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09︱ Capítulo nueve ⚔️

─ ARCHIENEMIGO ─

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Narra Vegita

Esa escoria, está nuevamente en el planeta Vegeta. Pisando el mismo suelo que traicionó, respirando el mismo aire que respiraba mi mejor amigo, sin importar todo lo que hizo.

¿Cómo es posible?

Me enfurecí tanto, que aún con esa sonrisa estúpida estampada en su rostro, no me contuve y le propiné una patada en sus partes. Iba cargada de impotencia, rabia y entrelazada con todos esos sentimientos erráticos de los cuales nunca pude deshaserme.

La esquivó, pero por su propia cuenta Koshiro se arrodilló delante de mí y levantó ambos brazos.

Aproveché la situación y lo tomé por el cuello, forcejeando con sus manos que me frenaban a aplastarlo. Quería ejercer presión sobre el como si se tratase de una simple hormiguita, estrujarlo, retorcerlo, arrancarle la respiración de un solo golpe y ver cómo los hilos de sangre se esparcen sobre la tierra mojada.

—Eres tan...—dejé la frase sin culminar.

No encontraba las palabras justas para describirlo:

Despreciable.

Aborrecible.

Canalla.

Imbécil.

Basura.

Escoria.

Todo eso le quedaba corto.

—¿Guapo? ¿Sexi? ¿Varonil? ¿Encantador? —Buscó terminar la frase, al mismo tiempo que se libraba de mi agarre— todo esto, podría ser tuyo. Pero no quisiste.

Alardeando como de costumbre.

Se da la vuelta y ensancha su torso con ambos brazos flexionados, de esta manera resalta la protuberancia de dos montículos de tamaño considerable que se forman por debajo de sus hombros.

—Despreciable —corregí— esa es la palabra que estaba buscando —Koshiro arrojó un ligero beso que casi impacta en mis labios. Como respuesta a este repulsivo gesto, presioné aun más el agarre y le enterre las uñas en el cuello— ¿A qué viniste? ¿Cómo regresaste? ¡Habla ya!

Se hizo el desentendido conmigo.

Quiere exasperarme.

Siempre le gustó que fuera de esta forma, le encantaba crear paranoia y verme la cara de idiota con frecuencia.

¡Tenía que regresar!

¡Maldición!

¡Lo odio tanto!.

—¿Qué quieres que te diga Veggie? —es un sucio traidor desterrado y finge inocencia, o se da por aludido. Lo que me faltaba— oh, está postura me recuerda a cuando me lo mamabas. Te veías tan sexi en el borde de la cama, suplicando por más.

—Veo que sigues mintiendo y creando fantasías locas en tu cabeza.

¿De verdad me fijé en esta cosa hace un par de años?

¿Que tan urgida tuve que estar para terminar con este ser tan despreciable?

Mis gustos no eran muy sofisticados que digamos.

Lo último que deseo en esta vida, es tener a esté infeliz rondando con completa impunidad en el palacio.

No quiero, ni siquiera puedo verlo a la cara.

—Sabés a lo que me refiero —recordé en una especie de reclamo— ¿Por qué un traidor como tú regresaría al planeta?. Después de todo lo que hiciste, mataste a todo un escuadrón, lo mataste a él...

Bastardo.

Mal nacido.

No resistí más y comenzé a golpearlo repetidamente en la cara.

Llena de rabia y dolor.

Estaba agitada y segada por tanto dolor y el torturoso recuerdo de alguien, a quien jamás podré recuperar.

Uno.

Dos.

Tres impactos.

Lo observé y seguía con la misma mirada. No había conseguido dañarlo en absoluto y solo algunos moretones superficiales se esparcian a lo largo y ancho de su cara.

Sin mencionar el pequeño corte de su ceja.

Es todo lo que había conseguido.

El imbécil, al parecer se volvió más fuerte, porque en el pasado esos golpes conseguirían matarlo.

