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03

Frustrado, molesto y completamente en desacuerdo se encuentra Jimin, dentro de uno de los BMW de su padre como conductor a la espera de Jeon.

Tres toques en una de las ventanas se escuchan, bufa, abre sus ojos y presiona el botón para bajar la ventanilla delantera del lado del conductor.

—¿Y ahora qué? —es lo primero que articula, molesto.

—No puede estar estacionado demasiado tiempo.

—Lo sé —replica, viendo por fin al hombre al costado del auto. —Solo espero a alguien de su edificio, puede por favor tenerme paciencia como yo la estoy teniendo para no ser desheredado —añade con rapidez y desespero.

—Joven Park —verbaliza el hombre al reconocerlo. —Di-disculpe no sabía que era usted —tartamudea su disculpa.

—El imbécil ya viene —gorgotea entre dientes, al ver a Jeon salir de la entrada principal del edificio.

Jungkook puede ver el rostro de Jimin cuando el encargado del estacionamiento se aparta. Baja de la acera y cuando está por rodear el auto por la parte delantera la voz molesta de Park lo detiene.

—Detente. Viajarás atrás, ahora retrocede, sube y no emitas una sola palabra.

—Si no estás de buen humor, ¿qué es lo que haces aquí?

—Por mi padre, dijo que me va a desheredar si no soy tu estúpido chófer —acota el castaño—. Te dije que no hables, sube y cállate.

El pelinegro ríe, retrocede, sube al auto y cierra de un azote.

—Cinturón y boca cerrada —le indica Park.

—Si te doy un jab dejarás de hablarme de esa manera —musita con altanería, Jeon sobre la comisura de la oreja derecha del castaño.

—Dame un jab y te juro que además de dejar de hablarte de esa manera te hundo la carrera sin haberla iniciado —objeta Jimin, mientras ve el rostro de Jungkook cerca de su cabeza y asiento a través del retrovisor.

Los dos mantienen el contacto visual a través del retrovisor hasta que el escandaloso sonido de un claxon los interrumpe.

—Joven…

—Sí, sí. Ya me voy —balbucea el castaño.

Cierra la ventana, sube el aire acondicionado, le da play a la música y conduce hasta su primer destino.

—Oye, no me veas así. Es el itinerario que mi padre, tú jefe me entregó —dice Jimin, al ver la mirada desagradable con la que Jeon lo ve.

—¿Qué se supone que es este lugar? —pregunta Jungkook.

—Este es el Hollywood walk of Fame —responde el castaño—. Que lo disfrutes.

—Oye, espera —lo detiene el pelinegro—. Eres mi chófer y guía turístico.

—No, solo tu chófer conoce por ti solo no es difícil.

—¿Ah, sí? —lo reta Jungkook, mientras saca su celular de uno de los bolsillos de su pantalón. —El mensaje que tu padre me envió decía que también serías mi guía turístico —lo pone al tanto.

—Imposible —espeta Jimin.

—Bueno, no lo seas. Pero si me pregunta que me mostrastes le diré que nada, porque me dejaste perdido —expone con parsimonia el más alto.

El castaño lo mira, finje una sonrisa, asiente y luego se gira.

—Sígueme.

Jungkook sonríe orgulloso luego de haber cumplido su objetivo.

Luego de un largo, entretenido y tedioso recorrido cuando están por regresar al estacionamiento Jimin se da cuenta que Jeon se ha quedado atrás.

Se detiene, bufa y se gira molesto chocando con una mujer.

—Disculpe —dice apenado.

La mujer solo se limita a verlo mal, él se hace aún costado dándole espacio para pasar.

Coloca su mano como en saludo militar para cubrirse del sol para de esa manera localizar al pelinegro, el cual se encuentra de cuclillas mientras señala con sus dos dedos índices una estrella mientras una jovencita le toma un par de fotografías.

Jimin se quita de la pasada y espera de mal gusto a Jeon.

—Mira esto —habla Jungkook, mostrándole una fotografía con la estrella de Sylvester Stallone. —Es genial —suelta con emoción.

—¿Cuántos años tienes? Catorce. Madura.

—Si yo tengo catorce, tú tienes trece.

—Ok, trece, pero maduro —reprocha Park, empezando a caminar.

