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26

Su turno había terminado y como una de sus nuevas actividades camina en dirección al río Spree, justo donde los barcos y yates embarcan y desembarcan. Toma asiento en el mismo trozo de cemento, abre su mochila y rebusca con calma la cajetilla de cigarrillos y el encendedor. 

Cuando los ha encontrado alza su vista, coge un pitillo y luego guarda la cajetilla, lleva el cigarro a su boca y después lo enciende en el segundo intento. Cierra sus ojos al dar la primera calada, se siente menos ansioso, le parece ridículo que algo que es dañino para su salud le calme la ansiedad y lo relaje.

Fuma su cigarrillo mientras ve cómo todos los días lo hace subir y bajar gente de los barcos. Cada día la misma imagen, la misma gente regresando a sus casas o algún lugar específico, pero sabiendo con determinación su camino y su destino. Mientras él se sienta en ese trozo de cemento sintiendo como cada día se vuelve más largo, más frío y su soledad aumenta.

Jungkook sostiene el cigarrillo con su mano derecha, se agacha un poco y abre el cierre pequeño de la mochila, coge el único objeto que está dentro y luego apoya sus codos en sus rodillas. Le da una calada al cigarro y mientras deja escapar la nicotina por la boca gira la fotografía, viendo ese lindo rostro, esos bellos ojos color miel que lo hipnotizan. Mira la fotografía mientras fuma perdiéndose cada detalle de lo que pasa a su alrededor, no le interesa el sonido de los barcos, ni las risas de las personas que pasan a su lado. Su atención está fija en la fotografía de aquel sonriente y lindo Jimin.

Pasan unos minutos y el pelinegro siente como alguien toca su hombro derecho, ve a la misma dirección alzando la vista y mira al mismo hombre del carretón de pan Pumpernickel y bebidas calientes dentro de uno de los barcos que pasean a los turistas.

Con seriedad coge el vaso luego de llevar el diminuto cigarro a sus labios. Le da la última calada al pitillo y luego lo lanza al suelo, lo pisa y después lo recoge para lanzarlo al basurero del carretón. Bebe un sorbo de lo que sea que siempre el hombre le da, pero le gusta y permanece en silencio como siempre.

—Hay tres hechos descritos en el libro del destino —habla el hombre, sorprendido a Jeon debido a que nunca han intercambiado palabras.  

—¿Cuáles son? —pregunta en un susurro.

—Cuando nacerás, con quién te casarás y cuando morirás —contesta con tranquilidad el hombre y luego añade—. El destino siempre te alcanzará. Cuando un inocente es víctima de la injusticia del hombre, la hoja del hombre no se mueve. Pero entonces es cuando el firmamento se manifiesta y si el inocente pide desde el fondo de su corazón todas sus plegarias serán escuchadas.

Jeon que ha escuchado todo con atención sonríe ladinamente mientras una lágrima desciende por su pómulo, luego su mejilla, barbilla y por último cae sobre la fotografía que sostiene con su mano izquierda.

—No tengo nada que pedir —masculla al mismo tiempo que se pone en pie.

Deposita el vaso vacío en el basurero, recoge su mochila, se la pone en la espalda y luego de una pequeña, pero notoria reverencia al hombre se gira para irse del lugar. Mientras da los primeros pasos cortos, dice—. Llevo un mes en Alemania, y en mi camino no hay un destino y mucho menos un lugar a donde ir.

Si algo ama Jungkook de Alemania es el frío del país, lo siente cálido quizá porque es como se siente actualmente su corazón y su alma, fríos. Y lo más importante, era el único lugar donde Park no tenía poder para seguir arruinando más su vida.

Después de aquella conversación con el hombre del carretón de Pumpernickel. En poco tiempo había conseguido un empleo, lavando trastes en turnos rotativos en un restaurante pequeño, pero que recibe mucha afluencia. También alquila un diminuto apartamento que siente acogedor para él solo, y que de igual manera detesta porque puede escuchar todo lo que ocurre en los apartamentos cercanos al suyo.

Había empezado a visitar todos los días un gimnasio y durante quince días no ha hecho nada más que quedarse sentado en una banca viendo el piso. Tal y como lo está haciendo en estos momentos.

—Oye —articula una chica—. ¿Qué tipo de rutina es está?

Jungkook alza su rostro y ve a la misma rubia con destellos castaños que todos los días se acerca a él, para hacerlo hablar aunque sea un poco.

—Es una rutina nueva, la deberías intentar —bromea Jeon.

