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17

Jungkook baja de la parte trasera del auto con una mochila, golpea con sus nudillos una de las ventanas delanteras y esta se abre segundos después.

—Sí, joven Jeon —habla John.

—¿Vas a quedarte? —pregunta—. Porque si lo haces podrías entrar.

—No, debo llevar a la señorita Amber y al señor Park a una reunión —contesta el moreno.

—Bueno, está bien. Nos vemos, John.

—Su secreto está a salvo, Jeon. Ahora entre de prisa.

El pelinegro sonríe, se da la vuelta, sube las escaleras y luego camina hasta el apartamento más grande del edificio. Introduce el código y luego entra.

Busca en la sala y la cocina a Jimin, pero lo encuentra al entrar a la habitación. El castaño está acostado al centro de la cama justo donde lo dejó antes de salir a su entrenamiento matutino.

Jungkook se sienta en la cama, y con sumo cuidado aparta los mechones que caen en su frente. Su entrecejo se frunce al escuchar una extraña respiración, posa la palma de su mano sobre la frente y siente la piel caliente. Toca sus brazos y es lo mismo.

El pelinegro se pone en pie, lanza su mochila a una esquina de la habitación y camina hacia el baño principal. Ve el botiquín y toma los medicamentos para la gripe. 

Ve la hora, casi la una de la tarde. Abre la refri y coge verduras y unas piezas de pollo. Recuerda la receta del caldo de pollo de uno de sus entrenadores así que se dispone a prepararlo mientras escucha música.

Pica la verdura mientras sancocha las piezas de pollo.

—¿Qué haces? —escucha la adormilada voz de Jimin.

—Ey, ¿te desperté? Lo siento.

—No, desperté porque debía ir al baño y entonces escuché la música y recordé que no estoy solo —comenta el castaño—. ¿Saliste? ¿Adónde fuiste?

—Entrenamiento matutino —acota Jeon. —Sería mejor si regresaras a la cama —le aconseja.

—¿Por qué? —indaga mientras tose un par de veces.

—Creo que empieza a ser obvio, cariño —ríe Jungkook, caminando hacia el más bajo. —Tienes fiebre y posiblemente una infección en la garganta, y quizá también tos —agrega, quedándose de pie al ver que Jimin se ha cambiado su ropa y ahora utiliza la camisa blanca que él usó ayer bajo la camisa de vestir.

—¿Qué? ¿Me veo horrible?

El más alto niega, daría lo que fuera porque su novio mimado no tuviera gripe para poder…

—Jungkook, te estoy hablando —habla nuevamente el más bajo, sacándolo de sus pensamientos.

—No.

—¿No qué, Jungkook?

—No te ves horrible. Créeme que no —asevera Jeon, dirigiendo al castaño hacia la habitación.

—Me duele la cabeza —se queja Jimin, con voz niñona haciendo reír al pelinegro.

—¿Sí?

—Sip —contesta haciendo un puchero.

—Eres un chico mimado —lo acusa entre risillas, Jungkook.

—Sí, pero soy tú chico mimado. Hazte cargo.

—Por supuesto, mi chico mimado —acepta Jeon, dejando un beso sobre la frente de Jimin. —No te muevas de aquí —le pide.

—¿Eso fue una orden? —inquiere el castaño.

—Claro, estoy haciéndome cargo de mi chico mimado. Entonces él debe obedecerme.

Jimin lo mira fijamente y Jungkook puede jurar por cómo su corazón palpita que daría lo que fuera por desaparecerle la gripe y la ropa y luego devorarlo a besos.

Se escucha un sonido desde la cocina y Jungkook sale de la habitación corriendo. Baja la llama de la estufa y luego agrega un sobre que dice caldo de pollo junto a las verduras.

Minutos más tarde regresa a la habitación con una bandeja cargada de comida y medicamentos.

—¿Cómo es qué tienes tan abastecido el apartamento? —pregunta mientras Jimin coloca una especie de mesita pequeña que se utiliza para poder comer en las camas.

—Por John. Él y tú son los únicos que saben después de mi abogada y yo.

—¿Abogada?

—Sí, también administra mi dinero. Es una vieja amiga de mamá, ella…

El castaño hace una pausa cuando una ráfaga de estornudos le impide hablar.

