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52

Berlín 

Después de la larga espera por los papeles de Emma, por fin, Jungkook pudo viajar junto a sus dos castaños a Alemania, país dónde había empezado desde cero con la ayuda de los Müller.

Emma corre luego de subir los escalones mientras Jeon camina hacia la puerta y Jimin ve el angosto pasillos con juguetes, ropa y basura de golosinas.

—Vamos —lo llama el pelinegro.

Absorto asiente y llama a Emma, la cual corre hacia él y juntos entran a lo que Jungkook llama pequeño apartamento, que es una habitación pequeña.

—Es aquí, no es muy grande, pero es útil —habla el pelinegro.

Los ojos de Jimin ven esa pequeña habitación y puede jurar que es la primera vez que está en un lugar como ese. Detiene su mirada en la cama y ve un peluche que Emma coge para jugar con él.

—¿Por qué tienes un peluche? —lo cuestiona el castaño.

—El niño de enfrente me lo regaló —contesta el más alto, tomando asiento en la cama.

Emma sale con el peluche al pasillo y por instinto protector, Jimin le pide que no se aleje demasiado.

—¿Qué te parece? —lo interroga el pelinegro.

Los ojos color miel de Jimin se ensanchan y aturdido asiente, aclara su garganta y luego acota—. Sí, es acogedor. No es muy espacioso, pero hablaré con Emma para que no mantenga demasiado desorden y poder caminar sin tropezar.

Jungkook lo mira sorprendido, es una broma, pero Jimin piensa que en serio los hará vivir en esa habitación pequeña. 

—Supongo que la ropa estará en bolsas y…

—Oye, espera —lo interrumpe Jeon, se pone en pie y luego de dos pasos está frente al más bajo. —Detente —musita—. ¿Estás dispuesto a vivir aquí conmigo? Sé sincero.

Jimin inhala y luego suelta el aire, forma una línea con sus labios mientras recorre la habitación con sus ojos. 

—No es a lo que estoy acostumbrado, pero sí. Dijimos que estaremos juntos y eso es lo que haremos —responde el castaño.

Con una sonrisa socarrona en su rostro, Jeon inquiere—. ¿Vas a mudarte a Alemania conmigo?

—¿Acaso piensas que viviremos separados? ¿No quieres que vivamos juntos? Habla, no te quedes callado. ¿Quieres que viaje con Emma para visitarte cada cierto tiempo es lo que quieres? —lo atiborra de preguntas el menor.

—Estas haciendo muchas suposiciones, birdie —lo acusa el más alto.

—Y tú no estás contestando mis preguntas —lo señala Jimin.

—No, absolutamente no

—¿No? —duda el castaño, sorprendido—. ¿No qué? Se más específico, Jungkook.

—Respira y escúchame —le pide el mayor tomando sus manos—. Estoy sorprendido de saber que estás dispuesto a mudarte a Alemania cuando ni siquiera te lo he propuesto.

—Bueno…, es que yo…, yo creí que te referías a eso cuando me pediste opinión sobre esta horrible habitación —titubea, apenado y sincero.

Jeon desternilla de risa al escuchar el comentario sobre la habitación, solo él sabe lo mucho que ha luchado para no decir ese comentario desde que llegaron.

—Deja de reírte es un tema serio, Jungkook —lo regaña, molesto. 

—No te enfades es solo que… —se detiene debido a su ataque de risa.

—Madura Jungkook —espeta Jimin, cruzándose de brazos. —Lo digo en serio —asevera.

—Ya, ya, ya entendí —verbaliza con voz cansina.

—La tía Rosalina, llegó —anuncia Emma desde la puerta. 

—Dame la mano Emm —le pide el castaño a la niña, la cual de inmediato le obedece. 

—¿A dónde vamos ahora? —pregunta la niña mientras salen de la habitación.

—Vamos a ver a Johann y a Elda —acota Jungkook.

—¿Saben que te acompañamos? 

—Es una sorpresa, Ros lo planeó todo —menciona el pelinegro cargando a Emma para darse prisa.

—Bueno, no quiero que vean o hagan sentir mal a Emma, Jungkook. Yo puedo soportarlo, pero…

—Oye, nadie va a tratarlos mal. Confía en mí —interviene el mayor, entrelazando su mano con la del contrario.

Intentan bajar las escaleras tomados de la mano, pero el espacio es tan reducido que no puede, Jimin suspira y suelta la mano de Jungkook. El pelinegro sonríe y toma la iniciativa de ser él el primero en bajar. El castaño lo sigue hasta que salen del edificio.

