32︱ Capítulo Treinta y Dos⚔️
—Entonces ¿Qué le dijiste con exactitud?.
Estando recostado en el sofá, con la vista pegada a un punto arbitrario en el techo. Gohan escuchaba los consejos de su hermano, en compañía de su aun inconsciente amigo.
Pasaron un par de horas desde la victoria y ya todo se serenó bastante —claro que aun había uno que otro saiyajin hebrio bailando y cantando en las calles—. Pero bueno, detalles menores.
Mientras aun seguían aguardando que el pobre Kakaroto despierte de esa exhaustiva batalla, se sustrajeron con las inquietudes acerca de la vida amorosa del inexperto saiyajin mayor.
—Estábamos junto a un fogón planificando estrategias. Desde un principio supuse que ella no sería de mucha ayuda —el mayor comenzó a explicar— alegaba que era hija del mejor guerrero que existe en la tierra: Mr. Satan, algo así creo que se llamaba. Su poder de pelea no era nada deslumbrante, de hecho era bastante ordinario; pero me ganó con su perseverancia.
—¿Y ella como se llama? —cuestionó Goten en duda— ¿Lucifer junior?. A juzgar por el nombre del padre, pertenecía a una secta o algo así.
Y es por eso que Goten siempre debía de sacarle información a la fuerza, o por medio de un chantaje, o broma inocente a su hermano.
No se tomaba muchas cosas con importancia y nunca faltaba uno que otro chiste de por medio, lo cual fastidiaba al mayor.
Él necesitaba a alguien que lo aconseje o al menos escuche lo que tenía para decir. Goten era un payaso que se tomaba las cosas por un extremo a la ligera, sin contar que los sentimientos no eran su mayor especialidad en la vida.
—¿Vas a hablar enserio o a burlarte de mi? —Gohan inquirió con el ceño fruncido. Tornó el ambiente un tanto tenso, pero consiguió finalizar con la risa de su hermano bufón— Videl no es para tu juguete, Goten.
—Oye —intentó relajarlo golpeando con sutileza su hombro, mientras se recargaba en aquella banqueta individual— no pretendo bromear con algo importante para ti Gohan, yo solo... —se excusó— olvídalo, cuentame mas sobre videt.
Puedes no entender demasiado a una persona; pero eso no impide que la conoscas como a la palma de tu mano. Justo así le sucedía a Goten con su hermano, sabía que estaba reuniendo en silencio la paciencia necesaria para no darle una buena bofetada.
No iba a aprovecharse esta vez de su amabilidad, como en otras ocasiones y lo ayudaría.
Por el simple hecho de que Gohan nunca antes se vio interesado por una mujer.
Eso era una primicia, incluso cuando Goten comenzaba a sospechar que su hermano fuera "Del otro bando" por una prueba que con toda su inteligencia organizó.
Un experimento casero que según él era infalible.
Flash Back.
—Gohan.
El menor llamó su atención, extendiendo dos frutas en sentido al mencionado.
—¿Qué sucede?.
Goku observaba toda la situación sin entender mucho, posicionado a un costado de su mejor amigo.
—¿Papaya o Banana? —ofreció minuciosamente, observando la futura elección de su familiar.
—Banana —seleccionó con una sonrisa en los labios— gracias Goten.
Se marchó del lugar siendo observado de manera rara por el despedido. En el rostro de Goten se observó una indignación pura.
—¡Lo ves! —exclamó furioso, pidiendo con la mirada un "Tienes razón" de su mejor amigo.
El Son puso una mano en su menton, después rasco su nuca y lo observó sin saber que decirle.
—Eso no significa nada Goten —el peli-palmera le dijo.
—Está bien —se decepcionó en un suspiro, maquinando un plan mejor— lo intentaremos con una empanada... y un choripan, más tarde. Es la prueba definitiva.
—Pero...
—Silencio, mi amigo —cubrió su boca utilizando el dedo índice— no se me ocurre otra cosa que hacer y...
Lo interrumpió.
—¿Qué tal preguntándole directamente?.
Recibió un bufido del menor ante su comentario.
—Es obvio que no me contaría la verdad —argumentó confiado— además, yo no lo juzgaría. Teniendo un hermano tan sexi como yo ¿Cómo no amar a los hombres?. Cualquiera con un poco de buen gusto se volvería gay por mi.
—Ay Goten, tú y tu vanidad.
—Puedes comerte el experimento cuando todo se acabe.
Eso fue suficiente para que los ojos del peli-palmera brillaran.
—Te ayudo—sugirió entusiasta.
—Tú y tu gula —lo acusó del mismo modo.
