23. capítulo
Antes de que empecéis a leer, advertiros de que el capítulo es corto y os dejará totalmente en suspense. Mañana publicaré otro sin falta. Sólo quedarían dos más y un epílogo. Así que el fin de semana próximo Elise terminará.
También quiero comentaros que habrá referencias a André que no entenderéis muy bien. Ya sabéis que es la siguiente novela, pero las dos transcurren de forma bastante simultánea, así que, tanto en una como en otra, habrá referencias que intentaré que no sean demasiado spoiler.
Como siempre, muchas gracias por leerme, y, sobre todo, por vuestros comentarios. me hacen muchísima ilusión.
Capítulo dedicado a CleaverPeaceLove.
Jared la despertó con un beso por la mañana.
-Despierta, dormilona. Es hora de levantarnos.
Elise abrió los ojos y vio que estaba amaneciendo. Gimió y se tapó la cara con la sábana.
-Es muy pronto, Jared. Los vampiros no podemos levantarnos al amanecer.
El chico se colocó encima de ella con expresión risueña. Cuando la separó las piernas con las suyas, Elise le miró con incredulidad.
-No puedes querer…otra vez
Jared sonrió con picardía.
-Sólo han sido tres o cuatro veces, cariño. Los vampiros tenéis muy poco aguante.
-Cinco Jared-protestó-han sido cinco. Y me duele. Hacía tiempo que no…
-¿De verdad no quieres que te folle, esposa?-preguntó él estimulando su clítoris.
-Sí, sí quiero. Pero no voy a poder moverme en toda la mañana.
Él la tomó con delicadeza.
-Mejor. Así todos tendrán claro qué hemos estado haciendo esta noche-susurró él en su oído antes de morderla.
Elise intentó volver a dormirse después. No creía que pudiera dar ni un paso, pero Jared la llevó hasta la bañera llena y la metió dentro.
-Date prisa, esposa. Ada, tú y yo vamos a tomarnos el día libre.
La dio un cálido beso y salió del baño. Elise no pudo evitar sonreír.
Pasaron el día en el parque de atracciones. La niña disfrutó como una loca, y Jared parecía tan relajado, que Elise no podía creerse que fuese el mismo vamp taciturno de los últimos días. La abrazaba, besaba y tocaba sin parar. Parecía, sencillamente, feliz. Elise no paró de sonreír en todo el día, y, cuando llegaron a la casa y Jared fue a acostar a Ada, que se había quedado dormida en el coche, se sentó contenta delante de su suegra, que preparaba la cena.
-Vaya. Parecéis felices-comentó ella.
Elise sonrió con timidez.
-Lo hemos pasado muy bien.
-Me alegro mucho de veros así, Elise.
Cenaron los tres y, enseguida, Martha se retiró a descansar.
-No soporto verla tan triste-dijo Jared atrayéndola hacia él en el sofá.
-Mejorará. Tu padre y ella llevaban juntos mucho tiempo. Le echa de menos.
Jared suspiró.
-Yo también -aseguró.
Se incorporó y su mirada cambió a traviesa. Se inclinó sobre ella, tumbándola sobre el sofá y deslizó una mano por debajo de la camiseta de ella.
-Jared, no, aquí no-pidió ella.
El chico la besó para hacerla callar mientras la pellizcaba un pezón hasta hacerla gemir. Pronto, no hubo más protestas y los dos se olvidaron de que estaban en el sofá del salón. Si hubieran sido más conscientes de ello, quizás se habrían dado cuenta de la mirada de odio que les dirigía la persona que les observaba desde la ventana.
-Acabaré contigo, vampira-prometió en un susurro sin apartar la vista.
-Siento mucho tener que irme, Elise. Intentaré volver lo antes posible ¿de acuerdo?
Jared había sido informado de incidentes con las hadas. Antes de que la cosa empeorara, decidió reunirse con el rey para renovar sus acuerdos. Era peligroso, ya que el rey feérico seguía muy ofendido por lo ocurrido con André.