—¡Tía Rosalina! —grita con emoción, Emma.

Jeon baja a la niña y luego ella corre hacia la rubia que la recibe con una enorme sonrisa.

—Sube —le indica a la niña luego de abrirle la puerta trasera de una camioneta. —¿Todo bien? —se dirige a la pareja que camina hacia ella.

—Sí, todo bien —contesta Jimin.

El castaño sube a la parte trasera con Emma y Jungkook viaja de copiloto al lado de Rosalina. Jimin suele ser un chico difícil de sorprender, debido a que su padre le ha brindado todo tipo de lujos. Jeon lo ve de soslayo dándose cuenta que ve por la ventana, pero sin ninguna expresión de admiración. 

—¿Ya habías venido a Alemania? —rompe el silencio, Rosalina.

—Yo no, es mi primera vez —acota Emma, haciendo reír a los adultos.

—Sí, vine con Zoe de viaje, pero visitamos Múnich. Y también vine cuando Jungkook tuvo una pelea de boxeo —le comenta el castaño.

—Oh, Múnich es precioso —dice la rubia.

—Si que lo es —concuerda Jimin.

Minutos después la camioneta se estaciona y los últimos en bajar son Jimin y Emma, la niña como es de costumbre sujeta la mano del chico. Cuando ambos ven al frente se dan cuenta de cómo Jungkook abraza a Johann y a una señora de avanzada edad.

—¡Oh, por Dios! —exclama Elda al ver a los dos castaños.

—Elda, quiero presentarte a las dos personas más importantes de mi vida —habla con nerviosismo, Jeon, mientras abraza con uno de sus brazos a la señora. 

—¿Quién es la nena? —inquiere Elda. —¿Cómo te llamas? —cuestiona a la niña.

Emma se queda estática al darse cuenta que todos la miran, sujeta con más fuerza la mano de Jimin y luego intenta ocultarse tras él.

—Oye, no. Tranquila —le pide el castaño—. Estoy aquí, haremos esto juntos. Ok.

—Ok —accede la castaña.

Jimin comienza a caminar hacia el frente a los pasos de la niña hasta detenerse frente a la familia Müller.

—Tienes un cabello hermoso —la elogia Elda.

—Su nombre es Emma —la presenta, Jimin.

—Y también tienes un hermoso nombre, Emma —continúa hablando la señora Müller.

—Ven, Emm —la llama está vez, Jungkook.

La niña le da una breve mirada a Jimin, el cual asiente. La castaña camina hacia aquel brazo extendido que le ofrece una fuerte mano.

—Johann, Elda. Quiero presentarles oficialmente a Emma, mi hija. Por lo tanto, es tu nieta —señala al hombre, el cual lo ve sorprendido. —Y tu bisnieta —le hace saber a la señora.

Johann da un par de pasos al frente y luego carga a la niña, Emma se asusta al inicio, pero luego sus risas estrepitosas confirman que se está divirtiendo.

—Sohn —solloza Elda, mientras sus ojos llorosos ven al surcoreano. 

—Él es mi esposo, Jimin —agrega con confianza mientras el castaño se acerca a ellas de manera tímida.

—Un gusto señora, Müller —saluda Jimin intentando estrechar su mano con la de la señora.

La alemana ve la mano del chico, se acerca a él y en lugar de corresponder el saludo con su mano, abraza a Jimin.

—Nada de señora, Müller. Dime Elda, cariño —lo corrige ella mientras sonríe enormemente abrazando al castaño. —Eres bellísimo, ahora entiendo porque mi querido Jungkook, se enamoró de ti —menciona ella.

—Muchas gracias —balbucea abochornado mientras Elda ahora sujeta una de sus manos. —Jungkook, me habló de usted y su familia. Gracias por apoyarlo y quererlo, él está muy agradecido con ustedes y estoy seguro que los ama de la misma manera que ustedes lo hacen —se expresa ahora con un poco de más fluidez.

—Es un buen chico, ¿verdad?

Jimin ve a Elda, la cual está mirando fijamente a Jeon, sonríe y mirando a su esposo contesta con firmeza—. Sí, lo es.

—Sígueme, quiero que mis amigas conozcan al esposo de Jungkook.

—¿Segura? —duda Jimin, asustado.

—Por supuesto querido —responde con orgullo, Elda.

El castaño ve sobre su hombro como Emma sigue jugando con Johhan, mientras Rosalina y Jamal conversan con Jungkook. Al llegar frente al restaurante se detienen en una mesa específica y luego que Elda lo presenta, él saluda a todas las mujeres alrededor de la mesa.