Fin del flash Back
—Yo, le dije que si sabia que: el cuerpo humano es el único capaz de generar calor sin un esfuerzo mecánico de por medio o sin necesidad de trabajo —Gohan explicó— luego ella se fue sin decir nada. Con mala cara.
El menor suspiró y contó infinitamente mirando el techo.
Aun así, le fue imposible no estallar a carcajadas cuando le contó todo esto. Gohan refunfuño en voz baja, reprochándose a sí mismo por confesarle sus problemas al odioso de su hermano.
—Lo lamento, lo lamento —se disculpó repetidas veces, intentando retomar su habla perdido en aquellas risas— es que ¿Cómo fue que le dijiste algo así? ¿Y pretendes no seguir virgen? —volvió a reírse de nuevo, a causa de sus pensamientos un tanto bobos— pareces un documental de Histori. Hermano, falta que la invites a desayunar por la noche como Peter Parker. Si ella quisiera saber esa información: la buscaría en Wikipedia ¿Ese es tu intento de coqueteo?.
Ahora que Gohan lo analizaba, fue bastante estúpido responder de esa manera.
Se había comportado como un cachorrito asustado.
—Si —admitió vergonzoso— e-es decir, no. ¿Estuve muy mal?.
Goten asintió con un poco de pena.
Gohan nuevamente intentó excusarse y explicarle mejor la situación.
—Solo qué, no supe como actuar —el mayor colocó ambas manos en su frente— ella se acercaba cada vez mas a mí, dijo que era una buena noche para acurrucarse, le presté mi chaqueta para que no sienta frio. Incluso, ahora que lo pienso, no me la regresó y creo que ya despegó a la tierra.
Guardó un par de segundos en silencio, en honor a la ingenuidad e inexperiencia de su hermano. Después blanqueó los ojos y como el buen conocedor de hembras que era, le explicó cuales fueron sus graves errores en esa situación.
—La mente femenina no es tan complicada como parece —alivianó con una sonrisa— tu falta de experiencia es la que te hace sentirte así, solo faltan mas visitas en el campo de batalla. Ahí te va un poco de información; uno: es obvio que quería acercamiento y quizás un abrazo de tu parte. La noche, el fuego, las estrellas, ustedes dos solos ¿Qué más quieres para mostrar que eres el alfa?. Y dos: jamás regresarán las pertenencias que le prestes a una mujer, mucho menos si le pones colonia o quedan con rastros de tu aroma. Fundirse la cabeza intentando descifrar que piensan, es como pensar si fue primero el huevo o la gallina.
—¿De verdad? —Gohan inquirió confundido.
A pesar de siempre ser muy reservado o mezquino con sus pertenencias. Le agradaba que aquella chica se llevase su chaqueta, era como si una parte de él aun permaneciera a su lado, eso causó que una sonrisa distraída asomara en sus labios.
—De verdad —aseguró Goten— a no ser que tu pertenencia apeste o se encuentre mas sucio que trasero de manco. No hay reembolsos —confirmó astuto— y a juzgar por tu sonrisa repentina y esa cara de borrego a medio morir. Ya estás perdido.
—¿A que te refieres?.
—Bienvenido al mundo de los hombres enamorados —Goten lo abrazó orgulloso, con una charla pendiente que brindarle al mayor— vas a pasar largas noches de insomnio y prepara muchas sabanas de repuesto por si aparece el "Duende de los sueños humedos nocturnos".
—Nunca voy a saber cuando estás hablando enserio y cuando no —Gohan reprochó angustiado.
—¿Al menos tienes el número de Video?.
—¡Es Videl! —repitió esta vez, golpeando su frente con la palma de su mano.
Ante este grito repentino y estruendoso, cierto saiyajin despertó. Alterado, removiéndose confundido en el sillón.
Observó un poco dudoso el entorno que le rodeaba. Tardó en volver en sí, porque sus recuerdos anteriores partían desde el momento de la batalla culminada. Su mirada se centró en sus dos amigos e intentó levantarse cuanto antes.
—Vegita —llamó desesperado, reincorporandose en aquel lugar.
—Lo ves —señaló Goten a su mejor amigo, intentando dar un ejemplo claro de lo que estaba explicando— acaba de despertar de semejante paliza y aun así se preocupa por la capitana.
—Creo que... entiendo tu punto.
Gohan aceptó aun confundido, por todas sus nuevas emociones.
—Goten —el peli-palmera buscó su atención, frotando su cabeza que aun se encontraba adolorida— ¿Qué pasó?.
Fue su hermano quien le respondió, mientras el menor se encargaba de buscar algo de hielo para su amigo.
