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08︱ Capítulo ocho ⚔️

─EXTERMINIO─

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Narra Goku.

—¿Que es ese ruido? —dije algo adormilado.

Froté mis ojos, aún con pereza y me puse de pie junto a aquella camilla.

Estaba molesto por el susto que padeci a causa de ese ruido. Provenía desde lejos, pero aún así se escuchaba muy fuerte.

Era como ¿Una fiesta?.

Imposible.

Es una locura.

¿Quién sería tan lunático como para organizar una fiesta en un hospital?

Seguí mi instinto y avancé a una de las habitaciones que conducían al pasillo principal de abajo. Finalmente, me encontré con una habitación de lujo que era la responsable de tanto delirio.

—¡Qué porque un hombre le pagó mal, ya no se le ve sentimental! —escuché una voz cantar— ¡Dice que por otro man no llora! ¡¿Cómo dice Gohan?!. ¡Pero si le ponen la canción! ¡Le da una depresión tonta!¡Llorando lo comienza a llamar!

¿Por qué no me sorprende?

Goten.

Debí suponerlo.

—Quítate Goten —Gohan le reclamaba— ¡Por todos los cielos estamos en un hospital! Apaga eso.

Gohan se apartaba de Goten, el cuál saltaba arriba de la cama bailando de manera extraña.

Me reí fuerte ¿Y como no hacerlo?

Su hermano le propinó una cachetada qué lo hizo girar, a causa de sus exóticos movimientos de baile.

Parecía perro en celo, haciendo movimientos pélvicos cerca de su cara pálida.

Goten subió aún más a la música, continúo danzando como si no hubiera un mañana.

—¡Goten! —grité entrando en la habitación— ¡Se me rompió el oido!

—¡¿Qué?! —dudó aturdido.

—¡Me vas a dejar sordo! —volví a reclamar.

Era imposible comunicarse de esta forma.

—¡No! ¡No estás gordo! —negó levantando un pulgar en señal de apoyo.

¿Es estúpido o se hace?

—¡Apaga eso marrano! —la órden, esta vez la exclamó Gohan.

—¿Mi verga en tu mano? —Goten puso cara de asco— ¡Puaj! ¡Estás loco Gohan!

De seguro le estaba tomando el pelo.

—¡No! —intenté ayudar a Gohan a comunicarse— ¡Qué bajes el volumen!

—¿Te baja el lunes? —preguntó Goten confundido— ¡Ni que fueras mujer!

Gohan y yo nos observamos con cara de poker.

—De verdad se le va la mano —quejó su hermano,  golpeando su frente en una pared que había cerca.

—¡¿Que te rasque el ano?! —Goten gritó a todo volumen.

Intentamos apagar el equipo de música portátil. Siempre lo llevaba consigo y entre más y más forsejeamos por intentar arrebatarselo, no pudimos con él.

¿De verdad mamá?

¿Tenías que regalarle un equipo portátil para sus dieciocho?

¿Con lo fiestero que es?

No había caso de arrancarle aquel aparato.

Volaba de un lado a otro, esquivandonos y gritando que su cuerpo quería fiesta.

Su semblante cambió radicalmente.

Tenía una cara de temor puro.

De repente, apagó el equipo de música y una presencia femenina se hizo presente.

—P-princesa Vegita —Goten habló con nerviosismo— q-ue, linda, hermosa y espectacular amaneció hoy ¿Verdad muchachos?

—Y luego, yo soy el lame botas —Gohan susurró.

Me di la vuelta, encontrándome con la mirada furiosa de Trunks y la princesa Vegita.

Estaban enojadas con todos nosotros —bueno— específicamente, con Goten.

—¿Qué es este escándalo? —la princesa reprochó con seriedad— quiero una explicación que no sea estúpida y también el nombre del responsable. O los haré caminar sobre brasas calientes, en este momento —exigió.

—Fue Goten —Gohan y yo respondimos al untisono.

La mirada de la princesa Vegita se endureció aún más, como una madre regañando a su revoltoso hijo.

Golpeó su frente con el dedo índice y con algo de maldad esperaba una explicación de parte de mi amigo.

—Y-yo —trató de explicar.

—¿Cuáles son tus motivos para organizar una fiesta improvisada? —Vegita lo cuestionó autoritaria—. En un hospital, a las siete de la mañana —aclaró, dando a entender que era inaceptable.

—Estaba aburrido —Goten simplificó su escusa y fue honesto— además, tocaba celebrar la recuperación de mi amigo.

—¿Ah si? —la princesa dudó con una falsa amabilidad— pues voy a darte una tarea para que ya no estés aburrido. Insecto —la peli-flama se paseó de un lado a otro, considerando cual sería el castigo adecuado— ¿Que te parecen? Cincuenta vueltas al rededor de todo el planeta Cronos.

—¿Qué?

