05︱ Capítulo cinco ⚔️
─VENGANZA─
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Narrador Omnicente.
—¡¿Quién demonios golpea a esta hora?!
La exclamación era dirigida con pesadez sobre la cama. La cara de su dama de compañía cambió a una de temor, pues ella —mejor que nadie— sabía que despertar por las mañanas a la princesa Vegita, era un intento de suicidio.
La mujer de cabellos en punta (y cualquier otro ser viviente que se respete) odiaba madrugar, más que a nada en el mundo.
—Su alteza, lamento mucho despertarla —muy sutilmente, Trunks habló desde la cerradura de la puerta— pero tenemos que asistir al nombramiento y asignación de misiones hoy —recordó.
La princesa se frotó los ojos con cansancio. Aún bostezando, ordenó a sus sirvientes que dejen entrar a la sonriente oji-azul.
—¿Me explicas, por qué demonios me despertiertas a las seis de la mañana? El maldito nombramiento es a las siete y media—recriminó furiosa.
Una bola gigantesca de poder destruyó la ventana, atemorizando a la ama de llaves que estaba presente en el lugar.
La peli-lila se encogió de hombros, contó hasta diez y buscó la máxima paciencia posible.
Después de todo ya estaba acostumbrada a sus berrinches.
—Protocolo número diez, párrafo uno, sección cinco —la más alta carraspeó su garganta, y en voz alta comenzo a recitar la constitución actual que se regía en el planeta—: Un miembro perteneciente a la realeza, acudirá a los eventos reales entre 30 y 45 minutos antes. Vistiendo sus mejores prendas y en condiciones dignas de la familia real.
Vegita dejó escapar un bífido.
No entendía como es que Trunks siempre se veía impecable, lucía radiante incluso por las mañanas.
No había rastros de cansancio, o alguna ojera en su rostro tan angelical. A Vegita le fastidiaba su versatilidad y capacidad de verse bien en todas las ocasiones.
—Preparen un café cargado —ordenó— quiero la bañera llena, con burbujas y aroma a limón.
—Voy a ordenar su desayuno, majestad —informó la criada.
—Tráelo y llévalo a la tina.
—Como ordene —asintió.
Trunks se acercó a ella, la ayudó a desvestirse mientras se preparaba para tomar una ducha y en silencio caminaron a su baño personal, que todavía seguía llenándose con agua tibia y también destilaba ese aroma cítrico que tanto le gusta.
Inhaló profundo, palpaba su rostro con la yema de sus dedos en un intento por despertar. Y le parecía extraño, no ser fastidiada por la incesante voz de la oji-azul, quien como de costumbre la molestaba con sus reportes matutinos y frases llenas de optimismo y esperanza.
¿Qué es lo que rondaba en la mente de Trunks?
Desde hace rato la veía actuar nerviosa.
Jugando con sus dedos e inclinándose de un lado al otro. Al contrario de otras mañanas, esta vez se encontraba mucho mas callada que de costumbre.
Más apacible.
Se supone que ella era el ogro de su relación y Trunks el loro parlante.
Algo estaba mal.
Y ella lo sabía.
—¿Vas a decirme que está pasando? ¿O seguirás fingiendo demencia como hasta ahora? —le preguntó con suspicacia.
Su fiel súbdita tragó saliva.
—Vegita —la peli-lila esbozó una sonrisa forzosa— nunca se te cruzó por la cabeza, que quizá... el lunático de Nappa ¿Podría robarle su puesto en las tropas a Kakaroto?.
Su gestó de preocupación fue sustituido por una mirada burlona.
—¿Ese miserable? —dudó sin creer una sola palabra— ¿Realmente le das tanto crédito al maldito calvo?.
—Hará todo lo que pueda para recuperar su cargo —Trunks le advirtió— Vegita, creo que deberíamos tener cuidado sino queremos que...
—Por favor —la princesa se negaba a reconocer a Nappa como una amenaza.
Seguía sin parar de reír y los preocupados ojos de Trunks la observaban expectante y con seriedad.
Su arrogancia no le permitía tomar sus advertencias en serio.
—Kakaroto...
