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20. capítulo

Las siguientes horas, pasaron como en un suspiro. André había llegado a la casa con tiempo suficiente para que Elise le consultara sobre el protocolo a seguir, así que, ocupó su lugar a la derecha de Jared con relativa seguridad. Martha se situó a la izquierda y Elise, además, se hizo cargo de Ada. Margott tuvo que conformarse con un tercer plano, incluso por detrás de la familia de Elise y los representantes de otros aliados que habían llegado. La vampira sentía las miradas de la madre de Ada como si fueran dardos envenenados en su nuca, pero no se inmutó. Ella estaba en el lugar que tenía que estar. Al menos, por ahora.

Llevaron el cuerpo del rey a la plaza central del pueblo. Allí, todos se reunieron alrededor. Martha, su amada esposa, con lágrimas en los ojos, se mordió la muñeca y dejó caer su sangre encima de las sábanas que le envolvían. Luego, se prendió fuego al cuerpo. Nada quedaba nunca de los vamps. Se les recordaba por lo que habían hecho y no por lo material que dejaban.

Cuando la ceremonia acabó, Elise caminó junto a su suegra. La mujer parecía haber envejecido de repente, a pesar de que los vamps, al igual que los vampiros, no cambiaban.

-¿Estás bien, Martha?-preguntó la chica con dulzura.

La mujer le sonrió con tristeza.

-Me recuperaré, hija, no te preocupes. Ahora subiré a descansar un rato. Tengo que estar fuerte para la coronación.

Elise asintió y acompañó a su suegra a su habitación. En la casa de Jared, se habían reunido los personajes sobrenaturales más importantes. Incluso el rey de las hadas estaba allí, y también el demonio Akop, uno de los más poderosos. Elise les vio hablando entre ellos y mirando a André de reojo. No sabía qué había pasado con el hada. André no había tenido tiempo de contarles nada, pero cuando vio a sus dos hermanos discutiendo al otro lado del salón, supuso que nada bueno.

Se encargó de que se sacaran fuentes de comida y copas de sangre para todos. Jared estaba encargándose de los últimos preparativos de la ceremonia, así que, ella era la única anfitriona presente.

La voz chillona de Margott la sorprendió cuando salió hacia la cocina.

-¡Eres una idiota! Te he dicho que te quedes en tu habitación.

-Es que tenía hambre-la voz de Ada sonaba asustada.

Elise empezó a subir la escalera hacia donde sonaban las voces. Ada y Margott estaban en el descansillo del primer piso. La niña lloraba, con una mano en la cara, que empezaba a coger un tono rojo intenso.

-La próxima vez te aguantas-ordenó su madre sin ver a Elise-no quiero que me molestes, niña estúpida.

-Ada, ve a tu habitación, cariño-pidió Elise intentando mantener la voz calmada.

La niña obedeció de inmediato. Margott, furiosa, se volvió hacia Elise. No pudo pronunciar una sola palabra. La vampira, con su hermoso rostro transformado por la rabia, la sujetó por la garganta y la levantó del suelo. La vamp trató de soltarse pataleando, pero el agarre de Elise era mucho más fuerte que ella.

-Si alguna vuelves a ponerle la mano encima a esa niña, zorra sin escrúpulos, juro que te arrancaré la garganta-pronunció despacio.

La bajó al suelo y la lanzó contra la pared. La vamp, aterrorizada, se levantó y se alejó de ella corriendo.

Elise tuvo que contar hasta 100 antes de estar lo suficientemente calmada como para ir en busca de Ada. La niña lloraba en su habitación y a la vampira se le cayó el alma a los pies al verla. Entró en la habitación y la abrazó con fuerza.

-No va a volverte a hacer daño, Ada, te lo prometo.

-Tú volverás a irte-dijo la niña- y ella se quedará aquí.

La vampira la acarició el pelo con cariño.

-Antes de irme le diré a tu padre lo que ocurre, pequeña. Él no permitirá que se quede. tu papá te quiere más que a nadie en el mundo, Ada.

-¿Por qué mi mamá no me quiere, Elise?

-Tu mamá sólo se quiere a sí misma, cariño. No sabe la niña tan estupenda que eres. Ni la suerte que tiene de ser tu madre.

-Pero tú tampoco me quieres. No te irías si me quisieras.

-No es tan fácil, Ada. No puedo quedarme. Las cosas no están muy bien entre tu padre y yo. Pero no tiene nada que ver contigo. Te quiero mucho. Y me sentiría feliz si fueses mi hija.

La niña la miró un poco más contenta y Elise la sonrió.

-¿Subirás a ayudarme a vestirme? Tenemos que prepararnos.