Seguía igual que antes, me negué a admitirlo pero era el mismo Koshiro. De porte varonil, mirada oscura y actitud osada.

Estaba delante de mí, pero yo ya no sentía nada por él, que no sea odio o rencor.

—Veo que sigues molesta por lo de tu amiguito —nuevamente ironizó— Borti, Broti ¿Cómo se llamaba?

Cínico.

Recuerdas perfectamente su nombre.

—Broly —mi voz se quebró— pero, atrévete a decir su nombre de nuevo y ya verás como te va. Voy a rebanarte los testículos.

Solo recordarlo, me pone la piel de gallina. Este cobarde, asesinó a la unica persona que amé y llegué a considerar como un hermano.

Las amenazas, desde luego no le importan.

—Vegita —el muy idiota hizo un ademán y me observó en un gesto de burla— ¿No podrías mejor? ¿Rebanarme otra cosa? —propuso sin dejar de lado su tono hilarante— el apéndice, por ejemplo. Mi esposa necesita a los pequeños para jugar.

¿Su esposa?

¿Hay alguien en el mundo con la suficiente paciencia para aguantarlo?.

¿Otra idiota como yo?

Bueno, no debo responsabilizarme por completo de este error fatídico. Después de todo,  fue idea de mi padre. Cuando Koshiro formó su propio escuadrón a la corta edad de doce años, fue escalando de puestos hasta pertenecer a mi equipo. Siempre llamó mi atención y se podría decir que desde pequeños teníamos una relación muy estrecha y fraternal; hasta que un día, prácticamente me obligaron a salir con él. Dado el prestigio de su padre y sus capacidades de oratoria y liderazgo, no voy a obviar el hecho de que también sea habil en combate. Para rematar su madre también era la reina de un planeta lejano con el que comerciamos armas.

La idea era formar una alianza política o que todo termine en un matrimonio concertado.

—¿Tu esposa? —fué lo único que pude pronunciar.

El se puso de pie y desempolvó su armadura.

—Si —confirmó en una grotesca sonrisa— siento romper tú corazón. Este papucho, ya está casado. Lo digo, en caso de que tus intenciones sean volver conmigo y en verdad lo lamento, pero ya no podrás recuperarme.

Lo interrumpí.

—¿Volver contigo? —emití divertida— ¿Qué tan estúpida tengo que ser para tropezar con la misma piedra dos veces?

Eso lo disgustó.

Koshiro acomodó los cabellos que se adherían a su frente y me acorraló en aquella pared. Posicionando ambos brazos a los costados, su cuello se tensó y atrevidamente acercaba sus labios para querer juntarlos con los míos.

—Ríete ahora, es bueno divertirse mientras se pueda —decía esto besando el dorso de mi mano. Se detuvo y me miró a los ojos— no vas a encontrar a nadie como yo.

Idiota arrogante.

—Es la idea —expresé con seguridad— con un cretino como tú, tuve suficiente.

De nuevo con sus falsos intentos de coqueteo.

—Bueno, el cretino... como tú lo llamas —hizo referencia a sí mismo a modo de presentación— ¡Volvió al mismo bando! ¡Que orgullo da ser saiyajin! ¡Yei! —exclamaba con fuerza y alzando los brazos a modo de festejo. Pero yo, sé perfectamente que ese entusiasmo es más falso que la inteligencia de Kakaroto— Lord Freezer cree que les haré falta aquí. De momento soy el sustituto de Nappa.

—Bien dices, de momento —respondí tajante, resaltando mi actitud indignada y el hecho de que me mantendría firme en mi postura— voy a hacer hasta lo imposible, no me detendré hasta que te largues de aquí. Vas a ser desterrado nuevamente y reparate... porque vas a sufrir, convertiré tu vida en un infierno.

—Auch —el mal nacido acarició mi cuello. Me enfrentó, cara a cara y con una postura para nada sumisa— por más princesa que seas, nunca superarás la autoridad de Lord Freezer. Él es a quien sirvo, ahora ¿Qué se siente? ¿Dime qué se siente que tu estúpido título solo sea un adorno?

