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16. capítulo

Como me parece mucho, haceros esperar hasta el sábado, subo hoy otro capítulo. Espero que os guste. Un beso para todas, mis fieles lectoras. Y gracias por vuestros votos y comentarios. Me encanta leerlos.

Elise había conseguido mantenerse serena. Era una antigua, la hermana del rey de los vampiros. Tenía dignidad. Aunque también estaba triste, asustada por lo ocurrido, temerosa del enfado de Jared y seguía estando celosa de Margott. Esto no lo reconocería delante de nadie, eso sí.

Suspiró y se acercó a la ventana. Oyó la puerta de entrada y a Jared hablar con sus padres. Normalmente, no escuchaba conversaciones ajenas. Era algo muy mal visto entre vampiros, pero hoy, no pudo evitarlo. Jared no les dijo nada del ataque a sus padres. Elise supuso que no quería preocuparles más de la cuenta. Al poco tiempo, el vamp estaba subiendo las escaleras hacia su habitación y la chica se preparó para otra discusión.

Jared llevaba un vaso con sangre en la mano. Lo dejó encima de la mesa de centro y se sentó en un sillón, observándola.

-Bebe-ordenó-y siéntate.

Elise pensó en negarse pero, la voz fría de Jared, la recordó que él estaba muy enfadado. Además, estaba hambrienta. Se sentó enfrente de él y bebió el contenido del vaso de un solo trago.

-No les he dicho a mis padres que te han atacado-informó el vampiro-no me parece necesario preocuparles más.

-Estoy de acuerdo-dijo ella-no diré nada.

-Hasta que yo lo autorice, te prohibirán salir del recinto-él siguió como si Elise no hubiera hablado-y no habrá tampoco más salidas con el coche. Ni sola ni con Gail. De hecho, no saldrás de la casa hasta nueva orden.

Elise apretó los labios para contener su enfado.

-¿Algo más?-preguntó.

Jared se inclinó hacia delante, amenazador.

-Sí, aún hay más. Como parece que Alexia y tú no podéis evitar meteros en problemas, tu hermano y yo estamos de acuerdo en manteneros alejadas. Así que, tienes prohibido comunicarte con ella. Ni por teléfono, ni por videoconferencia.

Elise se puso en pie y Jared hizo lo mismo.

-Muy bien, vamp-Elise habló entre dientes-sólo me queda una semana aquí. Después me iré. Y me alegraré de no volver a verte.

-No hemos terminado. Ahora, quítate la ropa-ordenó el vamp.

-Ni lo sueñes-negó ella retrocediendo.

Jared avanzó despacio hacia ella y Elise siguió retrocediendo.

-Es mejor que no me enfades más, Elise. Haz lo que te he dicho.

-Vete al infierno, vamp.

La chica saltó hacia la puerta pero Jared era mucho más rápido. Y, desde luego, mucho más fuerte. Sin apenas darse cuenta, él la sujetaba boca abajo en la cama.

-Suéltame, maldito seas, ¿qué estás haciendo?-chilló cuando él puso algo en una de sus muñecas y la inmovilizó un brazo en el cabecero de la cama.

-Asegurarme de que, esta vez, tus actos tengan consecuencias. Te avisé de que si no volvías inmediatamente, las habría. Y aun así, no lo hiciste, me obligaste a rastrearte.

Jared le puso algo también en la otra muñeca, sujetándole el otro brazo. Luego se apartó e hizo que se pusiera boca arriba. Elise forcejeó e intentó soltarse con todas sus fuerzas.

-No podrás soltarte-aseguró el vamp-no son esposas para humanos, sino para sobrenaturales. Sólo conseguirás hacerte daño.

-Si me pones un dedo encima gritaré como una loca, Jared. Hasta que tu madre o Ada vengan, no me importa.

Él la sujetó por la nuca y la besó con dureza, dejándole los labios doloridos.

-Grita lo que quieras, cariño. Mis padres y Ada van a pasar la noche fuera. No volverán hasta mañana. Así que puedes gritar. Es más, haré todo lo posible para que lo hagas. Esta noche gritarás de placer y de frustración. Me suplicarás, me insultarás y me desearás como nunca. Hasta que te disculpes, pidas perdón y prometas no volver a desobedecerme.