Una hora más tarde en aquella mesa solo se encuentra el castaño junto a la señora Müller.

—¿Piensas mudarte a Alemania? —lo cuestiona ella.

El joven asiente y en voz baja dice—. Sí, creo que es mejor que estemos juntos. Ahora somos esposos y prometí estar con él en todo momento. Estoy seguro que Emma y yo nos acostumbraremos a Berlín y al clima.

—Jungkook, debe estar muy feliz —murmura Elda, esbozando una sonrisa—. Muy feliz de que lo escogieras y de que estés aquí, dispuesto a todo junto a él.

—¿Qué lo escogiera? —titubea Jimin.

—Sí. Era él o tu padre. ¿Recuerdas?

El castaño desciende su mirada, ve las flores que adornan el mantel y suspira al recordar a su padre.

—No se trata de escoger. Supongo que se trata de crecer, ya crecí de una manera junto a mi padre. Ahora me toca crecer de manera distinta al lado de Jungkook —verbaliza sin dejar de mirar las flores del mantel—. No podría escoger entre ambos, los amo a los dos y el cariño y amor es distinto. Won Park, seguirá siendo mi padre pase lo que pase. Y Jungkook Jeon, seguirá siendo mi esposo hasta el día que él deje de amarme. Y…

Jimin se detiene al escuchar la risa de Elda, alza su rostro y la mira extraño.

—Querido, no creo que ese chico deje de amarte —expresa la alemana cuando ha dejado de reír—. Eres su prioridad, tú y esa linda niña lo son. Son su familia ahora, le estás dando lo que necesita y eso solo aumenta cada vez más su amor por ti. Escucha, lo que mantiene viva una relación son las pequeñas acciones, las cosas que para ti pueden parecer insignificantes para la otra persona lo puede significar todo. Y definitivamente los esfuerzos que hacen fortalecen la confianza y el amor de la pareja.

Los ojos de Jimin se llenan de lágrimas, piensa en su antigua vida llena de lujos y en su padre. Nunca se detuvo a pensar en que un día se alejaría de él, tampoco se imaginó que se mudaría a otro país con el amor de su vida y mucho menos que se casaría en Las Vegas sin pensarlo tanto.

—¿Te arrepientes? lloras porque te arrepientes 

Él niega de inmediato mientras se limpia el rostro con una servilleta.

—No me arrepiento de nada. Es solo que no estoy acostumbrado a muchas cosas, mi vida, bueno, mi padre siempre se aseguró de darme lo mejor, y… no sé —suspira haciendo una breve pausa y luego continúa—. Me resulta difícil, pero sé que me acostumbraré. Lo haré.

—Resiste y luego verás la recompensa, estoy segura que Jungkook no descansará hasta poder darles lo mejor. Solo asegúrate de no soltar su mano y estar siempre en su esquina esperando por él.

—Gracias —farfulla Jimin.

—No hay nada que agradecer, querido. Ahora somos familia y la familia está para apoyarse en cualquier momento —replica Elda. —Ayúdame a ponerme en pie y vamos con Johann y el resto —le indica mientras extiende sus brazos.

Cuando regresan con los demás, Jungkook se acerca a Jimin, lo abraza por la espalda y deposita un beso entre su cuello y su hombro, haciéndolo reír.

—¿Todo bien? —inquiere el pelinegro.

—Uhum —emite el más bajo, acariciando los brazos que rodean su cintura.

Rosalina camina hacia la pareja y cuando está frente a ellos dice—. Suban a la camioneta.

Jimin intenta alejarse de Jungkook, pero el más alto se lo impide.

—Pídelo por favor, Rosalina —la reta el pelinegro—. Siempre eres tan mal educada.

—Oye —le llama la atención, Park. —Si iremos, ignóralo —se dirige a la rubia, apenado.

—No, no iremos hasta que lo pida de buena manera —objeta Jeon.

—Eres un tonto —lo señala Rosalina. —No entiendo cómo es que eres un luchador de MMA si te comportas de esta manera —agrega frustrada.

—¿Yo soy el tonto? —repite de manera sarcástica.

—Jungkook, deja de molestarla —le pide entre dientes, Jimin.

—Solo sube a la camioneta, Jeon —enfatiza molesta.

El pelinegro niega.

—Bueno, no subas tú, pero déjalo subir a él. 

—Él va dónde yo voy. Y yo voy dónde él va —recita orgulloso, Jungkook.

—¿Ah, sí? —verbaliza ella, alzando una de sus cejas.

Jeon asiente y cuando regresa su mirada a la rubia ve una mueca de dolor en su rostro.