Maldito.

—A quien sirves —recordé— porque sacrisficaste tu propio orgullo a cambio de unos insignificantes años de vida. Estabas al borde de la extinción, hiciste de las tuyas y no te quedó de otra más que cobijarte bajo las alas de nuestro peor enemigo ¿Qué se siente ser un asesino? ¿Que se siente traicionar a la tierra que te dió la vida?

—Bla, bla bla —ignoró mis preguntas y me sentí satisfecha porque lo conocía lo suficientemente bien como para reconocer que le dolió lo que dije— ¿Cuántas veces tengo que decirlo? Yo no los maté.

Mi pecho se comprime con violencia, la exasperación que me genera es tan grande.

—¡Los dejaste morir! —igual que hace muchos años, le grité lo mismo con impotencia en la cara— ¡Es lo mismo! —alegué llena de furia.

Koshiro suspiró pesado.

—Siempre es lo mismo contigo. Vegita, escúchame de una vez por todas y que te quede bien claro —uno de sus dedos se posó en la orilla de mi escote. Alejé su mano enseguida— ese es uno de los principales motivos, por el cual te abandoné. Eres aburrida.

—Tú no me dejaste a mí, yo...

Me interrumpió colocando su dedo índice encima de mis labios. Lo aparté con desprecio, pero Koshiro me sostuvo de la cintura con fuerza y acarició mi pelo.

—¿Tú que? Te volviste completamente loca por mí —el acusó y yo maldije en mis interiores—a pesar de todas mis fallas, aún con lo autosuficiente y arrogante que te crees. Me amaste. Y yo te amé... siempre voy a amarte

—Quítate —ordené.

—¿Por qué? —protestó, sin despegar el agarre que nos mantenía juntos como antes— ¿Aún te pongo nerviosa?.

No.

Me niego a...

—Eres un cerdo. Koshiro, estás casado —me enfadé por completo cuando sentí sus dedos tocarme por debajo de la armadura.

Por alguna estúpida razón, no podía despegarlo.

—Si, soy un cerdo —afirmó viéndome a los ojos— y tú sigues siendo la hembra más hermosa de todo el planeta Vegeta. Mi obsesión, mi amargura, a quien nunca pude tener bajo mis sabanas.

Sin vergüenza.

Me engañaba con cualquier prostituta que se le cruce.

—No vuelvas a tocarme —sentencié, sintiéndome por completo sucia.

—¿O qué? —nuevamente me desafío con osadía. Me separé de él pero volvía a aproximarse— ¿No me has superado?.

¿Quién se cree que es?.

—Te eh superado —aseguré con orgullo— soy la futura reina, provengo de la estirpe más cruel y sanguinaria de todo el universo. Soy la líder de una fuerte raza guerrera, la heredera de una nación. Tengo asuntos más relevantes de los que ocuparme, no me interesa la vida de un pobre diablo como tú.

Se quedó callado, después de oír mis palabras.

Siempre supe que me haría daño y aún así me dejé atormentar por sus falsas promesas y mentiras absurdas.

Lo sabía, mi intuición nunca se equivoca y debí acerle caso. Algo dentro de mí me decía que tenga cuidado con este sujeto.

—¿Hay algún hombre en tu vida? —dudó, traspasando ese silencio rotundo.

Ahora era yo quien se mantenía callada.

Solo porque no quería darle el gusto de burlarse.

En ese pequeño momento, mi mente se quedó en blanco.

—Lo sabía —reconoció en un aire superior. Se paseaba arrogantemente al rededor mío— pobrecita. No supera un amor de hace cinco años. Veggie ¿Quieres que te presente algún amigo?

Bastardo, no me vas a humillar.

Lo interrumpí.

—Si hay alguien.

¡Con un demonio!.

