8. capítulo
La cena fue tensa. Era evidente que algo pasaba entre los dos jóvenes y Martha miraba preocupada a ambos. Después de cenar, pasaron un rato al salón. El ambiente familiar relajó un poco a Elise y aceptó cuando Luke la invitó a jugar al ajedrez con él. Jared se sentó a ver el informativo y Martha se puso a leer.
Elise y su suegro jugaron en silencio al principio. Luego, el rey la sonrió con afecto.
-Juegas bien-alabó.
Elise le devolvió la sonrisa.
-He jugado mucho. Aunque llevo años sin hacerlo. A mi hermano Damon le encanta pero, últimamente, no tiene mucho tiempo libre.
-Un rey siempre tiene que tener tiempo para su familia.
-Damon está muy ocupado, pero siempre tiene tiempo para Alexia y Louis.
-Y ¿cómo te sientes entre nosotros, Elise?
La chica pensó la respuesta con cuidado.
-Me habéis acogido con amabilidad. Pero echo de menos a mi familia.
-Espero que mi hijo sepa compensar el sacrificio que has hecho dejándoles.
La mirada del rey era inquisitiva.
-Jared y yo no tenemos demasiadas cosas en común.
-A veces es mejor complementarse-aseguró el rey-hazme un favor, Elise. Prométeme que, si mi hijo no te trata bien, me lo dirás.
Ella sonrió al rey con afecto.
-Te lo agradezco, pero estoy segura de que no será necesario. Y, creo que estás algo distraído, rey Luke. Acabo de hacerte jaque mate.
La cara del rey era de perplejidad cuando vio la jugada.
-Vaya, casi nadie consigue ganarme. ¿Jugamos la revancha?
-Hoy no, papá. Es tarde. Elise y yo nos retiraremos ya-intervino Jared acercándose.
-Tu esposa es muy lista, Jared.
-Lo sé-dijo el vamp cogiéndola de la mano-a veces, demasiado.
La chica se mordió la lengua para no contestar y se despidieron de los dos vamps mayores. Cuando salieron del salón, se intentó soltar de la mano de Jared, pero él no se lo permitió y la llevó hasta la cocina.
-Siéntate-pidió, señalándole un taburete alto junto a una encimera. Elise obedeció y él sacó una bolsa de sangre de la nevera. La echó en una taza y lo metió en el microondas unos segundos. Luego, se la puso delante.
-Te dije que no necesito alimentarme a menudo-Elise le miró con cara de pocos amigos.
-Antes, quizás no. Pero ahora, yo me alimento de ti. Así que, tendrás que comer más a menudo.
-Eres insoportable-murmuró la chica dando un sorbo.
Jared sonrió y se sentó enfrente de ella.
-Has impresionado a mi padre. No hay mucha gente que le gane en el ajedrez.
-Damon es un rival muy fuerte-Elise se encogió de hombros y terminó su taza. La llevó al fregadero y la limpió. Jared volvió a cogerla de la mano cuando terminó.
Subieron las escaleras en silencio. A Elise, los nervios le atenazaban el estómago. No sabía de qué humor estaba su marido. Él se acercó a la habitación de Ada y abrió la puerta con cuidado. La pequeña dormía tranquila, y Jared sonrió antes de darla un beso suave. Luego, subieron hasta su habitación. Jared empezó a prepararse para acostarse y Elise decidió hacer lo mismo. Se lavó los dientes y se sentó en la cómoda para cepillarse el pelo. Luego, se lo recogió en una trenza como de costumbre. Fue hasta la cama y cogió el camisón de debajo de la almohada.
-Eso no te va a hacer falta, Elise-aseguró Jared mirándola desde la cama.
La chica se ruborizó. Él estaba desnudo, o al menos eso parecía.
-No voy a desnudarme delante de ti-murmuró.
-Soy tu marido-la recordó él enarcando una ceja.
-Sólo por un mes.
La mirada del vamp se endureció.
-Pero ese mes soy tu marido, con todos los derechos que eso supone. Así que, desnúdate y métete en la cama, Elise. Es mejor que no me pongas a prueba. No te gustará el resultado.
La vampira dudó un momento, luego se bajó el pantalón y se sentó en la cama, de espaldas a él. Se quitó el resto de la ropa, incluido el sujetador y se metió rápidamente entre las sábanas. Enseguida, Jared estuvo pegado a ella.
-Te has olvidado algo-murmuró rompiéndole la braguita y tirándola al suelo. Luego, bajó el rostro para besarla con dureza. Elise trató de apartarle, empujándole con los brazos y Jared se los sujetó a los lados de la cabeza sin dejar de explorar su boca. La chica gimió asustada y él levantó la cabeza para mirarla. Se obligó a hablar con suavidad cuando la vio temblando de miedo.