-Ten cuidado-pidió ella en un susurro.
-Lo tendré, te lo prometo.
La besó antes de irse. Elise, aún en la cama, le abrazó para atraerle hacia ella. Jared, ya preparado para irse, rio antes de soltarse.
-Te veré a la vuelta, esposa. No hagas tonterías, por favor.
Elise suspiró cuando Jared salió. Los últimos dos días habían sido un sueño. Habían trabajado juntos, comido, jugado, salido de paseo…y las noches la hacían sonrojar cuando lo pensaba. Ada parecía haberse recuperado de la influencia de su madre y era, otra vez, una niña risueña y feliz. Y hasta Martha estaba más sonriente. Sólo faltaba una cosa. Que Jared la confesara qué sentía por ella. Sabía que la deseaba. Eso se lo dejaba claro cada vez que tenían oportunidad, pero ¿era suficiente? Había visto muchas parejas rotas cuando el deseo se había terminado. Los motivos políticos podían ser suficientes para mantener unido un matrimonio, pero, a la larga, los dos tendrían aventuras fuera de él. Y ella tenía claro que no soportaría eso. Desgraciadamente, estaba enamorada de su marido. Como nunca lo había estado de nadie. Aunque no lo dijera en alto, no podía mentirse a sí misma.
Se levantó con pereza. Sabía que ya no sería capaz de dormir. Bajó a la cocina y preparó galletas de chocolate para desayunar. Cuando Ada se despertó, gritó de placer al verlas.
-Eso huele delicioso, Elise-afirmó Martha entrando en la cocina.
-Has llegado a tiempo. Cinco minutos más y esta pequeñaja no te habría dejado ni probarlas.
Pasaron el día tranquilas. Por la tarde, Ada pidió permiso para salir a la piscina.
-Mira, Elise, ya me he puesto mi bañador.
Elise rio y abrazó a la niña.
-Puedes ir, pero tienes que prometerme que no te meterás en el agua hasta que yo llegue. Me pondré el bikini y bajaré. ¿De acuerdo?
Ada salió corriendo feliz y Elise subió para cambiarse de ropa.
Bajó en cinco minutos y frunció el ceño al ver el jardín vacío. Pensando en que iba a tener que reñir a la niña se acercó al agua. Tampoco estaba allí. Elise se volvió hacia la casa y la llamó. Cuando no respondió, una alarma se empezó a encender dentro de ella. Trató de mantener la serenidad y entró en la casa para subir a su habitación.
Diez minutos más tarde, estaba muy asustada. La niña había desaparecido como por arte de magia. Su intuición la decía quién podía habérsela llevado, y se echaba a temblar cuando pensaba en que le hiciera daño.
-¿Qué ocurre, Elise?
-Martha, Ada ha desaparecido. Alguien se la ha llevado.
La mujer se tambaleó por un momento.
-Margott-dijo.
-Eso me temo, pero no tenemos pruebas. Tengo que ir a comprobarlo.
-No, espera. Jared dijo que no salieras sola. Hay alguien intentando matarte ¿recuerdas?
-Es Ada, Martha. Tengo que ir. Tú avisa a Gail. Él me protegerá.
La vampira se deslizó hasta la casa de la madre de Ada. Llamó, pero al no tener respuesta, forzó la manilla y entró. Aparentemente, la casa estaba vacía. Encima de la mesilla había un sobre con su nombre. Lo cogió temblando y lo abrió.
Sí, la tengo yo. Tendrás que venir a buscarla tú sola. O la mataré.
Espero que no dudes que lo haré. Como ya sabes, no tengo ningún instinto maternal.
Debajo había una dirección. La reina, sin dudarlo, volvió a volar sobre el suelo para montarse en el pequeño coche que usaba y salir del pueblo. Iba a matar a esa mujer sin escrúpulos.
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