36
Miami
La mesera se mueve con rapidez hasta llegar al área de la piscina, busca al castaño y se detiene a un costado de él mientras sostiene una bandeja con una bebida.
—Aquí tiene su mojito.
—¿Mojito? No pedí un mojito, pedí Ron con cola —refunfuña el castaño.
—Disculpe, enseguida traigo su Ron con coca —se excusa apenada.
—No, espera déjalo —la detiene Amber, cogiendo el mojito. —Ve por su orden —musita, guiñándole uno de sus ojos a la chica.
Jimin ve a Amber y el recuerdo de las palabras que le dijo a Dimarco le vienen en un potente flashback.
—Jimin, oye —lo llama tomando asiento a su lado—. Jimin, te estoy hablando. ¿Estás bien?
—Sí, sí claro.
—¿Dónde está, Emma? —pregunta la rubia.
—En la piscina, Di, le regaló muchos trajes de baño y quiere usarlos todos antes de volver a Los Ángeles.
El rostro de la rubia cambia de expresión en el momento que el italiano es mencionado.
—Miami es genial —balbucea, cambiando de tema.
—Si tú lo dices —masculla Jimin.
—¿Qué tal si tenemos una noche de chicas a la orilla de la playa? —le propone la rubia—. Estoy segura que a Emma le encantará.
—Sí, seguro y sería fantástico para ella —con cuerda el castaño, tomando su Ron con Coca.
Un incómodo silencio se produce en el cual Jimin introduce su dedo dentro del vaso y remueve los cubos de hielo, y Amber agita el popote de su bebida.
—Amber, yo…
—Está bien, Jimin. Estoy bien, disfrutemos este tiempo juntos.
El castaño está por decir algo, pero alguien se acerca y decide guardar silencio.
—Joven Park, llamada de Dimarco —le indica uno de los escoltas del italiano.
—Di, estamos casi por alistarnos. No nos hagas estar sentados por mucho tiempo —atiende.
—Solo será un round, bonito —fanfarronea el italiano.
—Más vale que lo cumplas —bromea Park.
—Escucha, hable con tu papá y…
—Lo sé, también me lo mencionó —lo interrumpe el castaño. —Creo que no es tiempo de hablar sobre eso y tampoco estás en la obligación de hacerlo, Di —agrega mientras de soslayo nota que Amber lo ve y presta atención a la llamada telefónica.
—Te veo después de la pelea en el camerino, promete que estarás ahí con Emma.
—Lo haré si cumples tu promesa de solo un round —replica con astucia, Jimin.
—Dalo por hecho.
—Suerte, Di —es lo último que dice y luego cancela la llamada. —¡Emm, hora de arreglarnos! —alza su voz.
—¿Sucede algo? —indaga Amber.
—No, todo bien —acota el castaño. —¿Vienes con nosotros? —inquiere mientras toma la mano de la niña.
La rubia lo ve y sonríe cuando se percata que Emma la mira muy sonriente.
—Por supuesto, debemos vernos espectaculares —contesta Amber.
Una hora después Amber, Emma y Jimin toman asiento en la tercera fila. La niña está emocionada y lista para apoyar a Dimarco, lo dice el dedo de espuma que cubre su mano derecha.
El domo Kaseya Center de Miami, Florida, se encuentra abarrotado de personas. Dimarco el magnífico tiene los focos sobre él, está muy cerca de conseguir su pelea oficial con el campeón de semipesado estando él en peso mediano.
Los fanáticos están vueltos locos, todos saben de la capacidad del italiano, con su vasta experiencia en kickboxing sus adversarios la tienen muy dura.
—¡Di, Di, Di! —grita emocionada, Emma.
—Se cuidadosa, Emm —le pide Jimin al verla de pie sobre la silla.
—Sí, sí —borbotea ansiosa, sujetándose con la mano que no tiene en dedo de espuma.
—¡Tú puedes, Di! —exclama eufórica—. ¡Acaba con él!
