06︱ Capítulo seis ⚔️
─VENENO─
Aclaración: la narración empieza, previamente a la confrontación de Nappa (que es en lo que acabó el capítulo anterior) .
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Narra Goku.
—Confirmado, quieres morir joven —Goten comentó a mis espaldas. Me seguía el paso, sin dejar de repetir que esto era una pésima idea.
Corrimos por los largos pasillos del palacio.
Y muy por el contrario, de lo que nos ordenó la capitana y también ignorando el llamado de la sub-capitana Trunks, nos desviamos del camino y re dirigimos nuestros pasos, en la dirección contraria.
—Entiende, tenemos que encontrar esas bragas. Solo así podemos ayudar a la princesa Vegita —insistí, comentando a medias cual era mi futuro plan— ¿De verdad quieres que ese mal nacido revoque su cargo?
—Claaaro —mi amigo alargó las palabras, para después observarme de manera extraña— tu finge ser un héroe. Total, te lo van a agradecer de por vida y van a montar una escultura en tu honor. Goku ¿Quieres que nos despidan en nuestro primer día?
—No nos van a despedir —aseguré con calma— ni siquiera van a notar que llegamos un par de minutos tarde. Es cuestión de encontrar las prendas íntimas en la habitación de Nappa y después marcharnos, antes de que Tarble nos vea.
—Prendas íntimas —mi amigo se burló de mí, en una ligera carcajada— que elegancia la de Francia ¿Por qué no lo llamas por su nombre y ya? ¡Hay que encontrar la tanga!
Dos mujeres pasaron cerca de nosotros.
Y nos miraron con una expresión divertida.
Le cubrí la boca a Goten y advertí que no podía gritar tan escandalosamente el plan a los cuatro vientos. Se supone que era confidencial y que nadie debía saber que nos infiltríamos en la tropa de Tarble.
—¿Quieres no decir eso? —supliqué avergonzado— es algo privado. Y... la gente no debería saber, que buscamos con diligencia los calzones de la princesa Vegita, podrían tacharnos de pervertidos.
—Si fueras un tasador de ropa interior femenina ¿Dirías que la tanga de la princesa tiene valor?
—No vamos a venderla, Goten. Por todo quieres hacer negocio y ya deja de llamarle de ese modo.
Él me interrumpió.
—¿Qué tiene de malo? —cuestionó de regreso— mi mamá de seguro uso una, también la tuya, y ... uff que sexy se vería la sub capitana Trunks usando una tanga.
Golpeé su hombro.
—Eres un pervertido —desde luego eso era una obviedad. Tenía que dejar de divagar y concentrarse en cual es nuestro verdadero objetivo— lo importante —le recordé— es ayudar a la princesa. Si ella está a salvo, nosotros también lo estamos.
—Claro, supongamos que realmente te importa nuestra primera chamba y quieres proteger la integridad de nuestro escuadrón —el ironizó y de nuevo intentaba molestarme— espero que al tratar de ayudar a tu noviesita, no nos corten la cabeza a ambos —discutió de brazos cruzados— ese sujeto es igual de robusto y grande que tú y yo juntos. Tiene experiencia en combate, y en lo personal: su ki hace que me orine en los pantalones ¿Cómo vamos a enfrentarnos a él?
Nappa no representa una amenaza para nosotros.
No tenemos nada que perder.
—Si que eres gallina Goten —esta vez me quejé en su lugar— somos dos contra uno, eso nos da una ventaja. Además, que no se te olvide que podemos darle batalla, tenemos con qué.
—No lo sé —por mucho que lo intenté no logré cambiar su actitud pesimista— si no conseguimos la tanga, la princesa Vegita se va a molestar. Ella va a castigarnos —advirtió— y no precisamente como tú quisieras.
—¡Goten! —le reproché de nuevo. Yo no tenía segundas intenciones en esto, por el contrario de lo que el pudiera pensar— lo hago por el bien del equipo y si tomas dimensión del problema, esto también incluye el futuro del planeta Vegeta ¿Tarble sería un buen rey para tí?
