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Epílogo

Un par de semanas después, Elise estaba poniéndose el hermoso vestido que había escogido para la fiesta. Delante del espejo, sujetaba el escote del traje de raso rojo sobre sus pechos. Cuando oyó la puerta de la habitación, suspiró aliviada.

-Martha, qué bien que has venido. Necesito ayuda con esta cremallera.

-Mi madre está con Ada. Tendrás que conformarte con mi ayuda, esposa.

Elise sonrió a Jared a través del espejo.

-Creo que podrás con una cremallera, querido.

Él la abrazó desde atrás y la contempló en el espejo, mientras la obligaba a soltar el escote del vestido.

-Me parece que no voy a subírtela todavía, mi reina.

Le sujetó las manos a los costados mientras el vestido caía a sus pies. Jared la besó en el cuello expuesto, ya que ella se había recogido ya la larga melena. Luego la cogió en brazos para llevarla a la cama.

-Jared-protestó la vampira-llegaremos tarde.

-No me importa.

El chico se quitó la chaqueta en un movimiento rápido y la besó. Elise rio y le mantuvo apartado.

-No podemos llegar tarde a nuestra propia fiesta. Los invitados esperan.

-Los invitados son tus hermanos y mis hombres de confianza. Pueden esperar.

Elise estuvo a punto de ceder cuando el vamp mordisqueó sus pezones.

-Por eso. Esta fiesta es para celebrar la mejora de las relaciones. Y, sobre todo, para que tú y Damon hagáis las paces. No podemos dejarles esperando.

Jared suspiró y se apartó. Luego la ofreció la mano para ayudarla a ponerse en pie.

-De acuerdo. Pero tendrás que compensarme luego el aguantar a tu hermano, cariño.

Elise le besó.

-Lo haré. Y podrás elegir tú que recompensa quieres, ¿de acuerdo? Sólo pórtate bien con Damon.

Los dos bajaron al salón y se reunieron allí con Martha y Ada que charlaban ya con el resto de invitados. Había unos cuantos vampiros, Damon, Alexia, André, Miriam, Raoul y Raquel y varios vamps, entre ellos, Gail y Quinn. También un humano, Marc, e incluso Breena, el hada de André, aunque no parecía estar muy contenta.

Después de los saludos, el ambiente festivo mejoró, y la música les atrajo poco a poco hasta la pista. Las parejas inauguraron el baile y después, poco a poco fueron intercambiándose.

Cuando Jared y Elise se encontraron con Damon y Alexia, los dos hombres se miraron con desconfianza. Alex y Elise intercambiaron una mirada y se soltaron de sus respectivas parejas.

-Vosotros dos tenéis mucho que hablar-aseguró la reina vampira.

-No lo creo-gruñó Damon.

-Estamos de acuerdo por una vez-afirmó el vamp.

Elise se cruzó de brazos.

-Pues será mejor que lo hagáis. Porque hasta que vosotros no habléis, nosotras tampoco lo haremos con vosotros-proclamó.

Los dos hombres las miraron furiosos y ellas, desafiantes, les sostuvieron la mirada.

-Está bien. Terminemos con esto, vamp. No se van a rendir.

Los dos salieron al balcón. Elise y Alex se sonrieron y miraron preocupadas a André que bailaba con Breena. Los dos se miraban enfadados y aunque seguían bailando, estaban sin duda discutiendo.

-¿Qué les pasa a esos dos?-preguntó Elise a su cuñada.

-André ha encontrado la horma de su zapato. Y si sigue siendo tan tonto, la perderá. Bree no dará su brazo a torcer.

Las chicas vieron como la pareja se separaba. André habló con brusquedad a Bree. Aunque el hada tendría que haberse sentido amedrentada, le contestó con tanta furia que sus ojos parecieron echar chispas. Luego se dio la vuelta y salió del salón. André, fue a dar un paso tras ella, pero Elise se interpuso en su camino.

-¿Bailamos, hermano?