La heredera al trono la interrumpió de nuevo.
—Kakaroto, puede ganarle en el robo de puestos con los ojos cerrados —concluyó.
—¿Pero y si...
—Trunks —la princesa Vegita entrecerró sus ojos y cruzó ambos brazos— se me está acabando la paciencia. Si tienes algo que decir, dilo.
Hizo silencio un par de segundos.
No consiguió sacarle una sola palabra.
Mientras Vegita la confrontaba con su cara de pocos amigos, por un momento tuvo una especie de deja vú recordando una charla que escuchó a escondidas de sus soldados.
Gohan y Trunks hablaban a espaldas suyas y cuando les preguntó de que se trataba, reaccionaron del mismo modo y fingieron que todo estaba de maravilla.
Sin que la peli-lila pudiera articular palabra alguna, Vegita se levantó rápidamente de la ducha y tomó una bata blanca. Acto seguido, se dirigió muy irascible a la habitación de su segundo oficial al mando.
Con pasos alargados y una expresión fastidiosa en su cara.
Iba caminando por los pasillos de ese lugar, que conocía al derecho y revés; mientras la peli-lila le seguía el paso, exigiendo algun tipo de explicación.
Vegita quería averiguar que se traían entre manos.
¿Por qué se veían tan intranquilos?
La puerta estaba cerrada, pero eso no le importó en lo más mínimo por lo que se adentró de lleno en la habitación de los muchachos.
—Ya verán —su alteza real refunfuñó enojada— aquel que se atreva a hacer algo a mis espaldas, me las pagará.
Ni siquiera la falta de zapatos, o el hecho de llevar su cabello todo enmarañado la detuvo.
Los tres soldados conversaban animadamente y estaban a punto de desayunar, cuando un golpe seco impactó en el muro. Destrozando la pared de concreto, el puño de la soberana colisionó con la habitación y rozó por debajo de las narices de Gohan.
Claramente, apelaba a sus puños para solucionar cualquier problemática posible.
Los tres saiyajins se miraron entre sí con un poco de miedo. No entendían que hacia la princesa allí en su cuarto, pero ni siquiera lo dudaron antes de realizar su mejor reverencia.
Gohan.
Por inercia, se arrodilló como consecuencia a una patada que impactó en sus testículos (cortesía de la princesa Vegita).
—Buenos días, majestad —Gohan saludó a pesar de estar tirado en el suelo.
—¿Qué tienen de buenos? —sumamente molesta, replicó.
—Princesa —Goten la nombró de brazos cruzados— yo quería ser tío.
La de cabellos en punta, lo fulminó con la mirada.
—Entonces, dile a tu hermano mayor que jamás debe mentirle a sus superiores —la soberana reclamó.
—N-no comprendo, majestad —Gohan se defendió mientras se retorcía al igual que una lombriz.
—Quizá a la princesa Vegita le gusta saludar de esta forma —opinó Goku— ¿Puedo elegir en donde va a patearme? Prefiero una patada en el trasero, antes que en los testículos.
Goten observó con nerviosismo a su inoportuno amigo, le hizo una seña con los dedos para indicarle que debía cerrar su bocota.
—De ahora en más —la heredera al trono, comenzó a advertirle a sus subordinados— esta va a ser mi forma de desquitarme, cuando hagan algo que no me guste y déjenme decirles que si no es suficiente, tengo otros métodos mucho mas eficaces. Y no me interrumpan, o suelten comentarios estúpidos cuando estoy hablando, Kakaroto.
—Ya valiste —Goten susurró en la oreja de Goku.
Vegita caminaba molesta, de un lado a otro.
Al igual que un león enjaulado.
—¿El torturador de huesos? ¿La camara de frío? ¿O quizá la pitón? —su Majestad comenzó a enumerar todos y cada uno de los métodos preestablecidos para la conspiración y el castigo de traidores.
—No es lo que usted cree, majestad —Gohan se defendió.
Intentó reincorporarse, pero calló al suelo con torpeza.
Goku y Goten intentaron auxiliarlo, pero la princesa no permitió que lo ayuden.
