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20

Jungkook había intentado hablar y tener tiempo a solas con Jimin, pero el castaño tenía agenda llena debido a un evento con la fundación. Entonces tuvo que aguantarse a no poder verlo, escucharlo y tocarlo un día completo.

—Salta la cuerda. No dije que pares —le recrimina Jake al verlo tomando un descanso.

—El reloj sonó —dice entre jadeos de cansancio, Jeon.

—El reloj no manda. Mando yo, ahora vuelve a saltar la cuerda y detente cuándo yo lo diga —demanda el coach, para luego beber un sorbo de café.

Jungkook lo mira con desdén, inhala profundo y nuevamente empieza a saltar la cuerda moviendo sus pies de manera ágil. Un par de minutos más tarde Jake le pide que pare, se toma un descanso y luego se coloca los guantes para poder lanzar un par de golpes a una de las bolsas de boxeo.

—¡Más fuerte, Jeon! —lo motiva su coach—. Otra vez.

El pelinegro realiza el movimiento una vez más y lanza un izquierdazo al centro del saco.

—Ese fue bueno. Dame otro más. Muy bien muchacho, eres excelente.

Amber entra al gimnasio, cuando divisa al entrenador va directo a él.

—Jake, sé que están ocupados, pero Won necesita que desocupen el gimnasio —le informa la rubia.

—¿Qué? ¿Por qué? —indaga el coach, mostrando su disgusto.

—Marketing —dice la chica. —Dimarco, grabará un comercial, es su último día en la ciudad y le prometió a Won que grabaría un comercial para promocionar el gimnasio. Luego lo grabarán ustedes —los pone al tanto.

—¿Por qué grabaremos un comercial? —indaga Jeon.

—Porque tú eres la estrella en ascenso del box y Dimarco la estrella en ascenso de la UFC —acota Amber. —Ese comercial será un éxito, Jimin tuvo una grandiosa idea —canturrea.

—Jimin —articula Jungkook.

—Ah, sí. Si quieres verlo está afuera molesto porque lo arrastré hasta aquí y casi no ha dormido por lo de la fundación. Y bueno, Won no ha querido dejarlo solo —lo pone al tanto la rubia.

Jungkook se quita los guantes y sin decir nada empieza a alejarse de su entrenador y de la asistente de su padrino.

—Oye, Jeon. ¿A dónde crees que vas? —lo cuestiona Jake.

—El entrenamiento terminó —parlotea en voz alta el pelinegro.

—Yo no dije que terminó, regresa aquí.

—Tú no, pero nuestro jefe sí —replica entre risas, Jungkook.

Amber sonríe y asiente, pero cuando Jake la ve deja de sonreír y se pone seria.

Cuando Jungkook se ha duchado y cambiado, coge su mochila y se dispone a salir del gimnasio. Ve el ring y puede presenciar cómo Dimarco está calentando, regresa su vista al frente y sale de una vez por todas. Camina directo hacia donde Jimin se encuentra, solo y desesperado.

—¿Qué haces aquí solo?

El castaño se sobresalta, pero al reconocer a su novio se tranquiliza.

—Espero a John, pero está al otro lado de la ciudad gracias a papá —contesta de mal humor.

—Yo te llevo, vamos.

Jimin lo mira y niega, pero el pelinegro no se da cuenta hasta que se percata que camina solo hasta su motocicleta.

—Jimin.

—No iré contigo, papá ha estado paranoico desde ayer.

—¿Por eso es que me has evitado?

—No te he evitado —miente el más bajo.

—Jimin, me has evitado desde la noche de la premiación.

—Oye, no podemos tener este tipo de conversación al aire libre —masculla entre dientes, Park.

—Bueno, entonces sube a la motocicleta y vamos a otro lugar —le propone Jeon.

—Debo esperar a Amber —se excusa el castaño.

—Estás mintiéndome, ¿por qué estás mintiéndome?

—No estoy mintiéndote.

—Ah, claro qué sí. Amber dijo que ni siquiera querías venir aquí.

Jimin desvía su mirada al ser descubierto. Jungkook saca su hoodie color gris, cierra la mochila y se acerca a su novio.

—Póntelo rápido, sin juegos —le pide mientras le entrega el hoodie.

El castaño lo toma, se lo coloca y mientras enrolla las mangas para que sus manos se vean Jungkook le pone el gorro y luego lo toma de la cintura y lo encamina hacia la motocicleta.