—Ay, no —refunfuña.

—Ok, bebe la sopa, come la verdura y el pollo y luego te tomarás las pastillas —le indica Jeon, mientras camina hacia la puerta.

—¿A dónde vas?

—Por el antialérgico —contesta con voz alzada el pelinegro.

Jimin toma la cuchara, la hunde en la sopa, coge un trozo de zanahoria y agua, sopla y luego lo introduce a su boca. Sus ojos se ensanchan, no puede creer que el fortachón arrogante de su novio pueda preparar una sopa tan deliciosa.

—¿Cómo es que sabes hacer una sopa? —indaga el más bajo cuando Jeon regresa.

—Cuando deje Busan, viví en un gimnasio junto al de la limpieza. Aprendí a cocinar gracias a él y a un entrenador y también sé cómo tratar una gripe sin ir al médico —desglosa de manera elocuente.

—Eres un fanfarrón, Jeon —chista el castaño—. Yo no puedo cocinar.

—Eso no me sorprende —dice el pelinegro, tomando asiento en la cama.

—¿Por qué no? 

—Porque eres tú, y está bien. Yo puedo cocinar por los dos, pero no te acostumbres.

—Puedo pedirle a Cecilia que cocine algo y traerlo aquí —verbaliza entre risas, Jimin.

Jungkook lo ve reír y no puede evitar contener la risa. El castaño se carcajea tanto que mocos salen de su nariz, se cubre con sus manos mientras el pelinegro desternilla en risas sin control alguno.

—Jungkook —farfulla, avergonzado el más bajo.

El más alto se pone en pie, entra al baño de la habitación, coge la caja de clinex y se los entrega al lindo mocoso y sonrojado chico.

—Esto es muy vergonzoso —menciona cuando ha finalizado de limpiarse.

—Es algo natural —objeta Jeon. —Es bueno ver que ese lindo rostro y sexi cuerpo también moquea —agrega mientras mastica trozos de pollo con la boca abierta.

—Por Dios, no. Mastica con la boca cerrada —lo reta el castaño.

—Si cierro la boca no podré masticar —bobea Jungkook.

—No te hagas el gracioso, Jungkook. Sabes a lo que me refiero —lo reta nuevamente mientras cubre su boca con uno de los clinex.

El pelinegro ríe mientras mastica con la boca abierta, mostrando su comida y haciendo ruido entre cada mascada. Jimin deja de comer, lo mira con seriedad en sus ojos, con su boca fuerza una sonrisa ladina que más parece una mueca mientras su ceja izquierda se mantiene alzada.

—No me veas así —le pide Jungkook. —Oye, enserio no me veas así —insiste.

—¿O qué?

—Ay, cariño —habla en voz baja, Jeon. —¿Quieres la teoría o la práctica? —pregunta con voz coqueta.

El rostro de Jimin ahora luce relajado y ligeramente sonrojado, está por responder, pero el sonido de un celular lo impide.

El pelinegro se levanta y va al tocador, ve los dos celulares uno junto al otro y coge el de Jimin que está sonando.

—Es Amber —le hace saber antes de entregárselo.

—Hola, Am —atiende y luego estornuda.

—Jimin, ¿estás bien?

—Sí, con un poco de gripe, pero estoy bien. Tengo un buen cuidador —acota mientras pone el aparato electrónico en speaker.

—¿Jeon, está contigo? —pregunta la rubia en voz baja.

—Sí. Ahora dime ¿por qué bajas la voz? —la cuestiona Jimin.

—Won, está arreglando las luces de mi tocador.

—¿Por qué papá está arreglando tú tocador? Cuando le dije que las luces del mío se arruinaron me dijo que llamara a alguien para que lo reparará o que comprará otro.

Jungkook quita la vista del pollo y ve a Jimin.

—Esta Impresionandote —balbucea el castaño.

—No, no, no —borbotea nerviosa, Amber.

—Si lo está —se une a la conversación, Jeon.

—Verdad que sí —concuerda Jimin con su novio, emocionado—. Le gustas a papá, bueno, ya lo sabía, pero…

—A Amber también le gusta tu padre —confiesa el pelinegro.

