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55

Han pasado casi siete meses y la popularidad de Jeon se expandió como la espuma por todo el mundo. 

Es el mejor peleador de la categoría de peso Wélter, tiene el puesto número dos en la lista del libra por libra por debajo de Federico Dimarco. Jungkook pasó de ser el boxeador dopado a ser reconocido por ser uno de los mejores luchadores de artes marciales mixtas de la UFC. Los fanáticos pueden seguir odiándolo, pero cuando el surcoreano está dentro del octágono hace que hasta sus haters amen la completa manera de pelear y retener su título.

Su vida familiar ha mejorado, lo hizo desde que sus peleas ahora son estelares, es el maldito foco de atención, mueve público y eso indica muchas entradas vendidas en cada una de sus luchas. Sin dejar de lado que cuando está dentro del octágono siempre es el protagonista y eso le hace ganar bonos extras para la escuela de Emma y unas extravagantes vacaciones para Jimin.

—Emm, bajate la falda y recuerda sentarte con las piernas cerradas.

La niña baja del auto y dice—. No me gustan las faldas, no me siento cómoda.

—Lo sé, pero me lo agradecerás cuando seas adolescente y no tendrás problemas para escoger qué vestir para cada ocasión —verbaliza Jimin, sacando del baúl dos bolsas grandes de regalo.

—¿Estás lista? 

—Uhum —emite mientras asiente—. ¿Crees que a la abuela le guste mi pintura?

—Estoy segura que sí, cariño.

—Espero que la ponga en su habitación para que siempre que la vea se acuerde de mí.

—Estoy seguro que lo hará, Emma. 

—¿Estás molesto por qué no aprendo muy bien el alemán? —pregunta repentinamente la niña.

—No, por supuesto que no. Ve a tu ritmo, Emm.

—Deb, me dijo que si no puedo hablar alemán van a sacarme del colegio —le comenta triste—. ¿Es verdad?

—Oye, no quiero que te preocupes por eso

—Pero si me sacan del colegio, Jungkook se enfadara conmigo.

—Nadie va a enfadarse contigo, Emma. No quiero que te preocupes por eso, yo me haré cargo de todo, solo confía en mí.

La niña asiente mientras sonríe. El celular de Jimin suena, es su amiga Zoe se aleja un poco de Emma y platica con ella mientras esperan a Jungkook.

—¡Me asustaste! —exclama la niña.

Jimin se despide de Zoe, cancela la llamada y se acerca a ambos.

—Perdón por hacerlos esperar —se disculpa el pelinegro.

Besa los labios de Jimin y luego toma la mano de Emma y juntos entran al elegante restaurante en el cual Rosalina con la ayuda del castaño habían organizado el cumpleaños número sesenta y cinco de Elda.

Al llegar a la respectiva mesa, uno por uno se encarga de abrazar, felicitar y entregarle un obsequio a la cumpleañera. Emma es la última, le explica lo que es y que espera que le guste.

—Emma, está nerviosa, realmente espera que te guste. Lo hizo en su clase de pintura —le comenta Jimin a Elda.

—Oh, es una pintura —dice la señora emocionada. —Amo las pinturas, la colocaré en mi habitación o en la cocina del restaurante —agrega feliz, conteniendo una de las manos del castaño.

—Espero que esto te guste, Ros y yo lo planeamos.

—Me encanta, me gusta porque ustedes están aquí, todos son importantes para mí. Son mi regalo.

Jimin esboza una sonrisa dulce, al ver al camarero va a su asiento al lado de Jungkook y Emma, mientras el resto de igual manera toman asiento.

Después de la deliciosa cena Johann aparece con un pastel y una vela encendida al medio. Rosalina comienza a cantar en alemán, se le une su padre y su novio Jamal y por supuesto Jungkook. Emma mira a Jimin, el castaño le sonríe y la niña se relaja y al igual que el castaño solo se dedica a aplaudir y sonreír.