Se lo pensó por unos segundos y después reaccionó con una mueca de repelencia.
Ese sujeto, no tenía ni idea de donde se encontraba parado. Por el contrario de la capitana.
Mi papá, antes se dedicaba a entrenar a las tropas interinas; era una minoría de soldados, que estaba conformada por un gran número de infantes, los cuales habían sido catalogados con un poder de pelea potencialmente exponencial. Siempre dijo que el hermano de Vegita era nada, en comparación a la princesa, según él se la pasaba holgazaneando y la a veces, ni siquiera asistía a los entrenamientos rutinarios.
Papá no paraba de decir, que si ella resultaba ser la elegida por el rey para ocupar el trono, apoyaría su gobierno firmemente. Sostenía, que desde pequeña la princesa Vegita se formó —y no solo a nivel de combate— también sabía mucho de comercio y economía intergaláctica.
Yo, no entendía absolutamente nada de política. Tampoco tenía interés de opinar y cada vez que mi papá tocaba el tema, un mono sujetando los platillos se visualizada en mis pensamientos. Igualmente lo oía (o pretendia hacerlo) fingiendo a la perfección que entendía cada palabra de lo que dijo.
En fin.
No sé nada, pero una sola cosa tengo en claro:
Con Tarble gobernando, el planeta entero se hundirá en la más profunda de las miserias.
El hermano de Vegita siempre creyó que por el simple hecho de ser un hombre, el rey le cedería el reino en bandeja de plata.
Obviamente se equivoca.
Pero un paso en falso y las acusaciones sembradas en contra de la princesa, podrían perjudicar su acenso al trono y por consecuente, darle el gusto de convertirse en el próximo rey.
—Tienes razón —reconoció— nadie, gobernaría el planeta mejor que tu novia.
—No es mi novia.
—Pero brincos dieras —Goten siguió molestando.
—No me hagas llorar ¿Quién quisiera una novia así? —cuestioné en forma retórica— es cascarrabias, terca, orgullosa y además, me habla bien feo cada vez que estoy con ella.
—Y así y todo, la miras como si fuera el plato de tu comida favorita —me acusó entre risas— ¿Te imaginas si te trata bien?
—Ya deja de molestarme con ella.
—Lo haré —Goten aceptó— cuando dejes de ser tan obvio ¡Ella te gusta!
—Apenas la conozco —me defendí de sus tontas acusaciones.
¿Gustarme la princesa Vegita?
¿A mí?
¿Qué clase de masoquista psicópata cree que soy?
—¿Y ustedes qué hacen aquí? —alguien nos interrumpió en plena charla.
Al menos ahora, sabemos que íbamos en la dirección correcta.
Ya no hace falta buscar a Nappa. El está frente a nosotros y nos mira con una cara de pocos amigos, que de seguro asustaría a mi perro. Bueno, en realidad no tengo un perro, pero si tuviera uno, él estaría asustado.
—¡Tú! —Nappa exclamó a todo pulmón— ¡Eres el maldito bastardo que ocupó mi lugar en las tropas!
—Claro que no, amigo —mentí para escapar del problema— me confundes con alguien más.
Si, como no.
Nadie (además de mí) tiene el cabello tan absurdamente disparatado.
Como siempre, gracias papá.
Tu genética me ayuda mucho a ocultarme.
Nappa se acercó y acortó la poca distancia que nos separaba. Ni bien tuvo la oportunidad, atacó sorpresivamente mi cuello. Lo estrujó entre sus manos, cada vez imponía más fuerza y presión sobre su agarre y yo intentaba zafarme, pero me arrastró en la dirección opuesta y después —sin dudarlo— me azotó contra la pared de tonalidad dorada.
Apenas podía respirar.
Era astuto y tenía mucho conocimiento sobre cómo crear llaves de combate. Podía crear trabas, y en cuestión de segundos inmovilizar a su adversario.