—Ganamos —espetó Gohan de manera eufórica— gracias a tí y a la capitana. El planeta se libró del miserable de Freezer, finalmente.
La noticia era reciente.
No tenía la seguridad de lograrlo hasta ese entonces.
En ese momento, no cabía mas emoción y alegria por parte de el peli-palmera; que ansiaba gritar a los cuatro vientos, compartir su emoción con la princesa.
No solo eso.
Una idea algo loca e impulsiva surgió en el.
Gohan miró confundido como su amigo se marchaba. Corriendo con una felicidad y demencia similar a la de un loco escapando de un psiquiátrico.
Goten regresó con el hielo en la mano, pero esta vez no lo divisó en el comedor.
—¿Y Goku?.
—Se fue corriendo sin decir nada —Gohan explicó.
Esa contestación despertó el instinto de madre sobre protectora que el menor sentía por su mejor amigo.
Gine una vez le comentó que estuviera atento a cuando Goku se marchaba sin decir nada, ideas incoherentes surcaban su mente cuando esto pasaba.
Algo apestaba, y esta vez no eran sus pies como de costumbre.
Lo seguiría aunque fuera lo último que haga.
—¿Estás consciente de que por tu locura y obsesión con ella van a cortarte la cabeza? —le preguntó nuevamente, buscando que entrara en razón.
Un azabache.
Trataba de seguir a su amigo que corría como loco, en busca de su rey. Quería pedir la mano de su capitana, aquella que le había robado el corazón.
—Nunca estuve tan consiente de algo, Goten —le respondió sin perder ese paso acelerado— ¿Te gustaría ser el padrino de mi boda?
Sonreía de oreja a oreja.
Era la felicidad andante y de su boca escapaba un grito eufórico.
—¿No me digas que...
Dejó la frase a medias.
Aquel pensamiento que cruzó por su mente.
Era una locura, en efecto.
Se lanzó sobre su mejor amigo, derribándolo al suelo evitando su sentencia de muerte.
—Goku —mencionó en tono de advertencia— ¡Ni se te ocurra buscar al rey Vegeta!. Tu sabes cómo es de celoso con la princesa.
Lo interrumpió, siendo consciente del sermón que recibiría.
Y eso que su loco amigo siempre era quien lo llevaba a la locura.
—Goten.
—Ella no te conviene —le aseguró— te lo eh dicho cientos de veces. Es fría, cruel, despiadada; todo lo contrario a ti amigo.
Pero se rehusaba a pensar mal de la princesa Vegeta.
—Ella no es así —negó— tu no la conoces como yo. Ella es diferente cuando está conmigo; es dulce, tierna y además tan hermosa —la defendió embelesado. Como flotando entre nubes de comida— haría lo que fuera por mí capitana.
—Muy dulce y todo —hablaba con voz sarcástica— pero aún recuerdo, que el primer día que te conoció casi te deja sin día del padre.
—Un pequeño problemita solamente —aminoró el Son.
Su amigo suspiró frustrado y atentando un golpe en su pecho volvió a insistir.
—Como todas las veces que te llamó insecto, se burló de ti y te puso en ridículo —recordó.
Es inútil razonar con alguien enamorado.
Aquel azabache parecía enceguecido por su propio criterio y sentir.
—Tu no entiendes...
Lo interrumpió.
—Ella es una futura reina ¡Y la jefa de las fuerzas Elite! —dejó en evidencia lo distinto de sus rangos— tú, bueno mi amigo. Solo eres un asistente de cocinero y a veces soldado —le recriminó— si la princesa Vegeta, así como es de arrogante y engreída llega a hacerte caso: juro que... le digo a Nappa que sea mi compañero en la temporada ozaru.
No pudo evitar reírse por la ocurrencia de su amigo.
—Entonces —le siguió el juego con una ligera sonrisa de lado— ve preparando el trasero Goten.
Ahí iba de nuevo.
Decidido y feliz por declararle su amor a la princesa.
—¡Espera Goku! ¡Vas a condenarte a la muerte!.
Y ahí iba de nuevo decidido y feliz. A punto de declararle su amor a la princesa. Mientras tanto Goten, bueno: se rindió con la increíble velocidad de su amigo.
Por suerte y cruzó sus dedos antes de elaborar la apuesta.
:— Así no cuenta ¿Verdad? —dudó para si mismo, sintiéndose culpable por sus palabras. Quería proteger la integridad de su trasero— mierda, me jodí solo. Es obvio que ella lo ama.
—Padre...
Lo vio a los ojos y no pudo reconocerlo. Su frivolidad, el enojo, la rabia, la decepción.
La llevaron a suponer lo peor.
Acaso... ¿Quería matarla?.