—¡¿Enserio?! —grita Jimin

—¡Jeon! —exclama la rubia al mismo tiempo.

—Bueno, dile ya o se lo diré yo —le pide Jungkook a la chica.

—Dijiste que no le dirías a nadie —le recuerda la rubia.

—Él es mi novio, debo decírselo —replica el pelinegro.

—Eres un traidor, Jeon.

—Deja de acusarlo de traidor —sale a la defensiva, Jimin—. Ya escuchaste, soy su novio y si no me lo dices tú me lo dirá él.

—Esto yo… ok. Tú padre y yo nos besamos en mi fiesta de cumpleaños. Después de mi fiesta, cada noche antes de dormir y hace una hora y…

—Ya para —la interrumpe el castaño. —¿Estás segura de esto? —la cuestiona.

—Me gusta tu padre, Jimin. Y sí, estoy segura de esto y cómo puede llegar a terminar, pero solo quiero disfrutar mientras dure —se sincera la chica.

—Entonces solo disfruta y ya —le sugiere Jungkook.

—Así es —concuerda Jimin—. Yo estaré aquí cuando me necesites y estoy seguro que Jungkook también lo estará. ¿Verdad?

—Sí —emite con la boca llena de comida.

—Jungkook Jeon —lo llama el castaño.

—Espera, deja de seducirme —le pide Jeon—. Te recuerdo que tienes gripe y estás mocoso.

—Estoy regañándote no seduciéndote —enfatisa el más bajo.

—Amber, tú podrías ayudarnos con el señor Park. Tú sabes, Jimin está enfermo y bueno, quiero cuidarlo.

—¿Qué es lo qué haces? —lo interroga el castaño.

—Nos consigo tiempo a solas, cariño —contesta al mismo tiempo que le guiña su ojo derecho.

Jimin abre su boca, pero no para responder, si no como admiración de lo guapo y sexi que le pareció ese simple gesto. Desearía que no le doliera la cabeza, el cuerpo y no tener fiebre para saltarle encima de una vez por todas.

—Te lo agradezco, Amber. —lo escucha agradecer, Jimin.

—Jimin, cuídate, mejórate y llámame si necesitas algo.

—Sí, claro. Cuídate y cuida a papá. 

—Ah, y por favor atiende rápido sus llamadas. Se enloquece cuando tardas en atender —le hace saber la rubia.

—Sí, lo hará, te doy mi palabra —se entromete Jungkook—. Adiós.

Jeon deja el celular sobre el tocador nuevamente y luego se quita la camisa deportiva. Jimin lo mira sin perder un solo detalle, pero cuando ve que el más alto se va a girar toma el plato hondo con la sopa y se lo empina y bebe de esa forma.

—¿Enserio no te incomoda que Amber y tu padre andén por ahí besuqueandose? —inquiere el pelinegro.

El castaño niega debido a que tiene verduras y un poco de pollo dentro de su boca.

—¿Cómo obtuviste este apartamento?

—¿Qué eres, un detective? ¿Estás trabajando para mí padre a mis espaldas para que me controle por completo? 

—¿Qué? No —borbote Jeon. —Bebe el medicamento, el antialérgico puede darte sueño así que, me llevaré todo esto para que estés cómodo —dice mientras toma la bandeja y Jimin bebe las pastillas.

El castaño se acomoda de nuevo en la cama, de verdad se siente mal. Pero mentiría si dijera que odio mojarse ayer por la noche porque valió la pena, ahora está con Jungkook en su propio apartamento sintiendo y viviendo algo que no puede siquiera describir de la emoción.

—Te dije que mamá me dejó la mitad de su dinero, ¿Verdad?

Ahora el pelinegro es quien asiente ya que, con su mano izquierda sujeta un hueso de pollo que lleva a su boca cada ciertos segundos para degustar.

—Cuando recibí el dinero su amiga, mi abogada, me comentó que mamá quería comprar este edificio, yo lo pensé, se lo comenté a ella y me apoyó y luego de comprarlo decidí que sería buena idea hacer apartamentos, tres están vendidos, pero el resto se rentan. Y yo tengo mi espacio personal sin que papá tú sabes.

