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53

POV. Jimin

La mudanza tardó más de lo esperado, las últimas cosas llegaron un mes y medio después. Jungkook decía que era comprensible, pero para mí no lo era, no cuando son mis pertenencias y las de Emma.

Después de todo las cosas llegaron aunque algunas en mal estado. Jungkook, se encargó de repararlas junto a Johann y Jamal.

Llevamos tres meses en Alemania y no puedo admitir por completo que me he acostumbrado. Y tampoco creo que Emma lo haya hecho, se queja por el clima helado y porque le duelen los dedos de las manos y sin descartar que no entiende nada en su nueva escuela.

Ella y yo hicimos un trato, ninguno se quejaría con Jungkook sobre Alemania, solo lo haríamos en secreto para no hacerlo enfadar o hacerlo sentir mal.

El timbre suena y bajo los escalones lo más rápido que puedo con cuidado de no tropezar, veo por la mirilla y ahí está el cartero con un paquete. Retiro el pestillo, abro y de inmediato saludo—. Guten Tag.

El cartero de Fedex corresponde mi saludo, agrega un par de palabras en alemán que no entiendo, entonces solo me limito a sonreír y luego firmo de recibido. Veo la etiqueta y suelto un chillido de emoción al darme cuenta que es de Amber.

—Te amo, te amo —canturreo emocionado, trotando hacia la cocina.

Cojo uno de los cuchillos y a toda prisa me encargo de abrir la caja, lo primero que hay dentro es un vestido Chanel para Emma. Lo doblo y lo dejo en la mesa de la cocina, regreso mi atención a la caja y veo uno de mis joyeros y sé que se tratan de mis collares, brazaletes y anillos de menos valor. Al final hay un conjunto de color beige Versace para Jungkook. Regreso todo adentro y me encargo de llevar las cosas a su lugar.

Dejo el vestido de Emma en su ropero, salgo de la habitación y voy a la nuestra. Guardo mi joyero en el tocador y dejo el traje de Jungkook sobre la mesa de noche, miro el resto de ropa que me falta por doblar y con pesadez regreso a mi asignación anterior.

La adaptación al país no es lo único que me está costando, es difícil poder cocinar, también limpiar todos los días y encargarme de toda la casa mientras Jungkook, entrena toda la mañana, por la tarde sigue trabajando de lavar trastes en un restaurante desde que se mudó a Alemania y al salir entrena dos horas más, antes de regresar a casa pasa visitando a Elda en su cafetería y luego regresa.

Elda es una maravillosa mujer, además de amar con locura a Jungkook, también ama mucho a Emma y por supuesto a mí. Es excepcional, los días martes, jueves y sábados voy a su cafetería, en estos meses intenté lavar trastes, pero resulta que el clima frío y la humedad del agua al humedecer mis manos me causa mucho dolor hasta el punto de no poder mover mis dedos.

Entonces trabajo por las tardes como mesero, soy bueno con las personas y debido a eso no tengo problema con ello. Con lo que si tengo problemas es en la cocina, Elda, es muy buena cocinera, incluso, Rosalina y su novio lo son, pero no yo. Yo soy muy malo, siempre me quemo, le agrego demasiada sal o muy poca, olvido un ingrediente importante o se me quema lo que preparo.

Elda y Jungkook dicen que solo es cuestión de práctica, yo creo que la cocina y yo no nos llevaremos bien nunca, pero luego escucho a Emma relatar sobre las loncheras de sus compañeras de clases, y entonces cojo motivación para ver tutoriales en casa y así prepararle su lonchera.

Jamás pensé que podría conseguir hacer todo por mi mismo, todo el tiempo tenía alguien que alistaba mi ropa, cargaba mis compras, hacia los quehaceres, mi comida. Y ahora, ahora; todo lo hago yo con la ayuda de Jungkook cuando regresa de sus entrenamientos.

Termino de doblar las camisas y las ordeno en su respectivo estante. Me aseguro que todo dentro de la habitación quede arreglado, veo la hora y me doy cuenta que Emma está por regresar de visitar a Elda.

Es domingo, los domingos Emma acompaña a Elda a la iglesia por la mañana y la regresa a casa por la tarde. Entro a la cocina y saco el bol con fruta, escojo solo sandía y kiwi, corto una banana, la pelo y la corto en trozos, guardo el resto y me dispongo a sacar uno de los tuppers con comida ya pesada para la dieta de Jungkook.