—¿Qué es lo que hablaban ese día? —sin darle muchas vueltas al asunto, zanjó de raíz.
—Nappa —aclaró con debilidad— le arrebató su...
El más empático y amable de sus soldados, se abstuvo a dar más detalles. Hizo una pausa y se negaba a hablar mientras los nuevos reclutas aun siguieran presentes.
—Puedes decirlo delante de estos mocosos —Vegita concedió su permiso. Su intención era obligarlo a hablar—: son parte del equipo. Lo que sea que tengas que decir, lo dirás delante de ellos.
—Es... delicado —Gohan insistió, pretendía cuidarla y evitar el disgusto de ventilar, un asunto tan personal como ese. Prefería que aquella información perjudicial, permanezca en el menor número de personas posibles.
—¡Habla de una maldita vez!
Respiró profundo.
Esta vez logró ponerse de pie, pero de igual manera, Gohan no encontraba el valor o las palabras justas para informarle aquello que había sucedido.
—Ese día, cuando Nappa intentó... ya sabe, abusar de usted —el soldado se avergonzó, tras recordar la desagradable escena— por suerte pude salvarla. Pero mientras yo la escoltaba de regreso a su habitación, ese cretino tomó una ropa interior suya... y —Gohan guardó silencio, tras cruzar miradas con el rostro fulminante de Vegita— el quiere acusarla. Dice que si no lo restituye a las tropas, le dira a todo el mundo que se acostó con él, incluyendo al rey Vegeta. Estoy seguro de que armará un escándalo, un motín para dejarla mal delante de todos sus súbditos y de paso arruinar su futura coronación.
Silencio rotundo.
—Y luego a mi me falta cerebro —el Son minimizó la situación— princesa, es el peor plan que jamás eh oído.
—Mi amigo el de tapa dura tiene razón —Goten lo apoyó— ¿Cómo demonios el rey vegeta sería tan torto? Hay tantas mujeres en el planeta, que no tiene forma de garantizar que esas bragas le pertenecen a usted.
—Si la hay —Gohan lo contradijo con desesperanza— toda la ropa de la familia real está bordada con sus nombres. Incluso su ropa interior tiene el emblema saiyajin grabado.
—¿Hasta los calzones? —el imprudente hermano de Gohan cuestionó.
Recibió un asentimiento suyo como respuesta.
La princesa seguía paralizada en su lugar, por primera vez experimentó esa sensación de debilidad.
El miedo a perderlo todo.
Haber intimado con alguien antes de ser reina —o incluso— antes de la temporada ozaru, era algo muy mal visto por todo el parlamento real y por sus mismos súbditos.
Se formaría un escándalo.
Podía ser destituida de su cargo por un tonto rumor de ese desgraciado.
—No cabe duda, esa escoria busca venganza —reconoció la soberana, apretando sus puños con molestía— no solo quiere joderme la existencia, su deseo es acabar con mi reinado ¡Esto no puede quedar así!.
Sus intenciones eran confrontar a Nappa, pero antes de que pueda hacerlo chocó con alguien grande y robusto. Y a diferencia de las demás personas, a ese señor no podía decirle o criticarle nada.
—P-padre —saludó nerviosa.
—Vegita —el rey le hizo un escaneo de piez a cabeza— faltan veinte minutos para el nombramiento y tú aún estás luciendo esas fachas.
Su rostro palideció por completo.
Creía que estaba en problemas.
A juzgar por el rostro del rey Vegeta no habían atisbos de ira o algo que denote que sabía lo de Nappa.
—Lo siento —su hija se disculpó cabizbaja.
La observó completamente extrañado.
Quiza su cambio de humor se debía a algo hormonal, o estaba nerviosa porque este sería un año muy importante en su vida. El rey decidió ignorar su extraño comportamiento.
—Vístete y buscame en la sala de tronos, Vegita —pidió con autoridad— te guardaré un lugar a mi derecha. El escuadrón que diriges puede unirse en una mesa cercana —observó de reojo— se ve que son muchachos muy fuertes.
—Como ordene.
En muestra de respeto, hizo una reverencia ante el rey actual.
