7. capítulo
Un beso suave en un hombro la hizo despertar. Aturdida, abrió los ojos con esfuerzo. Jared, con el pelo aún mojado por la ducha y ya vestido, la sonreía.
-Arriba, perezosa. Tenemos un día de compras por delante.
-¿Tenemos que ir?-preguntó ella sin ninguna ilusión.
Jared la miró con determinación.
-Eres la princesa de los vamps. Necesitas ropa. Además, si estás todo el día desnuda, no querré salir de la cama.
Elise se sonrojó al recordar lo ocurrido anoche. Jared la hizo volver la mirada hacia él.
-No te avergüences, Elise. Anoche estabas preciosa. Te he llenado la bañera, el agua caliente te hará sentirte mejor. Luego baja a desayunar y nos iremos.
-Todos sabrán que…
-Por supuesto. Anoche todos los hombres de la cena debían de estar preguntándose qué diablos pasaba conmigo, así que, será un alivio que lleves mi olor, cariño. Prepárate. Tenemos mucho que hacer.
Jared desapareció y Elise se levantó para ir al baño. Hizo una mueca al notar el dolor entre las piernas. Se metió en la bañera preparada con agua caliente y espuma perfumada y se relajó un momento antes de lavarse. Se puso la ropa que Alexia la había prestado y, tras cepillar el cabello lavado, decidió dejárselo suelto para que se secara. Cuando bajó, oyó la risa divertida de Ada en el comedor. La niña estaba sentada enfrente de su padre y los dos jugaban a formar caras con los cereales.
-Hola Ada-saludó Elise.
La niña corrió hacia ella, sorprendiendo a la vampira, que la cogió en brazos de forma instintiva.
-Hola Elise. ¿No vas a dar un beso a mi papá? Los papás de mis amigos se dan un beso por las mañanas.
-Ehh, sí, claro.
La chica, ruborizada, se acercó a Jared y se inclinó para darle un beso en la mejilla. Él, con una mirada traviesa, la sujetó por el cuello y cubrió sus labios con su boca. Ada aplaudió encantada y Jared la soltó.
-Buenos días…esposa.
Elise, roja como la grana, se sentó a desayunar. Jared se levantó enseguida.
-Voy a preparar el coche. Te recogeré en 10 minutos, así que date prisa, ¿de acuerdo?
-¿Puedo ir, papi? ¿Puedo?-preguntó la niña dando saltitos.
-No, hoy no, Ada. Pero te llevaremos a tomar un helado mañana, ¿de acuerdo? Elise y yo queremos pasar un poco de tiempo a solas.
Elise le miró y puso los ojos en blanco.
-Habla por ti-dibujó con los labios.
-Eso merece un castigo-respondió él de la misma manera.
La vampira terminó de desayunar, acompañada de la charla incesante de Ada. Después, subió para recogerse el pelo en su habitual trenza y bajó a esperar a Jared. Él paró un coche deportivo en la puerta de la casa. Elise se sentó en el asiento del copiloto y el chico la miró con gesto inquisitivo.
-¿Qué ocurre?-preguntó ella sin entender.
-Tu pelo. Suéltatelo.
-Oh, vamos, Jared. ¿No puedo peinarme como quiera?
-Sí, mientras lo lleves suelto. Quítate la trenza, Elise. Ahora.
Ella le miró con enfado, pero Jared no movió ni un músculo. Al final, con un suspiro de exasperación, se quitó el coletero y se deshizo la trenza. Jared sonrió.
-Buena chica-alabó.
Puso en marcha el coche mientras Elise se cruzaba de brazos enfadada.
Aparcó en una calle llena de humanos. Elise se dio cuenta de que había pasado mucho tiempo desde que había salido la última vez. En aquella ocasión no había tanta gente y los coches eran muy diferentes. Jared la condujo de la mano de tienda en tienda. Se encargó de elegir lo que tenía que probarse y decidió qué comprar en cada ocasión. Pantalones, camisetas, faldas y algún vestido. Y, por último, dos exquisitos vestidos de fiesta. Cuando el coche estuvo lleno de bolsas, Jared pareció darse por satisfecho y la llevó a comer a una hamburguesería.
-En la nevera de casa hay reservas para ti-la informó mientras mordía su hamburguesa-supongo que tendrás que alimentarte.
-No necesito mucho-dijo ella encogiéndose de hombros-soy muy vieja.
-Quién lo diría viéndote. Me preocupa que me denuncien por pederastia. Y, hablando de eso, ¿no quieres decirme nada sobre anoche?
Elise se sonrojó.
-No, no quiero hablar de ello.
El chico apretó los labios en un gesto de enfado.
-Lo dejaré pasar por ahora, Elise. Pero quiero que lo hablemos. Quiero que me cuentes cómo te sientes al respecto. Y, esta noche, cuando estemos en la cama, después de hacer el amor, me hablarás de tu marido.
-No creo que sea necesario…
-Sí, lo es-afirmó él tajante-se acabaron los miedos, los fantasmas y el pasado.
-¿Crees que merece la pena todo esto para un mes?
La mirada de él volvió a ser divertida.
-Cariño, cuando acabe el mes seguirás conmigo. No lo dudes.
Elise puso los ojos en blanco.
-Eres un arrogante, vamp. ¿Nadie te ha dicho nunca "no"?
-La verdad es que no. Y tú no vas a hacerlo tampoco, Elise. Si has terminado, nos iremos, nos quedan algunas cosas que comprar.
-No quiero más cosas, Jared.
