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01

Jungkook se siente anonadado, estupefacto, impresionado y ridículamente como en una de esas películas con escenas exageradas, pero geniales.

Cuando bajan del jet privado una limusina espera por ellos, antes de subir ve a John, el cual los escolta muy de cerca con un arma ceñida a su cintura.

—¿Qué es lo que realmente eres? —lo cuestiona Jeon.

—Guardaespaldas y chófer —contesta con naturalidad el moreno.

El pelinegro sube a la limusina, sus ojos no saben con exactitud dónde ver y sus manos dónde posarse. Ve a Jimin el cual luce relajado al lado de Amber. El señor Park atiende una llamada a larga distancia mientras él no deja de maravillarse con cada cosa que mira.

Después de aproximadamente veinte minutos el vehículo se detiene dentro de una enorme propiedad. El último en bajar es Jungkook.

—Quita esa cara de asombro —le pide Jimin—. Es incómodo.

—Entonces no me veas.

—Es difícil no verte, pareces un niño que visita Disneyland por primera vez —bromea el castaño.

—Es que todo esto es nuevo y demasiado lujoso y caro —menciona Jungkook.

—Y eso que no ha entrado a la casa —comenta entre risas Amber.

—Ya déjenlo, se acostumbrará pronto —dice John.

Todos entran a la enorme casa de Los Ángeles del multimillonario Won Park. Es una maldita locura, para Jeon es la casa más ridículamente grande y lujosa en la que ha estado en su vida.

—Voy a dormir, por favor nadie me moleste —se dirige Jimin a todos—. Buenas noches papá. Amber, dile a la decoradora de interiores que se deshaga de ese maldito sofá blanco. Si no lo hace haré que la despidan.

—La llamaré mañana, ve a descansar.

—Oh, y cancela todas mis citas para mañana.

—Debes visitar al dermatólogo y…

—Solo cancela todo y pospónlas —rectifica el castaño.

—Como tú digas —susurra Amber.

El señor Park desaparece de la sala y solo queda Jungkook junto a la rubia.

—¿Siempre es así de caprichoso? —curiosea Jeon.

—No —responde Amber—. A veces es peor.

La chica lo ve con seriedad, pero luego sonríe.

—Es un buen chico, es solo que tenerlo todo y hasta demás le hace perder los estribos un par de veces.

—Parece buen chico. Le gusta conversar.

—Solo lo hace porque en el futuro les darás ingresos. Y porque posiblemente le agradas, el último luchador que apadrinó su padre le desagradaba y no paró hasta que hizo que su padre terminara cualquier vínculo con él.

—¿Eso quiere decir que mi estadía también depende de ese chico? —inquiere Jungkook.

—Él es el treinta por ciento, su padre es el ochenta por ciento. Pero si para ese treinta por ciento no resultas útil y confiable hará dudar al ochenta por ciento y adiós cualquier oportunidad en la élite y en el salón de la fama —le explica la rubia.

—Joven, el señor Park lo espera en su oficina —anuncia la sirvienta.

—Suerte —susurra Amber, y luego desaparece de la sala.

—Por favor sígame —le pide la sirvienta.

Jungkook sigue a la mujer que viste el típico vestido negro y delantal blanco, con el cabello sujeto en un moño con una coleta blanca.

—Pase adelante.

—Gracias —murmura Jeon mientras entra a la amplia oficina.

—¿Se le ofrece algo más, señor Park?

—No, Cecilia, ve a descansar. Hasta mañana —acota su jefe.

—La habitación de la piscina está lista para el joven. Buenas noches señor, Park —dicho eso la mujer de origen mexicano hace una pequeña reverencia y luego cierra la puerta.

—Por favor toma asiento, Jungkook —le pide cortésmente.

El pelinegro asiente y luego se sienta en la silla frente al escritorio.

—¿Hablaste con Amber?

—Sí, señor, lo hice.

—Entonces debo comprender que estás de acuerdo —dice Won, acomodándose en la silla.

—Sí, señor. El dinero y todo me parece perfecto —aclara el pelinegro.

—Voy a dártelo todo, Jungkook. Tendrás el mejor equipo, desde el masajista hasta tu entrenador de boxeo y hasta el que te limpiará el maldito sudor. Soy tu padrino y me comprometo a darte las herramientas que necesites para entrar al salón de la fama y ser parte de la élite. Lo único que debes hacer es seguir las reglas, dejar tu pasado atrás y derramar sangre como sacrificio para que asciendas en este mundo.

