19︱ Capítulo Diecinueve ⚔️
─ TERRICOLAS ─
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Narrador omnisciente
Bajaron de aquella nave siendo advertidos por su capitana, quien quería que se tomen las cosas con seriedad.
Sólo para agregar más dramatismo al asunto, todos descendieron de la nave con una actitud osada y peligrosa. Aquellos terrícolas se atemorizaron por su acto de presencia, se sintieron intimidados por su ki y esas toscas armaduras les agregaban aún mas masa muscular de la que tenían.
Ninguno se atrevía a hablar.
Aún estaban sorprendidos y un tanto atemorizados.
Al ver la actitud tan cobarde de los demás, el mas serio de todos decidió ser quien inicie la plática.
—¿Quiénes son y qué quieren?. —fuerte y claro. Un sujeto verde cuyo nombre desconocían habló.
No hizo falta mucho tiempo para que Vegita se percatara de la descendencia de aquel extraño:
un Namekiano.
—¿Ni siquiera un hola? —la princesa interrogó de brazos cruzados— tomaré en cuenta su recibimiento, en un futuro.
—Pues, hola —mencionó un terrícola, viendo de forma coqueta a la sucesora del trono— me llamo Yamcha, un gusto ser...
No alcanzó a terminar, porque una peliazul a su lado le proporcionó un puñetazo en la nuca.
—Es un placer conocerlos —los recibió de manera cordial— me llamo Bulma. Ellos son: Piccolo, Krilin, Ten Shin Han, Chaos y bueno... el idiota que se presentó es Yamcha —dijo todos los nombres de aquellos individuos, señalándolos ordenadamente.
—Bulma —susurró el calvo — no creo que sea prudente decirles nuestro nombre.
—¿Asustado enano? —interrumpió la peli-flama— si quisiera matarlos lo haría en menos de un segundo, no te darías cuenta siquiera el momento en que dejaste de respirar —Vegita sonrió de manera perversa— lo disfrutaría. Disfrutaría mucho ver tu rostro agonizando.
El de cabellera alborotada se acercó con nerviosismo a la princesa. No quería dar una mala impresión o fracasar y al percatarse de que su capitana no sabía muy bien como ser amistosa, decidió interferir.
El rostro de los terrícolas solo emanaba miedo y precaución.
—Vegita, no creo que sea la manera indicada de hablarles —se apresuró a decir.
—Kakaroto —la princesa se cruzó de brazos irritada— nunca jamás dejas que me divierta un poco, insecto.
—Si los asusta, ellos no van a ayudar —él intentó ayudarla.
—Tsk, no se me da bien esto de las presentaciones —la soberana quejó en voz alta— ¿Podrías encargarte?
—¿Yo? —el Son dudó confundido.
—Nooo, el vecino —Vegita respondió con fastidio— por supuesto que si, tú. Es una orden.
— Si —el peli-palmera aceptó luciendo animado.
Vegita ordenó a sus soldados traer aquel trono portátil que llevaba siempre consigo, después tomó asiento con pereza y observó al más alto explicar mejor el motivo de su viaje.
:—Tráigan algo para que las sabandijas se sienten también —Vegita pidió a sus subditos— no quiero tener que tolerar las quejas de sus padres.
—Como diga, alteza —Gohan aceptó, cumpliendo su mandato.
Comenzaron los murmullos.
—¿Alteza dijo?
—¿Crees que sean muy fuertes Piccolo?
—Lo son, hay que tener cuidado.
—Son demasiado guapos.
—Pero que cosas dices Bulma, desconocemos sus intenciones y tú piensas así.
Hicieron silencio en cuanto vieron al peli-palmera acercarse a donde estaban posicionados. Como siempre, esa sonrisa amistosa estaba presente en su rostro. La emoción se reflejaba en sus ojos, se moría de ganas por probar la fuerza de aquellos terrícolas.
Sentía un cosquilleo de efusividad recorrer su sangre.
—Hola, soy Goku —comenzó a hablar— venimos en paz, no se preocupen. Estamos reclutando guerreros de diferentes planetas para combatir la amenaza de Lord Freezer. Es un tirano, que básicamente quiere destruir todo el universo.
—¿Solo soldados? —Bulma cuestionó con decepción— ¿No aceptan científicos en su grupo?
Intentó acercarse a aquel peli-palmera, pero Krillin se lo impidió tirándola de un brazo.