-No voy a hacerte daño, Elise. Cálmate, será como anoche.
Elise siguió tensa, mirando hacia un lado y Jared la cogió el rostro para volverla hacia él.
-¿Por qué estás tan asustada?-la preguntó con calma-¿te he hecho daño alguna vez?
Ella negó con la cabeza.
-Pero estás enfadado-respondió.
El chico hizo una mueca.
-Eso no quiere decir que vaya a maltratarte. No voy a usar el sexo para hacerte daño. ¿Me has entendido?
La chica asintió.
-Bien, pues relájate y déjame hacerte el amor, esposa. Y no vuelvas a rechazarme. Te dije en serio que no me gustan los nos. Eso sí me enfada de verdad.
Volvió a besarla. Elise se quedó quieta y dejó que él invadiera su boca. Después, fueron sus manos las que empezaron a recorrer su cuerpo. Pellizcó sus pezones antes de lamerlos y mordisquearlos y bajó, con un reguero de besos, hasta su pubis. Le separó las piernas y acarició su clítoris con la lengua, haciéndola saltar en la cama. Rio con suavidad.
-Eres increíblemente expresiva, cariño. No voy a abrumarte…hoy. Iré despacio. Pero, a partir de mañana, Elise, no voy a contenerme. Me volveré loco si sigo haciéndolo.
Subió para volver a besarla en la boca. -Quiero follarte de todas las formas posibles, querida-la susurró en el oído mientras metía dos dedos en su vagina profundamente- y quiero saborearte por completo.
El ritmo de sus dedos la volvía loca. Cerró los ojos y se dejó llevar por las sensaciones. Cuando él frotó su clítoris con movimientos circulares, sintió esa tensión en su vientre que clamaba por alivio. Jared lamió sus pezones y Elise subió su cadera, buscando más contacto sin poderlo evitar. Con un jadeo, el alivio llegó y se dejó llevar por la tormenta de sensaciones que la inundó. Jared no la dejó reponerse. Se situó entre sus piernas y las separó.
-Abre los ojos, Elise, quiero que me veas-ordenó mientras se colocaba en la entrada de su vagina.
Elise obedeció y él entró en ella, con firmeza pero sin brusquedad. Estaba muy mojada después de su orgasmo y, esta vez, le acogió con facilidad, así que, no se detuvo hasta que estuvo totalmente hundido en ella. Gimió con placer al sentirse tan apretado y la besó con pasión. Luego, empezó a moverse con suavidad en su interior y Elise volvió a relajarse. Las embestidas de Jared se hicieron más profundas y la chica volvió a cerrar los ojos cuando el deseo la invadió de nuevo.
-Mírame, Elise-ordenó él con un gruñido parando un momento.
Ella obedeció. Vio el rostro, lleno de deseo, de su marido y eso, aumentó el suyo. Jared la apartó el pelo del cuello y bajó sus labios hasta allí. Reanudó las embestidas con más profundidad, a la vez que clavaba sus colmillos en la piel delicada. Tras un instante de dolor, el placer inundó a Elise de nuevo. Todo su cuerpo se estremeció a la vez que el de su marido, y gimió con él cuando alcanzaron juntos el paraíso. Jared lamió la herida del cuello para cerrarla y se dejó caer encima de ella, apoyando su peso en un codo.
- ¿Te he hecho daño?-la preguntó acariciando su mejilla.
La chica negó con la cabeza.
Jared se levantó y fue a coger el cepillo del tocador. Elise se ruborizó al ver su desnudez y, tomando conciencia de la suya, tiró de la sábana para cubrirse. Él sonrió travieso.
- Tienes que dejar de ser tan tímida, cariño. Me encanta verte desnuda.
Se sentó en la cama apoyado en el cabecero. Luego, le deshizo la trenza y empezó a cepillarla el pelo con movimientos rítmicos.
-Háblame de tu matrimonio, Elise-murmuró.
-No quiero-respondió la chica estremeciéndose-no quiero hablar de eso.
-¿Conocías a tu marido antes de casarte con él?-preguntó él como si no hubiera oído.
Elise suspiró. No iba a darse por vencido. Y estaba tan cansada y tan relajada que no la apetecía pelear.
-No. Le conocí el día antes. Mi madre insistió en que nos viéramos al menos una vez antes de la boda. Mi padre me había prometido a él dos semanas antes.
-¿Era joven?
-No. Era mayor, muy mayor. Cuando me le presentaron, me quedé un momento a solas con él. De repente, se me tiró encima y me manoseó. Nadie me había besado nunca y me metió la lengua en la boca hasta que casi vomité. Luego, me dijo lo que pensaba hacerme en la noche de bodas.
