
46
Rosalina camina impaciente en el lobby del hotel a la espera de Amber. Han pasado dos días y no sabe nada de Jungkook. Lo ha llamado muchas veces, casi las mismas veces que le ha enviado mensajes de texto, pero es imposible localizarlo.
—Relájate, Rosi —le pide Jamal, mientras se acerca a ella y le toma la mano.
—Tengo miedo de que el señor Park… que él…
—Basta, no pienses en eso —susurra Jamal, para luego abrazarla. —Jeon, debe aparecer. El ucraniano tiene una nueva oferta, pero debe estar él presente —le menciona en el mismo tono de voz.
El sonido fuerte y estridente de unos tacones resuena, Jamal hace que Rosalina mire hacia el frente para que se de cuenta de quién se trata.
—¿Qué te sucedió? —cuestiona Ros a Amber que luce desarreglada y con sus tacones en mal estado.
—Es todo culpa de Jimin —protesta molesta, quitándose los tacones para luego lanzarlos al suelo del lobby.
La alemana arruga su entrecejo y confundida musita—. ¿Jimin?
—Sí. Jimin —verbaliza Amber, ofuscada—. Me llamó hace dos horas, me pidió que sacará todas sus pertenencias valiosas de las casas de Won. Y bueno, hice lo que pude porque Cecilia y yo no fuimos suficientes.
—¿Dónde está? ¿Jungkook está con él? —indaga la alemana.
—No sé dónde está. Y sí, dijo que te dijera que no te vuelvas loca —acota la estadounidense.
—Que no me vuelva loca. Maldito idiota, cuando lo vea lo golpeare hasta que razone y madure —parlotea Rosalina haciendo reír a Amber.
—Le haré lo mismo a Jimin —masculla sonriendo, pero luego su sonrisa se borra al ver cómo Won cruza el lobby de prisa con cuatro guardaespaldas tras él. —Ay, no puede ser —dice entre dientes, empezando alejarse de la pareja alemana.
—Oye, ¿a dónde vas? —inquiere Jamal.
—Won está aquí, esto no es bueno —balbucea Amber, alejándose cada vez más. —Llama a Jeon, llámalo hasta que responda y no vayas al gimnasio a menos que él vaya contigo —le indica y luego acelera sus pasos.
Mientras Jamal y Rosalina se quedan en el lobby intentando contactar a Jeon. Amber consigue entrar al gimnasio, descalza se abre paso hasta llegar hasta los cuatro guardaespaldas que escoltan a Won.
Cuando ellos la reconocen de inmediato permiten que se acerque a su ex jefe. La rubia ve hacia el frente y nota como Johann conversa con el agente del ucraniano.
—Won —lo llama en un suspiro ella.
Él gira un poco su rostro hacia la derecha y la mira.
—¿Qué haces aquí? Tú no tienes que estar aquí.
—¿Dónde está, Jimin? —pregunta Park entre dientes. —Dime dónde está mi hijo —le ordena con voz demandante, mientras se acerca a ella de manera agresiva.
—No, yo…, yo no sé —vacila ella con miedo.
—Está con Jeon, ¿verdad? —la interroga—. ¡Contesta!
—Won —lloriquea Amber, al verlo tan cerca de ella y totalmente descontrolado.
—Deja a la chica en paz, Park —se escucha una voz fuerte.
Won mira sobre su hombro izquierdo y ve a Johann, se aleja de Amber y se acerca al alemán.
—Ven aquí chica —le pide Johann.
Con ojos llorosos, pies descalzos y avergonzada camina hasta el padre de Rosalina.
—¿Estás bien? —indaga mientras se quita su hoodie y se lo entrega.
—Uhum —emite ella como respuesta, tomando el hoodie.
—Quédate atrás de mí —le pide Johann.
Sin dudarlo ella se coloca detrás del alto alemán, pero sin perder de vista a Won que está frente a ellos.
—¿Qué haces aquí, Park? Este contrato es de MMA no de Boxeo. Por lo tanto, tu presencia no es requerida —se dirige el alemán al asiático.
Won esboza una sonrisa forzada y luego contesta con sorna—. Yo, Won Park, puedo entrar donde deseo entrar. Ahora desee entrar aquí y eso fue lo que hice.
—¿Con qué objetivo? —inquiere Johann.
—Mi hijo —responde Park.
—Tu hijo —repite incrédulo el alemán—. ¿Qué tiene que ver tu hijo aquí? Esto es un contrato para una pelea de MMA.
—No te hagas el desentendido, Müller —lo reta Won, furioso—. Tú sabes que ellos están juntos, no intentes hacerte el imbécil.
El alemán enarca sus cejas y asiente.
—La vida privada de mi luchador no me compete. Pero si te pediré que me respetes, Park. A menos que quieras que tengamos problemas.