Mientras hago ensalada fresca con sumo cuidado de no herirme un dedo, enciendo la tableta de Emma y busco noticias de Estados Unidos, ya que no entiendo las locales. Tengo los oídos en el sonido de la tableta y mis ojos sobre el tomate que sostiene mi mano izquierda y que corto en rodajas con la ayuda de un cuchillo con mi mano derecha.

He pensado muchísimo sobre que hacer, y supongo que tengo una idea. Primero quiero diseñar camisas con el rostro y apellido de Jungkook, planeo hacer un sitio web y de esa manera la mercancía puede llegar a cualquier parte del mundo. Lo siguiente es que quiero diseñar ropa para niñas, supongo que el tener a Emma despertó de nuevo mi pasión por el diseño. 

Pero será más adelante, entre los gastos de la comida de Jungkook, sus suplementos y vitaminas. El colegio de Emma, su ropa, las facturas de la casa y todo lo demás, resulta difícil empezar con lo que quiero, entonces seguiré trabajando con Elda hasta conseguir ahorrar un poco para comprar lo que necesito para empezar.

Mi celular suena, lo saco del bolsillo de mi short, atiendo y lo dejo en alta voz para poder seguir cortando el tomate.

—Dime cómo estás, más te vale estar bien o iré por ti —escucho a mi amiga.

—Estoy bien, Zoe. Un poco cansado, pero bien —hablo feliz de escucharla.

—¿Ya te acostumbraste?

—Pues…, a lo cotidiano sí, pero aún no termino de acostumbrarme a Alemania del todo —me sincero mientras procedo a cortar un poco de lechuga.

—Bueno, supongo que es normal, tu vida estaba en Los Ángeles y de un momento para otro te mudaste a Alemania, amigo. Date tiempo, estoy segura que lograrás acostumbrarte.

—¿Qué hay de tí? ¿Cómo va todo en la ciudad? —cambio de tema.

—Ya sabes, de todo un poco en Los Ángeles —dice entre risas. —Asistí a un evento junto a mi padre y vi a Won —comenta y luego guarda silencio.

No digo nada, no he visto a mi padre desde aquella vez en Los Ángeles. 

—Disculpa, no quería incomodarte —habla preocupada—. Es solo que creí que…

—¿Cómo está él? —la interrumpo repentinamente.

—Pues bien, es Won Park —acota Zoe. —Supe que está saliendo con una modelo diez años menor que él —me pone al tanto, haciéndome reír.

—¿Solo diez años? —bromeo y ella suelta una carcajada.

—Mi madre está saliendo con un chico de veinte años —suelta de sopetón, dejándome absolutamente sorprendido.

—Zoe —emito con tono sorpresivo. 

—Lo sé, lo sé —balbucea—. Mi padre casi se atraganta con la comida cuando se dió cuenta. 

—Maldición, jamás pensé que tú madre aceptaría a un chico tan joven —verbalizo aún sorprendido. —¿Cuánta es la diferencia de edad? —indago.

—No, no me preguntes eso —se queja en desacuerdo.

—Ok, es mucha edad —parloteo entre risas—. Zoe, tu madre está loca, pero ahora la edad no importa así que…

—Cierra la boca, Jimin —interviene alterada. —Ese chico es cinco años menor que yo, cinco —enfantiza, haciéndome reír sin control. —No te rías, esto es algo serio —me reprende.

Intento calmarme, pero es que tengo presente sus palabras y es casi imposible dejar de reírme.

—Voy a colgar, Jimin —me amenaza.

—No, ya, ya, dejaré de reírme —digo con dificultad—. No creo que vaya en serio, amiga. 

—Viven juntos y ya lo llevo con la abuela.

—Ok, pero seguro que tú abuela no está de acuerdo. ¿Verdad?

—La abuela la sacó de su casa cuando le dijo que el chico que la acompañaba era su novio y no uno de mis amigos —me plática.

—Bueno, puede estarlo haciendo por enfadar más a su madre, sabes que se casó con tu padre solo porque ella la obligó —le recuerdo.

—Puede ser, pero igual es una locura, Jimin. 

—Relájate, Zoe.

—Cambiando de tema, iré a Alemania de vacaciones, así que tú y yo nos veremos. Dejas a Emma con alguien y vamos a divertir juntos. No aceptaré un no como respuesta.

—¿En serio vendrás a Alemania?

—Es lo que acabo de decirte —me contesta.