—Ros… —parlotea soltando a Jimin.

La chica se acerca con rapidez al castaño, le toma una de las manos y luego le pide que corra y suba a la camioneta. Entre risas, ambos suben a la camioneta y segundos después el pelinegro lo hace también.

—No puedes usar tu enfermedad para chantajearme, Rosalina. Creí que era en serio.

—Bien, no lo haré de nuevo —balbucea ella, poniendo sus ojos en blanco para luego poner en marcha el vehículo.

Treinta minutos más tarde los tres bajan de la camioneta y mientras la rubia y el castaño se ríen de Jungkook. El pelinegro ve como Johann y Elda se divierten junto a Emma en el jardín.

—¿Qué hacemos aquí, Ros? —indaga el pelinegro.

—No lo sé, la abuela me pidió que los trajera aquí y eso fue lo que hice —contesta ella con sinceridad.

—Ros…

—Ya te dije que no tengo idea —lo interrumpe la rubia y luego se aleja de ellos en busca de Emma.

—Tengo frío —musita Jimin, frotando sus manos. 

Jeon se quita su chaqueta y se la coloca.

—Gracias amor —masculla el castaño, entrelazando sus manos luego de ponerse la chaqueta.

—¿Qué hacemos aquí, abuela? —pregunta Jungkook a Elda.

La señora lo mira, pero no responde su pregunta.

—Johann, ven acá y diles —le pide a su hijo.

El alemán carga a Emma y cuando la deja sobre el suelo le indica que vaya con los dos chicos.

Jungkook carga a Emma y los tres juntos avanzan hacia los Müller.

—¿Ocurre algo? —pregunta el castaño, preocupado mientras ve de soslayo a su esposo.

El mayor se encoge de hombros y se detienen a un par de pasos de los alemanes.

—Johann, ¿sucede algo? —se dirige a su entrenador—. Escucha, si es por Jimin y Emma, déjame decirte que…

—Cállate, Jungkook —lo interrumpe Rosalina.

—No seas tan mal educada, Rosalina —la regaña Elda, haciendo que Jimin y Jungkook se rían.

—Tranquilízate y sé una chica educada —le pide Johann a su hija. —Mi madre y yo te apreciamos demasiado, sohn. Esperábamos que tomarán una decisión para poder tomar la nuestra. Entonces juntos decidimos darles un obsequio de bienvenida y como muestra de lo mucho que los amamos y apoyaremos en lo que podamos —habla con seriedad el alemán.

Elda da un par de pasos al frente, se acerca a Jungkook y lo primero que hace es mirarlo con dulzura mientras sus ojos se cristalizan. Eleva su brazo izquierdo y posa su mano sobre una de las mejillas del pelinegro, el cual baja a la pequeña.

—Ich liebe dich, Sohn. (Te quiero hijo) —articula Elda, mientras derrama un par de lágrimas.

—¿Ella está bien? —indaga con precaución, Emma.

—Sí, lo está —responde Jimin, abrazando a la niña.

—Ich liebe dich auch, Oma. (También te quiero abuela) —verbaliza Jungkook en alemán al mismo tiempo que desciende un poco para poder abrazar a Elda.

Jimin ve como Johann ahora se acerca a ellos mientras Rosalina limpia las lágrimas de su rostro. 

—Mi madre es muy sentimental igual que Rosalina —comenta el alemán, a lo cual el castaño solo se limita a sonreír.

—Ya dile —le pide Elda, sujetando con ternura una de las grandes y ásperas manos de Jeon, Jungkook sujeta la de Jimin y el castaño la manita de Emma.

—¿Qué les parece la casa? —los interroga Johann, señalando la casa tras de él y frente a la pareja, la niña y su madre.

Jungkook inmediatamente mira a Jimin, el cual enarca sus cejas y al notar que ven sonríe forzadamente.

—Es muy bonita, tiene jardín delantero amplio y llamativo —dice el castaño. —¿Qué te parece a ti, Emm? —se dirige a la niña.

—¡Me gusta mucho! —alza su voz la niña.

—¿Qué hay de tí, sohn? —lo cuestiona Elda.

—Es hermosa, me recuerda a la casa que compré en Los Ángeles. ¿La recuerdas, birdie?

El castaño asiente y agrega—. Sí, tienes razón, se parece un poco.

—Que bueno que les gusta, eso nos alivia un poco —menciona Johann. 

—¿Por qué les alivia que nos guste la casa? —duda Jimin.

—No entiendo nada —cuchichea Jeon.

—Es suya —suelta de sopetón el alemán—. La casa es suya.

