
04
Jimin entra a toda prisa al centro deportivo, nunca había corrido y caminado tanto como ahora. Todo gracias a qué Amber olvidó los guantes que Jungkook utilizará para su pelea de presentación para algunos miembros de la élite.
Su celular suena y de inmediato palpa su auricular derecho.
—Zoe, ¿dime que al menos si la estás pasando bien? —atiende el castaño, mientras recorre los largos pasillos que lo conducen hasta donde el coach se encuentra.
—Es increíble, Jimin. La luna de miel es bellísima —contesta la chica—. Hubo luna llena, imagínate en la playa bajo…
—Ok, detente —la interrumpe Park. —No quiero escuchar como tuviste sexo con tu esposo en la playa bajo la luna llena —protesta mientras se detiene frente al entrenador. —Traje los guantes —le hace saber.
—Llevalos adentro —le pide.
Jimin lo mira con desagrado, asiente y sigue su camino en completo desacuerdo al estar haciendo lo que Amber debe hacer.
—Oye, la siguiente vez que salgamos de vacaciones juntos, te voy a traer aquí —dice Zoe.
—Espero y sea todo pagado —bromea Jimin, mientras abre una puerta y entra al espacio en el que Jungkook se encuentra.
—Dije que no quería a nadie aquí —habla con voz ronca, Jeon.
—Yo…
Jimin se queda perplejo al ver cómo Jungkook se pone de pie, sobre una banca se encuentran tres fotos, una señora, un señor y una adolescente.
—Deja tus malditas bromas y caprichos de niño rico. Tienes que aprender a respetar el espacio personal de las personas —expresa con absoluta violencia, Jungkook.
—Pero es que…
—Estoy empezando a hartarme de tu estúpido accionar conmigo. ¿Crees que eres genial? Pues no lo eres —dice Jeon, mientras da pasos hacia el frente haciendo que Jimin retroceda. —¿Crees que en serio te soporto porque me agradas? ¿Crees que soporto tu estúpido mal carácter y falta de atención porque soy paciente? —lo cuestiona con voz áspera, hasta que el más bajo choca su espalda y cabeza contra la pared. —Te soporto porque eres el hijo de mi padrino, y porque necesito aprovechar esta oportunidad para conseguir mi objetivo y alcanzar mi sueño. Así que deja de buscar atención en mí, o sabrás cómo realmente soy —culmina completamente cerca del castaño.
Los ojos de Jimin se cristalizan, pasa saliva, aclara su garganta y luego deja caer la caja con los guantes, la cual rebota entre sus zapatillas y los zapatos de pelea de Jeon.
Sin decir nada el castaño se aleja de Jungkook y sale de aquella habitación a toda prisa.
—Jimin, ¿qué fue eso? ¿Por qué ese idiota te hablo de esa manera? —lo atiborra de preguntas, Zoe.
—Estoy bien, te llamaré cuando esté en casa —musita el castaño para luego cancelar la llamada.
—¿Jimin, trajiste los guantes? —interroga Amber al verlo.
—Al menos pudiste haberme dicho que el imbécil de Jungkook no quería que lo interrumpierán —replica, molesto el castaño.
—Le dije al coach y al resto de su equipo que te lo dijera —confiesa la rubia.
Jimin ve al equipo de pelea, suspira y sabe que todos lo detestan. Limpia la lágrima de su rostro con disimulo y luego sonríe.
—Pues no me dijeron. Para la próxima no olvides las cosas importantes y si tengo algo que saber dímelo tú. Todos me detestan, no los culpo y tampoco es como que sea importante —expresa con parsimonia, Jimin.
La rubia sujeta uno de los antebrazos del castaño y juntos salen al domo deportivo en el cual se encuentra situado el ring.
Jimin toma asiento en la esquina contraria en la que Jungkook peleará. Amber y John sentados uno a cada lado, mientras su padre se encuentra sentado tras la esquina de Jeon, ansioso por ver a su apadrinado pelear y darles un buen espectáculo a los de la élite para que apoyen un combate grande que involucre dinero, ascenso en la élite y reconocimiento mundial.
Después que ambos peleadores hicieran sus entradas, muy atento el hijo de Won Park ve como le quitan la bata a Jungkook. Los tatuajes de su brazo izquierdo ahora son más visibles y algunos logran verse en su pierna derecha. El castaño lo ve muy atentamente, alto, musculoso, tatuajes, con mal carácter, pero dispuesto a luchar por sus sueños y objetivos.
—¡Inicio! —exclama emocionada, Amber, sacándolo de sus pensamientos.