—Bulma —le reprochó su amigo— relaja tus hormonas. Tienes novio y además, estas coqueteando con un desconocido espacial.
—¿Y por qué deberíamos ayudarlos? —dudó en voz alta el del tercer ojo.
Vegita sabía que se presentaría una situación como esta.
Detestaba la rebeldía.
Dejando su orgullo de lado, decidió acatar su deber y explicarle los motivos de su "Visita" a los habitantes.
—Es un peligro que supera nuestro alcance de poder —Vegita admitió— no estamos seguros de ganar. Incluso reclutando a la galaxia entera.
—Nos enfrentamos a Lord Freezer —apoyó Gohan— él es la amenaza del universo entero. Nosotros le servíamos, hasta que escuchamos sus intenciones de querer exterminarnos — informó— su ejército está formado por mas de tres mil humanoides y soldados de habilidades especiales.
—Ese es su problema —sentenció el namekusei, negándose a ayudarles.
Vegita sonrió de lado y emitiendo una carcajada repleta de cinismo expresó:
—Es el problema de todos —aseguró— estamos en el mismo barco, insulso namekiano. ¿Crées que un sujeto como él se detendría solo con la purgación de nuestro planeta?. Freezer no tiene escrúpulos, ni conciencia. Todo comenzará con nosotros y va a finalizar con él universo entero.
Se estremecieron ante tales palabras de la princesa.
Ayudarles, parecía una buena idea después de todo.
—Mi prometida tiene razón —Koshiro opinó, recibiendo una mirada furiosa de parte de su alteza— no vamos a obligarlos a que se unan a nosotros, pero consideren que si una raza tan desarrollada como la nuestra se encuentra en peligro, a ustedes, los matará con una simple bola de poder. En menos de diez segundos.
—Me repugna, tener que estar aquí —Vegita admitió de manera vigorosa— soy un saiyajin. No nací, ni aprendí jamás a pedir ayuda, nunca me vi en la obligación de pedirla. Nuestra raza es demasiado orgullosa como para aceptar esto. Ahora, las cosas resultaron ser diferentes; tengo un planeta, súbditos que dependen de mí y un rey que desea verme portando la corona. Quiero, que todo esto prevalezca y que mi linaje sea el mejor de todos los que han existido. No voy a doblegarme ante Freezer. Mi planeta NO SERÁ PURGADO. Una situación desesperada, requiere medidas desesperadas. No se ustedes, pero aquel que este dispuesto a dar la vida por su planeta, únase.
Aquellas palabras, verdaderamente conmovieron a su tropa.
—Piensen en lo que ustedes aman —Goku les propuso esta vez y a diferencia de Vegita, el tenía una sonrisa cálida en su rostro— si desean cuidarlo, pueden unirse a nosotros.
Mucha tensión se había acumulado.
Se reunieron a hablar en una especie de circulo confidencial, mientras los saiyajin esperaban una respuesta suya. Se tomaron su tiempo para decidir y finalmente aceptaron aquella proposición.
—Puedo llevar algunos de mis estudiantes —Ten Shin Han ofreció.
—Y puedo hablar con algunos amigos para que colaboren —sugirió esta vez Krillin.
El peli-palmera sonrió en grande.
—¿No le parece genial Princesa? —entonó con entusiasmo.
—¡Yupi! —mencionó Vegita con una falsa emoción— les daremos tiempo el dia de hoy para que reunan lo que necesiten. Mañana, los llevaremos al límite en una serie de pruebas de habilidad, que decidiran su futuro y si están listos, o no, para ser parte del equipo.
—¿Tenemos que ir a su planeta? —cuestionó Krillin.
—La batalla se llevará a cabo ahí —comentó Gohan, al observar la molestia en su capitana— también, si tienen equipo medico, armaduras, o tecnología necesaria para la batalla, es bien recibida. Lo que sea de utilidad.
Bulma se ofreció a ayudarles respecto a eso.
—Si eso es todo —emitió la capitana regresando a la nave.
—¿Debemos volver ahí adentro? —reprochó la pequeña niña.
—Es bien aburrido regresar a la nave —objetó su hermano.
—Caminen mocosos —reprochó Koshiro — no vinimos aquí a jugar.
Fueron interrumpidos por la terrícola.
—Pueden quedarse en mi casa —propuso la peli-azul— ¿No tienen hambre? Le dire a mamá que prepare el almuerzo.
—Estamos muriendo de hambre —se volvió hacia los terrícolas Son— ¿La comida aquí es buena?