La chica ríe mientras niega y luego toma asiento en la misma banca.

—Soy Rosalina Müller —se presenta.

—Jungkook Jeon.

Ambos escuchan un fuerte jadeo y llevan sus vistas curiosas al ring de boxeo que está al centro del gimnasio.

—Golpe al hígado mortal —menciona la chica.

—¿Cómo lo sabes? —inquiere el pelinegro.

—Solo lo sé y ya —acota la rubia. —Al igual que sé que eres un boxeador —agrega, haciendo que Jeon se tense e incomode.

—No, no lo soy.

—Sí, sí lo eres.

—Lo fui y creo que es algo que no te importa —balbucea molesto al mismo tiempo que se pone en pie.

—Espera, espera —lo detiene la chica luego de ponerse en pie y alcanzarlo—. Tienes razón, no es algo que me importe, pero en serio creo que eres muy bueno.

—¿Y supongo que también crees que me drogué y vendí la pelea? —la interroga con seriedad.

—No lo sé, no pareces esa clase de chico, pero no soy quien para juzgarte y acusarte de algo que no tengo pruebas —responde Rosalina con elocuencia. —Vamos, quiero que conozcas un lugar que vas amar —le propone.

Jungkook la ve y niega.

—Vas por ahí proponiendo visitar lugares a extranjeros extraños. Eres impresionante —chista el pelinegro.

—Solo con los extranjeros extraños que conozco.

—No me conoces —replica él.

—He visto tus peleas y entrevistas, si te conozco —explica en su defensa—. Pero si quieres quedarte una hora más sobre esa banca sudorosa, está bien.

La rubia se aleja a pasos lentos y el pelinegro solo suspira, la ha visto todos los días y no tiene idea porqué, pero la sigue luego que va por sus cosas al casillero.

—¿A dónde me llevas? ¿Falta mucho? 

Ella lo mira sobre su hombro derecho con semblante serio.

—Eres como un niño, solo camina.

—Si este es tu método de seducción déjame decirte que es horrible. 

—¿Seducción?  —repite Rosalina—. Eres demasiado guapo para mis gustos, odiaría tener que preocuparme por las y los que se lanzan a ti.

—No tendrías nada de que preocuparte, soy leal y fiel.

—Bueno, no dije que me preocuparía por tu lealtad y fidelidad, la preocupación sería por los y las que se lanzan a ti —expone la rubia. —Llegamos —anuncia mientras se detiene. —Ve a la mesa del muelle, iré por emparedados y regreso —le indica.

Jeon está por hablar, pero ella se gira y emprende camino hacia dentro del local. Camina hacia la última mesa que está en el muelle, toma asiento y luego deja su mochila en el cemento.

Ve hacia la derecha y mira la linda vista nocturna, un par de barcos paseándose en el río le hacen creer que ha tomado una buena elección de país. Y entonces esos recuerdos regresan, ese lindo rostro aparece como un destello fugaz haciéndolo sentir diminuto y expuesto una vez más.

—Listo, regrese —escucha la voz de Rosalina.

La chica toma asiento con dos cervezas, ella toma una y la otra la deja sobre la mesa frente a Jeon.

—No bebo —dice el pelinegro.

—Ok, entonces la beberé yo —verbaliza con rapidez la chica, cogiendo la botella.

—Me preocupas sabes, no es normal que bebas en compañía de un extraño.

—Ya te dije que no eres un extraño, y este local es de mi abuela, si te sobrepasas conmigo te cortará las bolas —confiesa haciendo reír a Jungkook.

La señora Müller deja los emparedados en la mesa, se presenta con Jeon y luego regresa adentro.

Cenan entre silencios cortos y pequeñas conversaciones sobre Berlín y algunos lugares turísticos que Rosalina le propone visitar a Jeon.

—¿En qué piensas cuando te sientas en esa banca todos los días en el gimnasio? ¿En quien pensabas cuando veías los barcos y la linda vista? —rompe el silencio.

—¿Qué te hace creer que son cosas distintas y no las mismas? —inquiere el pelinegro.

La chica sonríe y él piensa que tiene una sonrisa tierna y agradable.

—En el gimnasio sujetas con fuerza la toalla, las vendas o tu camisa deportiva. Cómo si ese recuerdo te agobia, te enfada y te ciega debido al exceso de enojo que te provoca —contesta la primera pregunta, bebe un sorbo de cerveza y prosigue—. Y acá, fue distinto. Vi la nostalgia en tu rostro, tus ojos anegados en lágrimas que controlas muy bien al no derramar dice que a quién recuerdas te lastimó, pero echas de menos y al recordar a esa persona te sientes destruido porque no está a tu lado y tú corazón te dice que solo necesitas a esa persona para estar bien. Por favor, dime si me equivoco.