Los demás soldados imitaron su acción.
Y el rey Vegeta se acercó a su hija, invitándola a que se levante.
—Ya no es necesario, no te inclines ante nadie —dictaminó en una ligera caricia paternal— faltan cinco meses para tu coronación y no quiero que bajes la cabeza ante nadie. Ni siquiera debes hacerlo conmigo ¿Quedó claro?.
Vegita simplemente asintió.
—Eres mi gran orgullo.
¿Por qué siempre su padre elegía los peores momentos para portarse melancólico y cursi? Normalmente, esa palabrería y actos de amor no le removíoan nada. Pero esta vez, por alguna razón las palabras del rey la hacían sentirse terrible.
—Basta de palabras cursis —la princesa cortó esa conversación— iré a prepararme.
El rey Vegeta volvió a sus tareas habituales, la sonrisa fingida de Vegita se esfumó y necesitaba idear algún plan que garantice su pase al reinado.
—¿Qué vamos a...
—Voy a resolver esto sola —eludió tajante.
Goku se interpuso en su camino.
La veía muy nerviosa y frustrada.
Talvez no fué muy amable con él, pero quería ayudarla.
—Somos un equipo ¿No es verdad? —la cuestionó ofreciendo una sonrisa de apoyo.
—Quítate de mi camino Kakaroto —Vegita se rehusaba a aceptar su ayuda— no sabes cómo funcionan las cosas en este lugar. Aquí no hay amigos, no hay equipo, no hay nada, ni nadie en quién puedas confiar —le aseguró con frivolidad— si digo que voy a resolver esto sola, voy a hacerlo.
Pero insistía en tratar de ayudarla.
—Puede confiar en mí, se lo aseguro —buscó conectar su mirada con la suya y fue rechazado en un intento de juntar sus manos con las de la soberana— hagamos un plan, tal vez podamos...
La princesa suspiró e intento dejarle bien en claro, cuál era su lugar dentro de la tropa.
—Ay Kakaroto —de manera arrogante le apretó ambas mejillas con una mano— pobre e indefenso Kakaroto. Ya te dije que así no funcionan las cosas en este lugar, niño—reiteró— deja de hacerme perder el tiempo. Cambia esa actitud solidaria y consigue infundar algo de temor, si sigues así van a destrozarte en este lugar.
Quizá tenía razón.
Quizá la gente de su planeta era ruin y despreciable.
Pero se negaba a creer que no había una sola excepción a la regla.
—Princesa, con nuestra ayuda...
—¡No! —su grito se pronunció fuerte, incluso los demás se exaltaron al oír el eco de los muros donde rebotaba la voz de su soberana. Pobres tímpanos de Goku— ¡Ya basta! ¡Deja de fastidiar! Y.. ¡No te metas en mis asuntos!.
En un repentino ataque de cólera, Vegita se marchó sin dar instrucción alguna.
Dejó a sus tres soldados completamente confundidos y varados.
Sin saber nada.
¿Asistían al nombramiento?.
¿No lo hacían?.
¿Debían ayudarla?.
No sería fácil recuperar su prestigio y si esas bragas llegaban a su destinatario se vería envuelta en un gran conflicto.
Aún con la frente en alto, Vegita regresó a su habitación para poder alistarse y enfrentar el largo día que le esperaba.
Una sola cosa tenía en claro:
Ese desgraciado se las iba a pagar.
Narra Goku.
—¡Ni ti mitas in mis cosas! —Goten se burlaba, fingiendo una voz chillona y femenina— desagradecida. Solo le ofreciste ayuda y ella enloqueció.
—Piensa un poco en como debe estar sintiéndose, Goten —recomendé un poco aturdido.
—Tiene razón —Gohan se puso de mi lado— la capitana es terca, testaruda y muchas veces algo brusca con sus tratos. Pero, solo ella conoce todo el esfuerzo y sacrificio que le costó estar en la cima. Los golpes, los abusos y las humillaciones que tuvo que soportar...
Su hermano lo interrumpió.