—Es buenísima —Krillin afirmó, haciendo que los ojos de Goku brillen.
—Kakaroto —su capitana lo regañó— regresa aquí en este instante.
El Son, iba tan concentrado hablando de ramen con Krillin que ni siquiera se preocupó por las ordenes de su alteza real.
—No creo que sea mala idea —se le unió esta vez su alocado amigo.
—Goten —reprochó aquella peli-lila.
—Vengan con nosotros —invitó sin preocuparse.
Un saiyajin más que avanzaba junto a los terrícolas a Corporación Cápsula.
—Se ven amistosos —agregó el pequeño niño.
—Yo voy —corrió su hermana detrás de los demás.
—¡Esperame Kima! —la persiguió su hermano.
—La verdad, si tengo hambre —se les unió Koshiro, caminando detrás de Bulma sin apartar la mirada de su trasero.
Vegeta se cruzó de brazos en completa molestia, observando como aquellos terrícolas le daban la espalda avanzando con sus soldados.
—¿Acaso creen que se mandan solos? —espetó dirigiéndose a Trunks.
La contraria simplemente se encogió de hombros.
—Si no puedes con ellos, úneteles —se resignó la dama de compañía— vamos a comer Vegita. El viaje fue agotador.
—Jmp.
La llevó por la fuerza, mientras su princesa caminaba resignada a aquel lugar donde vivía la vulgar mujer.
Ya hasta apodo le asignó, por su afán de devorar a Kakaroto con la vista.
Una vez que terminaron de comer, ciertos soldados tuvieron la inquietud de salir afuera a entrenar.
Mientras los demás aun seguían en la mesa: Goku, Trunks, Goten y Gohan descansaban sobre la hierba, recuperando el aliento para su próximo combate.
El entrenamiento resultó exaustivo.
O tal vez les pesaba mucho el cuerpo de tanto comer.
—¿No te avergüenza ser vencido por una chica? —bufó la peli-lila viendo a Goten.
—Ya hasta dudo que seas una chica —admitió con cansancio— Golpeas mas fuerte que mi hermano.
—¿Lo comprobamos? —mencionó Gohan entre risas.
El amigo de Goku levantó ambos brazos, rindiéndose ante cualquiera de los dos que quisiera enfrentarlo
—¿Después puedo luchar contigo Trunks? ¿Por favor? —suplicó el peli-palmera con un notorio entusiasmo.
—Claro —ella aceptó gustosa.
—Hey —Goten se acercó a ella abrazándola por la cintura— tú solo entrenas conmigo.
Goku y Gohan se observaron sin comprender muy bien la situación.
Al parecer habían pasado cosas entre la peli-lila y Goten, de las cuales ellos no estaban al tanto.
Goten no dijo nada, cosa que le pareció extraña.
Pero allí, junto a ellos, viendo como parecían estar en un mundo aparte, bromeando e insinuándose cosas (podría garantizar) que su amigo había alcanzado su proposito.
—Corazón de melón —susurro cerca del oído de su sub-capitana— te quiero en mi cama y sin pantalón.
—Goten —reprochó de brazos cruzados— ¿Ya vas a empezar?
—Respeta —Gohan le exigió en desacuerdo.
Sin embargo, el contrario no le hizo caso. Le gustaba ver como las mejillas de su sub-capitana se tornaban de un rojizo y ella se molestaba.
—Tus ojos son dos cerezas, tus mejillas dos manzanas. Que linda ensalada de frutas, haríamos con mi banana —insistió, recibiendo un golpe de la peli-lila.
—Una más y me voy —le advirtió ceñuda.
—¿Y si jugamos al 42? —siguió molestándola— tú en cuatro y yo en dos.
Suficiente, le dio una paliza repartiendo golpes en distintas partes de su cuerpo. Goten reía y esquivaba algunos ataques.
Después se marchó furiosa por aquel prado.
Goku y Gohan reían, mientras el imprudente saiyajin perseguía a su amada.
—¿Vas a buscar a la princesa
Vegita? —gritó el Son llamando la atención de la peli-lila.
—No —negó con una sonrisa— dijo que quería estar sola.
Paró en seco y regresó a donde se encontraban ambos. Al verlo preocupado y pendiente de su majestad, no pudo contenerse e interferir en aquel extraño vínculo.