—No, no lo amanece —le sugiere en voz baja, Amber.
—Tranquila, chica. Won no es el único con poder en el mundo, yo también lo tengo —alardea Johann.
—¿Dónde está mi hijo? No lo preguntaré de nuevo.
—Tu hijo no está aquí. Ahora vete de aquí, será la única vez que te lo pido —le advierte el alemán.
Las puertas del gimnasio se abren y de inmediato los guardaespaldas de Park divisan a Jimin sosteniendo la mano de Jeon.
—Vayan por él —da la orden, Won.
Los cuatro guardaespaldas se apresuran, dos alejan a Jungkook y a la niña y los otros dos toman una mano de Jimin y lo llevan hasta su padre.
El agente del ucraniano se cuchichea con Johann, el alemán asiente y luego el agente sale del gimnasio.
—Won, detente —le suplica Amber.
—¡Oigan, sueltenlo! —exclama Rosalina al ver cómo los guardaespaldas sostienen a Jeon.
—Haz que lo suelten, a menos que quieras quedarte sin dos guardaespaldas —le sugiere Johann a Park.
Los guardaespaldas lo sueltan luego de la orden de su jefe. Jeon coge la mano de Emma y camina hasta quedar frente a Won.
—Déjelo, quiero que lo suelten —borbotea furioso el pelinegro.
Won sonríe y luego suelta una fuerte carcajada.
—Papá —lo llama Jimin.
—¡Cállate, Jimin! —vocifera airado su padre.
—No —chilla Emma, abrazando la cintura de Jungkook al ver que empuña sus manos y da un paso al frente—. No, por favor.
El pelinegro se detiene, mira a la niña, coge su manita derecha y la lleva con Amber. Saluda con un simple asentimiento a Johann y luego camina a pasos firmes hasta quedar frente a frente con Won Park.
—Golpéame. Vamos, hazlo —lo reta con sarcasmo el padre de su novio.
—¡Basta, papá! —vocea Jimin, mientras lucha por zafarse del agarre de los guardaespaldas.
—¡Te dije que te calles! —grita Won, señalando y mirando a su hijo furioso.
—Le dije que no le grite —le recalca Jeon, posando una de sus manos sobre el cuello de Park.
—Ju-Jungkook, para —le implora Jimin al ver que tiene a su padre del cuello.
Jamal se acerca a los guardaespaldas, golpea la parte trasera del cuello de uno de ellos y Jimin consigue liberarse de una mano. Patea la ingle del otro y luego corre hacia Jeon.
Won ve a su hijo frente a él, alza su brazo izquierdo y toma la mano de Jimin. Jungkook al ver esa imagen suelta el cuello de Park.
—Es mi hijo, él viene conmigo —articula con dificultad, Won.
Da dos pasos al frente, pero el cuerpo estático de Jimin no le permite seguir avanzando.
—¿Qué esperas, Jimin? Muévete —le exige.
El castaño niega constantemente y con ojos acuosos mira por fin a su padre.
—No voy a ir a ningún lado contigo.
—¿No quieres ir conmigo ahora? Bueno, lo harás más tarde o mañana o…
—No iré contigo a ningún lado nunca más —lo interrumpe su hijo.
—Tú haces lo que yo te ordeno porque eres mi hijo y yo cuido de ti y te proveo. Y…
—Ya no más —interviene Jeon ganándose la atención de Won.
El pelinegro camina hasta los Park, coloca su mano izquierda sobre la de Won y con la derecha sostiene la muñeca de Jimin.
—Ahora le pido de la mejor manera que suelte la mano de mi esposo —demanda Jungkook.
Todos elevan sus cejas mientras sus ojos se ensanchan, a excepción de Johann y Emma que sonríen.
—¿Qué es lo que acabas de decir? —titubea Won, absorto.
—Suelte a mi esposo, y está vez si es la última que se lo pido —repite con énfasis el pelinegro.
Won ve a su hijo en busca de una respuesta cuerda. El castaño lleva su mano libre al pecho de su padre.
—Ya no tienes ninguna obligación conmigo. Y mucho menos poder sobre mi vida, padre —gesticula en voz baja, pero audible—. Jungkook y yo nos casamos y…
—¡Imposible! —grita incrédulo, Won.
La abogada de Jimin se acerca a él, saca un par de hojas y las extiende hacia él.
—El acta de matrimonio y la prueba de que cada adquisición de Jimin le pertenece únicamente a él —habla la mujer.
Won aleja la mano de Jimin de su pecho al mismo tiempo que suelta la otra.
Jungkook entrelaza su mano con la del castaño y se quedan de pie uno al lado del otro. Won le arrebata los papeles a la abogada y les da una breve lectura.