—Ven aquí, Emma. Ayúdame a apagar la vela —le pide Elda a la niña.

Jeon la ayuda a ponerse en pie, Jimin saca su celular y comienza a grabar el lindo momento que Emma y Elda están compartiendo.

La castaña juega con su abuela mientras Rosalina y Jamal se encargan de repartir el pastel de zanahoria.

—Te ves hermoso —elogia Jungkook a Jimin.

—Lo sé —cuchichea el castaño, haciendo reír al mayor.

—¡DI! —grita repentinamente, Emma.

Jeon de inmediato desvía su atención de Jimin, su vista ahora está en el azabache que carga y abraza a Emma y la deja al lado de Elda.

—Espero no interrumpir, ví a Jimin y quise venir a saludar —expresa educadamente el italiano.

Todos en la mesa sonríen a excepción de Jeon. Emma corre hacia el pelinegro, lo abraza y Jimin se encarga de limpiarle la comisura de la boca con una servilleta.

—Vaya, si que parecen una familia feliz —comenta Dimarco, haciendo que los ojos de Park se ensanchen y el entrecejo de Jungkook se frunza.

—No parecemos, lo somos —lo corrige Rosalina, fingiendo una sonrisa para relajar a Jimin.

—Bueno, supongo que él cree que lo son porque desde hace mucho es huérfano. ¿No lo crees, Jeon?

—Di, detente —se entromete Jimin—. ¿Qué haces?

Jeon ríe ladinamente y réplica—. Entiendo que estés dolido, pero no te entrometas en asuntos de mi familia sino sabes.

—Pues porque lo sé es que lo mencioné —parlotea el italiano.

—Basta, ambos —murmura Rosalina, mirando con preocupación al castaño.

Jimin deja la servilleta sobre la mesa y luego se pone en pie.

—¿Qué haces? ¿A dónde vas? —lo interroga de inmediato, Jungkook.

—Hablaré con él y…

—No, no lo harás.

—Es mi amigo —le recuerda Jimin entre dientes.

Ambos se miran mutuamente en silencio mientras todos en la mesa los observan.

—¿Es que acaso Jimin no puede hablarme? —se dirige Dimarco a todos.

—Sí, si puede —contesta está vez, Elda.

—Bueno, entonces…

—¿Qué es lo que quieres? —inquiere Jungkook, molesto—. Estamos celebrando en familia y claramente no eres bienvenido 

—Jungkook.

—Sohn.

Lo reprenden Jimin y Elda al mismo tiempo, mientras el italiano ríe.

—¿En serio te crees un buen hombre de familia, Jeon? —lo confronta el azabache—. Te crees un buen hombre y ni siquiera notas que Jimin y Emma no se han acostumbrado a este país. Te crees hombre de familia y no sabes lo mucho que se les dificulta vivir en un lugar donde no entienden el idioma, donde Jimin ahora debe trabajar de mesero y donde la dulce Emm, teme que te enfades si la sacan del colegio porque no puede alemán. Supongo que el único que creé y ve la familia feliz eres tú, Jeon.

Jimin suspira al sentir como Emma lo abraza, asustada.

—Te sugiero que dejes de inventar patrañas —lo señala Jeon.

—Pregúntale a él entonces —objeta Dimarco, señalando al castaño.

—Emma ven aquí —la llama Rosalina.

—Jimin —verbaliza Jungkook.

—No es momento para esto —musita el castaño.

—Solo di algo —le pide el pelinegro.

—No quiero.

—Jimin —brama en tono tosco, Jungkook.

—Es verdad —susurra—. Todo lo que dijo es verdad, pero…

—Te pedí que te alejaras de él —pronuncia furioso el pelinegro, poniéndose en pie.

—No me he acercado a él hasta ahora, y…

Jeon camina hasta el italiano y lleva su mano izquierda a su cuello. Dimarco alza sus manos mientras Jimin a pasos apresurados y con rostro preocupado se acerca a ellos.