—Auch —se queja Jimin, al sentir como la rubia presiona con fuerza su antebrazo. —Amber, me lastimas —le hace saber en un susurro.
—Lo golpeó, maldición. Lo golpeó —lloriquea la rubia.
Jimin regresa su mirada al ring y ve como Jungkook recibe un par de jabs.
—Sube los brazos, sube los malditos brazos —murmura el castaño.
Jeon esquiva un golpe cruzado y lanza un golpe bajo directo al hígado y luego un upper que roza la mandíbula de su contrincante.
Jungkook se mueve bien, todos dentro del domo ahora lo saben. Los tres primeros rounds son parejos, el cuarto lo dominó Dylan y el quinto está siendo devorado por el pelinegro.
—Vamos, golpea ahora —masculla Jimin, mientras siente las uñas de Amber incrustarse en la piel de su antebrazo derecho.
—Casi lo hace caer, casi lo hace caer —canturrea Amber.
La campana suena y el quinto round llega a su fin. Jungkook va a su esquina, su coach le retira el protector bucal, le da indicaciones de cubrirse y luego deja que el resto del equipo se encargue de limpiar el sudor y bajar la inflamación en su pómulo derecho.
Jeon ve al frente, nota a su contrincante, pero cuando se agacha un poco para arrojar agua al balde logra ver a Jimin tras la esquina de su adversario.
El castaño alza su vista y se percata que el pelinegro lo está viendo. Desvía su mirada y trata de tranquilizar a Amber.
—Estas ruborizado —lo señala y acusa la rubia con la mano que no sujeta el antebrazo del castaño. —¿Por qué estás ruborizado? —lo cuestiona curiosa.
—No estoy ruborizado —niega de inmediato, Jimin.
—Si lo estás —lo acusa Amber—. La pregunta es ¿por qué y por quién?
El castaño aclara su garganta, escucha el sonido de la campana sonar y avergonzado de haber sido descubierto por la asistente de su padre de estar sonrojado por una simple mirada de Jeon.
—Presta atención, el sexto round empezó —la pone al tanto, desviando el tema principal de conversación.
Amber ve el ring y presencia en primera fila como Jungkook, suelta un par de golpes rectos y luego suelta un upper que toma con la guardia baja y por sorpresa a su oponente lanzándolo contra la lona.
—¡Sí! —gritan Amber y Jimin al mismo tiempo, mientras se ponen en pie y aplauden al igual que el resto de los presentes.
—¡Bien hecho, Jungkook! —desgañita la rubia, aplaudiendo con fuerza.
—Es bueno —comenta John.
—Si, es muy bueno —concuerda Jimin con su chófer y guardaespaldas.
—¡JEON, JEON! —aclama el público.
—¡JEON, JEON! —vitorean animados el apellido del pelinegro.
—¡JEON, JEON! —lo ovacionan luego que lo han acreditado como el ganador del encuentro.
Jimin se acerca a su padre, saluda a los que lo saludan y espera por la atención de su padre.
—¿Y? ¿Qué opinas ahora hijo?
—Ok, es bueno —acota el castaño. —Es muy bueno, hiciste una buena elección, con un poco más de entrenamiento y popularidad estoy seguro que van a desear verlo en el ring en una pelea oficial con mucho dinero de por medio —agrega con seguridad.
—Para tener la primera pelea oficial, James debe avalar a Jeon. ¿En qué términos estás con él?
Jimin ve a su padre fingiendo una sonrisa mientras recuerda el encuentro en el elevador que tuvo con él, en el cual, Jungkook lo empujó y sacó.
—Me haré cargo de él —se limita a decir el castaño.
—Creí que habían regresado —musita su padre.
—Pues creíste mal, padre —murmura Jimin. —Pero me haré cargo, sé cómo tener su atención, confía en mí —le asegura.
—Jimin.
—Está bien, es solo James.
—¿Por qué terminaron? —lo cuestiona su padre. —Y quiero la verdad —demanda, molesto.
—Oh, mira tu apadrinado viene hacia acá.
—Señor Park —lo saluda Jungkook, quien está al lado de su coach.
—Jeon, excelente pelea —lo felicita el señor Park. —Ese knockout fue increíble —lo elogia.
—Won, el chico es asombroso —menciona uno de los inversionistas.
—Te lo dije —expresa con confianza, Won Park.
—Muy buena pelea de presentación —se escucha una llamativa voz.
Jimin ve al dueño de la voz y ve a su ex pareja, ahora frente a su padre.
—James —lo llama el castaño.
El azabache ve al castaño y de inmediato eleva su ceja izquierda.
—Tengo hambre —menciona Jimin.