¿Por qué tenía que decir esa estupidez?

¿Ahora de dónde rayos saco a alguien?.

Por fortuna Koshiro me dio tiempo para pensar en algún nombre. Mi respuesta lo asombró y pese a que pasó un largo rato hasta que retomó el habla, no se me ocurrió nadie.

—Te felicito entonces —el de armadura azulada aplaudió en el aire— ¿Quién es? ¿Cómo se llama? ¿Es más fuerte que yo? ¿Tiene conquistados varios planetas?.

Sus preguntas, claramente eran solo para molestar.

-...

—¿O acaso es... —Koshiro fingió asombro— ¡Invisible!

Lo último lo dijo en un gesto exagerado e insoportable.

Insecto.

Deja de burlarte en mi cara.

—Es tan real, como que llevas un maní entre las piernas —es mi turno de burlarme— si quieres conocerlo, puedes acompañarnos a cenar en el restaurante del pueblo. Con tu esposa, esta noche —pacté una cita doble así como si nada, sin pensar las consecuencias de mis actos.

Maldita la hora en que dije la primera tontería que cruzó por mi cabeza.

—De acuerdo —el aceptó gustoso— ya como ansias de conocerlo.

—Y yo —le seguí la corriente en una sonrisa fingida— ya quiero conocer a tu esposa. Será interesante, ver qué sucedió después de mí.

—Lo mismo digo —coincidió, ambos fuimos el primer noviazgo del otro.

Estrechó mi mano, como si se tratara de dos grandes amigos que no se reúnen en años.

—Hasta la noche —saludé sin desistir de mi falsa amabilidad y me alejé por el pasillo.

—Hasta la noche —me devolvió el saludo, la misma sonrisa falsa.

Nos marchamos en diferentes direcciones.

Y había una propuesta nocturna a futuro.

Koshiro considera que por el simple hecho de no tener un novio, aun no lo he superado. Pff, si quisiera tendría cientos de novios y pretendientes comiendo en la palma de mi mano.

—Lo que hiciste, es realmente vergonzoso —una voz conocida interrumpió mis pensamientos— Vegita ¿En serio te importa tanto la opinión de tu ex?

Trunks.

Estaba recostada en una pared cercana, obserbandome con decepción.

Probablemente escuchó toda la conversación en silencio.

Odio que sea tan sigilosa.

—Desde luego que no —negué. Quería apartarme de su mirada acusadora.

—Entonces ¿Por qué actúas como una vil mentirosa? ¿Para complacerlo? —cuestionó.

—Para complacerlo, nunca, jamás —desairé su acusación e intenté explicarle cual era el motivo de mis futuros planes—: es porque cree que pienso en él y no lo eh superado. Tsk, bastardo —aclaré las cosas, pero Trunks al parecer no me creía una sola palabra— ¡Quiero demostrarle que mi vida es mucho mejor desde que el se largó! —justifiqué—¡No puedo permitir que se burle de mí tan descaradamente!

—¿Y a ti que más te da lo que ese traidor pueda opinar? —mi subordinada preguntó con una genuina indignación— no necesitas probarle nada a a nadie, mucho menos a ese imbécil. Majestad ¡Enfócate!. Lo que deberías hacer —ella aconsejó— es buscar la forma de expulsarlo del planeta pronto ¡Y de una vez por todas!. Koshiro no merece estar aquí.

—Lo haré, Trunks —literal, fue mi primera y única intención desde el minuto uno en el que lo ví deambulando— buscaré una forma. Pero... —condicioné— primero, debo demostrarle que estoy rotundamente enamorada y que tengo una vida perfecta desde que él se marchó. Lo hubieras visto, esa escoria no podía quitarme las manos de encima.

Trunks suspiró y me observó como si realmente no tuviera remedio.

—¿Y cómo vas a hacer eso? —la peli-lila habló de forma sarcástica— ¿Quiéres que me coloque una barba falsa y finja ser tu novio?