-¿Se lo contaste a tus padres?
-Sí. Mi madre me dijo que era mi deber como esposa hacer lo que él me dijera. Que solo cerrara los ojos y me estuviera quieta, que no tardaría mucho porque era mayor. Mi padre se enfadó conmigo. Me preguntó si pensaba que él me entregaría a un mal hombre.
-¿Y tus hermanos?
-Ninguno de los dos estaba ya en casa. Damon vivía en el castillo de la condesa como su amante. André se había casado hacía dos años y desapareció el mismo día de la ceremonia. Así que, al día siguiente se celebró la boda.
Jared dejó el cepillo y la abrazó, haciéndola apoyarse en él.
-No esperó ni siquiera a que me prepararan. Entró en la habitación en cuanto me retiré. Me tiró encima de la cama y me levantó el vestido por encima de la cabeza. Yo grité y le rogué que no me hiciera daño. Lo siguiente que recuerdo fue un dolor atroz cuando me penetró. Gracias a Dios, mi madre tenía razón y duró poco. Me arrancó la enagua manchada y fue a enseñársela a los invitados. Pasó el resto de la noche bebiendo.
-Cabrón…-murmuró Jared-¿cómo te libraste de él?
-Al cabo de un tiempo, yo empecé a acostumbrarme. Aprendí que le gustaba más si me quejaba, así que me mantenía sin expresión mientras me…hacía eso. Una vez, no pudo...bueno no se excitó. Cuando, al día siguiente, tampoco pudo, me pegó. Me dijo que era culpa mía, que era fría. Siguió pegándome y después, de repente, volvió a…hacerlo. Se había excitado viéndome sangrar.
Jared la abrazó para darla ánimos. Las lágrimas mojaban el rostro de Elise. No había contado nunca a nadie el infierno que había vivido. Contarlo era volverlo a vivir, y nunca había tenido fuerzas para ello. Ahora, en brazos de Jared, parecía más fácil.
-Se volvió una costumbre. Me pegaba, me azotaba o me mordía hasta excitarse. Luego, hacía lo que quería. Yo sabía que, cualquier día, me mataría, así que escapé.
-Y te encontró.
-No llegué muy lejos. No había conseguido entrar en los terrenos del castillo. Pedir ayuda a Damon fue lo único que se me ocurrió, pero me atraparon antes. Él y cinco de sus hombres. Me acorralaron y él me azotó con un látigo hasta casi matarme. Luego me forzó y…me dejó a sus hombres.
-Dios…Elise…
-No sé cuánto tiempo duró. No sé lo que hicieron conmigo. Me desmayé varias veces y creyeron que estaba muerta. Así que se fueron. Me arrastré hasta el castillo. Seguramente, no habría llegado, pero un criado que pasaba por allí, me reconoció como la hermana del amante de la condesa y me llevó con él. Sólo pude susurrarle a Damon el nombre de mi marido antes de que él me diera su sangre. Luego…morí. Cuando me desperté, era un vampiro.
-Supongo que Damon le mató.
-Les mató a todos. Y estuvo a punto de matar a mi padre también. Solo le salvó que mi madre se interpuso. Les obligó a irse de allí, y les amenazó con matarles si volvían.
-Y tú te quedaste a vivir con él.
-No nos hemos separado nunca desde entonces. Ni siquiera habíamos discutido nunca hasta…
-Hasta la propuesta de mi padre.
Elise sonrió entre las lágrimas.
-En realidad, hasta que apareció Alexia en nuestras vidas. No me mostré muy de acuerdo en cómo la trató al principio.
-Creo que dejaremos esa historia para otro día, esposa-dijo él moviéndose para tumbarse y tumbarla a ella.
La abrazó y luego secó sus lágrimas con los dedos.
-Tu marido era un hombre cruel, Elise. Pero la mayoría no lo somos. Te prometo que conmigo estás a salvo. No voy a golpearte ni a violarte. Por más que discutamos o me enfade contigo. Creo que prefiero hacerte el amor hasta agotarte y que no te apetezca discutir conmigo. Y si tengo que castigarte, lo haré matándote de placer hasta que me supliques que te folle, cariño.
-Eso no va a pasar-respondió ella adormilada.
Jared rió.
-Veremos. Ahora duérmete. Antes de que cambie de idea sobre lo de no agobiarte hoy.
El chico la abrazó y Elise, medio dormida, se acurrucó en sus brazos. No recordaba haberse sentido tan segura desde que era una niña. Cerró los ojos sin miedo. Todos sus fantasmas habían desaparecido. Para siempre.
Capitulo dedicado a readermidnigth. Y gracias a todas por vuestros votos y comentarios. Espero que os encariñéis con Elise tanto como yo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro