17. capítulo
Os dedico este capítulo a todas las lectoras de Elise. Muchas gracias por vuestros votos y, sobre todo, por los comentarios, los consejos y las ideas para la historia. También gracias a las que, con sinceridad, me habéis dicho en algún capítulo que no os ha gustado y porqué. Eso me ayuda a mejorar. Un fuerte abrazo a todas.
Durmió hasta el mediodía. Y, seguramente, habría seguido durmiendo si no hubiera sido Ada la que la despertó. La pequeña se subió encima de ella, y no la dio tregua hasta que Elise sacó la cabeza de debajo de las sábanas y la abrazó.
-¿Dónde estabas ayer?-la preguntó-todos te buscaban.
-No importa, Ada. Ahora estoy aquí. Por cierto, ¿dónde está tu mamá?
-Ha salido con mi papá.
Elise no cambió de expresión en honor a Ada. La niña se arrebujó más contra ella.
-Elise, ¿está mal que no me guste mi mamá?-preguntó.
La vampira le acarició el pelo con cariño.
-No pequeña. No está mal. No podemos decidir que alguien nos guste o no. No conoces aún a tu mamá. Es nueva en tu vida y tú en la suya. Ya veremos cómo van las cosas.
-¿Por qué estás triste?
Ada se incorporó y la miró seria. Elise trató de sonreír.
-Ahora que tú estás aquí, estoy mucho más contenta.
-¿Bajarás a comer conmigo?
La vampira dudó. Luego decidió que, tarde o temprano, tendría que enfrentarse de nuevo a Jared.
-Sí. Deja que me vista y me peine ¿de acuerdo? Nos veremos abajo.
Cuando la niña se fue, Elise volvió a meterse en la ducha. Esta vez se lavó el pelo y, luego, estuvo un buen rato desenredándolo. Se puso un pantalón blanco y una camiseta verde y bajó a la cocina. Martha estaba allí, con Ada, y la sonrió con preocupación.
-¿Estás bien, Elise?
La chica se encogió de hombros. Luego, impulsivamente, abrazó a su suegra y ésta la correspondió con cariño.
-Jared tiene un temperamento tremendo-dijo la mujer-después de todo es un príncipe vamp. Pero jamás te haría daño, Elise.
En ese momento, la risa de Margott anunció que llegaban. Elise se apartó de Martha con rapidez. Cuando Jared entró en la cocina, la vampira había recuperado la compostura.
-Hola madre-saludó Jared besando en la mejilla a Martha mientras cogía a Ada-Elise…
Se acercó para darle un beso en los labios. La chica giró la cara lo justo para apartarlos y recibir el beso en la mejilla.
-Creía que habías aprendido algo anoche, esposa-masculló-quizás deberíamos subir de nuevo arriba.
Elise le miró desafiante. Gracias a Dios, Martha les interrumpió.
-Es hora de comer, chicos. Y tu padre quiere hablar contigo, Jared.
El vamp puso a la niña en el suelo sin dejar de mirar a Elise. Después, salió de la cocina. Elise suspiró aliviada y se puso a ayudar a la reina.
Cuando se sentaron a la mesa, el ambiente era muy tenso. Margott no dejaba de charlar y sonreír a Jared, a pesar de que éste estaba desacostumbradamente serio. En cuanto acabaron de comer, Elise se levantó para irse. Jared la sujetó por un brazo.
-Voy a subir a mi padre a descansar un rato. Espérame en mi despacho, hablaremos allí.
Elise entró en el despacho vacío y se sentó en el sofá. Jared entró poco después.
-¿Estás bien?-la preguntó apoyándose en la mesa.
Elise se levantó y le dio la espalda.
-No. No estoy bien-admitió-estoy avergonzada por haber preocupado a tus padres, estoy humillada por lo que me hiciste anoche y asustada por haber perdido el control sobre mí misma.
-¿Por qué te fuiste, Elise?
-Os vi en la piscina-murmuró ella-eso me acabó de convencer de que es Margott la que tiene que estar aquí, no yo.
-Y dedujiste eso sin ni siquiera preguntarme a mí.
Elise se enfureció ahora.
-¡Vamos, Jared! ¿Dónde habías estado la noche anterior? Después de salvar a la pobre Margott de mí. Aunque, en realidad, yo sólo me defendí y la que atacó fue ella. Pero tú no me creíste, claro.
-¿Dónde crees que estuve?
La vampira no contestó.
-¿Crees que me acosté con ella?-la voz del vamp era de incredulidad.
Elise siguió sin contestar y sin mirarle.
-¡Elise! ¡Contesta, maldita sea! ¿Crees que me he acostado con Margott?
-No lo sé-susurró la chica-los últimos días has estado con ella a todas horas.
-Tengo motivos para mantenerla cerca, Elise.
-Ese es el problema…
-¡No! El problema es que eres incapaz de confiar en mí. Supongo que tiene que ver con lo que te hizo ese cabrón. Pero yo no soy él, te lo he dicho cientos de veces.
Elise se volvió para mirarle, sin saber qué decir.
-Margott y yo hemos estado esta mañana buscando una casa cercana a la que mudarse. Así estará cerca de Ada, pero no la quiero aquí y se lo he dicho. No después de que te amenazara, algo que, desde luego, sí creí.
-Pero ¿entonces por qué…?
-Te lo he dicho, Elise, tengo motivos para mantenerla cerca. Tendrás que confiar en mí.
La vampira no contestó.
-No puedes ¿verdad? No podrás nunca. Dejarás que tu pasado siga interponiéndose en tu vida siempre. Te dije, desde el principio, que quería que nuestro matrimonio funcionara. Tú, en cambio, no lo has querido nunca. Pues, de acuerdo, Elise. No te molestaré más. Cuando acabe esta semana, puedes volver a tu casa. O mejor dicho, a casa de tus hermanos. Vuelve a esconderte otros 900 años. Quizás, en algún momento, acabes decidiendo que quieres vivir.
Jared salió dando un portazo y Elise se derrumbó en el suelo sollozando.
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