—Volando ¡Ya! —afirmó su castigo y apuntó con su dedo directo a la salida.

—En-enseguida —Goten asintió y le pareció algo reconfortante.

El castigo podría ser peor, desde luego.

Antes de marcharse, nos observó a mí y a Gohan con una mirada molesta.

—¡La traición! ¡La decepción hermanos! —nos gritó Goten desde el aire.

—Es un imbécil —la capitana quejó amargamente.

—Solo hace falta que alguien le enseñe a comportarse —Trunks coincidió, igual de fastidiada.

—¿Tú quieres enseñarle? —la peli-flama reclamó— yo no estoy para educar soldados incompetentes.

—Desde luego, no —la peli-lila se rehusó.

Gohan y yo solo las observamos conversar, esperando que ningún castigo fuera adjudicado a nosotros.

Al parecer, no era la intención de la princesa Vegita.

Su atención recayó sobre mi, observó mi cuello con algo de curiosidad.

—¿Cuál es tu estado Kakaroto?.

—Soltero, princesa ¿Por qué?

Ella se molestó por lo que dije.

Al parecer no estaba de humor.

—¡¿Como te encuentras de salud escoria?! —aclaró fastidiada.

—Ohh —ahora que la entendía, respondí con vergüenza—: Bien, me siento como nuevo.

Asintió, en señal de que esto le parecía bueno.

—Vístanse —ordenó nuestra capitana— Trunks y yo prepararemos la naves en un sitio alejado. Comenzamos con la eliminación masiva de este planeta en veinte minutos.

Tiene que ser una broma.

—¿Está hablando en serio? —la cuestioné indignado. Precioné ambos puños a mis costados por su falsedad e hipocresía— a pesar de que los habitantes de este planeta, me salvaron la vida y después de todo lo que dijo ¡¿Va a exterminarlos?! —me interpuse en su camino, lleno de rabia. Ella me dió la espalda— ¡Usted! ¡Les ofreció la salvación! —reclamé en disgusto— ¡Hizo un trato con ellos! ¡Capitana! ¿¡Qué clase de monstruo es usted?!

Nada.

Ni siquiera lo dudó, antes de golpearme fuertemente en la cara.

Siguió su camino con normalidad, ignorando mi presencia o mis reclamos.

Me frustra.

Está mujer, es imposible.

Es tan cruel.

Sanguinaria.

Y malvada.

—Es inútil que te enfrentes a ella —aconsejó Gohan— no la contradigas Goku, o vas a meterte en serios problemas.

Golpeé la pared con rabia.

—¿¡Cómo puede ser tan malvada?!

—Fue criada por dictadores, abusivos, oportunistas y degenerados —me recordó— no hacían más que aprovecharse del poder de su padre. Yo era un niño, pero todavía recuerdo como la golpeaban sin importar lo pequeña y frágil que era —Gohan contó su historia, con cierta nostalgia— nadie decía nada. La obligaban a entrenar hasta que su cuerpo aguante ¿Qué esperabas?. Ella no llevó la misma vida que tú —Gohan me dijo antes de marcharse— creció sin amor.

Me quedé sólo en el pasillo.

Afligido, por la decisión que tomó la capitana.

Lo que acababa de decir Gohan me dejó pensado.

Era injusto.

Era completamente descabellado pedir compasión de una persona como ella.

Vegita no conoce lo que es el amor, o la piedad.

Siempre la trataron como basura.

Le exigieron ser la mejor en todo.

La entendía, muy en el fondo la entendía.

Más que nada, sentía un profundo deseo de cambiar, aunque sea una pequeña porción de su carácter.

Quería convertirla en la buena persona, sé que en el fondo lo es.

Algo me dice que no es tan mala.

Solo es su forma de mostrarse.

Pero ella no es tan dura como aparenta.

Lo sé, porque cada vez que habla de su planeta o de su padre sus ojos brillan con una alta dosis de intensidad.

En esos microsegundos, no es la persona ruda o varonil de siempre.

Narrador omnisciente.

Después de sus respectivas tareas, todos se reunieron en una órbita alejada para planear debidamente el ataque.

—El hospital está desolado —Vegita los reunió a todos en un círculo confidencial— no había nadie esta mañana. Los habitantes se reunieron en un punto específico, para organizar un traslado de su planeta a una órbita cercana —comunicó con seriedad— al parecer, ellos fabrican tecnología para Freezer y a cambio obtienen minerales, alimentos y recursos para abastecer el planeta. Pero, parece que últimamente están actuando a sus espaldas. Los cronianos fabrican una máquina de termo fusión para poder exterminarlo.

—Y esa máquina ¿Habría logrado tal cosa capitana? —Gohan dudó.

—No. No es posible —negó esta vez Trunks. Algo como eso le parecía inverosímil— estas personas están fastidiando a Frezzer. Si lo consideramos, podríamos usar está discordia a nuestro favor.