—¿Seguro que quieres esto, Jimin? —lo cuestiona—. No serás feliz, hijo.
—Pero lo soy —replica el castaño.
—No tiene nada, él no tiene nada se lo arrebaté todo. Jimin, anulemos este matrimonio, ven conmigo y prometo que haré como que esto nunca sucedió. Vamos hijo.
—Basta, padre. No quiero —suelta desesperado, Jimin—. No me interesa si Jungkook tiene o no tiene dinero, no entiendes que lo amo, que deseo estar junto a él. Solo quiero ser feliz y estar con él me hace feliz. No anularemos nada y si vas a odiarme por eso pues…, pues es tú decisión y voy a respetarla así que respeta la mía.
—Lo conseguiste, por fin conseguiste tu maldito objetivo —habla entre dientes Won, dirigiéndose a Jungkook. —Pero no vas a tener un solo centavo de mi dinero, ni uno solo —recalca—. Entonces te aconsejo que pienses bien si en serio quieres mantener en pie este matrimonio precipitado con mi hijo.
—Estoy harto de que pienses que estoy con tu hijo por tu dinero. Es un insulto para mí y para él. No necesito tú dinero para regresar a la élite, quiero que lo tengas muy presente, Park.
—Mi dinero es el único que puede darte reconocimiento.
—Eso no es así —objeta Jimin—. Johann es la élite de Alemania, es el entrenador, agente y familiar de Jungkook. Él no necesita más de ti padre.
—Él no, pero tú sí, Jimin.
—Está equivocado, él no lo necesitará más. De ahora en adelante él es mi prioridad le guste o no —aclara Jeon.
—Tu prioridad —repite con sorna—. Él es mi hijo.
—Él es mi esposo —dice con voz firme, Jungkook.
Won ve a su hijo y niega, regresa su vista a Jeon y verbaliza—. No vas a lograr nada. NADA.
—Déjalo en paz, papá. Te prohibo que te interpongas en su camino. Si hay alguien con quien debes enfadarte es conmigo.
—¿Por qué contigo? Tú solo estás dejándote llevar por lo lindo que él te dice.
—Escúchame por favor —le pide en un susurro Jimin, intentando soltar la mano de Jungkook. —Estaré bien, amor —le asegura.
El pelinegro le suelta la mano y el castaño acorta la distancia entre él y su padre.
—¿Quieres lastimarlo? ¿Quieres humillarlo? Si lo deseas hazlo —habla con elocuencia Jimin, ganándose no solo la atención de su padre si no de Amber y Rosalina. —Hazlo, pero recuerda que si lo lastimas a él, también me lastimaras a mí. Humillalo, pero ten presente que también vas a humillarme. Destruyelo nuevamente y presencia como destruyes a tu propio hijo —gesticula, dejando estupefacto a su padre.
Y es que Jimin no es así, él nunca había tenido el valor de enfrentarlo de esta manera. De retarlo, desobedecerlo y de desear alejarse de él como lo está haciendo ahora.
—Inténtalo padre, te reto —espeta con valor el castaño.
—Jimin —lo llama Amber, asustada.
—Y-yo yo sería incapaz de…
—No mientas —lo reprende su propio hijo. —No mientas porque ya lo hiciste una vez, y si lo hiciste una vez lo harás de nuevo. Pero te prometo que no me alejaré de nuevo de Jungkook. Te lo juro —asevera mientras sus ojos se llenan de lágrimas.
—Jimin, hijo. Mírate. Escuchate, así no eres tú —masculla desesperado, Won.
El castaño esboza una sonrisa mientras asiente, es así como él es, es así cuando está al lado de Jeon. Él le da valor, coraje, fuerza y valentía, ahora lo sabe.
—Así es como soy, padre. Lo que pasa es que hay partes de mí que solo existen cuando él está a mi lado —menciona con parsimonia, Jimin.
Won abre su boca, pero no articula una sola palabra. Johann se acerca a ellos y se dirige una vez más a Park—. Vete, Won. Tu hijo está en buenas manos. No intentes una sola tontería porque haré que te arrepientas.
Park ve a su hijo, bufa y luego le da la espalda. Jeon observa como un par de lágrimas desbordan los ojos de Jimin y de inmediato se acerca a él, lo abraza y luego besa su coronilla.
—Estoy aquí —susurra el pelinegro, mientras acaricia con sus manos la espalda del más bajo.
—Estoy bien —farfulla Jimin, limpiando su rostro.
—Necesito una explicación antes de que te golpee, Jungkook —habla Rosalina.
—Yo necesito los detalles de la boda, antes de hacerte lo mismo que ella le hará a Jeon —parlotea Amber, acercándose con Emma.
—Eso será después, hay un contrato que firmar y cláusulas que especificar —interviene Johann.