Jimin la ve y ahora sabe que no es el único que se emociona con las peleas, la linda Emma también lo hace y más que él.
Dimarco saluda al público y ve a la niña y por último a Jimin, asiente y luego va al centro del octágono.
Luego de los actos protocolares y las indicaciones del referee, ambos oponentes chocan sus puños y se alejan un poco. La campana suena y el primer puñetazo lo recibe el italiano en su bicep derecho.
—¡Vamos, Di! —alza su voz, Jimin.
Amber toma asiento, está nerviosa, le duele el estómago y no cree ser capaz de ver la pelea completa.
Dimarco lanza una combinación y luego una patada que hace jadear y casi caer a su oponente de rodillas contra la lona. Aprovecha el desbalance del contrario y lo derriba, se posa encima de él y comienza a golpearlo con sus puños y codos, cuando siente que está por ser atrapado se pone en pie y se aleja.
—¡Tú puedes, Di! ¡Vamos, Di! ¡Con fuerza, Di! —escucha la voz de Emma a lo lejos.
Espera a que su oponente se ponga en pie, coge distancia y cuando está por fin arriba trota y luego salta lo suficientemente alto para que su rodilla derecha conecte contra el rostro del contrario haciéndolo caer a la lona en un santiamén.
—¡SI! —vocea Jimin con una enorme sonrisa en su rostro mientras abraza a Emma.
—¡Lo hizo, lo hizo! —canturrea la pequeña, aferrándose a los brazos de Park.
Amber alza su rostro y ve al italiano de pie saltando de un lado a otro luego que el referee lo ha proclamado ganador luego de ese knockout.
Suelta un largo suspiro y se pone en pie para aplaudir por unos segundos.
—Fue fantástico, Am. ¿Viste ese golpe? Fue magnífico —parlotea el castaño.
La rubia asiente, pero está sabedora que no vió nada. No puede ver las peleas de Dimarco, siente su corazón estrujarse cuando él recibe un golpe a diferencia de ver cualquier otra pelea.
—¡Di, Di! —lo llama entre gritos, Emma.
El italiano sale del octágono y va hacia la niña, la carga sobre sus hombros mientras su equipo lo sigue de cerca.
—Nos vemos en el camerino —susurra él mientras se aleja junto a la niña.
—Cuida de Emma —es lo único que le pide, Jimin.
El castaño y la rubia esperan unos minutos y luego van juntos al área de espera del camerino, ve a su padre y le sonríe por compromiso, y entonces recuerda lo que posiblemente está por suceder.
—Amber, hay algo que quiero que sepas —dice él, girando un poco su cuerpo sobre la banca—. Escuche todo, Am. Y quiero decirte que lo lamento mucho, y que nunca planee esto. Posiblemente tengas razón con respecto a que siempre tengo lo que quiero, pero no es así. Jungkook no está a mi lado y es todo lo que anhelo.
La rubia ensancha sus ojos, luego de esa discusión con Dimarco en la sala del apartamento de Jimin, no hablaron de ese tema. Incluso llegó a pensar que su amigo no había escuchado nada.
—No me importa si me crees o no, últimamente estoy demasiado harto con respecto a lo que la gente piense de mí —agrega él—. Lo que sé es que no tengo a Jungkook y por si lo has olvidado es alguien a quien verdaderamente quiero en mi vida.
—Jimin —masculla ella.
—Lo hice, le dije que no. Pero él insiste y sabes que lo utilizaré porque es la única manera en la que puedo quitarme a mi padre de encima. Ahora sí puedes culparme de todo lo que quieras, pero te recuerdo que no soy yo el que maneja los sentimientos de Dimarco y todo el mundo. No me culpes por algo que no puedo controlar, pero si eso te hace sentir mejor hazlo —expresa Jimin—. Si te gusta tanto deberías esperarlo, al final es lo que nos resta, esperar a que todo vuelva a su lugar.
