama.
—Bien, gracias querido.
—¿Necesitas algo mas?.
—Despierta a los chicos —la mujer extendió uno de sus brazos, entregándole la salsa picante. Antes de retomar su labor como partera.
Bardock se divirtió con esta propuesta.
En lo que Gine tomaba la pequeña cabezita del bebe para sacarlo y entregarlo en brazos de su madre.
Bardock se agachó a la altura de cada uno de los chicos y les abrió la boca. Después, con una sonrisa maliciosa les depositó una buena guarnición de salsa picante en la lengua.
El primero en despertar fue el futuro padre.
—¡Santo cielo! —exclamó alterado, retomando el lugar junto a pareja con lentitud y pesadez— soy un padre terrible. ¿Ya nació el bebé?.
Ambas mujeres denegaron, aliviadas de que volviera a estar conciente.
Finalmente, sus tíos tambien despertaron.
Estaban tan preocupados y alterados a causa del parto, que fueron indiferentes al momento en que la nave tocó suelo con el planeta. Del que se despidieron, no hace mucho.
El dolor fue mucho mas leve.
El disturbio ocasionado se disipó.
Los gritos cesaron.
La hermosa mujer de cabello corto sonrió en dirección a la pareja, que estaban frente a ella fundiéndose en un abrazo.
—Felicidades, tienen un bebé hermoso —Gine halagó conmovida.
Y un pequeño llanto, dio confirmación a que un nuevo saiyajin fue dado a luz en el planeta Vegeta.
Una vez que la partera improvisada hubo cortado el cordón umbilical, se encargó de limpiar y envolver al pequeño bebito en una toalla seca; lo entregó a sus padres, mientras que todos observaban enternecidos como una nueva familia acababa de formarse.
La puerta de la nave se abrió y una presencia femenina se hizo participe de aquel hermoso momento que estaban viviendo.
—Kakaroto —entonó, buscando con la mirada a su amado peli-palmera.
—Vegita —corrío en su encuentro. Con una felicidad genuina.
Ambos se abrazaron al mismo tiempo que les volvía el alma al cuerpo.
Vegita sonrió al ver de nuevo a Kakaroto. También se alegró en gran manera al observar como su dama de compañía, junto con Goten llenaban de besos y mimos a un hermoso bebé producto de su amor.
Permaneciendo en el abrazo, con la alegría del encuentro unieron sus labios nuevamente en un emotivo beso.
La capitana susurró con una pequeña sonrisa en el oido del Son:
—Estoy embarazada.
Las ventanas del alma del contrario, se abastecieron de lágrimas de alegria, mientras la besaba con un entusiasmo y felicidad excesivos.
—Vegeta, eso es...
—Una broma —la soberana interrumpió con malicia— ya quisieras Kakaroto.
Su rostro de niño molesto era digno de retratar. Le reprochó con enojo que no volviera a hacer algo así, mientras la soberana solo reía y acariciaba su cabello, alegando lo tonto que fue al creer algo así.
Puede que ahora no fuera cierto.
Pero esos dos no sabían lo que les deparaba el destino juntos.
Un momento inolvidable se formó y Vegita no se resistió en comentar con entusiasmo el esclarecimiento de lo que pasó recientemente.
Les dio la noticia feliz: el pueblo conocía la inocencia de Goku.
Con la verdad revelada y sin ningún impedimento...
Al fin podían estar juntos.
Ese día se vistió de fiesta.
Un gran banquete se celebró, con la coronación de Vegita y dandole la bienvenida al pequeño bebé —que como Vegita prometió— ocuparía un papel muy importante para la corte real.
También se dio a conocer la futura boda de la princesa.
El pueblo aceptó esto gustoso, conociendo que sus dos soberanos eran los mas fuertes y los defenderían a toda costa.
Un día inolvidable, único, sorpresivo...
Pero mas sorpresiva:
fue la noticia que Vegita recibió al día siguiente.
—¡Truuuunks! —la princesa exclamó. Alterada, gritando a todo pulmón— ¿¡Dos de estas rayas que significan?!.
—¡Positivo! —la peli-lila respondió. A lo que su reyna abrió los ojos anonadada— ¿Por qué su majestad?.
Fin.
Espero que el final fuera de su agrado.
Podrías votar e irte al carajo (que sé que muchos lo harán) pero quiero que por favor compartas tu opinión de la historia conmigo. Sería de gran ayuda para mi y me gustaría mucho saber que les pareció.
Gracias por leer!!!.
Nunca pensé llegar a terminar esta historia, por varios problemas que tuve con usuarios, las revisiones y demás. Pero se podría decir que estoy conforme con el final.
Me despido!!
Att:Vic
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