—¿La pelea se llevará a cabo? —indaga Jungkook.
—Primero debes pelear contra alguien del top de peso Wélter —contesta Jamal.
—Es lógico —murmura Jimin. —Si le ganas al del top de peso Wélter tú tomarás su lugar. Por ende, estarás dentro de la UFC. De esa manera ya serás legalmente un buen combatiente para la defensa del título en esa división —explica el castaño.
—¿Entonces debe aceptar? —duda Amber sin entender del todo.
Johann mira a Jungkook y lo interroga—. ¿Qué quieres hacer, sohn?
El pelinegro entrelaza su mano con la del castaño mientras le sonríe a Emma.
—Quiero pelear, no importa con quién. Si debo enfrentar al del top de peso Wélter para luego enfrentar al ucraniano, lo haré. No pienso desaprovechar ninguna oportunidad que nos acerque a nuestro objetivo —responde Jeon.
—Así se habla, sohn —dice con orgullo, Johann—. Iré por el representante del ucraniano y del otro peleador.
Johann sale del gimnasio mientras Jungkook mantiene su mirada fija en Jimin.
—¿Estás bien? —lo cuestiona el mayor.
—Estoy contigo, así que sí —acota el más bajo sonriendo.
Cuando los representantes aparecen, Jimin se aleja un poco de ellos para que conversen, mientras se cuchichea con Amber y Rosalina.
—¿Cómo fue la ceremonia? —indaga Ros.
—No hubo ceremonia —responde Emma.
—No hubo ceremonia —confirma Jimin.
—¿Qué hay de la vestimenta? —curiosea Amber.
—Todos utilizamos estás camisas geniales que escogí —balbucea la niña, mientras señala la blusa blanca con un corazón rojo y letras en negro que recitan I love Las Vegas.
—Dime que es broma —parlotea Amber, sorprendida.
—No lo es —masculla él.
—Bueno al menos…
—Oigan chicas, todo fue sencillo. Sin ceremonias, ni vestimenta glamurosa. Solo estaba la persona que nos casó. Mi abogada y John fueron los testigos, junto a Emma —les relata Jimin.
—¿Eso fue todo en serio? —titubea Rosalina.
—Sí —verbaliza en un suspiro el castaño.
—Todo fue lindo, luego comimos pizza y bebimos soda juntos —agrega Emma.
Rosalina y Amber se miran mutuamente y las dos con una simple mirada no pueden creer lo que lo que acaban de escuchar.
—Si nos hubieran tomado en cuenta podríamos haber planeado una pequeña ceremonia y celebración. Verdad, Rosalina —menciona Amber.
—Sí, solo debieron habernos comentado su plan y…
—No lo planeamos, chicas. Jungkook tuvo la idea, me lo comentó y yo acepté. Y listo, viajamos a Las Vegas y nos casamos —las pone al tanto y luego borbotea—. Ahora sí me disculpan debo ir con Jungkook. Vamos, Emma.
La niña toma la mano del castaño y juntos caminan hacia Jeon.
—¿Cómo estuvo todo?
—Bien, peleó en un mes —gesticula el pelinegro, mientras carga a Emma y luego la coloca sobre sus hombros.
—¿En un mes? Eso no es muy pronto, Jungkook.
—Tranquilo, birdie. He estado entrenando todo este tiempo, un mes más de entrenamiento es más que suficiente —asevera con confianza el mayor.
—¿Qué hay de la pelea con el ucraniano?
—Si gano la pelea y entro al top de peso Wélter pelearemos en seis meses por el cinturón.
—El cinturón, el cinturón —canturrea Emma.
—Ella está muy feliz por ti —dice Jimin entre risas.
—¿Qué hay de tí? —inquiere Jeon, tomando la mano izquierda del castaño.
—Por supuesto que lo estoy, asegúrate de dar lo máximo en el campamento y en el octágono verás los resultados.
Jimin abraza a Jungkook mientras Emma sigue sobre los hombros del más alto.
—Hablando de campamento, debo irme mañana. Yo…
—Estaremos bien, Emma y yo tendremos muchas cosas que hacer y tendremos buena compañía —articula con serenidad para luego reírse mientras señala a las dos rubias que conversan sin parar.
—Ellas están hablando de nosotros, ¿verdad?
—Sí, no disimulan ni un poco —murmura Jimin, indignado.
—Tengo hambre —anuncia Emma.
—Esa es nuestra señal para marcharnos, amor —cuchichea el castaño.
Acto seguido los tres abandonan el gimnasio antes de que las rubias los aborden y los cuestionen, con el único fin de obtener la información que necesitan para estar tranquilas.
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Gracias por el apoyo que le están dando a la historia. Amo leer que están disfrutando la lectura 😊
Les amo, bye 💓
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