—Ay, por favor que sea pronto —chillo emocionado.

—Oye, ¿Jeon, regresará a boxear? —pregunta repentinamente.

Corto una rodaja de pepino, la llevo a mi boca y contesto—. No que yo sepa. ¿Por qué?

—Bueno, hay rumores de que el Ruso con el que tuvo su última pelea de box lo retó a una pelea.

—Sí, así es. Le escribe todos los días en Instagram a Jungkook y creo que ha hecho entrevistas donde lo menciona. Pero hasta donde sé no ha aceptado —articulo con confianza.

—¿Crees que acepté? —me interroga.

—Ni idea —respondo en un suspiro.

—Debo irme porque mi masajista llegó. Te amo.

—Te amo —correspondo y luego cancelo la llamada.

El reto que el ruso le lanzó a Jungkook incluye mucho dinero de por medio, se trata de que regrese a subirse a un ring de boxeo después de la última vez que lo hizo. Lo cual aún es muy delicado de mencionar para él, ya que fue la última vez que mi padre se encargó de joderle la carrera como boxeador y al mismo tiempo de arruinar nuestra relación.

Intenté hablar con él la primera vez que lanzó el reto, pero me esquivó a toda costa. Hice lo mismo segunda vez y fue lo mismo, lo intenté la tercera vez y entonces decidí no mencionar nada con respecto a ese reto y sobre si está listo para volver a pisar un cuadrilátero.

Escucho el tintineo de las llaves y sé que se trata de Elda. Guardo la ensalada en un tupper y sonrió al escuchar las pisadas de Emma mientras me busca.

—Estoy en la cocina —le hago saber.

—¡Estoy en casa! ¡estoy en casa! —grita feliz.

Me mira y corre hacia mí, me agacho un poco y ella se lanza a mis brazos.

—Te extrañe muchísimo. La abuela Elda y yo nos divertimos mucho —habla emocionada mientras se sujeta de mi cuello con sus manitas. —Preparamos lasaña —me susurra en el rostro.

—Lo sé —la imito.

—¿Cómo lo sabes? 

—Elda, me envió una fotografía y me dijo que traería para que cenemos —respondo para luego darle besos en todo el rostro.

Me pongo en pie cargando a Emma al ver que Elda entra a la cocina con un tupper mediano.

—¿Se portó bien?

—Excelente, es una niña muy educada y hermosa —contesta Elda.

—Gracias por la lasaña —agradezco.

—No es nada querido —dice ella risueña.

El motor de un auto se escucha y todos sabemos que es Jungkook.

—¡Mira es Jungkook! —exclama Emma al ver su rostro en su tablet.

Camino hasta el aparato aún con Emma en mis brazos, y entonces escucho y leo el encabezado rojo con letras blancas en mayúsculas donde confirman y anuncian el regreso de Jeon al cuadrilátero.

—¡Estoy en casa! —escucho su voz, pero no lo veo, mi vista está fija en la tablet.

Emma se remueve en mis brazos y segundos después capto que quiere que la baje, la dejo en el suelo y ella corre hacia Jungkook.

Veo la última vez el encabezado y luego pasan a la siguiente nota, siento la mano de alguien sobre mi antebrazo derecho y cuando alzo solo un poco mi rostro veo a Elda.

—Me voy querido —anuncia a lo cual asiento en repetidas ocasiones.

—De nuevo muchas gracias, Elda —murmuro mientras la abrazo. 

Ella me da un beso en una de mis mejillas, la veo despedirse de Jungkook y luego conversa con Emma.

—Quiero ducharme, ¿puedo? —habla Emma cuando se ha ido Elda.

—Sí, cariño —contesto, sonriendo para ella.

Espero a escuchar que cierre la puerta de la habitación y entonces suelto un suspiro.

—¿Aceptaste el reto? —pregunto, cruzándome de brazos.

—Iba a decírtelo, pero…

—No me molesta que no me hayas dicho, Jungkook. Me molesta que has evitado hablar sobre el tema conmigo, entiendo que tú y tu equipo escogen y aceptan las peleas, pero tú y yo sabemos lo que pasó la última vez que aceptaste una pelea con el ruso —lo interrumpo antes de que dé una de sus excusas poco creíbles. 

—¡Jimin, estoy lista! —vocifera Emma desde su habitación.

—¡Voy enseguida, hermosa! —alzo mi voz mientras Jungkook se acerca a mí.