El pelinegro se cerciora que nadie los vea, le baja el gorro y le coloca su casco.

—¿Y tú? —pregunta Jimin.

—Conduciré con cuidado.

Dicho eso sube a la motocicleta y enciende el motor, el castaño se sube y posa sus manos sobre la cintura del contrario.

Sin intercambiar más palabras viajan en silencio, Jimin no sabe a dónde y tampoco tiene ganas de indagar, no cuando recuerda que Jeon aún puede estar molesto con él por haber intervenido la noche de la premiación en la discusión con el ruso.

Después de un no tan largo viaje la motocicleta se estaciona frente a una casa grande, no como la de su padre que súper grande y hermosa, pero es grande y llamativa.

—¿Qué hacemos aquí? —se atreve a preguntar por fin, luego que se ha quitado el casco y bajado de la motocicleta.

Jungkook no responde nada, coge el casco y camina por el pasillo de cemento que está entre el césped, se detiene frente a la casa, introduce la llave, abre entra y Jimin comienza a ver a todos lados.

—Ven acá —le pide Jeon.

El castaño mira hacia la casa y ve al pelinegro de pie bajo el marco de la puerta. Asintiendo camina hasta la casa, Jungkook se hace a un costado para que Jimin entre, lo primero que ve es una mesa de madera de color café oscuro, sobre está dos cascos haciendo que una sonrisa surque sus labios.

—Escogí está casa. ¿Qué opinas?

Park empieza adentrarse a la casa mientras Jeon cierra la puerta con seguro. Es una casa grande por dentro, el piso es hermoso al igual que las enormes ventanas, en especial la que tiene la vista hacia el jardín trasero recordando la casa de su padre.

—Es preciosa, Jungkook. ¿A ti te gusta?

El pelinegro se acerca al castaño, posa sus manos en su delgada cintura, provocando que un rubor coloree las mejillas del más bajo.

—¿Por qué has estado evitándome? ¿Es por la noche de la premiación? ¿No quieres que pelee? ¿Acaso no confías en mí?

Jimin niega en repetidas ocasiones, descubriendo por fin que Jeon está malinterpretando todo.

—No, no, no —balbucea con rapidez—. Si estuve evitándote, pero no es porque no quiera que pelees o porque no confíe en ti. Eres un excelente boxeador, todos te aman por eso.

—¿Entonces cuál es la razón por la que me has evitado?

—Porque me entrometí, te frené la noche de la premiación y lo siento, sé que no debí hacerlo. Entiendo si te molestaste, pero es que…

—Jimin —lo interrumpe Jeon, está vez llevando sus manos a su rostro. —¿Por qué siempre supones cosas en vez de hablarlo conmigo? —lo cuestiona seriamente.

—Porque no quiero que me alces la voz —contesta el castaño. —Detesto cuando me alzan la voz porque me paralizó, y no permitiré que lo vuelvas hacer —añade, recordando la única vez que Jeon le alzó la voz.

—Entiendo, pero pudiste haberme preguntado, cariño. Y si me hubiera molestado que te entrometieras te lo habría hecho saber al instante —replica el pelinegro.

Jimin lo ve fijamente y sonríe débilmente al darse cuenta que se ha estado martirizando por nada.

—¿Entonces no te molestaste?

El más alto niega mientras el castaño alza sus manos y toma su rostro para hacerlo descender un poco.

—Si algo me molesta te lo diré, y espero que tú hagas lo mismo —susurra Jeon antes de besar los labios de Park.

—Lo haré —musita Jimin, cuando culminan el casto beso.

Jungkook huele las manos de su novio, lo ve curioso al dudar en que es olor a nicotina. Toma las dos manos de su chico y las lleva a su nariz para confirmar sus sospechas.

—¿Fumas? 

—No —acota. —Bueno, sí. Pero solo es cuando me estreso y me siento agobiado —explica Jimin.

—Detesto el olor a cigarro —confiesa Jungkook, el castaño intenta soltar sus manos, pero él no se lo permite, las sujeta con fuerza y nuevamente las lleva a su nariz y masculla. —Pero tú aroma con el de la nicotina se mezclan también que con gusto respiro el olor de tus manos —hace una pausa para besar las manos de Park y luego añade—. No me gusta ningún vicio, en especial el cigarrillo, pero me gustas tú.

Jimin suelta un enorme suspiro y luego sonríe.

—Creo que mis únicos vicios son el box y tú.