Estaba haciendo todo esfuerzo sobre humano para intentar no mirarla a los ojos. No ver su expresión de miedo, sus ojos llenándose de lágrimas, delataban la debilidad y el amor paternal que sentía por Vegita.
¿Cómo culparlo?.
Pues aquella princesa siempre fue anhelada con todo su corazón y concedida.
Juró protegerla de de todo y todos. Aunque claro, nunca se esperó tener que protegerla de él mismo.
Estaba apunto de tomar la decisión mas difícil de su vida.
—De rodillas —el rey exigió, presionando aun mas la punta de la espada contra su carne— vas a pagar el precio a tu traición.
Un ardor insoportable se presentó en su garganta. La sangre se divisó en aquel filo, asqueando por completo al rey y notando su propio cuerpo estremeciéndose. Como si aquel dolor no fuera ajeno.
Porque era su hija.
Y como tal, todo lo que le doliese a ella, le dolería a el.
Si.
El Rey Vegeta sentía compasión; pero su codicia... y el miedo por perder el poder, podría resultar ser mas fuerte que sus emociones o dilemas mentales.
—¿Habla de traiciones? —Vegita replicó sus palabras de manera irónica— si aveces nosotros mismos nos traicionamos, si incluso nuestra lengua: que es una extremidad de nuestro cuerpo, nos traiciona en ocasiones; pero se arrepiente de ello y la perdonamos. Yo que soy su hija ¿No merezco otra oportunidad?.
Recelo.
En la mirada de ambos (padre e hija) se podía observar el recelo. Porque ambos estaban conociendo una nueva faceta del contrario, y se sentían como parientes en una reunión familiar luego de mucho tiempo.
Extrañados.
¿Tanto habían cambiado que ya uno renegaba de la forma de pensar del otro?.
Si siempre fueron tan cercanos y su vinculo era irrompible..
Vegita se vio reflejada en su padre. Pero el reflejo no fue gustoso, agradable, no fue bien recibido porque aborrecía aquella manera de pensar que su padre le había inculcado. No fue hasta que conoció a Kakaroto, que comenzó a ver la realidad con sus propios ojos.
Dejo de ver la justicia con ojos prestados.
Ahora tenía su propia perspectiva.
Prefirió discernir entre el bien y el mal, según ella lo considerara correcto.
Y no, no dejaría de quererlo o estimarlo pese a que sus formas de pensar fueran diferentes. Ella quería mostrarle la verdad.
Pero no lo iba a inducir a la negación. Es por eso que se sumiría a su merced, dándole a conocer su postura con respeto e inexistente rebeldía.
Su progenitor, se acercó a ella sujetando con sus dedos una cajita que anteriormente reposaba en su bolsillo derecho.
Dio a conocer el contenido de una inyección cuando la abrió.
Aplicó un contenido de tonalidad amarilla en las venas de su futura heredera.
Cuando sintió aquel pinchazo, dejó de sentir el cuerpo. Aquella porquería la libró de cada una de las articulaciones a excepción de la lengua.
Era claro que su padre no dejaría que se escape bajo ninguna circunstancia.
Vegeta tercero acercó el rastreador a su boca y dio indicaciones especificas de no ser irrumpido en su despacho.
Bajo ningún motivo.
—¿Dónde quedó mi hijita?. Esa que era mi orgullo, mi semejanza, aquella que pensaba en el bienestar de este reino y en su padre antes que nada —espetó con suma indignación.
A Vegita no le quedaba de otra que aguantar esas palabras y ese dolor en su pecho que se produciá, al escuchar a su padre hablándole en ese tono.
Devastado, decepcionado, traicionado y rencoroso.
:— ¿Donde está tu orgullo?, ¿Donde está el coraje y tu dignidad?.
La observó crellendola derrotada sobre el suelo.
Dispuso a darle su fin a la princesa. Cuando percibió que no hablaría mas y que aquello no le removeria la conciencia.
Era lo correcto.
Matar a una hija mentirosa.
Una traidora.
Una que derribó todas sus edificaciones sobre lo que estaba bien y lo que era ser perteneciente a la raza saiyajin.
—Todos tuvimos dignidad y orgullo. Supimos perderlo, padre —entonó, sin apartar la mirada del sujeto que le dio la vida— me alegra de que fuera por la causa correcta y de buena forma. Usted afirma que no me importa el planeta; pero incluso, me negué a mi misma para defender este planeta, dejé lo que creía de lado, le di la espalda a mi orgullo e incluso a usted. Por defender a los integrantes de este planeta, lo que era correcto. Porque a diferencia de usted: yo si, prefiero admitir que me equivoqué, a observar derrotada como los cadáveres de mi raza sobreabundan el planeta.