—¡¿Maduro?! —chista Jeon—. Yo diría caprichoso y con mucha falta de atención.

—No creo tener falta de atención. Desde que llegaste te has encargado de dármela y de sobra —replica el castaño, deteniéndose frente al auto—. Ahora deja de comportarte como un adolescente, sube al auto que el cartel de Hollywood nos espera.

—Eres insoportable, pero entretenido. Eres como un caso perdido, que se hunde cada vez más —menciona Jungkook, para luego entrar al auto.

—¿Qué? —duda Park, confuso—. Estoy seguro que ni él mismo entiende lo que acaba de decir.

Dicho eso entra al auto y conduce hasta el famosísimo letrero de Hollywood, en cuál no tuvo que solo esperar a Jeon, sino que ser fotógrafo de un grupo de adolescentes, mientras el pelinegro coqueteaba con una chica de cabello cobrizo.

—Oigan, debo atender —se dirige al grupo de adolescentes.

Uno de ellos se acerca y coge la cámara. Jimin saca su celular y atiende de inmediato al ver que es su padre.

—Dime padre.

—Cena a las siete, ven al hotel y trae a Jungkook.

—Espera, estamos retirados de la ciudad —lo pone al tanto.

—Suban al auto y solo detente en los semáforos en rojo —le indica Won a su hijo—. Hay una pequeña cena con gente influyente, Jungkook debe estar aquí para que empiece a ascender en la élite.

—Entiendo, llegaremos papá. Lo prometo.

—Sé cuidadoso hijo. Te amo.

—También te amo, pa.

El castaño guarda su móvil y camina hacia Jeon.

—Hora de irnos, Romeo —le hace saber pasando de largo frente al pelinegro y la chica.

—Espera.

—No —verbaliza Jimin, ganándose la atención de ambos—. Sube al auto, sin juegos y estupideces. Sigue las reglas, Jungkook.

Jeon ve la seriedad en las expresiones y mirada del castaño, se aleja de la chica y camina hacia el auto.

—¡Llámame! —grita la chica.

Jungkook la ve antes de entrar al auto, se despide y cierra la puerta del vehículo.

—¿Qué fue eso?

—Papá llamó, hay una cena importante en la que debes estar. Tenemos menos de una hora para entrar a la ciudad y llegar al hotel —habla Jimin, mientras presiona la pantalla táctil del auto.

—¿En qué puedo ayudarte, cariño? —se escucha en todo el auto la voz de Amber.

—Necesito dos trajes en el primer piso del hotel. Uno para mí y otro para Jungkook. No me decepciones, Amber.

—No lo haré —asevera la chica.

Mientras Jungkook ve las fotografías que tomó en el móvil, Jimin conduce lo más rápido que puedo mientras maldice a quien se le cruce enfrente.

—¡Maldición, muévanse! —exclama el castaño.

Jeon lo ve por espejo del retrovisor y no puede evitar reírse al ver al hijo de su jefe desesperado y molesto.

—¿No tienes un carro volador? —lo cuestiona de manera divertida, Jungkook.

—No voy a seguir perdiendo el tiempo contigo, idiota.

—Uh, oh. Auch —emite entre risas el pelinegro. —Me dijiste idiota, eso dolió mucho —continua con su broma.

—Cierra la boca, imbécil —protesta Jimin, mientras arranca de nuevo.

—Wow, imbécil. Estoy muy ofendido, pediré una rueda de prensa para que te disculpes públicamente.

El castaño le da una mirada furiosa cruza y luego llega a la calle principal del hotel. Llega a la puerta y estaciona de manera brusca.

—Eres un mal conductor, pero eres peor como guía turístico y…

—Cállate —brama con desespero, Park.

Abre la puerta, se quita el cinturón y luego sale del vehículo.

—No me digas que estás molesto —bromea al salir del auto, Jeon.

—Vete a la mierda, Jungkook —expresa sin expresión alguna, Jimin.

Sube las gradas, le lanza las llaves a John y luego entra al hotel.

Jungkook sube las gradas y cuando alza su vista ve a Amber.

—Date prisa —le pide.

Jeon sube de dos en dos las gradas y llega hasta la rubia.