Ni siquiera te permite contra-atacar.
Cobarde.
En este caso, con solo un movimiento había sido capaz de drenar todo el aire en mis pulmones.
Ya me quedó claro: el sujeto es peligroso.
Tengo que alejarme de él, de inmediato.
Siento como entierra sus uñas muy profundamente en mi carne y la piel comienza a tornarse morada. Sus dedos se oprimen y una sonrisa sádica se asomaba en su rostro.
No entendía porqué Goten no hacía nada para detenerlo.
Es obvio que a este tipo le gusta jugar sucio. No tenía el valor suficiente de enfrentarme, sin recurrir a algún tipo de truco o artilugio barato.
Mi amigo hizo unas señas extrañas a sus espaldas.
No las entendí.
Permanecí así por un par de segundos... y cuando creí que iba a desvanecerme, Goten lo empujó y finalmente el sujeto calvo se dignó a soltarme.
Abastecí nuevamente mis pulmones con aire.
Después de ese pequeño momento, en el que me sentí al borde del colapso, respiré con dificultad y me costó un poco volver a incorporarme.
Goten me protegió de otro presunto ataque y se posicionó delante de mí, para que pueda regular mi respiración de manera correcta.
—Hey —lo saludó calmado— tranquilo amigo. Vas a perder el cabello si sigues haciendo tantos corajes.
Mí amigo creó distancia entre los dos, formando una pequeña brecha con sus manos.
No es momento de tus chistes sarcásticos Goten.
—¡Cállate o te daré una paliza a tí también desgraciado! —el calvo lo amenazó colérico— cuando termine lo que tengo que hacer, acabaré con los dos—Nappa se detuvo y nos observó sospechoso—. Ustedes ¿Qué demonios hacen aquí? Este no es su lugar.
—Nosotros —intenté excusarme.
—Ya nos vamos —Goten intervino con rapidez— somos nuevos. Ya sabes, nos perdimos de camino al nombramiento y terminamos aquí —explicó ayudándonos a salir de la incómoda situación— ya recordé, milagrosamente, cual era el camino a la sala de tronos. Vámonos Goku.
Le reproché con la mirada.
¿Qué pretende hacer?
Todavía no hemos encontrado lo que vinimos a buscar.
Goten me arrastró de regreso al pasillo.
Los dos caminábamos bajo la atenta y frívola mirada de Nappa.
Una vez que estuvimos lo suficientemente lejos, nos detuvimos para hablar sobre el asunto.
Goten sonrió victorioso, después de guardar silencio por un rato y fingir que era el hombre misterio; presumió delante de mis ojos, las pantaletas de la princesa Vegita. Las agitaba de un lado a otro con orgullo, como si fueran la bandera nacional.
—¿Las conseguiste? —dudé con emoción, realmente no podía creerlo.
Finalmente decidió responderme.
—Cuando ese calvo te extrangulaba, se las arrebaté de su bolsillo —explicó, igual de emocionado que yo— tengo manos de ninja. Por suerte, pude distinguir el emblema y gracias a eso, me di cuenta de que llevaba los calzones en su pantalón.
—Goten ¡Eres un genio! —lo felicité— la princesa Vegita va a estar más que feliz.
—Si que si, Romeo —festejó en una gran sonrisa, después me codeó con picardía— se las devuelves tú ¿De acuerdo?
Antes de que pueda responder, el depósito la prenda en mi mano.
—Pero...
—No es momento de hablar, distractor de calvos —el caminó y yo lo seguí, ignorando el absurdo apodo que me había otorgado. De regreso al que debería ser nuestro paradero original: la sala de tronos— el nombramiento está esperándonos.
¡El nombramiento!.
¡Por poco y lo olvido!
¡Van a matarnos por llegar tarde!
De seguro está por acabar.
Tardamos un par de minutos en encontrar "El gran salón". Cuando llegamos, vimos que un gran disturbio se estaba formando.