—Sí, sufrir es lo que a ti te gusta —dice entre risas el castaño.

—El box me da dinero y tú me das amor, paz y confianza —verbaliza el pelinegro, mientras gira el cuerpo de Jimin para abrazarlo por la espalda. —Es justo sufrir por ambos porque luego obtengo una buena recompensa —farfulla en la comisura de la oreja derecha del castaño.

—Bueno, déjame decirte que no tengo ninguna recompensa para ti, campeón —bromea Jimin.

Jungkook ríe y toma asiento en el sillón más grande.

—Yo sé que sí —verbaliza con voz ronca y coqueta, Jeon.

El castaño se quita el hoodie y lo lanza al suelo.

—La casa es muy bonita —comenta el más bajo.

—Eres más bonito tú —articula Jungkook.

Park lo mira y solo con verlo le transmite el deseo y sus verdaderas intenciones, con sus dientes muerde la comisura de su labio inferior y poco a poco desabotona su camisa y luego se la quita. Bajo la escrutadora mirada cargada de deseo del pelinegro.

Jimin se deshace de su pantalón de manera tan sexi que Jeon no puede dejar de lamer y remojar sus labios una y otra vez, mientras se quita la camisa como si fuera una especie de obstrucción.

—Jimin, más vale que…

El menor se lanza a él, se acomoda en sus piernas y cuando está cómodo lleva sus manos al cabello del contrario mientras se usurpan las bocas generando sonidos obscenos que retumban en la sala de la casa.

—Mierda —jadea Jeon, al sentir como Jimin mueve su cintura despertando su pene.

Una de las manos de Jimin se escabulle bajo el pantalón y la tela del boxer de Jungkook, sujeta el miembro con sus manos y luego lo estimula. La vista del pelinegro se nubla, pero no pierde la puta cordura, posa sus manos en el abultado trasero de Park, hace a un costado la tanga para luego introducir el primer dedo, luego uno más hasta hacer que su mimado novio gima por más.

—Te necesito —gime el castaño, luciendo ansioso, desesperado y muy excitado—. Te necesito dentro.

El más alto se encarga de quitarle la tanga y luego le ayuda a acomodarse sobre él. Un par de gemidos y palabras sin sentidos abandonan sus labios confirmándoles lo bien que se sienten cuando tienen intimidad.

Las manos de Jungkook recorren cada parte del cuerpo de Jimin, mientras que él castaño se encarga de sujetarse del cabello del pelinegro mientras lo están haciendo tocar el cielo y el infierno con las manos.

—¡Aaah! —jadea sin control Park, mientras Jeon besa y lame su cuello mientras lo embiste.

Minutos después sus posiciones ahora son distintas, el castaño está en cuatro en el sillón mientras el pelinegro está de rodillas.

Jungkook entra de nuevo y un gutural, placentero y sexi gemido le confirma a Jimin lo bien que se siente.

El más alto no se mueve simplemente disfruta lo bien que el más bajo se penetra solo, Jimin lo ve sobre su hombro izquierdo y Jungkook puede jurar que es una jodida obra de arte. Es su obra de arte.

Posa sus manos en la delgada cintura del castaño, lo aleja un poco y luego lo penetra con fuerza. Lo hace una, dos, tres, hasta que se corre dentro. Jimin suelta un par de jadeos cuando ha culminado y luego se deja caer en el sillón.

—Olvidé el preservativo —dice en voz cansada, Jeon.

—Tampoco es como que vas a embarazarme —chista en voz cansina, Jimin.

—Estoy limpio, lo juro —parlotea el pelinegro.

—Lo sé, confío en ti con mi vida, Jungkook. Yo también estoy limpio.

El pelinegro alza una de las piernas del castaño, la acaricia con sus manos y luego comienza a dejar besos. Baja la pierna y luego lleva su boca hasta los muslos grandes de Park, los besa, lame, los muerde sin lastimarlo y luego los chupa, haciendo sonreír, quejarse y molestarse al más bajo.

—Vas a dejar una marca, basta —lo reprende Jimin—. Jungkook Jeon.

El mencionado se detiene y ve a su chico, acerca su rostro al del contrario y le roba un beso.

—Deja de seducirme —balbucea el pelinegro. —Oh, te meteré al jacuzzi y luego te haré el amor —suelta con voz sexi.

Jimin se emociona con solo imaginarse todo. Alza su cabeza y besa los labios de Jungkook. Unos minutos pasan y luego el timbre suena, el más alto niega, pero el castaño lucha hasta detener los labios y manos de su fuerte novio.