:—Habla de tí siempre, y canta bastante feo cuando está en la ducha. Cosa que jamás le oí hacer antes —le confesó la sub-capitana con una sonrisa a Goku— si fuera tu, la buscaría.
Asintió en gratitud, viendo como su amigo y ella se marchaban entre reproches y alguna que otra caricia.
Desearía estar así con su capitana.
Se quedó pensativo mirando las nubes y se reprochó a si mismo.
¿Era posible que hasta las nubes se la recuerden?
Demás tarde para huir, para negar o evadir ese loco sentimiento.
Sentía cosas por ella, lo sabía y le atemorizaba decirlo.
Por el simple hecho, de que la veía inalcanzable.
—¿Qué piensas? —indagó Gohan, al verlo borrar esa característica sonrisa en su rostro.
El Son suspiró.
—¿Crées que sea su tipo? —dudó con cierto temor.
Gohan sonrió y colocó una mano en su hombro para tranquilizarlo.
—Nadie es el tipo de nadie —aconsejó— puedes decir que te gusta un tipo de persona, independientemente de lo físico o lo emocional; pero de golpe... puede aparecer alguien más, completamente diferente a lo que esperabas. Puede cambiar por completo tu mundo. Rompe barreras. Derriba muros. Incluso tus propios prejuicios o tu perspectiva. La atracción, el amor, o lo que sea que se le asemeje, no se basa en estereotipos.
—¿Y en que se basa entonces? —un confundido Kakaroto le preguntó.
—En lo que eres y lo que le transmites a la otra persona —aseguró— si la haces feliz, si su tiempo pasa mas rápido cuando está contigo, si te extraña cuando no estás cerca. Ahí esta la magia.
Pensó durante un par de segundos las palabras de Gohan.
Era un buen amigo y consejero profesional a su parecer.
De haberse tratado de Goten, sin dudas el consejo sería distinto.
—Gracias, Gohan.
—¿Vas a buscarla? —su amigo preguntó curioso.
Asintió, mientras se ponía de pie dispuesto a avanzar por aquel jardín de la mujer peliazul.
El planeta Tierra, le parecía un lugar tranquilo y exelente para vivir. Por el contrario del planeta Vegeta que era peleas, discusiones y soldados golpeándose a cada paso.
Lo que más le gustó sin dudas era la comida. No se parecía en nada a aquellas sopas y enlatados, que comían supuestamente para mantener una dieta equilibrada.
Voló alrededor de la corporación cápsula, sintiendo la presencia de su majestad cerca. Estaba sentada en una roca, a la orilla del lago.
Parecía absorta del mundo que le rodeaba y se encontraba sumida en sus pensamientos.
No se percató de la presencia del Son, hasta que este habló.
—¿Cómo está capitana? —saludó sonriente, exaltando un poco a la fémina.
—¿Qué sucede? —inquirió sin ganas, aun observando el reflejo del agua.
Quería animarla aunque sea un poco, le disgustaba verla triste.
—No pasa nada —alivió tomando asiento a su lado.
La princesa lo observó confundida.
—¿Entónces por qué me buscabas? —respondió de forma fría.
En su mente, cruzó la idea de que aquel saiyajin la buscaba para hablar de aquel exquisito beso que había robado. Descartó aquella idea, al pensar que eso sería imposible viniendo de él.
—¿Tiene que haber un motivo para hablarle? —buscó conectar con su mirada— porque si es así, deje que me invente uno y regreso.
Estaba a punto de marcharse, pero fue detenido por la mano de Vegita.
—Es la costumbre —admitió la princesa disgustada— generalmente me buscan cuando hay problemas.
—Bueno...
Lo interrumpió.
—¿Qué querías?.
Se encogió de hombros, luego realizó esa acción tan característica rascando su nuca. Vegita sonrió un poco por lo estúpido que le parecía eso.
—Solo quería hablar...—simplificó el Son.
—¿De? —Vegita no era muy buena para entablar conversaciones.
—Yo que sé, de lo que sea.
Sonrió con pena, intentando buscar algún tema de conversación.
Un silencio algo espeso se formó entre ambos.
Rebuscó y rebuscó.
Nada.
Tal vez si recurría a alguna de esas frases de Goten.
—Sabe...—Goku decidió romper el hielo — una hora con usted, son como sesenta minutos.
No había sido lindo.
A juzgar por la mirada confundida de Vegita, no la había sorprendido, agradado o nada por él estilo.
Torpe.
Torpe.
Torpe.