Nappa era el protagonista de dicho disturbio, junto con la princesa Vegita (quien estaba aterrada) y se veía como poco a poco comenzaba a palidecer.
La observé con atención, pude descubrir que una pequeña vena en su frente latía de manera nerviosa y alterada.
Tranquila majestad.
Este problema, ya tiene solución.
Narrador omnisciente
Nappa captó la atención de todos los presentes. Los miembros del consejo, soldados, comandantes, la realeza y la plebe, esperaban expectantes aquella prueba.
Algo, que ponga en duda la integridad de su futura reina.
El sujeto de notable estatura, rebuscó entre sus pertenencias aquella prenda con la que había acusado a Vegita de ser la peor reina del mundo.
Nada en el cinturón, nada en la armadura, nada en los bolsillos traseros.
No supo que decir ante la mirada furiosa del rey Vegeta, quien no estaba para nada contento con la noticia.
Vegita rogaba internamente que aquél calvo no encuentre las falsas pruebas que consiguió para difamarla.
Y así fue.
—Y-yo —Nappa se excusó, con el peso de todas las miradas sobre él— ¡Su hija trató de tener intimidad conmigo señor! ¡Lo juro! ¡Es una maldita zorra que se jacta de ser la mujer perfecta!
Abucheos, gritos, la mirada de desprecio proveniente del rey Vegeta y de Tarble.
Desde el primer momento, dudaron de aquella calumnia.
—Nappa, debería darte vergüenza —el segundo hijo de sangre azul, lo reprendía con molestia.
Vegita, Trunks y Gohan se encontraban alegres.
—Que estupideces estas diciendo. Idiota —Vegita se bufó triunfante— ¿Yo? ¿Querer intimar contigo? ¡Primero lo haría con el primer idiota que se cruze en mi camino! —alegó sin dejar de sonreír, a causa de la felicidad— ¡Kakaroto por ejemplo! —la princesa bromeó.
Cómo siempre fue ovacionada y aclamada por sus súbditos. El sujeto calvo se convirtió en el asmereír de todo mundo y ahora, este pequeño rumor estaría en la boca del planeta entero.
Un avergonzado Goku, comía frituras en una mesa alejada del fondo.
—¡Llévenlo al calabozo! —el rey ordenó esto enseguida.
Con Nappa encerrado y la gente sintiéndose conforme, la ceremonia real prosiguió lo más tranquila posible.
Todas las tropas fueron presentadas, tomaron lo necesario para partir rumbo a sus planetas, los cuales eran designados por los jefes de tropa.
Para nuestro escuadron preferido, el primer planeta a conquistar era sencillo.
Vegita reunió a los suyos y mientras el conteo regresivo comenzaba, hizo algunas recomendaciones rápidas.
—Nos vemos en el planeta Cronos. Estaremos llegando a más tardar, mañana por la noche —informó la peli-flama— Trunks y Gohan se reunirán en el pueblo más cercano, harán contacto con los civiles y su tarea designada será medir el poder de pelea de los habitantes y quiero que me mantengan al tanto de todo —indicó— Kakaroto, Goten y yo, recorremos el perímetro del planeta para iniciar un plan de ataque.
—Uuuuhh —Goten susurró en el oído del Son, con una mirada pervertida— me siento la tercera rueda.
Recibió un cachetazo en la nuca, por parte de su capitana.
—No seas insolente. Kakaroto y yo somos los únicos que pueden transformarse en súper saiyajin. Antes de comenzar a purgar, quiero que se reúnan con nosotros —habló de manera sensata, dirigiéndose a Gohan y la sub-capitana Trunks— si ocurre alguna emergencia que supere sus capacidades, volverán de inmediato.
—Entiendo —Goten entonó con una mirada seria, aceptando el merecido golpe de su majestad— pero, Trunks y yo estamos pre-destinados por un lazo muy especial, es muy fuerte. No podremos concentrarnos si nos mantenemos lejos el uno del otro. Sobre todo, hay una gran tensión sexual y atracción física por parte de ella hacia mi persona, se descontrola si no estoy cerca. Por lo mismo, considero que es indispensable para la efectividad de la misión, que ambos estemos juntos.