—Birdie, yo…

—¿Estás seguro de esto? —inquiero, colocando mi mano sobre su pecho impidiendo que se acerque del todo a mí. —Quiero que me digas que estás seguro y dejaré de preocuparme por ti —especifico con seriedad.

Él suspira y luego me mira fijamente.

—Supongo que lo estoy —responde vagamente.

—¿Supones? —dudo, absorto—. Jungkook, ¿por qué aceptaste?

—Es mucho dinero, Jimin. El que gane se lleva la mayor cantidad de dinero.

—Pones el dinero sobre ti, no crees que eso no es algo sano.

—Pero lo mejor para ti y Emma —replica a la defensiva.

—Escucha, si debo verte ansioso solo por ganar más dinero, no quiero que aceptes otro estúpido reto —objeto furioso.

Me doy la vuelta molesto, cuando estoy por dar el primer paso me abraza por la espalda. Siento su respiración cerca de mi oreja y parte de mi cuello.

—Solo quiero despedirme —lo escucho susurrar. —Será la última vez que estaré dentro de un cuadrilátero. El dinero es motivación extra, pero ganarle al ruso es la verdadera razón por la cual acepte. Y sí, debo aceptar que me da un poco de ansiedad debido al pasado, pero ahora tengo a las personas correctas de mi lado, sé que todo estará bien —agrega en el mismo tono de voz—. No te molestes.

—Solo dime qué estás seguro de esto —le pido. —Dime que estás listo para todo el revoltijo mediático que se formará. Prométeme que estarás bien, porque Emma y yo estaremos esperando a que bajes del cuadrilátero con vida, Jungkook —le suplico con voz entrecortada.

Siento sus manos en mi cintura y como con sutilidad gira mi cuerpo y ahora estamos cara a cara nuevamente.

—Estoy seguro, birdie —musita y luego besa la punta de mi nariz. —Te prometo que bajaré de ese cuadrilátero con vida y regresaré contigo y con Emma —añade con parsimonia y luego deposita un beso en mi frente.

La parte más difícil de que Jungkook luche, es el miedo a que no regrese con vida. El boxeo y las MMA no son un maldito juego, un movimiento en falso, un descuido y vas directo al hospital.

—Te amo —articulo con dificultad mientras oculto mi rostro contra su pecho. —Te amo —repito, aferrándome a él.

—Estaré bien, cariño —me asegura. —Te amo —lo escucho verbalizar, para después besar mi coronilla.

—¡Jimin! —lloriquea Emma, desesperada.

Los dos reímos, él me toma del mentón y luego junta sus delgados labios con los míos, disipando cualquier ápice de miedo. Permanezco con los ojos cerrados aunque ya sé que no sigue besándome, escucho su risa y después de unos segundos cortos sus labios están sobre los míos una vez más.

—Debo ir con Emma —farfullo entre pequeños besos.

—Bien, ve.

—Primero debes soltarme —le recalco entre risas.

Su mirada va hacia sus brazos que rodean y sujetan mi cintura, sonríe divertido, me roba un beso y luego me suelta.

—Calentare la comida —me indica.

Asiento feliz mientras camino hacia fuera.

—Por cierto, Amber nos mandó obsequios, dejé el tuyo en nuestra habitación. Y Zoe me llamó, dice que su madre está saliendo con un chico mucho más joven que ella —lo pongo al tanto.

—¿Qué tan joven? —curiosea mientras enciende el horno.

—¡Ji-min! —grita Emma.

—Te digo después —balbuceo y luego corro escaleras arriba.

Entro al baño y Emma está sentanda sobre la tapa del inodoro con su bata de baño. La tina está llena, entonces solo agrego las sales de baño y luego coloco el banquito en una esquina para masajear su cabeza por unos minutos mientras conversamos.

Treinta minutos más tarde los dos bajamos y la cena está servida, tomamos asiento y nos disponemos a cenar juntos como todas las noches. Cada uno espera su turno para contar algo divertido, malo o feliz que nos pasó durante el día. Y en definitiva, el tema central es la mamá de mi amiga Zoe y su novio joven.

Cuando terminamos de cenar, Emma nos pide ver Trolls, yo preparo palomitas mientras ella y Jungkook buscan la película. Regreso a la sala con un bol para ella y otro para Jungkook y yo. Tomamos asiento en el sillón más grande y en familia nos disponemos a ver una película animada para culminar el día.

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