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12︱ Capítulo Doce ⚔️

— MANTENTE LEJOS ─

• • •

Narra Goku.

—Pip —emitió tocando mi mejilla— piup.

Volvió a hacer lo mismo.

—Basta Goten.

Lo miré de mala manera y me quejé de manera gruñona en la punta de la mesa.

—¿Qué te pasa kakaroto? —mi padre dudó sentándose a mi lado— ¿Tienes algún problema?

No.

Bueno...

—¿Es un problema cuando ya no hay problemas? —lo interrogué de regreso, con cierta inquietud adherida a la punta de mi lengua.

Tsk, ni yo mismo entendí lo que quería decir con eso.

Papá no supo que responderme y mientras tanto yo seguía con el mismo semblante preocupado. Desde anoche, no supe más nada acerca de la princesa Vegita y ni siquiera nos mandó a llamar o brindó alguna señal de vida.

Algo grave pasó con el rey.

Y se supone que somos sus soldados más allegados.

Donde está su:

¡Muevan sus traseros de regreso a la base! ¡Insectos! ¡Soldados impertinentes! ¡¿Que esperan para venir aquí al palacio?!

Hace aproximadamente diez horas, la vida del rey Vegeta corre peligro y a juzgar por lo que dijo Tarble, él yace muy herido, puesto que decidieron atacarlo.

Se supone que todo mundo ya debería estar en el palacio, dispuesto a defender al rey de cualquier amenaza.

¿Por qué no dicen nada?

¿Querrán ocultar la verdad al pueblo?

¿Qué diantres está pasando y por qué estoy aquí?

Debí quedarme con ella.

Él no debería ser quien la acompañe en este momento tan crítico.

La princesa Vegita me necesita.

Yo debería estar ahí, no ese desgraciado que...

—¡Wow! ¡Amigo!

—¡Kakaroto! ¡Que rayos! —mi padre exclamó después de Goten.

Observé mis manos y en el interior pude divisar el vaso de vidrio que sostenía minutos atrás, hecho trizas. Al parecer me enfurecí y lo rompí sin querer ejerciendo mucha presión con los dedos.

Ya no lo aguantaba más.

Necesitaba compartir esta información valiosa con alguien más y así poder obtener otro punto de vista.

—Voy a contarles algo —hablé otra vez, quitando los pequeños trocitos de vidrio que estaban incrustados en la palma de mi mano— pero por favor, no digan nada de lo que voy a decirles —advertí— y si, te estoy mirando a ti Goten.

—Pff —mi amigo se cruzó de brazos— por favor. Hablas como si fuera una vieja chismosa.

—Pues, un par de copas encima y le cuentas toda tu vida a los borrachos del bar —le recordé.

—Te juro que de mi boca no saldrá nada —me juró esta vez y podía ver la emoción brillando en su mirada.

Nunca cambiará.

El adora el chisme.

Estaba a punto de empezar a contarles y  un fuerte portazo se escuchó en la entrada. Se trataba de Raditz, quien no se veía de buen humor aquella tarde; su expresión se veía molesta, traía algunos golpes y ni bien se sentó en la mesa, no hizo otra cosa más que protestar.

—¿Pueden creer el manejo tan inmundo que llevan en ese cuartel general? —reclamó entre medio de azotes a la superficie amaderada. Movía sus pies sin control.

—¿Por que lo dices? —con un poco de duda, me atreví a preguntar.

Por la forma en la que llegó, solo podía ser algo grave. Raditz era una persona sumamente despreocupada y no se molestaba mucho con asuntos del trabajo.

Claro, a menos que sea algo que ponga en riesgo su cargo o perjudique a la corona.

Pero bueno, esas eran las preocupaciones que deambulaban en casi todos los habitantes de aquí.

—Tú capitana —me reprochó molesto— ¡Esa enana enojona! ¡Me degradó dos niveles más abajo! ¡Que humillación! ¡Estoy con esos incompetentes guerreros clase baja! ¡Como si fuera poco! ¡Ella me remplazó por ese maldito calvo!

Apenas podíamos entender lo que estaba diciendo.

Sus emociones lo controlan y todo lo que puede hacer es gritar y formar oraciones muy incomprensibles.

—¿Nappa? —mi padre lo cuestionó con indignación— ¡¿Te reemplazó por Nappa?! ¡Esto es el colmo!.

—O sea que... ¿Nappa ya no está en el calabozo? —esta vez Goten dudó en voz alta.

—¡Les digo que no! —Raditz respondió enfadado— no sé que está pasando, o que mosca le picó a la princesa Vegita. Algo raro está pasando en el palacio, hay un movimiento extraño y mucho gato encerrado.

Nappa.

¿Libre?

Pero...

Su ejecución estaba planificada para este fin de semana.

—¿Por qué demonios nadie dice nada? —mi padre protestó, para después mirarme— Kakaroto ¿Tú que sabes sobre esto?

La mirada de los cuatro recayó en mí.

—Bueno —dudé en decirles. Rascaba mi nuca bajo su atenta mirada de supervisión— se podría decir que sí. Si se, algo.

Admití.

—¡Y por qué no lo dices de una vez! —mi hermano me presionó.

—Ok, pero de verdad, no quiero que le cuenten a nadie —advertí nuevamente.

Los cuatro asintieron y me miraron expectantes.

—Hubo un motín en contra el rey Vegeta —confesé— pasó ayer por la noche.

