22. capítulo
Este es el capítulo prometido. es cortito pero el sábado tendremos el habitual y, muy probablemente, también el domingo. Muchos besos para todas.
Los días siguientes fueron difíciles en la casa grande. Jared habló con Ada, y, cuando ésta le contó que Margott la pegaba e insultaba habitualmente, estuvo a punto de exiliar a la vamp. Al final, tras muchas lágrimas de ésta, permitió que se quedara en el pueblo, aunque la prometió que, si se acercaba de nuevo a Ada, la mataría.
Elise se acostumbró a su nueva vida. Martha estaba ayudándola mucho en eso. Poco a poco, los vamps iban aceptándola. Muchos se habían enterado por Martha de sus habilidades como sanadora y empezaban a acudir a ella cuando la necesitaban. Ayudaba a Jared en el gobierno y en las relaciones con sus aliados. Los problemas con las hadas y los demonios habían aumentado después de lo de André y Breena, pero no parecía que fuese a haber una guerra inminente. Jared no la exigía más de lo que ella estaba dispuesta a darle, su ayuda como reina. Se había trasladado a otra habitación y no había vuelto a molestarla. Ada estaba de nuevo tranquila y feliz.
Ese día fue a hacer el examen de conducir. Jared se había ofrecido a llevarla, pero ella le dijo que prefería ir con Gail. Al fin y al cabo, él la había enseñado a conducir. Jared apretó los labios en un gesto de enfado, pero no se negó.
Por supuesto, aprobó. Gail y ella decidieron celebrarlo y se quedaron a cenar en la ciudad. Volvieron tarde a casa, riendo algo achispados.
-¿Estás seguro de que no has influenciado al examinador?-preguntó Elise cuando él la dejó en la puerta.
-Te prometo, Elise, que todo el mérito ha sido tuyo-el vamp puso una mano en su corazón para reforzar lo que decía.
-Has sido muy buen profesor-aseguró ella abrazándole-gracias.
-Y tú muy buena alumna. Nuestro rey ha tenido suerte de encontrarte, Elise. Eres preciosa, inteligente y tienes buen corazón.
-Creo que conozco las virtudes de mi esposa, Gail-la voz fría de Jared les sorprendió-y ahora quítale las manos de encima. O tendré que arrancarte los brazos.
Los dos amigos se separaron apurados. Gail bajó la cabeza.
-Lo siento, majestad-se disculpó-no pretendía sobrepasarme.
-Pues lo has hecho. Elise, sube a tu habitación, hablaremos luego.
-No pienso hacer eso. No tienes derecho a ponerte así. Sólo ha sido un abrazo de agradecimiento, Jared.
El vamp la miró de tal forma, que ella pensó que iba a fulminarla.
-¿Te parece que el que la reina esté abrazándose por la noche con uno de mis hombres de confianza, no es para ponerse así? Sobre todo, después de haber estado toda la tarde y parte de la noche Dios sabe dónde.
-No…
-Sube a tu habitación, Elise. Ahora.
La chica dudó, pero luego hizo un gesto de despedida a Gail y entró en la casa.
Martha y Ada estaban ya acostadas. Elise subió a su habitación y puso el pestillo. No iba a hablar hoy con Jared. ¿Qué se pensaba montando esa escenita?
Estaba preparándose para acostarse, cuando la manilla de la puerta se movió.
-Abre la puerta, Elise-ordenó su marido-o la tiraré abajo.
-No voy a hablar contigo, Jared.
-Contaré hasta 3.
La chica caminó hacia la puerta y abrió el pestillo. Sin dudarlo, levantó el brazo y abofeteó al vamp.
-No hagas eso-advirtió el chico.
Elise levantó el brazo de nuevo, pero Jared la sujetó por la muñeca.
-He dicho que no lo hagas.
La acercó a su cuerpo, sujetándola los brazos detrás.
-¡Suéltame!-ordenó ella mirándole furiosa.
-¿Dónde diablos os habéis metido toda la tarde?
-Sólo hemos ido a cenar para celebrar que he aprobado.
Jared la llevó hasta la pared y la apoyó en ella, presionándola con su cuerpo.
-¿Sólo habéis cenado? ¿No ha habido ni siquiera un beso, Elise?
-¿Me estás acusando de serte infiel, Jared?
Él dudó. Luego negó con la cabeza.
-No. Pero no quiero que vuelvas a salir sola con otro hombre.
Elise se revolvió intentando soltarse. Cuando sintió la erección de él en su vientre, dejó de moverse.
-Las carabinas son propias de mi época, Jared-dijo intentando distraerse de las sensaciones que su cuerpo pegado al de ella le causaban-no del siglo 21.
Jared bajó la boca hasta el cuello de la chica y deslizó los labios con suavidad por él. Elise se estremeció sin poderlo evitar.
-Y los celos son propios de los machos vamps, esposa-murmuró en su oído.
La besó con dureza, mordisqueando y lamiendo sus labios, invadiendo la boca femenina con su lengua.
-Nos vuelven irracionales-aseguró mientras la bajaba los tirantes de la camiseta que llevaba puesta.
-No quiero sexo contigo, Jared-protestó débilmente la chica.
El vamp ya la había bajado la camiseta hasta la cintura y había liberado los pechos firmes del sujetador. Se arrancó su propia camisa en un solo movimiento y la besó.
-Sí quieres-afirmó-ya estás mojada. Deseando que me meta en tu interior.
Bajó la boca para lamer sus pezones hasta que Elise gimió. Luego, la cogió en brazos para llevarla a la cama.
-Pedirás perdón a Gail-le exigió ella mirándole muy seria.
El vamp sonrió y la dejó en la cama con suavidad.
-Ya lo he hecho-respondió antes de inclinarse y besarla.
Pronto, sus ropas habían desaparecido y Jared se hundía en ella con fuerza, tratando de recuperar todo el tiempo perdido. Elise, rodeándole con sus piernas, siguió el ritmo sin quejarse, hasta que los dos perdieron la noción del tiempo, una y otra vez.
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