Pensó el peli-palmera en sus interiores.
Un aroma algo peculiar invadió las fosas nasales de la soberana.
—¿Qué es eso? —dudó la princesa pensativa— ¿Lo sientes Kakaroto?
¡El chocolate!
Recordó aquella barra que tomó del refrigerador cuando nadie lo veía. Sacó aquel aperitivo de su bolsillo y comenzó a quitarle la envoltura.
Vegita inhaló aquel aroma y observó a Kakaroto con curiosidad.
—¿Qué es eso?
—Chocolate —Goku cortó una rebanada y se lo ofreció— ¿Quiere un poco?
Le dijo que abriera la boca para ofrecerle, pero la idea desde luego a le pareció absurda. Reclamando que ella no era su mascota, intentó quitárselo. Pero el Son insistía, no dejándole opción de algo más.
En cuanto masticó aquél trozo dulce, sintió una explosión de sabores en su boca.
La sonrisa de Goku se ensanchó después de verla comer con tanta fascinación.
—Es delicioso — admitió su alteza con la boca llena.
—Que bueno que disfrute de esa pequeña porción —el Son mencionó divertido— porque no pienso darle más.
Comió una rebanada aun más grande.
Presumiendo delante de su rostro.
Aquella se puso de pie e intentó quitárselo; sin embargo, su estatura no le ayudó demasiado en la labor.
Estaban a orillas del estanque, por lo que en un pequeño descuido, sin notarlo ambos terminaron empapados dentro del agua.
—Maldición —quejó de forma gruñona aquella capitana— ¡Mira lo que hiciste Kakaroto!
Jamas se cansaría de verla enojada, se veía mucho mas hermosa —según él— cuando lo estaba. Nadó por debajo del agua, intentado escapar de sus ataques.
Kakaroto era rápido, le fue dificultosa la idea de ahogarlo.
El Son reía a carcajadas y Vegita lo perseguia cargada de furia.
—¡Te mataré algún dia de estos idiota! —amenazó irritada.
—Cuando ya no sea gruñona —se burló de ella, nuevamente mientras escapaba.
Poco a poco, el orgullo se fue disipando remplazado por diversión y alegría.
Se pasaron casi toda la tarde entre juegos y chapuzones.
Aquellas actitudes y propuestas infantiles del Son le divertían. Era gratificante tener un momento de paz, sin angustia, ni preocupaciones.
No se daba cuenta de lo peligroso que eran esos encuentros casuales entre ambos.
Aquellas risas.
Palabras.
Acciones.
Pequeños gestos.
Solo los hacían aferrarse más al otro.
Y confundir al corazón.
Cuando llegó la noche, ambos volvieron a sentarse en aquella roca. Hablando de cualquier tontería que se les cruzaba por la mente o molestándose uno al otro.
—¿Puede prometerme algo? —mencionó aquel peli-palmera, sujetando las mejillas de su capitana entre sus manos.
Aquel contacto la envolvió.
Aunque su mente le gritaba que se separe, la peli-flama no quería hacerlo.
—¿Qué quieres que te prometa?
Goku sonrió ante su comentario.
—No tiene que ser la heredera al trono cuando esté conmigo —propuso el de cabello disparatado. Dejó reposar su frente en la suya— puede ser sólo usted.
—Kakaroto...
La interrumpió.
—Voy a pedirle algo sencillo —el Son comentó con voz entusiasta— búsqueme cuando se sienta triste, cuando quiera hablar, cuando desee reírse un rato, o simplemente cuando no pueda dormir —propuso— la carga se vuelve mas llevadera si estamos juntos. Puede aliviar sus penas conmigo, capitana.
—¿Por qué querrías que te cuente mis penas? —Vegita habló con su típica sonrisa arrogante.
El de cabello alborotado respiró profundamente, con valentia admitió:
—Porque me importa... y no me gusta que esté triste.
Depositó un beso en la mejilla derecha de su capitana, luego se marchó sin decir nada.
Dejándola sumergida en un mar de dudas y sentimientos confusos.
Ese contacto le estremeció la piel por completo, sus mejillas tomaron un color rojizo y su corazón comenzó a latir con velocidad.
Le había gustado.
Incluso.
Le parecía tierno.
Pero ella, no podía sentirse así y menos a causa de un soldado.
—Maldito —murmuró entre dientes, precionando un poco la zona donde su corazón latía desbocado— ¿Qué me estás haciendo?
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