Jeon permanece en silencio y hace el intento por tomar una de las botellas de cerveza sobre la mesa, pero la chica se lo impide.

—Tú no bebes —le recuerda con sarcasmo. —Oye, qué tal si en vez de ir todos los días al gimnasio solo a sentarte en esa sudorosa banca, te pones los guantes y golpeas el saco. Consideralo Jungkook, supongo que estás aquí para empezar de cero no para quedarte estancado en el pasado —le aconseja la chica.

La rubia se pone en pie bebe la última cerveza, agita su mano izquierda en despedida y luego entra al local de su abuela.

Jeon suspira, Rosalina tiene razón, pero no sabe si está listo. Bueno, nunca lo sabrá si no lo intenta. Pensativo toma el subterráneo y viaja hasta su pequeño apartamento, escucha a los niños llorar y disgustado se encierra, se lava los dientes y se dispone a dormir luego de pensar en todo lo sucedido en su última pelea y en su ruptura con Jimin.

A la mañana siguiente despierta temprano, tiene doble turno debido a que uno de sus compañeros de trabajo no puede asistir. Lava los trastes uno tras otro, se enfoca en eso mientras medita en sí por fin se colocará los guantes está noche en el gimnasio.

—Llegue —avisa su reemplazo.

Jungkook se aleja del enorme lavabo y va al vestuario, saca del casillero su mochila, se quita el mandil y lo deja en el perchero, se cambia la camisa y luego sale de su lugar de trabajo.

Decide caminar hacia el gimnasio mientras se atormenta así mismo en ponerse los guantes o no. ¿Qué pierde? ¿Qué gana?
Bufa desesperado, mientras continúa caminando hacia el gimnasio, al llegar antes de ir al casillero se detiene a ver dos chicos haciendo sparring en el ring.

Debe reconocer que se siente emocionado al ver el sparring, pero también le queda claro que no quiere pisar un cuadrilátero de nuevo, no cuando la gente en la que confías te traiciona y te hace ver como el malo de la película.

Se da media vuelta y va al casillero, se coloca un short y camiseta deportiva, cierra el casillero luego de tomar las vendas y los guantes. Sale al gimnasio y toma asiento en la banca, ríe al recordar a Rosalina hablando de la sudorosa banca. Ve el piso del gimnasio mientras se coloca las vendas en sus manos y muñecas, mira los guantes y sin pensarlo tanto se coloca el primero.

—Solo soltarás un par de golpes al saco, Jeon. Solo es eso —se dice así mismo entre murmullos. —Yo puedo —agrega al mismo tiempo que se calza el segundo guante y lo asegura con sus dientes.

Rosalina está por acercarse a él, pero se detiene cuando lo ve ponerse en pie relajando sus brazos, mostrando que tiene puestos sus guantes. La chica sonríe enormemente, luego lo ve caminar hacia uno de los sacos Jeon lo mira por unos segundos, pero solo es eso, ni siquiera alza sus brazos solo ve el saco color negro con blanco fijamente.

—Ey, ¿vas a utilizarlo? —lo cuestiona un hombre.

—S-si —trastabilla Jungkook.

Rosalina se cruza de brazos y ahora ve como Jeon comienza a caminar alrededor del saco.

—Bueno, al menos está viendo y caminando alrededor del saco —masculla la rubia.

Se gira y cuando está por dar el segundo paso escucha dos fuertes golpes. Sobre su hombro derecho ve que Jungkook ahora suelta una combinación perfecta al saco, lo fuerte que los golpes suenan hace que todos los cercanos fijen su atención en el pelinegro.

Jungkook ve el saco, pero en cada golpe que suelta desahoga cada emoción retenida. La imagen de él cayendo en la lona se presenta en su mente y suelta un recto y luego un golpe bajo que deja a todos maravillados. 

Todos ven a un excelente boxeador practicar, pero Rosalina solo ve a un chico agobiado por su pasado, un chico que en cada golpe intenta deshacerse de lo que lo perturba y no lo deja avanzar. Ella lo sabe y siente felicidad al ver que Jeon por fin decidió dar un paso al frente para poder comenzar de nuevo.













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Gracias por leer y por la paciencia.
También gracias a las que votan en los capítulos y comentan, mucho love para ustedes 💓






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