—No es mala idea —reconocí en su presunta broma y con la punta de mis dedos toqué su cabello llargo— además esta mentira no puede ser divulgada por muchas personas —opiné con mayor claridad— mi padre va a matarme si lo sabe.

Aunque, fastidiar al rey siempre fue uno de mis mayores hobbies.

Incluso le compraría un pene falso y obligaría a Trunks a cortarse el cabello para poder fingir y así taparle la boca a Koshiro.

—Vegita —mi dama de compañia se cruzó de brazos, desaprobando mi idea casi al instante— no voy a disfrazarme, solo para que tú puedas mentirle a ese idiota. Pídeme lo que sea, exepto eso.

Genial.

¿Para que te pago si no quieres acatar mis órdenes?

—Será una misión encubierta, muy bien remunerada —ofrecí.

—No —ella se rehusó.

Jmp.

—Entonces busca una solución.

Ella se detuvo a pensar.

—Te diría, que la única solución es la verdad —mi soldado habló y enseguida le reclamé con la mirada— pero te conozco y sé que no vas cambiar de opinión. Solo te queda una cosa por hacer.

—¿Qué?.

Trunks hizo una pausa y lo pensó antes de decirme.

Hasta que se armó de valor y en una sonrisa fanfarrona se animó a decirme.

—Usa a los muchachos —sugirió con demasiada simpleza— pídele a uno de ellos que sea tu novio.

—¿Esos ineptos? —consideré la propuesta— los tres son unos...

Trunks interrumpió.

—Saiyajins de élite —finalizó la oración en mi lugar— se supone que son lo mejor de lo mejor. Y si están muy fuertes y guapos, eso no lo puedes negar majestad.

—Tiene que ser alguien eficiente —re consideré en mi lugar— alguien sensato, amable e inteligente. Elegiré a Gohan.

—Gohan no llega a la mitad de su poder de pelea —mi fiel consejera objetó.

Buen punto.

—¿Qué hay de Goten? —propuse esta vez— es carismático, tiene una conversación fluida y puede coquetear con los ojos cerrados. Considero que es la persona indicada.

—¿Se da cuenta de que lo ideal es tener un novio más fuerte que Koshiro? —Trunks enfatizó— el único que rebasa su poder de pelea y que creo que lo haría exelente con las debidas recomendaciónes es...

No.

Otra vez no.

—Kakaroto —emití en un susurro.

—El único e inigualable —Trunks agregó, evitando reírse porque recibiría una paliza de mi parte.

—No te burles —reclamé de manera fastidiada.

—No me burlo —contuvo sus labios y los apretó en una pequeña sonrisa forzada.

Le dí un codazo para reprimirla.

Pero Trunks se reía a carcajadas.

Tengo que buscar al novato.

¿Acaso nunca podré deshacerme de él?

—Princesa Vegita —un soldado se hizo presente en nuestra conversación— el rey solicita su presencia.

—Voy enseguida.

Narra Goku.

Lo pensé un par de veces, antes de golpear la puerta de mi casa. Seguro todos estan muy contentos cenando en familia, este es nuestro momento favorito en él día y no quiero provocarles un mal sabor de boca trayendo mis conflictos. Papá no estará para nada contento si llego a contarle la verdad.

¿Admitir que renuncié a las tropas élite?

¿Fingir hasta que la princesa Vegita decida ejecutarme?

¿Qué es lo mejor?

—Provecho —entoné mientras avanzaba por el comedor. Ellos devoraban sus platos de comida.

En cuanto repararon de mi presencia, me sonrieron felices y de forma cálida.

—Bienvenido a casa —papá me recibió.

Había una persona más que se encontraba con ellos cenando en la mesa. La hija de la mejor amiga de mamá: Milk.

Todos comían a gusto mientras yo saludaba.

—Kakaroto —mi madre enseguida saltó a abrazarme— ¿Cómo le fue a mi valiente guerrero? ¿Prefieres que te sirva ahora? ¿O te darás un baño primero?