—¿Él en serio no sabe? —duda Jungkook.

—No, en los documentos aparezco con las siglas J.P y cualquiera debe comunicarse con antelación con Amira, mi abogada para llegar a mí. Y los empleados de acá me adoran, la encargada del lugar siempre me da cupcakes cuando cocina con sus hijos, así que, ninguno de ellos ha dicho una sola palabra de que todo esto me pertenece —expone con voz gangosa debido a los mocos.

Coge un clinex y limpia su nariz.

—Si no estuvieras aquí estaría molesto por la gripe. Pero estás aquí y eso quiere decir que valió la maldita pena —balbucea mientras abraza una almohada.

Jungkook se acerca a la cama y deja un casto beso en los labios de Jimin.

—Si te enfermas papá va a matarme.

—Enfermarse no es algo que puedas controlar —replica el pelinegro.

El castaño se sienta en la cama y cuando está por ponerse en pie Jeon se para frente a él.

—Necesito ir al baño, muévete.

Jungkook niega, se da la espalda y se agacha dándole a entender que suba a su espalda.

Jimin suelta una risilla nerviosa, rodea el cuello del más alto con sus brazos y al final rodea su cintura con sus piernas.

—¿Si sabes que el baño está dentro de la habitación verdad, amor? —lo cuestiona divertido el más bajo 

—Sí, lo sé. Lo haré más tardado para ti —susurra empezando a dar vueltas en la habitación sin llegar a la puerta del baño mientras Jimin ríe.

—De-detente —le pide mientras tose.

El pelinegro para y lo baja frente a la puerta del baño. Lo mira por unos segundos mientras posa sus manos sobre las mejillas del más bajo.

—¿Estás bien? 

—Sip, gracias a ti —acota, mueve un poco su rostro y deja un beso sobre uno de los antebrazos del más alto.

—Te esperaré aquí, ve.

Jimin entra al baño y no siquiera cierra la puerta por completo, de soslayo Jungkook ve hacia dentro, pero luego deja de hacerlo. Segundos después se escucha el agua correr del lavabo y sabe que está por salir.

—Listo —anuncia y luego tose y estornuda—. Creo que no es buena idea que estés aquí, voy a contagiarte.

—¿Quieres que me vaya?

—No, es solo que no quiero contagiarte —reprocha Jimin.

—No lo harás, tengo las defensas altas. Ahora vamos a la cama, debes descansar.

Ahora lo carga como los esposos a sus esposas, y Jimin en serio siente su corazón latir en su garganta. Ve más de cerca el rostro de Jungkook y no puede evitar depositar un tierno beso en una de las mejillas del más alto.

—Yo te veo muy cómodo cuando estoy cerca de ti y quieres que me vaya —comenta entre risas, Jeon.

—Cierra la boca —ríe Jimin.

El pelinegro lo deja sobre el colchón, rodea la cama, se quita los zapatos y luego se lanza a la cama al lado del castaño.

—¿En qué piensas? —pregunta Jimin, acomodándose entre el pecho y el brazo derecho de Jeon.

—Pienso que me gusta estar contigo, me gusta mucho —se sincera Jungkook. —Y pienso en que quiero invertir mi dinero y empezar a comprar un par de cosas —agrega.

—También me gusta estar contigo. Supongo que ahora es mi cosa favorita —dice Jimin con sus ojos cerrados. —Es bueno que inviertas tu dinero, puedo hablar con Amira para que te sugiera algo si gustas. Y luego puedo buscar al señor de bienes raíces de confianza de papá para que te muestre un par de casas o apartamentos —añade, disminuyendo en cada palabra su tono de voz.

Jungkook sonríe orgulloso, está seguro que además de tener un novio también tiene un amigo y un compañero que lo apoyara sin dudar. Jimin casi siempre le da una solución y eso le gusta bastante.

—Descansa, cariño —musita Jeon, deposita un beso en la sien del más bajo y acto reflejo final Jimin lo abraza.

El pelinegro enciende el televisor de la habitación, deja un partido de fútbol de la Premier League, le baja volumen y mientras Jimin duerme él ve fútbol y está pendiente a cada movimiento y sonido extraño de su chico.

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