—Tal vez secuestrando su tecnología y dejando vivos a los más listos —sugirió Goten— ingenieros, médicos, científicos y programadores.

—Buena idea —halagó Trunks— podemos obligarlos a trabajar para nosotros en el planeta Vegeta.

—Lo ves amor, ya hasta completamos las ideas del otro —Goten opinó emocionado.

Se acercó de forma pervertida a la peli-lila, recibiendo un codazo de su parte y los demás se reían a causa del espectáculo.

Había alguien que se encontraba un poco disperso.

Permanecía alejado del grupo y con un semblante de disgusto.

Goku.

—¿Qué crees Kakaroto? —la princesa intentó incluirlo.

El saiyajin le dió la espalda, causando disgusto en ella; sin embargo, ignoró la ira que le provocó y prosiguió explicando el plan.

—Goten, tu atacas por el oeste —Vegita indicó— Trunks, tú por el este. Gohan, vas al sur acompañado de Kakaroto y yo me encargo de...

—A mi no me incluya en sus atrocidades —el Son le exigió molesto— no voy a ser cómplice de la masacre.

—¡Kakaroto! —Vegita repitió su nombre, gritando a los cuatro vientos en completa vanidad— te traje aquí para que cumplas con tus obligaciones ¡No estás de paseo! ¡Y no eres una planta a la que...

Volvió a interrumpirla.

—Diga lo que quiera, en cuanto lleguemos al planeta entregaré mi renuncia.

—¡No vas a...

Como un pequeño niño ofendido, se montó en su nave y redirigió el cursor de nuevo al planeta Vegeta.

En menos de diez segundos despegó, dejando a los cuatro soldados plantados allí en su lugar.

La princesa Vegita lanzaba humo por las orejas —hipotéticamente hablando— pues su furia era innegable y se notaba a kilómetros de distancia.

—Maldición, voy a hablar seriamente con él cuando regrese —quejó la soberana.

Ni Gohan, ni Goten querían saber cuáles serían las consecuencias de sus actos.

Trás ese desplante de rebeldía, de seguro sería un castigo muy grave.

Horas más tarde.

Secuestraron a sus futuros prisioneros, teniendo en cuenta sus capacidades y las necesidades del planeta.

Llevaron con ellos a:

Cinco médicos.

Cuatro biólogos.

Dos informáticos.

Y diez científicos.

Eran los mejores del lugar.

Bolas de ki, ataques y el planeta entero consumido por la desesperación y la rabia.

Aquella princesa había quebrantado su juramento y a pesar de eso, no sintió ni un poco de culpa por la aniquilación del planeta Cronos.

Vegita ya estaba acostumbrada a ese tipo de cosas (o eso era lo que creía ella) pero cuando hubo acabado con su misión, un dolor punzante invadió de golpe su pecho.

Recordó las palabras emitidas, por los secuaces de Freezer en el comunicador.

Y pensó, que próximamente la misma situación se podría ver reflejada en el planeta Vegeta.

Estaba echo, planeta Cronos eliminado.

Vegita comunicó la noticia a través del radar. Con quinientos planetas conquistados y completamente satisfecha por la labor de sus soldados.

Los cuatro partieron de regreso a su planeta natal.

Había una reunión de equipo cuando llegaron y les fue inevitable no unirse dada la condición de la princesa.

Vegita les permitió a los soldados partir a sus hogares.

Ella estaría ocupada con todo el asunto del registro de planetas, que se estaba llevando a cabo en el gran salón.

Tsk, estúpidos protocolos reales.

La soberana maldecía por lo bajo.

Como si no estuviera cansada, ahora tenía que lidiar con esto. Y más tarde, se suponía que debía asignar un castigo para el insecto de Kakaroto.

Marchó por todo el palacio a paso firme y decidido, canturreando la molesta canción que Goten le había pegado inconscientemente.

Lo que nunca se imaginó, fue encontrarse con aquella persona.

Esa persona que la confundió profundamente en el pasado.

Por quien sentía tanto dolor y rencor.

—¿Por qué no te fijas por dónde vas? Idiota —la peli-flama se quejó, estampando su naríz en el pecho del contario.

—Veo que tu carácter no cambió para nada, Veggie.

Un pelinegro alto y fornido le mostró una amplía sonrisa de boca cerrada. Esa sonrisa que la hizo suspirar en ocaciones durante tanto tiempo.

Esa forma de llamarla le removió muchos recuerdos y un pasado para nada gustoso.

Tuvo que alzar la vista porque el sujeto era increíblemente alto.

Se cruzó con esos ojos que muchas veces le habían mentido, con esos labios que alguna vez juraron quererla sin medida.

Él era la única persona por la que alguna vez sintió amor.

Su ex:

Koshiro.

—¿Tú? —lo reconoció en el instante— ¿Qué haces aquí?

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