—Déjalo. Suéltalo —le pide el castaño—. Jungkook, basta.

—Vamos, Jeon. Suéltalo —habla Jamal, mientras Elda, Rosalina y Emma salen del restaurante.

—Jungkook, por favor suéltalo —insiste Jimin.

—Él empezó todo —espeta a la defensiva, Jeon. 

El pelinegro lo suelta y ve como Jimin se acerca al azabache para asegurarse de que está bien.

—Eso es lo que él quiere, tú atención —borbotea molesto.

—Puedes por favor, tranquilizarte. Por favor.

—Después de lo que acaba de decir lo que haré es golpearlo.

Dimarco está vez toma posición de ataque, pero Jimin niega mientras lo ve de soslayo.

—Es el cumpleaños de Elda y mira lo que dejaste que sucediera —dice Jimin.

—¿Yo? —inquiere indignado, Jeon—. Fue él quien vino aquí sin invitación.

—Esto es un lugar público, Jungkook. Y sí, tú. 

—¿Por qué yo?

—Porque solo debías ignorarlo, debías dejar que yo hablara con él como amigos que somos. Pero no, debías caer en su estúpido y ridículo juego.

—¿Por qué no lo culpas a él también de este desastre? —objeta Jeon.

—Porque tú eres mi esposo, porque espero que actúes con madurez en ocasiones como estás, pero nunca lo haces.

—¿Con madurez así como tú al ocultarme como en verdad Emma y tú se sienten? —objeta dolido—. No me lo dices a mí, pero vas corriendo a contárselo a ese maldito idiota que aún siente algo por tí.

—No corrí a él…

—Déjanos en paz o te juro que te golpeare —lo amenaza Jeon—. Vete, lárgate. ¿Qué esperas?

—Hablar con él —responde con parsimonia, Dimarco.

Jungkook suelta una carcajada que deja desconcertados a Jamal y a Jimin, pero que pone alerta a Johann.

Jeon empuña su mano izquierda y sin siquiera calcular la distancia suelta un puñetazo, el castaño se entromete y es él quien recibe el golpe en su mejilla derecha.

—Voy a matarte, Jeon —brama Dimarco, airado al ver a Jimin en el suelo.

—Suficiente los dos —se entromete por fin, Johann.

—Jimin, yo…

—Voy a cobrartela, Jeon. Te lo juro —le advierte Dimarco.

—Y-yo, no quise, pe-pero tú. Tú te entrometiste para defenderlo. ¿Por qué tienes que defenderlo? 

—¿Por qué tienes que actuar así? ¿Por qué nunca puedes dejar de actuar impulsivamente? ¿Por qué no piensas antes de actuar? —lo atiborra de preguntas con voz quebrada y molesta, Jimin.

—Yo…

—No, cállate —lo interrumpe el castaño, mientras las primeras lágrimas desbordan sus ojos—. ¿Acaso no te das cuenta que siempre me lastimas? ¿Cómo es que no te das cuenta?

—¿Yo, te lastimo? —titubea Jeon, alterado. —Pues creo que ambos no nos percatamos de lo mucho que nos lastimamos —añade con desdén.

—¡¿Ambos?! —exclama sorprendido, Park. —Todo lo que hago es para tú beneficio, Jungkook. ¿Quieres que me saque los pulmones y te los dé para que tengas más resistencia en el octágono? —parlotea sin control alguno.

—Podrías ser sincero conmigo, Jimin. Podrías darte cuenta de lo mucho que detesto a ese imbécil —dice con desagrado mientras señala al italiano—. También podrías notar lo bastante que me esfuerzo para que tengamos lo mejor.

—Nunca he dicho que no das lo mejor, Jungkook —objeta de manera rápida, Jimin. —Dije que siempre me lastimas con cada una de tus impulsivas actuaciones y decisiones —enfatiza entre dientes.