La chica se queda callada, Jimin es su amigo, lo quiere tanto que duele.
Emma se lanza a los brazos de Jimin y luego se aleja y corre de nuevo hacia Dimarco.
El italiano agradece a todo su equipo y luego saca una pequeña caja color negra de su bolsillo, la abre y saca un anillo de compromiso.
—Ahora que tengo la atención de todos, quiero hacer oficial nuestro compromiso —habla Dimarco.
Jimin ve a Amber, coge una de sus manos y acerca su rostro al de ella.
—Lo siento, Am —susurra con sus ojos llorosos—. Usarlo es mi única opción.
Ella presiona la mano de él, el castaño se pone en pie y cuando ve al azabache frente a él sonríe grandemente.
Amber ve la escena y abre su boca, pero no emite una sola palabra y un solo sonido. El dolor fuerte que su pecho siente la enmudece y en lo único que puede pensar es que de esa misma manera se sintió Jimin cuando perdió a Jeon.
Dimarco se acerca más a Jimin, le muestra la sortija y él solo ve hacia todos lados, observa a su padre y el nudo que siente por dentro lo asfixia. Emma le sonríe y eso lo relaja solo un poco, mira hacia atrás sobre su hombro y ve a Amber.
¿Cómo es posible que le esté haciendo esto a su amiga? ¿Cómo es posible que él esté utilizando a su amigo? ¿Cómo es posible que esté haciendo algo que no quiere hacer?
—Jimin —lo llama su padre.
Todos escuchan la voz de Won, en especial el antes mencionado. Amber se pone en pie, aclara su garganta y asiente en repetidas ocasiones mientras lucha por no derramar una sola lágrima.
El castaño pasa saliva, cierra sus ojos y al abrirlos ve a Dimarco sonreírle. Extiende su mano izquierda y segundos después ve como el italiano le coloca el anillo en el dedo anular.
—Esto es sorprendente —verbaliza Won.
Dimarco abraza a Jimin, y luego se separan. El castaño ve a Amber, ella le sonríe y se acerca a él.
—Un día vamos a tener lo que deseamos, Jimin —gesticula en voz baja.
—Gracias, Am.
—Te quiero, Ji —es lo último que dice la rubia y luego se marcha.
Jimin tuvo que cenar con su padre para celebrar el compromiso falso entre él y Dimarco, luego de dos horas se aseguró de dejar a su amigo en casa y a su padre, ambos ebrios.
Él deja a Emma en su habitación y sale a la sala, se sienta en el sillón mientras sostiene una botella de vodka. Mira el anillo en su dedo y suelta un sollozo, derrama un par de lágrimas y luego se empina la botella y bebe hasta más no poder.
Sorbe su nariz, empuña su mano izquierda y la hunde entre los cojines del sillón. Llora y bebe nuevamente, le duele el pecho y por más que busca una nueva opción no la hay. No puede hacer esto con alguien más que no sea Dimarco, es su única opción válida y fiable.
La pantalla de su celular se enciende, es una llamada de Zoe, pero él la ignora, cuando vuelve a encenderse entra a su galería y busca la foto que tiene con Jungkook, esa en la que ambos se están mirando fijamente mientras sostiene el premio que el boxeador ganó.
Solloza con fuerza y con brusquedad le da la vuelta a su celular, bebe una vez más y se deja caer al suelo.
Emma sale de su habitación en silencio, escucha lo hipidos y se oculta tras el sillón. Espera hasta que unos ronquidos se escuchan y sale de su escondite, toma la botella y la coloca en la mesa, va por una manta y cubre el cuerpo de Jimin. Va corriendo por su oso de peluche y luego se acomoda al lado del castaño.
—No vayas a vomitarme, ok —musita con dulzura.
Besa una de las mejillas de Jimin, y luego cierra sus ojos intentando quedarse dormida con los ronquidos incesantes de su lindo y solitario apadrinado.
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