-Ni aunque viva otros mil años-aseguró la chica mirándole con odio.

Él sonrió con frialdad mientras tiraba del escote de la blusa de ella, rasgándola.

-Veremos…

Rompió la unión de las copas del sujetador sin dejar de mirarla y sin demostrar la más mínima emoción. Después, hizo lo mismo con los tirantes, hasta dejarla desnuda de cintura para arriba. La contempló y sonrió cuando ella no pudo evitar enrojecer.

-Sigues siendo igual de tímida-murmuró mientras frotaba un pezón con su pulgar.

Elise volvió a forcejear y él pellizcó el pezón hasta hacerla soltar una exclamación de protesta.

-Estate quieta-ordenó-o te harás daño.

De nuevo, volvió a frotar el mismo pezón. La chica no se movió esta vez. Empezaba a sentir los efectos de la estimulación y sabía que pronto él lo notaría también. Cerró con fuerza los labios cuando él bajó la boca sobre su pecho, para lamer el pezón. Luego, volvió a tironear de él, esta vez con fuerza. Elise no supo cuánto tiempo dedicó a excitarla así, antes de hacer lo mismo con el otro. Se notaba tan mojada que estaba segura de que él ya había notado la excitación de su cuerpo.

Después, dedicó un rato a besarla. Se hundió en su boca para explorar cada rincón, mordisqueó y lamió sus labios mientras seguía torturando sus pechos con caricias, hasta dejarla jadeante y sudorosa. Sin darse cuenta, su pelvis se elevaba buscándole.

-¿Pedirás perdón, Elise?-preguntó él mientras bajaba los labios por su cuello.

La chica se mordió el labio hasta hacerse sangre, en un intento de contener el gemido que escapaba de su garganta. Jared, rápidamente, lamió las pequeñas gotas y bajó de nuevo hasta su cuello. Los dos agudos pinchazos casi pasaron desapercibidos para Elise. Enseguida, una espiral de placer pareció envolverla. Sin embargo, fue muy breve, enseguida el vamp levantó la cabeza para mirarla.

-Vamos a por más, cariño-murmuró, desabrochando el botón del vaquero de la chica.

Elise cruzó las piernas con fuerza, para que él no pudiera bajárselo. Jared la miró divertido y, simplemente, rompió cada pernera de arriba abajo. Cuando hizo lo mismo con la braguita, Elise lanzó una pierna hacia él para intentar darle una patada. Jared se apartó con rapidez  y la patada no le alcanzó.

-Nada de violencia, pequeña-riñó.

Se alejó y abrió el cajón del tocador. Sacó dos pañuelos grandes y se volvió para mirarla. Elise se retorció hasta quedar incorporada en la cama, aunque por más que tiró, ni las esposas ni el cabecero cedieron. Jared la dejó hacer sin dejar de mirarla con diversión. Luego, se acercó de nuevo a ella. Cuando Elise creyó que estaba lo bastante cerca, volvió a intentar darle con una pierna. Esta vez, Jared no la esquivó. Simplemente la cogió por el tobillo y la estiró, hasta volver a tumbarla en la cama. Elise gritó frustrada e intentó darle con la otra pierna, pero Jared la volvió boca abajo, la ató uno de los pañuelos en el tobillo y la sujetó al lateral de la cama, dejándole una pierna inmovilizada. Por más que Elise intentó evitarlo, enseguida el vamp hizo lo mismo con la otra. Luego, le dio dos fuertes azotes en el trasero.

-He dicho que sin violencia, Elise. No estás, precisamente, poniéndome de mejor humor.

-¡Que te jodan, vamp!-gritó la chica.

Él rió.

-Enseguida estarás pidiéndome que te joda yo a ti, cariño. Y lo haré, pero no dejaré que te corras. No, hasta que pidas perdón.

-No lo haré.

-Sí, sí que lo harás-aseguró él mientras apartaba la melena de la chica para besarle el cuello-te prometo que lo harás. La única duda es... cuánto aguantarás.