-Necesitas lencería.
-No voy a ir contigo a comprar esas cosas- se escandalizó ella.
-Vamos, no seas mojigata. No voy a ver nada que no haya visto ya. Y tengo intención de verlo y tocarlo muy a menudo, Elise.
La chica se sonrojó.
-No voy a probarme nada de eso delante de ti.
Al final, llegaron a un acuerdo, él la llevaría a las tiendas pero esperaría fuera. Después de un par de ellas, la chica tenía lo básico para un mes y volvieron en el coche a casa. Tuvo que reconocer que lo había pasado bien. Jared era divertido, alegre y detallista. Resultaba fácil dejarse llevar.
-Estás muy callada. ¿Qué piensas?-preguntó él aparcando el coche.
-¿También tienes que saber lo que estoy pensando?
El chico abrió el maletero para sacar las bolsas. No tuvo tiempo de contestar. Dos vamps jóvenes y muy guapas se le colgaron de los brazos.
-Hola Jared-saludó una de ellas con una mirada seductora.
-Hola Mía. ¿Qué hacéis por aquí?
La chica prácticamente se recostó encima de él.
-He venido a verte. Te echo de menos.
Jared miró incómodo a Elise.
-Venga Mía. Sabes que ahora estoy casado.
Ella le acarició el pecho mirando a Elise.
-No creo que eso importe. Ya sabes que no soy celosa.
-Deja los jueguecitos- el tono de Jared era ahora de enfado.
-No te preocupes, Jared- intervino Elise-podéis quedaros a jugar. Yo tampoco soy celosa. Al menos, con quien no me importa.
Elise entró en la casa y, de inmediato, Ada se la echó encima.
-¡Hola! ¿Lo habéis pasado bien? ¿Dónde está mi papá?
Elise cogió a la niña en brazos y fue al salón para sentarse con ella en el sofá.
-Creo que ahora está ocupado. Se ha quedado hablando con Mía.
Ada arrugó la nariz.
-No me gusta, es mala conmigo. Me alegro de que no se casara con ella.
-¿Iban a casarse?
-No sé-la niña se encogió de hombros-mi papá siempre estaba con chicas.
-Sí-murmuró Elise-eso he oído.
Jared entró poco después con expresión de enfado. Al ver a su hija sonrió, se sentó al lado de ellas en el sofá y subió a la niña en sus rodillas. Elise hizo intención de levantarse, pero la mano de Jared en su hombro se lo impidió.
-Si sabes lo que te conviene, princesa, quédate aquí sentada.
Elise estuvo a punto de decirle lo que pensaba de sus órdenes, pero se contuvo al ver la mirada glacial de él. Estaba enfadado, y mucho.
Después de jugar un buen rato con la niña, Jared la llevó a la cocina para que la dieran la cena antes de acostarla.
Elise subió mientras a la habitación y empezó a ordenar la ropa que habían comprado. Jared entró unos minutos más tarde.
-Desnúdate-ordenó con frialdad.
Elise le miró sin comprender.
-¿Qué?
-Me has oído perfectamente, Elise. He dicho que te desnudes.
-¿Te has vuelto loco?
-Quítate la ropa, Elise. O te juro que te la arrancaré yo mismo del cuerpo.
La chica le miró con odio. Jared dio un paso al frente y ella retrocedió.
-Lo haces tú o lo hago yo. Decide ya, esposa.
-Eres un bastardo, Jared-respondió ella.
Sin embargo, viendo la fría determinación en los ojos de su marido, se sacó la camiseta por la cabeza y la tiró furiosa al suelo. Después se quitó el pantalón y le miró desafiante.
-Toda la ropa, Elise-puntualizó Jared sin cambiar de expresión.
-Jared, por favor…-suplicó ella.
Cuando el vamp dio otro paso al frente, Elise se armó de valor para soltar el cierre del sujetador y quitárselo. Sin pararse a pensarlo se quitó también la braga. Parpadeó para que no se le notaran los ojos llenos de lágrimas. Era tan humillante…
-¿Porqué estás haciendo ésto?
-Para que sepas lo que se siente cuando se es humillado.
-Yo no te he...
-¡Sí lo has hecho!-interrumpió- y lo sabes
Elise le miró desafiante.
-No volverás a ponerme en evidencia, esposa. Todo el mundo sabe las circunstancias de nuestra boda, pero que tú dejes claro que no quieres estar conmigo, me humilla-advirtió él.
-¿Tengo que dejar que tus amantes me humillen a mí, entonces?
-Yo no dejaré que mis ex-amantes te humillen. Soy tu marido y tengo el deber de protegerte. Pero no puedes ponerte celosa cada vez que una mujer se dirija a mí.
-¡Ja! ¿Dirigirse a ti? Te estaba sobando. Y no te confundas, no estaba celosa. Pero no me queda más remedio que estar aquí un mes. Y, mientras, no voy a permitir que me humilles tirándote a otra en mis narices. Tendrás que aguantarte las ganas hasta que yo me vaya.
Jared apretó los labios furioso.
-Te aseguro que pienso pasarme el tiempo suficiente follándote a ti, como para que no me apetezca tirarme a otra.
Elise lanzó una exclamación indignada.
-Esta es la última advertencia, Elise. Si vuelves a ponerme en evidencia, te vas a llevar un buen escarmiento. Prepárate para bajar a cenar. Sólo estarán mis padres, así que ropa informal será suficiente.
El vamp salió dando un portazo que hizo sobresaltarse a Elise.
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