El vampiro dudó, mirando enfadado hacia la terraza. Luego pareció tranquilizarse y suspiró.

-Está bien-respondió.

La llevó hasta la pista y se deslizaron con calma.

-Por lo que veo, Breena y tú seguís con problemas-preguntó la reina.

-No es asunto tuyo, Elise.

Ella rio.

-No pareces el mismo, André ¿Qué te ha hecho esa mujer?

André no contestó y bailaron en silencio unos minutos.

-¿Me has perdonado, hermana?-preguntó el chico mirándola con cariño.

Ella le devolvió la mirada.

-Sí, André. Te perdoné en el momento en que me di cuenta de que estaba enamorada de Jared. Si no me hubieras obligado a aceptar ese matrimonio, no hubiese conocido la felicidad que tengo ahora.

El vampiro la abrazó.

-Lo siento, Elise. Estaba equivocado.

-Sí, lo estabas. Pero salió bien. Tengo a Jared, a Ada, y mi propia vida construida 900 años más tarde. No podría haber soñado tener tanto, André.

Vio a Jared y Damon entrar en el salón. Se les veía relajados y ella supo que las asperezas entre ambos se limarían con facilidad. Eran demasiado parecidos como para llevarse mal. Sonrió a su marido y éste la miró con amor. Avanzó para reunirse con él, pero se volvió antes para volver a mirar a su hermano.

-André, no la pierdas. Nuestra vida es demasiado larga para vivirla sin alguien a nuestro lado. Y por amor, merece la pena correr riesgos.

El vampiro sonrió cuando la vio reunirse con el vamp. Este la besó como si hiciese años en lugar de minutos que no la veía. André suspiró y salió en busca de Breena.

Avance de Breena (saga Saint-Croix 3). 

André avanzó por el pasillo hasta el despacho de su hermano. Pasó sin llamar. Era, aparte de Alexia, la esposa de Damon, el único vampiro de la casa que podía hacer eso.

-La tenemos-declaró en cuanto el rey vampiro alzó la cabeza hacia él interrogante.

Este suspiró aliviado.

-Gracias a Dios. ¿Dónde está?

-Encerrada. Por suerte, fueron Raquel y Esther quienes la encontraron. Si hubiera sido alguno de los hombres…

-¿Qué quieres decir?

André hizo un gesto de duda.

-Bueno, me temo que no está marcada, hermano.

Damon se levantó de golpe.

-¿Me estás diciendo que tenemos en nuestra casa a un hada virgen que es, además, la hija del rey de las hadas?

-Mucho me temo que sí, así es.

Damon volvió a sentarse.

-Dios, estamos metidos en un lío.

-Llama a su padre y que vengan en su busca, Damon. Está encerrada y he ordenado que ningún macho se acerque a las mazmorras pero…no sé cuánto tiempo podré mantenerlos alejados.

-Tienes mi permiso para advertirles que si alguno la toca, yo mismo me encargaré del castigo.

-De acuerdo. Será mejor que hables con su padre y luego deberíamos ir a verla y presentarla nuestros respetos.

André salió y dejó solo a Damon para que conversara con el rey de las hadas. A ninguno de ellos le caía bien. Y más después de saber que había prometido a su única hija con un demonio, sólo para ganar aliados. Los demonios eran los seres  más despreciados por el resto de sobrenaturales. Desde luego, a nadie más se le habría ocurrido entregar a su hija a esos repugnantes seres. Pero, si el padre lo había decidido así, la chica debería haber obedecido. En lugar de eso, había escapado y se había metido en territorio vampiro. Ahora el problema era para ellos. La sangre de las hadas era muy atrayente para los vampiros. Pero si además era virgen…André ni recordaba la cantidad de peleas que había presenciado por culpa de ellas. De hecho, introducir una, había sido una táctica para destruir comunidades enteras de vampiros cuando aún estaban en guerra. Desvirgarla y beber su sangre era todo en lo que los vampiros podían pensar delante de una de ellas.

Cuando volvió a ver a su hermano, supo que había problemas.

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