—¿Cómo? —dudó mi padre exaltado.

—¿Y por qué no hay órdenes entonces? —cuestionó mi hermano— ¿Por qué nadie le habla al planeta? ¿Por qué están tomando deciciones estúpidas?

—Tal vez esto no sirva de nada —Goten interfirió en la conversión— pero, esta mañana fuí al mercado y allí la gente murmura muchas cosas.

—¿Y?

—Están molestos, desde luego por la liberación de Nappa. Muchos quisieron golpearlo o incluso matarlo —nos comentó— bueno, la cuestión es que no pueden porque la capitana decretó una ley de protección en su nombre. También para ese tipo...

—¿Koshiro? —pregunté asombrado.

Goten asintió.

—Pero... —me confundí ante mis propios pensamientos— ¡Ella lo odia!

Dijo que estaba planenado algo contra él.

Quería expulsarlo del planeta.

¿Por qué ahora querría protegerlo?

Los tres me observaron en absoluta confusión.

—¿Y por qué te enojas tanto? —Goten interfirió.

—Es verdad —concordó mi padre— llevas toda la mañana suspirando como niña y estuviste pensando desde hace rato.

—¿Kakaroto? ¿Pensando? —Raditz dudó en forma divertida— es como que yo no beba en la mañana.

—Pues porque está enamorado —aseguró Goten— si lo hubieran visto ayer por la noche, volando de la mano con su majestad... ¡Hasta se bañó!

—No estoy enamorado Goten —negué con verguenza— nada más hablas tonterías.

—Ese frasco aromático que había en tu cuarto —molestó esta vez Raditz— ¿Es perfume verdad? ¡Querías oler rico para ella! ¡Pillín!

—¡Qué no! —traté de separar a Raditz y a Goten, quiénes me molestaban haciéndome cosquillas— fue una misión.

—Misión de besos y abrazos ¿No es así?—Goten se burló.

Me fue inevitable recordar lo que pasó anoche.

Por lo que mis mejillas comenzaron a arder al instante.

Besé a la princesa Vegita.

Eso me incomodaba y hacía aparecer una sensación rara en mi estómago.

—Ya, Raditz —lo observé molesto— no seas pesado.

—Bueno —habló esta vez mi padre— al menos, no hará falta tomate para la cena.

Los tres comenzaron a reírse en mi cara, mientras hacían chistes estúpidos imitandome a mí y a la princesa Vegita juntos.

—Kakaroto ¡Ven aquí y besame escoria! —Goten continuaba burlándose.

—P-pero, no creo que sea lo correcto —Raditz imitó mi voz.

—¡Que vengas! —mi amigo frunció el seño e imitó la actitud dominante de la capitana— es una orden.

—Bueno... si usted dice —Raditz comenzó a juguetear con su cabello.

—¡Oigan! —les reproché— ¿Podrían parar?

Nop.

No me hicieron caso, seguían ahí fingiendo besuquearse mientras mi padre estallaba en risas. 

Genial ¿Amanecieron comediantes hoy?

Me recosté sobre la mesa, viendo su pequeño espectáculo y con el correr de los minutos, algo nos interrumpió.

—Se solicita la presencia de todos los soldados élite en la base. Reitero, se solicita la presencia de los soldados élite en el cuartel G8-34 —oímos sonar el radar que estaba encima de la mesa.

Sin embargo, la señal no se cortó en el instante.

Se oyó otra voz de fondo.

—Quítate idiota... Amm ¿Que iba a decir? —conocía esa voz— ah, Kakaroto. ¡Si! ¡Así te llamas! ¡Escuchame con atención Kakaroto!

Esa era la voz de Koshiro.

—No asistas al reclutamiento ¿Está bien? —esta vez el mensaje iba específicamente dedicado— en breve, se te informará tu situación y lo que su majestad y yo decidimos para tu patético destino. Oh y si alguien conoce a kakaroto, o llega a verlo en caso de que él no escuche este mensaje. Díganle que tiene terminantemente prohibido ingresar al palacio. Eso era todo —finalizó la comunicación.

¿Luego me informan?

¿Qué fue...

Los tres se pusieron de pie y avanzaron rumbo a la puerta principal.

—¿Ahora en qué lío te metiste? —mi padre habló con desconfianza.

—Tienes que estar atento a tu comunicador, amigo —sugirió Goten— cualquier cosa importante que escuche, voy a avisarte por medio del rastreador.

—Y lo mejor será que no estés en casa, en caso de que alguien te busque —mi hermano me comentó de manera protectora.

—Cuídate, hijo.

—Si —asentí.

Tenía razón.

Todas las cosas que estaban pasando en el planeta, eran demasiado extrañas.

Y ahora.

¿Vegita estaba aliada con Koshiro y Nappa?

Ellos se fueron, dándome un pequeño abrazo a modo de despedida y mientras tanto me vestí con mi ropa más casual para dar un paseo en el planeta.

¿Y si estaban buscándome?.

Aún recuerdo lo que esa mujer dijo anoche.

"Flash Back"

No quiero que pienses que soy entrometida —la esposa de Koshiro me habló, antes de que pudiera marcharme— si fuera tú, me alejaría tanto como pueda de ellos —esta vez se refería a Koshiro y la princesa— los asuntos que se manejan en el palacio son algo turbios, complicados y solo atraen problemas. Aún estás a tiempo, aléjate.

Fin del flashback.

¿Qué está pasando?

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