Jungkook se remueve inquieto al escuchar una vez más las palabras sacrificio y sangre en la misma oración. No es la primera vez que la escucha, Jimin se la había mencionado en la cena, lo tiene muy presente.

—¿A qué se refiere a derramar sangre como sacrificio? —indaga con un poco de temor y sobre todo curiosidad.

Won Park suelta una carcajada, si el chico indaga debe ser por una sola razón. Las incompletas explicaciones de su adorado hijo.

—Eres boxeador, hijo. En una lucha sangran, la sangre es el sacrificio que te asegura el ascenso —le explica el señor, Park. —No somos parte de una secta si eso es lo que pasa por tu mente. Todos sacrificamos algo para estar donde estamos. Algunos sacrificaron a su familia, otros propiedades, otros dinero y los tipos como tú —dice mientras se pone en pie y señala al chico—. Sacrifican sus vidas para ser parte de nosotros y asegurarse un lugar en el salón de la fama.

Un largo silencio se genera, Jungkook ve al señor Park tomar asiento frente a él sobre su escritorio.

—¿Qué tanto deseas esto, chico?

Jeon alza su vista y ve al hombre frente a él.

—Demasiado, señor.

—Entonces prepárate para lo que sea, Jeon —le aconseja—. Esta noche dormirás en mi casa, la habitación de la piscina tiene lo necesario. Mañana te conseguiré un apartamento con lo necesario, por ahora ve a descansar.

—Gracias señor, Park —agradece Jungkook mientras se pone en pie—. Prometo no defraudarlo.

—Solo aprovecha la oportunidad, Jeon.

—Lo haré —asegura el pelinegro—. Su hijo dijo que si no lo hago me arrepentiré y que él me destruirá.

—¿Jimin, te dijo eso? —pregunta, divertido Won.

—Sí, señor.

—Bueno, te aconsejo que lo escuches, cuando se molesta suele ser demasiado desagradable —verbaliza el señor, Park entre risas.

Jungkook se limita a sonreír, estrecha su mano con la de su ahora padrino y luego sale de la oficina.
No sé detiene hasta llegar a la puerta de la habitación de la piscina, las luces están encendidas, abre y entra.

—Esto es genial —murmulla, visualizando la habitación que bien puede ser una pequeña casa para una pareja o una familia de tres.

Se quita la ropa que el reclutador le ha regalado hasta quedar en ropa interior. Camina descalzo hacia la puerta, cierra y luego se lanza a la enorme y cómoda cama.

Por la mañana Jimin y su padre desayunan juntos mientras Jungkook duerme. Por el mediodía el castaño almuerza solo en su habitación mientras Jeon sigue descansando.

—John, estaré tomando el sol en la piscina. Por favor ten el auto listo cuando ese chico dormilón despierte lo llevaremos a su apartamento antes que mi padre me mate.

—Entendido joven, Park.

Jimin se quita la camisa y sus zapatillas, camina descalzo hasta las sillas que se encuentran frente a la habitación de la piscina, se coloca sus audífonos inalámbricos, se acomoda y luego se acuesta a tomar el sol como siempre lo hace.

Jungkook por su parte, abre sus ojos y frente a él ve el enorme televisor. Suspira y recuerda que está en la casa de un millonario que decidió apadrinarlo. Toma asiento, divisa su ropa, se pone en pie, se viste y luego camina hacia el baño.

Cuando ha enjuagado su boca y rostro, camina hacia la puerta, gira el pomo y lo primero que ve es al castaño acostado en una silla reclinable mientras toma el sol. Sale de la habitación, cierra y se queda de pie frente a la silla.

—Quien seas muévete, estás evitando que me dé el sol —protesta Jimin, con sus ojos cerrados y voz alzada debido a que está escuchando música.

El pelinegro ríe, se hace a un costado, pero luego vuelve a ponerse frente a la silla.

—Oye, ¿quieres que te despida? —suelta el castaño mientras toma asiento y se quita los auriculares. —Ah, eres tú —parlotea al ver a Jeon frente a él.

—¿Entonces vas a despedirme? —lo cuestiona Jungkook, divertido.

—¿Qué tal si antes de hacer que mi padre te despida te empujo a la piscina? —le propone Jimin.

—La idea es genial, a excepción del tema del despido —concuerda el pelinegro.