¿Baño?

Pero si me muero de hambre.

En cuanto a mi condición actual, estoy perfecto. Sin rastros de sudor, sin manchas de sangre, heridas o escombros como se acostumbra y esto es porque básicamente huí de mi misión asignada.

—Me fué muy bien —mentí— el trabajo por ahora está hecho. Iré a cambiarme y enseguida bajo a comer mamá.

—Apresúrate hijo —mi padre exigió en una sonrisa de costado— tu hermano y yo estamos ansiosos de escuchar tu primera conquista.

Bien.

A ver que se me ocurre.

Corrí cuanto antes a cambiarme y baje con mi habitual traje de combate. Me senté junto a Milk y después de saludarla comenzé a devorar todo lo que había en mi plato.

—¿Y bien? —papá indagó emocionado— ¿Cuánto tiempo duró la acción? ¿Cómo fueron sus planes de conquista?

Bebí un poco de agua.

Sus preguntas me tomaron por sorpresa.

—Al parecer, la cosa estuvo mejor de lo que se esperaban —Raditz mencionó divertido— menudo chupetón le dejaron a mi hermano.

¿Qué?

—¿Qué es esa marca en tu cuello hijo? —mamá me reclamó en una mirada severa— Kakaroto tú ¿Estás?

—No es lo que piensan —negué avergonzado.

Mi padre y hermano se reían.

Mamá me observaba con una cara de pocos amigos, desde la otra punta de la mesa.

—Mi niño, el está.

—Creciendo, está creciendo mujer —mi progenitor intentó tranquilizarla— es normal que lleve ese tipo de marcas.

—No es normal —mamá se quejó— mi hijo no es un pedazo de carne al que pueden marcar. Kakaroto, dile a la mujer que te hizo eso, que si vuelve a succionar a mi hijo como una sangijuela yo...

—Fue Goten.

—¿Goten? —mi papá y Raditz dudaron al unísono.

Ahora no solo creen que me dejo dar lengüita y chupones por cualquiera.

Piensan que soy gay.

Y todo gracias a la princesa Vegita,

Ella ¿Por qué lo hizo?

Se le fué la mano, esto duele un poco y además se ve muy morado como producto a mi palidez.

—Me mordió una serpiente —de nuevo volví a improcisar— Goten succionó el veneno. Por eso nos tardamos un poco más de la cuenta y por eso el chupón.

Un gesto de alivio de parte de todos.

Se supone que debía decirles la verdad.

En ese caso:

Lo que pasó, es que Nappa quería acusar a mi capitana de prostituta, por lo tanto tuve que irrumpir en su habitación para robar sus prendas íntimas y como consecuencia el muy psicópata me envenenó. Por eso la princesa Vegita succionó de esa forma mi cuello para extraer el veneno y darme mas tiempo de vida.

No.

No voy a decir eso.

Comimos en tranquilidad.

Les conté algunos detalles del viaje y como había resultado la "Conquista del planeta Cronos"

Cuando acabamos de almorzar, mi padre y Raditz tuvieron que irse puesto que los llamaron del cuartel general. Ayudé a mamá con los platos y después de que hizo todos sus quehaceres, fue al mercado a buscar víveres.

Me quedé a solas con Milk.

Ambos salimos al patio a tomar un poco de aire y más tarde ella dijo que necesitaba hablar de algo conmigo.

—¿Es tan espectacular como dijiste? —me interrogó de la nada.

La pregunta me tomó por sorpresa.

No entendí.

—¿Qué cosa?

—Estar en las fuerzas élite —aclaró. Se recostó sobre la hierba y no dejaba de mirarme— puede que tú familia te crea, pero veo la mentira en tus ojos.