—Cállate.
Emitió en un susurro.
Incrédulo ante lo que acababa de oir.
Nunca antes la realidad lo había enfrentado de esa forma.
Como el buen negador que acostumbraba ser, decidió hacer oídos sordos a las palabras de la soberana.
Como cuando limpias la habitación y escondes los restos de mugre debajo de la alfombra; aunque los cubras no puedes negar que estan ahí.
Esta vez hacia referencia a la verdad que el Rey Vegeta planeaba ocultar con incoherencias.
:—Callate —repitió para si mismo, sujetando su cabello con frustración— ¡Traidora! ¡Mentirosa! ¡Sucia! ¡Solo los débiles piden ayuda a escorias que están por debajo de ellos! ¡Me das lástima!.
Unas cuantas lágrimas amenazaron con salir, pero, ¿Por qué iban a hacerlo?.
No estaba diciendo nada fuera de lo correcto y se sentía mas fuerte que nunca.
No debía callar.
—Usted me da lástima. Puedo ser mas joven —Vegita admitió con su habitual sonrisa ladina— pero ya aprendí y reconocí mas verdades que usted mismo. Y se supone, que es mi padre.
El rey Vegeta desechó la espada que tenía entre los dedos, para arrojarla con brutalidad contra la pared.
El estruendo exaltó un poco a Veguta —las acciones de su padre lo hicieron mas— al ver como con frustración y entre lágrimas en los ojos le reprochaba estupideces. Sin sentido. La sacudía por los hombros.
—No eres mi hija ¡No... eres... mi... hija!.
Culminó todo con una cachetada vivaz, que azotó el rostro de la fémina dejando una marca.
—Debería agradecerle a mi "Debilidad" padre. Gracias a ella soy mas fuerte.
Se negaba a seguir escuchando su voz conspirar en contra de su razosinio. Culminaría todo de una vez, antes de que no se sintiera con las agallas necesarias para hacerlo.
Antes de que su corazón de padre interfiriera en esto.
Porque antes de ser padre: fue Rey.
Y debía acatar todo lo impuesto en el codigo saiyan, al pie de la letra. Incluso en contra de su propia voluntad y deseos.
Incluso atentando contra su hija.
Era su deber.
—Sabia que esto pasaría —la princesa aceptó cerrando sus ojos en desdicha. Pero con suma tranquilidad— es un gran rey, padre.
Con los sentimientos de lado, dominado completamente por el odio y rencor que en ese momento sentía hacía su hija.
La observó nuevamente.
Se despidió del cariño, se despidió del amor, de los recuerdos.
Así debía hacer.
Cuando sintió que su determinación estaba a punto de flaquear.
Tomó una decisión crucial para su destino:
Beber un poco de vino.
Pero ¿Por qué sería crucial un hecho tan simple como beber vino?.
Se acercó a su hija con la espada en la mano, blandiendo la empuñadura. Posterior a beber ese sorbo de vino. La filosa cuchilla estaba a punto de cortarle la yugular a la princesa, para dar fin a la vida de la heredera.
Pero pasó.
Algo pasó.
El vino dio por culminada la larga vida del rey Vegeta.
Los pasos del Patriarca deteniéndose junto a su escritorio. Los jadeos y arcadas provenientes de este mismo.
Eran un mal augurio.
—¿Padre? —Vegita preguntó, sin obtener respuesta.
Escuchó el cuerpo de su progenitor impactar en seco contra el suelo. Sus lágrimas cayeron con frenesí, con el duro sentimiento de perdida abatiendo su pecho.
Allí, sin poder moverse.
Sin buscar ayuda.
Y con los sucesos transcurriendo demasiado rápido.
Lloro muchísimo.
Al principio en silencio.
Después de forma desgarradora.
Quería evitar el panorama del hombre, que con anterioridad sujetaba su cuello con violencia por la falta de oxigeno. De manera instintiva, lo vio completamente hinchado y abatido como nunca antes, acabado
Muerto.
No quería ver a su padre así.
Estaba padeciendo el peor de los dolores.
Y como si fuera poco: incrementó.
Unos pasos resonaron repetidamente en la habitación.
La puerta se abrió.
Dandole una vista clara al protagonista de su desdicha; quien con una risa grotesca y vengativa, aplaudió repetidamente dando a conocer su gozo.
—¡Bravo!. Veggie ¿Mataste a tu papi? —Koshiro vociferó con cinismo— ya quiero ver como la guardia real responde a esto. Un horrible final te espera, eso seguro.
—Koshiro.
"El lo envenenó".
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