—Pero —Gohan interfirió.
—Y solos —aclaró Goten.
—Hermano, lo que dices no tiene sentido.
Trunks entornó los ojos.
Goten la observaba de una forma nada discreta.
Vegita se contuvo para no reír en ese preciso momento. A ella le encantaba fastidiar a su dama de compañía y decidió lo siguiente:
—De acuerdo, soldado.
Pese a que Trunks la observó suplicante, llevó a cabo el malicioso plan que tenía entre manos.
—Trunks, ve con Goten a inspeccionar el pueblo —la soberana, así lo dispuso en una sonrisa socarrona. Ganándose el festejo (y la desaprobación) de sus soldados— Gohan, te reunirás conmigo y Kakaroto en la montaña.
—A la orden capitana —Gohan obedeció, para acto seguido, disponerse a subir a su nave.
—Pero —Trunks la cuestionó frustrada— ¡Vegita! ¡No puedes hacerme esto!. Es un castigo, estar sola con él —la peli-lila, señaló con molestia a su compañero de tropa.
—Tienes que tolerar a tus semejantes, Trunks —se excusó la soberana— disfruta de tu tiempo de calidad, con el soquete.
Sus quejas fueron en vano. En lo que Trunks le reclamaba a Vegita, esta se recargó en el asiento acolchonado de su nave, para poder iniciar el despegue.
Solo faltaba que la peli-lila, Goku y Goten se monten en las naves individuales.
—Primor ¿Tus pantalones son de Marte? —su pretendiente la retuvo antes de que pudiera despegar.
—¿Qué?.
—Porque esas nalgas son de otro planeta, bebé —Goten remató su coqueto inicial. Se esforzaba al máximo por tratar de conseguir su mejor sonrisa.
Trunks, luciendo fastidiada, pulsó él botón de despegue, con intenciones de alejarse lo más rápido posible de él (y casi) apretó sus dedos cuando cerró con fuerza la compuerta de la nave.
Goku observada todo con diversión.
Dio un último vistazo a su planeta natal, antes de partir directo a su misión en el planeta Cronos.
Todo estaba en condiciones de despegar.
Partieron rumbo a su destino con mucho ímpetu y hambre de gloria.
En el caso de Vegeta, llegaría a su récord de quinientos planetas conquistados.
Al día siguiente la noche era demasiado oscura. Las cápsulas caerían en el mismo sitio, pero en un espacio geográfico diferente.
Goku se sentía muy nervioso respecto a su primera conquista. Aguantó y decidió que lo mejor para él y su familia, sería soportarlo.
Cuando llegaron, buscó a la princesa Vegita en todo el planeta. Finalmente la divisó, muy a lo lejos.
Estaba debajo de una cascada.
El agua caía en forma pasiva y armoniosa.
Cronos parecía ser un lugar precioso: el paisaje, los animales, los frutos y el ambiente cálido y apacible.
Destruirlo, sería un acto de crueldad absoluta.
¿Cómo destruir algo tan hermoso?
—¡Kakaroto! —su capitana lo llamó.
Y después de que escuchó su voz, regresó al mundo real. Estaba tan distraído observando los alrededores, que no percibió el momento exacto en el que la suela de sus zapatos hizo contacto con tierra firme.
Ahí estaba Vegita, cubierta solamente por una toalla de baño. Al parecer, aprovechó el agua que fluye de la cascada para poder refrescarse un poco.
—Buenos días Capitana. En realidad, noches —la saludó y por alguna razón sintió un poco de nervios revoloteando en su estómago.
—Buenas noches —ella le devolvió el saludo, con cierta indiferencia.
A juzgar por su mirada intolerante, se venía un reclamo muy fuerte.
Goku se detuvo preservando cierta distancia y escuchó lo que la princesa tenía para decir.