—No es malo —afirmé— de hecho, es divertido ser un soldado. Entrenar, patear traseros, comer en los eventos reales ¡Si! ¡Creo que la última mi parte favorita! —mi sonrisa se desdibujó, cuando recorde lo de mi renuncia—pero no lo sé, considero que es malo arrebatarle la vida a inocentes, a rivales dignos de un combate, con historias de lucha y experiencias de vida diferentes. A veces, tengo que lidiar con el mal carácter de mi capitana. Igual considero que en el fondo no es tan mala.

—Suena —ella buscó una forma de definir mi trabajo— complicado ¿Quieres dejarlo? —Milk repreguntó esta vez.

—Ya lo dejé —confirmé y una sonrisa nerviosa se escapó de mis labios— estoy seguro de que van a decapitarme por eso. Le dije a mi capitana que no soy un asesino.

Ella me observó angustiada.

—Eso es terrible —muy asustada, buscó conectar mi mirada y la suya— debiste ser valiente y... estúpido, para hacer algo como eso.

—Prefiero morir, antes que vivir con la conciencia intranquila Milk —confesé.

—Defendiste tus ideales y principios —pensó en voz alta— sin importar el costo. Nunca antes, conocí a un saiyajin como tú Son Goku.

Me removí en mi lugar y le sonreí a boca cerrada.

—Y eso ¿Es bueno?

—Muy bueno —me aseguró sonriente.

Nunca antes me había fijado en lo linda que se ve Milk cuando sonríe.

—¿Milk? —la lamé un poco nervioso— ¿Qué era lo que querías decirme?.

—Si —habló apenada, como si lo hubiera olvidado— estoy trabajando en una taberna de noche y los clientes son muy abusivos y perversos. Sobre todo un tal Roshi que va a beber con frecuencia. Me preguntaba si tú —Milk juntó ambas manos a modo de suplica— ¿Podrías enseñarme algo de defensa personal?

Di un suspiro de alivio.

—Claro que si —acepté con entusiasmo— ¡Te enseñaré lo necesario para defenderte!

—Gracias, Goku.

Nos pasamos el resto de la tarde como maestro y discípula.

Le enseñé los movimientos básicos para que ella pueda ejecutarlos y le expliqué algunas cuestiones sobre las debilidades del adversario y el poder de pelea. Para mí sorpresa,  Milk era más fuerte de lo que esperaba.

Patadas, puños, llaves.

Golpe viene, golpe va.

Era divertido entrenar con ella.

Al principio fué algo torpe, pero luego sus golpes cada vez tenían más fuerza e intensidad. Le sugerí que continuemos otro día porque ya está anocheciendo y mi mamá de seguro está preocupada.

Ella aceptó y nos recostamos sobre la hierba a observar las estrellas.

—Perdón por lo del golpe —me disculpé al ver su mejilla de una tonalidad morada— se me fue la mano atacando.

Sentí mucha culpa por lastimarla.

—Descuida —ella ceptó mis disculpas y se giró para mirarme— aprendí mucho contigo hoy.

—Fue un placer entrenar contigo —confesé amistosamente.

—Goku.

Yo la observé confundido, mientras miraba detenidamente cada acción que ella realizaba. Había avanzado hasta mi y me dió un pequeño abrazo de agradecimiento al cual correspondí gustoso.

Entonces mi amiga me besó.

Me dió un beso en la mejilla que acaloró todo mi cuerpo.

—Gracias por todo —la peli negra agradeció con cierta timidez y un rubor exesivo adornaba sus mejillas.

Iba a responder, pero dos pies se pocicionaron justo detrás de mi cabeza. Seguido de esto, un par de mechones aterrizaron en mi frente causandome comezón y una voz astuta acortó mis palabras en seco.

—¿Terminaste Romeo? —comenzaba a acostumbrarme a esto, yo reconocía a quien le pertenecían esas palabras— levántate de inmediato. Tienes una cita conmigo en aproximadamente una hora.

—Princesa Vegita —la reconocí sin mucho problema.

¿Ella dijo?

¿Una cita?

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