—¿Qué sucedió? —indaga Amber, mientras dirige al pelinegro a una habitación. 

—¿Qué sucedió con qué? —pregunta sin entender, Jungkook.

—No me dijo ni hola. ¿Qué ocurrió? 

—Nada, tráfico, venía maldiciendo a medio mundo. Tú lo conoces más que yo —responde Jeon.

—Como sea, vístete y ve al elevador. Jimin te esperará ahí.

El pelinegro ve una camisa negra, un pantalón de vestir, un saco y un par de zapatos, todo de color negro de la marca Chanel.

Cuando está vestido y listo, se ve al espejo, no se siente cómodo con lo que viste, pero está seguro que se ve guapo. Sale de la habitación y cuando sabe dónde está el elevador camina a pasos largos y rápidos al lugar. Cuando está más cerca ve a Jimin.

El castaño viste un suéter café claro, un pantalón blanco y una especie de zapatillas a juego con su camisa y pantalón. 

—Creo que vamos tarde —menciona Jungkook, obteniendo la atención del castaño.

Jimin sube al elevador y cuando Jungkook entra puede ver el escote prominente del suéter que el castaño viste que llega hasta su caja torácica.

—Da igual, todo lo bueno tarda en llegar —parlotea Jimin, mientras teclea de manera veloz en la pantalla de su móvil.

—¿Entonces admites que soy bueno? —indaga Jeon, presionando el último piso.

—Por bueno me refería a mí, Jungkook —acota con superioridad y coquetería el castaño.

El pelinegro lo ve y suelta una carcajada mientras las puertas del elevador se cierran, pero luego se abren.

—Mi dulce Jimin —escuchan la voz de un tercero.

El antes mencionado ve hacia el frente y ve a su ex pareja.

—Esto debe ser una maldita broma —se queja Jimin.

—Estuve llamándote y…

—Te dije que no me llamarás. Estuve ignorandote y gracias a ti tuve que cambiar mi número, idiota —lo interrumpe el castaño—. Largo, vamos tarde.

—¿Vamos? —dice el azabache, señalando a Jimin y luego a Jungkook. —Espera, no me digas —agrega, fingiendo una sonrisa—. Es tu nuevo novio.

Jimin pone sus ojos en blanco, bufa y luego se acerca al azabache.

—James, deja de retrasarnos más. Quítate de la puerta y espera que el elevador baje de nuevo —le pide el castaño.

—¿Eres su novio? —se dirige James a Jeon.

—Maldición, nunca me escuchas —protesta Jimin, dándose la vuelta para ver cómo su ex encara al apadrinado de su padre.

—¿Es tu ex? —cuestiona Jungkook a Jimin. 

—Si digo que sí, lo sacarás del elevador.

El pelinegro sonríe ladinamente, da un paso largo al frente y queda frente a frente con James.

—¿Qué haces? —indaga el castaño, asustado.

—Sigo esperando que digas que sí —contesta Jeon, sin dejar de ver a James.

—Sí, es mi ex —confiesa Jimin.

—Bueno, lamento que no podamos conversar más —habla Jungkook mientras James lo mira y escucha con atención. —Pero él y yo —hace una pausa y extiende su brazo para tomar una de las muñecas de Jimin y acercarlo a él. —Vamos tarde a un evento importante. Personas importantes y su padre nos espera —agrega con altanería.

Jimin lo ve sorprendido mientras espera la respuesta de James.

Jungkook posa su mano contraria sobre el pecho de James, y antes de que el azabache diga algo lo empuja fuera del elevador.

El castaño se suelta del agarre del pelinegro y presiona el botón, la puerta se cierra y quedan solos mientras el elevador asciende sin interrupción.

—Sobre esto…

—¿Quieres que no le diga a tu papi ?—lo interroga, divertido Jeon.

—Sabes que, haz lo que quieras, Jungkook —replica Jimin, para luego salir del elevador.

Jeon sale del elevador, sigue los pasos del hijo de su jefe, pero se detiene al ver que el salón está lleno de personalidades que ha visto en la televisión. Ve su vestimenta y por primera vez está seguro que luce bien. Asiente y luego entra al lugar para ser bien recibido por Won Park, que poco a poco lo presenta con todos los invitados.

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