—Que sea la última vez, que llegan tarde a un evento real —advirtió amenazante— o voy a...
La interrumpió.
—Estabamos intentando recupe... —una cachetada seca le fue propinada en la mejilla derecha. Goku se restregó el golpe repetitivamente, el impacto fue muy seco y dejó una marca—. Disculpe, no la dejé terminar.
—No vuelvas a interrumpirme, o te arrancaré los testículos.
De nuevo le frustraba su forma de ser.
El intentaba llevarse bien con ella, pero sólo recibía como respuesta ciertas actitudes hostiles. Escuchó alrededor de cinco minutos los reclamos de su testaruda capitana, no paraba de hablar y el saiyajin permanecía en su sitio, pretendía no mover un solo músculo.
—Agradece que Nappa montó un espectáculo. Gracias a eso, no solicitó un robo de puestos, porque si lo hacia ¡Y tu no estabas! ¡Tendría que despedirte! —ella se quedó callada a causa del silencio extenso de su subordinado— ¿No vas a decir nada?
—¿Puedo? —Goku interrogó.
—Si, pero que sea rápido.
Le dió la espalda a su soldado, al mismo tiempo que lo escuchaba arrojar sus excusas, pretendía buscar la armadura que necesitaba para cambiarse.
El Son iba a hablar, pero la espalda descubierta de su futura reina, casi le produce un infarto. La tela se deslizó lo suficiente como para mostrar los hoyuelos que se formaban en la parte baja de su espalda, milimetricanente más abajo, se ubicaban sus glúteos.
Su soldado juntó nuevamente ambos extremos de la toalla, viéndose envuelto en una especie de abrazo, en el pretendía evitar que Vegita se desnude.
—¿Qué hace? —Goku dudó con nerviosismo, obligándola a cubrirse a toda costa.
—Voy a cambiarme —la princesa explicó con simpleza. Se encontraba algo aturdida y extrañada por la actitud de Kakaroto.
—Pero —el muchacho de cabello alborotado sostuvo los bordes de la toalla, aún con fuerza. Ignorando por completo, el hecho de que acunaba sus pechos por encima del palo humedo— ¿No le avergüenza desvestirse? Yo estoy aquí.
—¿Por qué debería avergonzarme?
Las manos de Kakaroto bajaron un poco más, para encontrarse con las suyas. Ella insistía en deshacerse de la toalla, pero el contrario persistía presionando una de sus manos al rededor de la cintura de Vegita.
Sintió como su agarre se intensificaba y como su pelvis se recargaba peligrosamente contra su trasero, encajaba a la perfección, generando una especie de fricción —y eso— a la futura reina le producía cosquillas en el estómago.
La princesa suspiró pesadamente.
Si giraba su cabeza hacia un lado, de seguro se toparía con sus labios. Podía sentir la respiración acalorada de Kakaroto, impactando encima de su cuello.
—Como te dije, así funcionan las cosas —su alteza itentaba pensar en otra cosa, que no sean las grandes manos de Goku sobre las suyas y lo afortunada que sería una mujer, a causa de esos dedos tan largos. Maldijo en sus interiores, ella se conocía a la perfección y una vez que comenzaba a mal pensar las cosas, no había vuelta atrás— nosotros hacemos todo juntos. Tenemos por costumbre bañarnos y vestirnos en el mismo sitio ¿Es ese un problema para tí?.
—Bueno, usted se merece tener privacidad —Goku se separó de ella sintiéndose avergonzado. Le dió la espalda a la capitana— de hecho, todos merecemos eso.
Ni siquiera él entendía ¿Por qué le costaba tanto asimilar el hecho de que Vegita se encuentre desnuda?
Si fuera otra persona, probablemente ni se inmutaría.
—¿Nunca has visto a una mujer desnuda? —su capitana lo interrogó, estaba de espaldas, pero podría jurar que el rostro de Kakaroto se encontraba completamente rojo.