Se quitó la camisa mientras deslizaba los labios por la espalda de la chica. Luego, se centró en dar pequeños besos en su desnudo trasero. Cuando deslizó la mano por su vulva, Elise casi saltó en la cama. Jared rió con suavidad y frotó el clítoris como antes había hecho con los pezones. Elise no podía moverse para escapar. Sujeta por los brazos, boca abajo y con las piernas sujetas y abiertas, estaba totalmente expuesta a lo que él quisiera hacerle. El siguió acariciando el clítoris y puso el pulgar dentro de ella, acariciando su vagina con movimientos firmes pero suaves. La chica intentó pensar en otra cosa, separar su cuerpo de su mente. Era lo que hacía cuando su marido la maltrataba. Pero, al parecer, no funcionaba cuando lo que sentía era placer. Gimió sin querer, sintiendo que el orgasmo se aproximaba y sabiendo que Jared no la dejaría llegar. Siguió un poco más, hasta ponerla al límite y paró. Elise cerró los ojos, intentando concentrarse en recuperar el control sobre su cuerpo. Jared no la dejó mucha tregua. Enseguida, deslizó dos dedos profundamente en su vagina y bombeó hasta hacerla jadear. Volvió a llevarla a las puertas del clímax y volvió a parar.

Elise gimió de frustración cuando él se separó de ella. Jared caminó hasta la cabecera de la cama y se agachó para mirarla. Elise volvió la cabeza.

-Seguiremos en un rato, Elise. No hay prisa. Tenemos toda la noche.

Le soltó las piernas y salió. Elise se retorció hasta conseguir sentarse en la cama. Estaba física y psíquicamente agotada. Y tan excitada que, si hubiera podido, se habría masturbado por primera vez en su vida. Apoyó la cabeza en los brazos y luchó por contener las lágrimas. Quizás sería más fácil rendirse y hacer lo que él quería. Entonces le haría el amor y todo esto acabaría.

Jared entró en la habitación. Seguía sin camisa, pero con los ajustados vaqueros puestos. Elise sintió una oleada de excitación sólo con verle. Forcejeó con las esposas de nuevo y el vamp negó con la cabeza.

-Eres tan cabezota, nena.

Se quitó el pantalón y la ropa interior y se acercó a ella. Claramente, él también estaba afectado, y Elise se preguntó cómo se las apañaba para mantener el control.

La cogió por los dos tobillos y la hizo deslizarse en la cama, esta vez boca arriba, hasta que sus brazos quedaron tensos.

-Si tengo que hacerlo, volveré a atarte las piernas, Elise-la aseguró mirándola serio mientras se tumbaba encima de ella.

La besó mientras entraba en ella.

-Necesito follarte-la susurró en el oído-verte así y sentirte tan mojada, me pone a cien, cariño. Pero no dejaré que te corras si no me dices lo que quiero oír.

-Te odio-aseguró ella.

-Quizás sí. Pero ya no me tienes miedo, Elise. Y me deseas como no has deseado nada en tu vida.

Embistió como sabía que a ella le gustaba. Elise subió la cadera, buscando más contacto. Jared se lo permitió y la besó, casi con dulzura. Elise gimió, casi a punto. Sintió los primeros espasmos y de repente, él paró y se incorporó un poco para disminuir el contacto.

-No, Jared, por favor-suplicó la chica-no puedo más, por favor.

-Sabes lo que tienes que hacer, pequeña. Depende de ti.

La chica apartó la mirada, negándose una vez más. Jared pareció suspirar. Luego, se incorporó un poco más y volvió a penetrarla, con embestidas suaves y superficiales. Era insuficiente para ella y él lo sabía. Sólo servía para hacerla desear más. Esta vez, cuando Elise movió la cadera, él la sujetó contra el colchón sin permitírselo. Siguió hasta que se tensó y se vació dentro de ella. Luego, se dejó caer con cuidado de no apoyar todo el peso en la chica. La obligó a mirarle y le quitó las lágrimas con sus labios. La besó con suavidad, antes de levantarse y entrar en el baño.