—Ve abrir —le pide.

—No, no es nadie —se opone para lanzarse de nuevo a los muslos de Jimin.

El timbre suena de nuevo y el castaño coge unos cuantos mechones de cabello de Jeon, tira un poco de estos alejándolo de sus muslos.

—Lo digo enserio, Jungkook —verbaliza con seriedad.

Jeon bufa, se pone en pie, busca su boxer, se lo coloca y luego de mala gana camina hasta la puerta. Le quita el seguro y luego abre, ve a una mujer de espaldas y no puede evitar hacer un mohín extraño con su rostro.

—Hola —articula el pelinegro.

La mujer se gira y ve a Jungkook, le dedica una sonrisa y luego ve lo que carga en sus manos.

—Sí, hola. Soy Summer tu vecina, ví tu motocicleta estacionada y quise traerte algo como bienvenida —habla de manera rápida, tanta que a Jungkook le cuesta entender un par de cosas.

—¿Quién es? —indaga Jimin.

El castaño abre más la puerta y se queda de pie al lado de Jungkook. 

—Ah, hola —dice animado al ver a la mujer frente a ellos. 

—Hola, soy su vecina Summer —se presenta con el castaño.

—Hola, Summer —la saluda Park, mientras la mujer lo ve detenidamente, viste un hoodie que llega hasta sus muslos que presentan unas apenas notables marcas.

La mujer alza su rostro y ve el cabello desordenado de Jeon, también se da cuenta que solo viste un boxer, que tiene tatuajes en todo su brazo izquierdo y en su pierna derecha.

—¿Eso es para nosotros? —pregunta el castaño al ver que la mujer ve a su atractivo novio de forma descarada.

—Ah, s-si —tartamudea. —Lo traje como bienvenida —agrega, regresando su atención a Jimin.

Jungkook suspira, mira a su chico, se para detrás de él y lo abraza.

—Entremos —susurra en uno de sus oídos, haciendo que el castaño finja una sonrisa.

—Muchas gracias, Summer —agradece Jimin, tomando el plato hondo cubierto—. Jungkook, va a cocinar algo delicioso un día de estos y te llevaremos un poco.

—Oh, no hay problema, pero gracias —sonríe la chica.

—Soy Jimin ha sido un gusto conocerte, Summer. Gracias por la bienvenida, te diría que pases, pero la casa todavía no está bien arreglada —se excusa.

—Otra vez será, debo volver a casa con mi hijo.

—Adiós —se despide Jimin—. Di adiós, Jungkook.

—Adiós —dice entre dientes el pelinegro.

Ambos regresan adentro, van a la pequeña isla de la cocina y toman asiento uno al lado del otro, Jungkook quita la cubierta del plato y descubre una deliciosa ensalada fresca y al otro costado unos trozos de lasaña.

—Umm, está deliciosa —canturrea Jeon.

—Utiliza cubierto, Jungkook —le suplica Jimin.

—No hay cubiertos —suelta con la boca llena, ganándose una mirada molesta del castaño. —Pero comprare —agrega ahora cubriendo su boca con una de sus manos. —Abre la boca —le pide al más bajo.

—¿Por qué? —inquiere.

—Porque sé que no comerás con los dedos —contesta Jungkook. 

—Entonces vas a ser mi cubierto —brome Jimin.

—Para ti seré lo que quieras, necesites y te haga falta. Ahora abre, cariño.

El castaño abre la boca, ve a Jungkook y no puede creer lo increíble que es. Es perfecto para él, lo hace sentir feliz y con mucha confianza en lo que tienen.

—Jungkook

—Sí, ya sé, debo masticar con la boca cerrada 

Jimin sonríe y murmura un audible—. Te quiero.

Jeon gira su cuerpo y ve al castaño.

—¿Lo dices enserio? 

—Sí, muy en serio —asegura—. Te quiero como las nubes quieren la lluvia. 

Los ojos de Jungkook se cristalizan, abraza a Jimin y luego deposita un beso en sus labios, lo coge del rostro y lo obliga a verlo.

—Te quiero mi chico mimado —masculla rozando entre cada palabra sus labios con los del castaño.

Eleva su rostro y deposita un beso en la frente de Jimin y nuevamente lo abraza.

Hay dos cosas por las cuales Jeon tiene claro que lucharía y defendería a toda costa, por sus sueños y por Jimin.

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