La pregunta de la egocéntrica heredera lo dejó por completo sin habla.
Negó, en un color rojizo.
Vegita le acarició un poco los hombros, en una sonrisa divertida y comenzó a trazar un recorrido con sus dedos. Se deslizó por la longitud de su columna.
—Supongo, que usted a visto muchos hombres desnudos —el peli palmera habló con cierta torpeza. Se sacudió a causa de un pequeño escalofrío y un nudo se formó en su garganta.
—Bastantes —admitió sin pudor alguno— pero, ninguno ha conseguido ganarse mi admiración.
El Son se tensó de repente.
—¿Podría dejar de hacer eso? —pidió afable.
Se refería a los masajes que Vegita repartía sutilmente en su espalda.
Al menos, no se aburriría.
La princesa se encargaría de poner a prueba la inocencia de Kakaroto.
Le divertía verlo sonrojado.
—¿Por qué? —dudó cerca de sus labios— ¿No te gusta?.
El saiyajin tomó una distancia prudente de la soberana, recordó aquel tema del que quería desprenderse y hablar, ni bien la divisó en aquella cascada.
Tragó saliva, para después buscar en su armadura aquella prenda que le pertenecía a la de cabellos en forma de flama.
—Es suyo —Goku le extendió un conjunto de ropa interior azul.
La sonrisa burlona que tenía en su rostro, se desdibujó.
Ahora estaba confundida.
—Ustedes ¿Cómo...
—Esa fue la razón por la que llegamos tarde, capitana —Vegita lo escuchó con atención— intentamos infiltrarnos en la habitación de la tropa de su hermano, pero Nappa nos encontró de camino y por poco casi consigue extrangularme. Mientras él se dedicaba a atacarme, Goten (quien estaba conmigo) logró ver que llevaba sus pertenencias privadas y las recuperó de su bolsillo. Así fue como conseguimos arrebatarle sus prendas íntimas y después corrimos de regreso al nombramiento —explicó el peli-palmera.
La soberana analizó lo que el saiyajin acababa de contarle.
—Así que ese infeliz, si tenía pruebas para acusarme —meditó con furia. Tomó aquella fina tela entre sus manos y la apretó— Maldito bastardo. Tsk ¡Nadie les pidió que hicieran esa tonteria! ¡No tenían porqué inmiscuirse en mis asuntos!
—Un gracias, estaría bien —el Son se encogió de hombros. Se veía desepcionado.
Vegita se colocó rápidamente su armadura, peinó su larga melena en silencio.
Algo aburrido, Goku decidió romper el hielo, con una cuestionable pregunta.
—¿Por qué hacen esto? —el Son se sentó sobre una roca que estaba en el suelo. Tenía la cabeza reposada en sus propias rodillas.
—¿El qué? —la princesa preguntó de igual forma.
Silencio espeso.
Estaba buscando las palabras justas, para no desatar una guerra con su superior.
—Invadir planetas, matar, asesinar a fuerza bruta —todo esto lo dijo indignado— podríamos vivir con tranquilidad. Si el planeta se manejara de otra forma, lograríamos estar en paz.
Vegita lo observó con molestia, como si hubiera dicho la tonteria más grande del mundo.
—Si claro ¿Y jugar a la casita de muñecas con Freezer? —la peli-flama entonó de manera sarcástica.
Freezer.
La amenaza más grande de todos y cada uno de los saiyajin's.
Era impresionante, como un sujeto de tan corta estatura podía generar ese pavor.
—Quizá si buscarán aliados —Goku sugirió esto de manera pensativa— acabaríamos con el reinado de Freezer y la paz dominaría el universo. Piénselo, si los planetas se unen con el fin de destruir a un enemigo en común, no habría más problemas en todo el sistema solar. Una última batalla, sin tantas bajas que provengan de nosotros, sin sangre inocente manchando nuestras manos. Los guerreros más fuertes de cada planeta, unidos, y en contra de la tiranía de Cold y Lord Freezer.