Elise oyó el agua de la ducha y deseó con toda su alma poder meterse debajo del chorro de agua. La tensión de su cuerpo había pasado el punto de incómoda para ser ya dolorosa. Jared apareció en la habitación de nuevo. Sólo llevaba una toalla envuelta en la cintura y la rubia melena mojada. Bastó para encender de nuevo la llama del deseo en Elise. Apartó la vista.

-Quiero ducharme-dijo con voz ronca.

-Eso sería un alivio que no vas a tener, Elise.

El chico se puso un pantalón flojo negro y nada más. Luego, volvió a entrar en el baño y salió con una toalla.

-Abre las piernas-ordenó- te limpiaré un poco.

Elise obedeció. De todas formas, él lo haría. Ni siquiera la quedó el consuelo del frescor del agua. La toalla estaba decepcionantemente templada.

-Voy a comer algo y dejaré que descanses un poco. Después, volveré y empezaré de nuevo-informó él cuando acabó-procura dormir un rato.

Tapó su cuerpo con una manta antes de irse. Incluso el contacto con el tejido, era molesto para el hipersensibilizado cuerpo de la chica. Lloró en silencio hasta quedarse dormida agotada.

Se despertó cuando Jared la destapó. Se negó a mirarle. El vamp la movió hasta que quedó boca arriba y deslizó el pulgar por su boca. Elise apretó los labios, pero Jared, divertido, le pellizcó un pezón con fuerza suficiente para que lanzara un quejido. Le metió el dedo en la boca y luego la besó. Enseguida, era su lengua lo que la exploraba. Elise le mordió con rabia y Jared la miró, ahora enfadado.

-Creo que me tendré que centrar en los sitios que no tienes dientes, cariño.

Bajó la mano entre sus piernas y se las separó a la fuerza. Luego, metió un dedo profundamente en ella.

-Y ahora la boca-la susurró en el oído.

-No-suplicó ella-no, por favor, no hagas eso.

Jared no se molestó en contestar. Bajó, deslizando la boca desde los pechos, que dedicó un rato a atormentar, hasta el pubis, donde se detuvo un momento.

-¿Pedirás perdón, Elise?

Un lametón en el clítoris la hizo gritar sin poderlo evitar.

-¿Vas a prometer que no me desobedecerás de nuevo?

Esta vez, él mordisqueó con suavidad su zona más sensible. Luego, calmó el escozor con suaves lametones que la hicieron gemir y moverse contra él.

Jared la sujetó con firmeza para que no pudiera moverse. Siguió chupando, lamiendo, besando, hasta llevarla al borde del clímax y paró. Y volvió a hacerlo. Hasta que Elise gritó.

-¡Lo siento!

-¿Qué sientes, princesa?

-Siento no haberte hecho caso-gimió-y haberme puesto en peligro. Y siento haberos preocupado.

-¿Y?

-Y no volveré a hacerlo-susurró ella.

Jared volvió a lamerla. Esta vez, dejó que se moviera cuando ella le buscó. Estimuló su clítoris mientras bombeaba profundamente con dos dedos en su vagina. Elise, casi sintió miedo cuando los primeros espasmos del orgasmo la invadieron por enésima vez, pero ahora él no paró. Aumentó el ritmo y Elise gritó, liberada al fin. Jared se puso encima de ella y la penetró de una sola embestida. Movió la cadera para darle el máximo placer, presionando el clítoris, y en poco tiempo, ella estaba teniendo un nuevo orgasmo. Jared se corrió con ella y después, relajado, se dejó caer a un lado. Elise le dio la espalda, y el vamp se levantó y le quitó las esposas. Luego, la tapó con cuidado y salió de la habitación. Volvió al poco tiempo, con un vaso con sangre que dejó en la mesilla.

-Bebe. Y descansa. Te veré mañana.

Elise obedeció. Se bebió la sangre y fue al baño temblorosa. Casi no se reconoció en el espejo cuando se miró. Se recogió el enredado pelo y se metió en la ducha. El agua templada fue un alivio para su estremecido cuerpo. Luego volvió a la cama, dispuesta a no levantarse nunca más. 

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