Jungkook y Jimin se miran y luego ven la casa frente a ellos, ninguno de los dos dice algo se quedan por unos segundos en silencio hasta que por fin el pelinegro pregunta—. ¿Es una broma?

—Por supuesto que no idiota —acota Rosalina desesperada.

—Mi madre me mencionó la idea y a mí me pareció perfecto. Entonces decidimos sorprenderlos de esta manera —relata el alemán.

—Es toda suya —afirma Elda, entregándole la llave a Jungkook. —De los Müller para los Jeon Park —añade feliz.

Jimin juega con el cabello de Emma, evitando de esa manera romper en llanto. Jungkook abraza a Elda y le agradece muchas veces para luego acercarse al castaño.

—Ey —musita, mirando al más bajo. —Toma —le entrega la llave de la casa.

—Yo…

—Está bien, está bien —masculla Jeon mientras abraza al menor y lo contiene. —Jimin está muy agradecido con ustedes, tanto que no puede expresarlo con palabras en este momento. Estoy seguro que lo hará cuando deje de estar tan emocionado hasta las lágrimas —se dirige a los Müller los cuales solo sonríen y asienten.

—Llevalos adentro, los cuartos ya tienen camas así que podrán dormir aquí desde ahora —les hace saber la rubia.

—No, espera —lo detiene entre sollozos, Jimin.

—¿Estás listo? —inquiere Jungkook.

—Uhum —gesticula, dejándose abrazar por la espalda por Jeon. —Lo siento por esto, es solo que ustedes son una familia muy unida y cariñosa. Y yo…, estoy muy agradecido con ustedes no por la casa, si no por ayudar a Jungkook, incluso ahora que él y yo somos esposos y padres adoptivos de Emma —se detiene cuando sus lágrimas desbordan sus ojos nuevamente.

Jungkook le ayuda a controlarse y cuando está mejor decide continuar.

—Gracias por recibirnos a Emma y a mí con los brazos abiertos a su familia. Los dos estamos un poco asustados, pero felices de estar aquí al lado de Jungkook y su familia —se detiene mientras hipa y de inmediato agrega—. Muchas gracias familia Müller.

Jungkook lo mira orgulloso y luego deposita un beso en su coronilla.

—¿Por qué sigue viéndose bonito aunque llore? —pregunta Rosalina, haciéndolos reír a todos—. No se rían, es una pregunta seria.

—Despídete y sé una chica seria —le pide su abuela.

Rosalina hace una mueca y luego empieza a despedirse de Emma, luego de Jungkook y por último de Jimin.

—Vendré mañana y organizaremos la mudanza, no te preocupes.

—Gracias, Ros.

—Descasa, Jimin. Hasta mañana.

—Hasta mañana —corresponde a la rubia y luego la ve subir a la camioneta.

—¿Listos para conocer nuestra nueva casa? —inquiere Jimin.

Emma salta y grita sí, en repetidas ocasiones.

—Ve a abrir, Emma —la motiva el castaño, dándole la llave de la casa.

La niña corre emocionada entre el camino de cemento que conduce hasta la puerta.

—Jungkook.

—Sí cariño.

—Te amo.

El mayor se da media vuelta y sin anunciarlo y pensarlo junta sus labios con los del menor.

—No puedo abrir, necesito ayuda —escuchan la vocecita chillona de Emma a lo lejos.

—Te amo, birdie —musita sobre los labios gruesos del castaño.

—Jungkook, ayúdame por favor —lloriquea la pequeña desde la puerta.

Ambos ríen, se dan un último beso y luego el pelinegro corre hacia Emma para ayudarla.

Jimin se queda en el mismo lugar unos segundos, ve la casa y sonríe nostálgicamente al recordar la casa que Jungkook compró en Los Ángeles.

—¡Jimin, ya abrimos! ¡Ven! —grita Emma desde la puerta.

El castaño ve una última vez la fachada de la casa y piensa en que aquella casa de Los Ángeles no era para ellos. No era para ellos porque aún faltaba Emma, y estaban incompletos, pero ahora, está casa en Berlín es de ellos, les pertenece porque están juntos como una familia.

Jimin entra a la casa y cierra la puerta, cuando llega a la sala ve a Emma y a Jungkook acostados en el sillón más grande. La niña sobre el pecho de Jeon, mientras conversan de la casa.

Una sonrisa surca los labios de Jimin, sonríe con tanta sinceridad y emoción porque tiene lo que necesita. Y lo único que necesita son a esas dos personas sobre el sillón para sentirse feliz, amado y como en casa.

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