—Bueno, entonces no me obstruyas el sol. Es vitamina D.

—Entendido —murmura Jungkook, mientras alza sus manos.

Jimin se pone en pie, y es casi inevitable para Jeon no poder verlo mientras camina hacia el interior de la casa.

Ve el delgado, pero trabajado cuerpo blanquecino del hijo de Won Park. Su cintura es pequeña la cual con página a la perfección con su abultado y notable trasero.

—Es hora de irnos, debo llevarte a tu apartamento.

—Pero ni siquiera me he duchado y comido —se queja Jungkook.

—Lo harás en tu apartamento, ahora muévete no tengo todo tu tiempo.

Cuando se ha puesto la camisa y sus zapatillas, Jimin sale de la casa junto a John mientras Jeon los sigue.

Entran a una Range Rover último modelo, los dos chicos viajan atrás mientras John conduce.

—El apartamento está a diez minutos de nuestra casa, papá dijo que sería bueno que lo tuvieras cerca ya que, hay muchas cosas que no conoces —habla el castaño.

John entra al estacionamiento subterráneo de un edificio que a simple vista se ve demasiado costoso. Cuando él vehículo está estacionado los únicos que salen son los dos jóvenes.

—Regresaré pronto —se dirige Jimin al chófer.

Ambos suben al elevador, Jeon ve como Jimin presiona el cuarto piso. Bajan y camina hacia la izquierda y se detiene en el apartamento veinticinco. El castaño saca una tarjeta blanca, la coloca frente al censor de la puerta y de inmediato está se abre.

—Bienvenido a tu nuevo hogar —canturrea Jimin.

—¡Wow! —exclama Jungkook al ver el interior.

—Como ves está amueblado completamente, el refri está lleno de comida saludable y nutritiva, también tiene refrescos naturales y cosas que ayudarán a tu organismo. En la mesa encontrarás un celular, es tuyo, atiende las llamadas de mi padre siempre. En la habitación, sobre la cómoda está una tarjeta de crédito, no tiene tu nombre, pero puedes utilizarla cuando gustes, también sugerí que dejarán dinero en efectivo por si deseas enviarle dinero a alguien a Corea del sur.

—No tengo a nadie —confiesa Jungkook.

—Oh, bueno. En ese caso puedes utilizarlo —dice Jimin, apenado—. ¿Alguna pregunta?

—No es una pregunta, pero necesito ropa.

—Creo que Amber dejó unas prendas en el armario. Le pediré a uno de mis amigos que te visite y te traiga ropa, son las mejores marcas y la mayoría son piezas únicas —le plática el castaño. —No olvides pagarle o te demandará —le advierte.

Jungkook recorre con su mirada el amplio y lujoso apartamento, ve la pequeña nacerá con puerta transparente llena de muchas bebidas y agua.

—Si no tienes más preguntas, me voy —rompe nuevamente el silencio, Jimin.

—No tengo preguntas por ahora, pero si las llego a tener más adelante te llamaré.

De inmediato el castaño niega y dice. —Si tienes dudas de aquí para allá llama a Amber.

—Pero tú…

—Yo estoy aquí porque si no mi padre me castigará. Así que si necesitas respuestas llámala a ella —lo interrumpe.

—¿Entonces, no haces las cosas porque quieres?

—¿Eso importa, Jungkook?

—Al parecer no para ti, Jimin.

El castaño sonríe irónicamente, deja la llave del apartamento en uno de los posaderos del sillón y luego camina hacia la puerta.

—No vemos, Jeon —se despide Jimin, y luego abandona el apartamento.

Jungkook camina a pasos rápidos hacia la puerta, se asoma al pasillo y con tono de voz alzado articula.
—Nos vemos, Park.

Ve al chico subir al elevador, se da media vuelta, entra a su ahora apartamento, cierra la puerta, le coloca pestillo y busca la habitación de baño.

Al ver la tina no puede evitar sentirse como un niño con un nuevo juguete. A trompicones y de manera torpe se deshace de su ropa, entra a la tina aún vacía, presiona el grifo y suelta un grito de emoción cuando comienza a llenarse.

Se siente afortunado y como en un sueño, jamás en su vida podría ser capaz de pagarse un apartamento de ese estilo. Al menos no por ahora, pero está seguro que con esfuerzo y sacrificio pronto podrá pagarse uno por sin ayuda de nadie.

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