—Ya basta —Goten nos señaló— dejen de defenderla. Por favor, incluso las personas que sufren pueden ser amables y generosas —continuó quejándose, lleno de disgusto— me bastaría que le baje dos rayitas a su carácter ¿Qué le hicimos para que nos trate como basura?
Se siente incorrecto saber que pueden perjudicarla y no hacer nada para ayudar.
—Goten —Gohan lo observó con seriedad— vas a tener que adaptarte si quieres formar parte de las tropas ¿Acaso no deseadas ser un élite?
—Si —admitió— pero ahora que sé todo lo que debo soportar, me retracto de mis palabras.
—No seas exagerado —aconsejé— yo no quería estar aquí, pero ahora no me parece tan malo. Hay que comprender y darle su espacio a la princesa.
¿Quién desearía estar en sus zapatos?.
Ese desgraciado, que pertenecía a su mismo escuadrón la traicionó y le jugó sucio.
—Tu porque eres demasiado bueno —Goten me reclamó— yo no tengo tanta paciencia. Y si me tratan mal, es peor.
Gohan le dió una pequeña lección tirando de su oreja, no dejaba de recordarnos cual era nuestro deber como soldados y Goten se cubría los oídos, para evitar escuchar el sermón de su hermano.
Mi amigo dejó de protestar.
—Lo primero que deben saber, si quieren que las cosas marchen de tranquilas y en paz —comenzó a recomendarnos—: es que lo que sale de la boca de la princesa Vegita, es ley. Jamás se equivoca y si creen que se equivoca nunca deben decírselo. Respondan que si a todo, obedezcan y van a conseguir que esté contenta.
—Básicamente, nos pides que seamos un par de lame botas —Goten lo observó en desacuerdo.
—Goten.
Antes de que un nuevo debate comience, una voz femenina nos interrumpió.
—Somos los únicos que faltan. El rey Vegeta tarde o temprano va a quejarse —Trunks nos advirtió entrando al cuarto— siento irrumpir de esta forma, Gohan —se disculpó— pero a la princesa Vegita le urge nuesta presencia en la sala de tronos.
—En cuestión de segundos, estaremos ahí —tranquilizó Gohan.
—¿Quieres saber en dónde más irrumpiste bombón? —Goten se hizo un espacio en la conversación—: en mi corazón. Belleza, preciosa, bonita.
Desde que llegó, no dejaba de coquetearle.
—Vístete de una vez, Giten.
—Golpe bajo —mi amigo se quejó, tocando su pecho mientras fingía estar adolorido— soy Goten, hermosurs. Te perdono, pero solo si me ayudas a vestirme.
—Tsk.
—Tomaré eso como un si.
Se acercó a ella, pero antes de que pueda siquiera tocarla; Trunks le atinó un puñetazo en la nuca y regresó al salón.
—Ambas son de carácter —Goten me susurró, para después acariciar la zona en la que acababan de golpearlo.
—Tus técnicas de seducción, solo funcionan con las mujeres del tubo —me burlé de él.
—¿Qué mujeres del tubo? —Gohan lo interrogó de mala manera.
Si Gohan supiera en que gasta su mensualidad, se armaría un escándalo.
—Unas amigas mías, son bomberas —Goten se excusó con una gota de sudor resbalando de su nuca.
Su hermano asintió y luego de eso nos dijo que debíamos cambiarnos.
Narra Vegeta.
Maldita sea.
Ya pasó una hora y padre comienza a notar su ausencia.
Estúpidos novatos.
Se atreven a dejarme mal parada enfrente de las otras tropas.
—Luego de leer el protocolo real —el inepto de Tarble, se levantó de su trono y finalmente arrojó las últimas palabras de la ceremonia de apertura— podemos comenzar, oficialmente un nuevo año de combate.
—El trofeo Real y el poso de la muerte comienza a acumularse apartir de hoy —proseguí con lo que me tocaba informar— ¿Alguna duda?
Todos negaron.
Había mencionado los nombres de las tropas de clase baja, junto a sus respectivos integrantes.
Ahora era mi turno de nombrar la clase alta.