Jeon, bufa, se da la vuelta, lleva sus manos a su cabeza, alborota su cabello, y de manera brusca se da otra vuelta para quedar nuevamente viendo a Jimin.

Sus ojos color negro miran aquellos lindos ojos color miel que tanto ama. Lo ven fijamente a través de aquellas lagunas de lágrimas que los ahogan por segundos. Suspira, relame sus labios y lleva sus manos a su cintura decidido a soltar lo primero que se le cruce por la mente.

—Si tanto te lastimo ¿Por qué sigues conmigo? 

—Jungkook —lo llama Johann.

—No, déjalo —balbucea con voz entrecortada, Jimin.

—¿Qué haces a mi lado si no eres feliz? 

—Jamás he dicho que no soy feliz a tu lado.

—¿Qué haces a mi lado si no te sientes bien? Dime, dímelo —alza su voz en cada palabra.

El castaño sorbe su nariz, se acerca a la mesa coge una servilleta y se limpia el rostro. Alza su vista y hace contacto visual con el pelinegro.

—¿Terminaste? —inquiere con voz gangosa, empuñando la servilleta.

—¿Sigues conmigo por diversión? ¿Lastima? ¿Por qué no quieres volver con tu padre después de todo lo ocurrido? —lo atiborra ahora de preguntas, Jeon. —¿Por qué sigues conmigo, Jimin? —le repite la pregunta.

El castaño desciende su mirada, asiente, da un paso al frente, alza su rostro y camina hasta quedar a escasos centímetros del pelinegro.

—Yo también me hago esa misma pregunta, Jungkook. ¿Por qué sigo contigo? —contesta con desdén, Jimin.

Dicho eso el castaño se aleja de él, va a su asiento, coge sus cosas y las de Emma y se detiene frente a Dimarco.

—Llévame con Zoe, por favor —le pide al italiano.

El azabache sin dudarlo introduce sus manos a uno de los bolsillos de su pantalón, saca la llave de su auto y sigue los pasos del castaño.

—Es lo que buscabas, ¿no? Una maldita excusa para irte con ese imbécil.

—¡Idiota! —vocifera Jimin a la distancia.

Jungkook ve las sillas vacías, ve su chaqueta en el suelo y la de Jimin sobre el respaldo de una de las sillas. Jamal habla con una de las meseras mientras Johann conversa con el gerente del restaurante.

El pelinegro recuerda esas palabras de Jimin, diciendo que también se pregunta por qué sigue con él. No puede evitar sentirse dolido, le dió justo en el ego, sin olvidar que le ha pedido a Dimarco que lo lleve con Zoe.

Molesto camina hacia las sillas, levanta su chaqueta, se la coloca y se queda inmóvil viendo la chaqueta de Jimin. Posa sus manos sobre los bordes de la silla, la presiona con fuerza haciendo que sus nudillos se pongan de color blanco. Alza la silla y luego la deja caer con fuerza contra el piso.

—Oye, contrólate —lo reprende Johann. —Jamal, sácalo de aquí —le ordena al novio de su hija.

—Vamos, Jeon —lo llama el alemán.

Jungkook coge la chaqueta de Jimin de forma brusca, haciendo caer la silla. Johann niega y luego ve como el pelinegro sale del restaurante.

Jeon mira hacia todos lados, pero no hay una sola señal que le indique que Jimin está cerca. Cosa que en vez de causarle preocupación le causa demasiada molestia. Se marchó, en serio se marchó con el imbécil de Dimarco. ¿Cómo pudo irse con él sabiendo lo mucho que lo irrita y detesta? 

Furioso sube al auto, cierra la puerta de un fuerte azote y golpea la guantera un par de veces dolido y molesto. Jamal entra en silencio, enciende el motor y luego conduce sin un rumbo exacto hasta que Jungkook logre controlar sus emociones y decidir a dónde quiere ir.

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