Ada asintió sonriendo, y las dos subieron a la habitación de Elise sin fijarse en la mujer que les observaba llena de odio.

André la había dicho que debía llevar un vestido de gala y en color claro, pero moderno. Iba a ser la reina de los vamps. No debía escoger un vestido de estilo vampiro para no ofenderles. Elise cogió un vestido blanco de noche. Tenía finos tirantes plateados y un diseño bordado en hilo de plata. Se ceñía a su cuerpo como una segunda piel y caía en una pequeña cola. El escote realzaba los pechos llenos de la chica y, el color, su pelo oscuro. Decidió recogérselo en un moño bajo. Cuando terminó, se oyó una llamada a la puerta.

Martha entró llevando una gran capa en satén blanco en las manos.

-Estás preciosa, Elise-aseguró.

La reina se había cambiado de ropa. El negro no estaba admitido en la ceremonia y ahora lucía un discreto vestido de color verde oscuro.

-Esta es la capa que debes lucir durante la ceremonia.

Le ayudó a ponérsela por encima de los hombros.

-¿Sabes en qué consistirá?-la preguntó.

-André me ha puesto al día-murmuró la chica mordiéndose el labio insegura.

-Pues es la hora. Jared te espera abajo. Vamos Ada. Tú te quedarás conmigo.

Elise dio un abrazo a su suegra y a la pequeña. Estas salieron y la vampira dudó antes de seguirlas. Cerró los ojos y se dio ánimos a sí misma. Luego, bajó la escalera. Los invitados ya habían salido de la casa para juntarse de nuevo en la gran plaza donde tenían lugar las ceremonias. Sólo Jared la esperaba abajo. Llevaba un traje claro y el pelo rubio suelto. Elise no pudo evitar pensar que era el hombre más guapo que había conocido en sus 900 años de vida. Jared la tendió la mano cuando llegó a él, para ayudarla a bajar los últimos escalones.

-Estás preciosa-dijo con voz ronca sin poder apartar la mirada de su escote.

-Gracias-murmuró ella.

-¿Preparada?

Elise asintió y Jared la cogió la mano izquierda para ponerla a su derecha y empezó a andar.

La ceremonia fue rápida. Avanzaron hasta la mesa en la que se habían dispuesto las coronas y la gran copa, que contenía un poco de sangre de todos los vamps. Martha, como reina viuda, coronó a su hijo y éste bebió de la copa. Después Jared le puso la pequeña tiara a su esposa y le ofreció la copa. Ésta probó un poco de la sangre. No era buena para vampiros. Éstos, sólo podían alimentarse de la de humanos o animales pero tenía que cumplir el protocolo, así que apuró la copa. A continuación, los vamps primero, y los aliados después, pasaron para desearles un buen reinado y prometerles lealtad.

Cuando acabaron, Elise estaba agotada. Todos se habían ido retirando. Sólo los vamps más cercanos permanecían con ellos. El proceso había llevado horas y la vampira sentía que no podía mantener los ojos abiertos.

-Creo que tendrías que llevar a la reina a casa, Jared-advirtió Gail-está exhausta.

Jared miró a Elise y la cogió en brazos. Ella intentó protestar, pero no tuvo fuerzas.

-Gracias Gail-murmuró.

El vamp hizo un gesto de asentimiento y Jared caminó hacia la casa.

Alexia y Damon aún no se habían retirado. Parecían estar esperándoles.

-¿Está bien?-preguntó Damon preocupado al verles entrar en la casa.

-Sí. Sólo agotada. Es por la sangre de vamp.

-Creo que mañana tendréis que esperarme para irnos, Damon-dijo la chica bostezando-no me veo capaz de madrugar.

-Nos veremos mañana, Damon-se despidió Jared secamente- Alexia…

Los dos vampiros observaron al nuevo rey, subiendo la escalera con su esposa en brazos.

-¿Crees que va a dejar que se vaya?-preguntó Damon a su esposa.

Ella negó con la cabeza y Damon suspiró.

-No quisiera tener que matarle. La verdad es que me cae bien.

-Elise está enamorada de él, Damon. No puedes matarle.

El vampiro la miró sorprendido.

-¿Estás segura de eso?

-Tan segura como que yo lo estoy de ti-aseguró la reina con una sonrisa coqueta mientras se volvía hacia él.

La pasión oscureció la mirada de Damon. Besó a Alexia y, en seguida, estaba subiendo la escalera a toda velocidad, con ella en brazos rumbo a su habitación.

         Como seguro que os habrá parecido poco (siempre es así) prometo que mañana subiré         otro capítulo. Nos vamos acercando poco a poco al final. falta poco para el desenlace.


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