—Escuadrón Águilas de bronce: capitán Thoma, sub capitana Fasha. Soldados de apoyo: Richard, Tatiana y Rafa —nombré el primero, entregando sus rastreadores y aditamentos—. Escuadrón Tigres de plata: capitán Bardock, sub capitana Alicia. Soldados de apoyo: Mack, Luke, Steve y Jacob —hize lo mismo que con los otros soldados. Los capitanes juraron honor a la corona en el típico discurso— Escuadrón Elite dorado: capitán Tarble, sub capitán Nappa. Soldados de apoyo: Raditz, Godric y Scarlett.
Observé confundida a Tarble.
El se acercó con disimulo.
—Te subieron de rango y agregaron un nuevo escuadrón a la lista —me aclaró— si asistes aunque sea a una reunión del consejo, sabrás que pasa con el planeta que vas a gobernar.
Imbécil.
—Como decía —continúe leyendo— escuadrón heroico tropas legends elite: capitana Vegita, quien les habla. Sub capitana Trunks. Soldados de apoyo: Gohan, Goten y muy recientemente una nueva incorporación, que se sumará en lugar de un tipo muy nefasto. Su nombre es Kakaroto.
Como suponía, se formó un gran escándalo.
Todos sabían a quien me refería (y por supuesto) Nappa se aseguró de llenarles la cabeza en contra de mi nuevo soldado.
—¡Es injusto! ¡Es uno de los cocineros del palacio! ¡Y ni siquiera hizo la prueba de admisión como todo el mundo! Me parece una gran falta de respeto. Un soldado como ese, no puede ser promovido así de fácil —el maldito calvo exclamó, con intenciones de meter cizaña.
—¡Nappa estaba haciendo muy bien su trabajo!
—¡Majestad! ¡No puede deshacerse de él, así como si nada!
—¡Trunks no tiene la suficiente experiencia como para ocupar su puesto!
—¡Un cocinero de cuarta vestido de guerrero! ¡La princesa se volvió loca!
Genial.
Todos se oponen a mi decisión y ahora están formando un complot con ese idiota.
Mi mal humor se disparó por las nubes.
—¡Silencio! —exigió mi padre.
—Escúchenme bien —hablé lo más fuerte posible. Quería que quede bien claro quién está a cargo aquí— nadie, puede cuestionar el potencial de Kakaroto. Ustedes mismos fueron testigos de eso, tuvimos un gran combate el día anterior —apelé ante la corte real— comandantes del consejo ¿Les parece justo que alguien más débil ocupe uno de los puestos más relevantes dentro de las tropas?
Ellos negaron.
—Es cierto, si un miembro del equipo falla alguien más puede ocupar su lugar —uno de los capitánes me defendió— la excelencia del cuartel general, está sometida a las determinaciones de su majestad. Ella tendrá sus razones, para cuestionar el puesto de Nappa en las tropas.
—No es el caso.
Nappa.
Maldición, siéntate de una vez desgraciado.
A juzgar por su mirada desafiante y esa expresión de malicia: nada puede salir bien.
Se acercó a donde estaba mi padre, e hizo una reverencia mientras pedía permiso de hablar con él.
—Tengo una prueba irrefutable. Con su mas grande perdón su majestad, me apena comentar esto; pero la princesa Vegeta realmente no es tan fría y buen soldado como parece.
Murmullos, susurros, miradas prejuiciosas y mi corazón palpitando a toda velocidad.
—Más vale que sepas perfectamente lo que haces —mi padre le advirtió de mala manera. Su rostro cambió, a uno lleno de rabia— estás hablando de tu futura reina.
—Lo sé, majestad —Nappa se acercó a mí y me observó con arrogancia— la princesa Vegita, sabe perfectamente de lo que estoy hablando. Tengo pruebas y son irrefutables.
—¡Habla de una vez! ¡Maldición! —Tarble reprochó, igual de fastidiado que el resto— no eres nadie para difamar a mi hermana.
—Solo está inventando calumnias sobre nuestra princesa.
—¿Quiere averiguarlo?
Nappa le preguntó eso a mi padre.
Después esbozó una asquerosa sonrisa torcida.
llena de malicia.
Y resentimiento.
Maldita sea...
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