La idea no sonaba mal.
Pero el problema era el siguiente:
¿Cómo le pides a alguien que aprendió a golpear antes que hablar, que deje de hacer eso que toda su vida le inculcaron?
Era como pedirle al sol que no brille.
O a un cantante que no cante.
—Escucha —la princesa frunció el ceño en una expresión dura— somos saiyajin, tenemos sangre guerrera que corre en nuestras venas. Hay que fortalecernos, algún día acabaremos con ese desgraciado. Pero, por nuestra cuenta Kakaroto ¿Crées que alguien de este planeta o de cualquier otro dudaría antes de exterminarte? ¡Reacciona! ¡Actúa como lo que en realidad eres!. No hay espacio para débiles.
—No soy un asesino —se negó.
—Una vez que conquistas tu primer planeta, los demás son pan comido —Vegita seguró con una sonrisa sádica— ninguna vida, vale más que la tuya ¿Cómo puedes ser tan idiota y pensar...
—No estoy de acuerdo —discutió— todas las vidas valen por igual. Otra vez volví a interrumpirla, lo lamento —se disculpó sin poder callar su postura— Pero ¿Qué gana con la destrucción masiva de tantos planetas?. Solo se vuelve un monstruo a medida que su sed de sangre incrementa. El dolor crece, sus enemigos se multiplican ¿Y luego qué?. Freezer va a exterminarnos a todos y hará que nuestro planeta se convierta en cenizas. No se detendrá, intentará controlar el universo y la vida de todos se volvolverá un infierno ¿Y donde estará usted? ¿A quien le va importar quien fué y cuantos planetas purgó?. Se perderá en el olvido ¿Eso es lo que quiere?.
Nunca nadie se atrevió a hablarle de ese modo.
Pese a eso, no se sentía molesta u ofendida...
Aquel sujeto, si que logró confundirla con su palabrería barata y hacerla reflexionar.
Se acercó a él y lo observo a los ojos, sintiendo todo el peso de su mirada sobre ella. Le ordenó que se pusiera de pie, pero antes de que siquiera pueda emitir una palabra, el soldado calló desplomado en su hombro.
La desconcertó por completo.
—Kakaroto —Vegita dió algunas palmadas en su rostro, sin obtener respuesta— Kakaroto ¿Qué diablos te pasa?
La princesa se desesperó y por más que lo agitaba de manera abrupta, su soldado no despertó.
Gohan, quien apenas estaba llegando se acercó a su capitana con suma rapidez.
El cuerpo de su amigo, estaba rendido en el suelo.
—¿Qué sucedió capitana? —el soldado preguntó, sosteniendo al guerrero en sus brazos.
—Se desmayó. No lo entiendo, estabamos conversando de lo más normal y ahora... no responde —Vegita informó la situación con cierta angustia.
Ambos estaban a su lado tratando de ayudar.
El cuerpo de Goku seguía sin dar respuesta.
Gohan verificó, su buen amigo aun tenía pulso.
Pero era un latido muy tenue y frágil.
Apenas podía identificar su ritmo cardíaco y por momentos (casi) que su corazón se detuvo.
Asustado, Gohan revisó su cuerpo en busca de algún indicio que pueda ayudarlo a identificar la causa de su desmayo. El menor encontró una pequeña chinche clavada en su cuello.
—Veneno —lo detectó luego de un rato. Sacó la mini jeringa de su piel y la destruyó con una pequeña bola de poder que formo en sus dedos— alguien lo envenenó. Debemos buscar un antídoto, o de lo contrario, nos quedaremos sin uno de nosotros.
Vegita no podía creer lo que escuchaba.
—¿Corre peligro de muerte? ¿Tan grave es el asunto? —la princesa Vegita cuestionó a Gohan, puesto que lo veía muy preocupado.
—Me temo que si —el saiyajin confirmó la mala noticia y apretó sus puños a los costados. Clara señal de frustración—.Su corazón... no resistirá mucho.
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