—Podemos…
—No hables —interrumpe el castaño a Amber.
—¿A dónde deseas cenar, cariño? —pregunta con tono coqueto, James, acercándose al castaño.
—Jimin —lo llama Amber, preocupada.
—Sorpréndeme —contesta el castaño, esbozando una linda sonrisa.
—No vayas, Jimin —pide Amber entre susurros.
—Estaré bien, te llamaré si algo sale mal.
La rubia niega, pero deja que el hijo de su jefe se marche con su ex pareja.
Ve como su jefe deja que su hijo se marche y solo por hoy desea romper su pacto de silencio con Jimin, y decirle la verdadera razón por la cual el castaño le había puesto fin a su relación anterior.
Todos van a casa, la celebración llega hasta la enorme casa de los Park. Jungkook conversa con gente de la élite y con algunos curiosos aficionados al box, les muestra como hacer sombras y a como lanzar un golpe recto.
El reloj marca las dos de la mañana, todos se han marchado a excepción de Jungkook que se encuentra sentado al borde la piscina junto a Amber.
—¿Por qué ves tanto tu celular? —la interroga el pelinegro.
—Dijo que llamaría —susurra la rubia vagamente.
—¿Quién? —curiosea Jeon.
—Jimin —contesta mientras ve al pelinegro a su lado—. Dijo que me llamaría si algo salía mal.
—¿Qué podría salir mal? Está con su ex a esta hora seguro y son novios de nuevo —dice Jungkook.
—No, estoy segura que Jimin lo odia tanto como yo —confiesa Amber.
—Espera, si lo odia y detesta. ¿Por qué se fue con él?
—Todos estamos sacrificando algo para que asciendas, Jeon.
—Ese chico solo piensa en él mismo, no sería capaz de sacrificar algo por alguien que no sea él —replica con altanería, Jungkook.
—Escucha…
Amber deja de hablar al ver las luces del interior de la casa apagarse y encenderse.
—Ve a tu habitación, descansa —le indica la rubia.
—Todos aquí actúan raro —parlotea Jeon, mientras saca sus pies del agua, se pone en pie y luego rodea la piscina hasta llegar a la habitación.
Jimin se queda de pie frente a la puerta corrediza de cristal, Amber alza una de sus manos y le hace saber que espera por él. El castaño mueve la puerta y sale al área de la piscina, camina hasta la rubia la cual lo mira detenidamente.
—Estás aquí —masculla con voz gangosa, Jimin.
—Siempre te esperaré aquí —asevera la rubia, palmeando sus muslos.
El castaño asiente, toma asiento al lado de la rubia y luego sin decir nada reposa su cabeza sobre los muslos de la chica.
Jimin se acomoda boca arriba y Amber ve como el hijo de su jefe cierra sus ojos y un par de lágrimas recorren su rostro.
—Ese maldito estúpido —verbaliza con desdén, Amber.
—Se molestó porque no quise tener una puta orgía con él y su grupo de bastardos —le comenta Jimin—. No es tan grave, es solo una bofetada.
—Te reventó el labio, Jimin —objeta ofuscada la rubia—. Debes decirle a tu padre, si no quieres hacerlo tú lo haré yo.
—No —se opone de inmediato el castaño—. James debe avalar a Jeon. Si le digo a papá la verdad no dejará que el apadrinado de Won Park debute en las grandes ligas de box. Conozco a James.
—Y yo te conozco a ti, y sé que a pesar de que eres grosero y mimado, sé que no mereces que nadie te maltrate físicamente y verbalmente. Jimin…
—Le diré la verdad después de que avale la pelea. Si la pelea se lleva a cabo Jeon será reconocido y van a querer verlo pelear esté o no de acuerdo, James —le explica el castaño, mientras la rubia niega. —Amber, lo prometo. Cuando le diga la verdad a papá tú vas a estar a mi lado —le asegura.
—Bien, espero y sea pronto. No quiero que ese maldito inútil siga gritándote y golpeándote y tú no hagas nada por destruirlo.
—Desventaja al ser hijo de un multimillonario. Me congelo cuando me gritan y me golpean. Soy un maldito desastre.
—Eres un lindo desastre —lo elogia Amber.
—Si me gustarán las chicas, este sería el momento perfecto para besarte —bromea Jimin.
—Si que lo sería —concuerda la rubia.
Jimin cierra sus ojos y permanece quieto mientras Amber acaricia su cabello. Piensa en que debe acercarse a James de nuevo, en que debe ocultar su labio reventado y en que debe ayudar a su padre con este último paso para que su apadrinado sea reconocido por un buen por centaje de la élite.
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