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15. capítulo

Al día siguiente, Elise bajó a desayunar verdaderamente deprimida. Jared había subido tan tarde a la habitación, que ella estaba dormida cuando llegó. Y él no se había molestado en despertarla. Se había ido antes de que amaneciera, y, si no fuera por la huella de su cabeza en la almohada, Elise habría pensado que ni siquiera había pasado la noche allí.

Martha estaba sola en la cocina. Sonrió a Elise con preocupación y la puso un café delante. Después se sentó enfrente de ella.

-Margott me tendió una trampa anoche-confesó la vampira- y caí en ella como una tonta.

-Convertirse en vamp ha aumentado su astucia. Quiere quedarse con Jared. Sabe que al rey le queda poco tiempo y quiere convertirse en reina-aseguró Martha.

-¿Qué podemos hacer? No quiero que haga daño a Ada.

-De momento, estaremos atentas. No te enfrentes a Jared. Eso sólo le haría volverse más a ella.

-Ayer no me creyó, Martha. No es buena señal.

-Le gustas a mi hijo, Elise. Sé diferenciar eso. Y él te gusta a ti. Más de lo que quisieras, seguramente. Puedes rendirte y dejárselo a Margott, o puedes luchar si crees que merece la pena. Después de todo, no se casó con ella, sino contigo.

La vampira sonrió con tristeza.

-Se casó conmigo por motivos políticos, Martha. No fue algo que eligiera.

-Pero sí puede elegir seguir casado. Y a nosotros nos gustaría que fuese así.

La chica sonrió a su suegra y salió al jardín. Allí oyó las risas que venían de la parte de atrás de la casa. Se acercó con cuidado de no ser vista. Ada, Jared y Margott jugaban en la piscina. La vamp, con un bikini que remarcaba sus abundantes encantos, abrazaba a Jared mientras Ada les salpicaba.

Elise sintió que algo se rompía dentro de ella. Sin pensar lo que hacía, volvió a la parte delantera de la casa y montó en el coche en el que solía conducir. Arrancó y se dirigió a la puerta.

-Princesa, ¿sales sola hoy?-se asombró el guardia.

-Sí. Abre la puerta, por favor.

-Tengo que comprobarlo, princesa. Nuestras órdenes...

-Abre la puerta, ahora. O te meterás en problemas con el príncipe Jared.

-Pero...

-Llámale y pregúntale si quieres. Sólo tendrás que explicarle por qué has puesto en duda la palabra de su esposa.

-Está bien princesa, lo siento. Conduce con cuidado.

El hombre abrió la puerta y Elise salió suspirando aliviada.

Quedó con Alexia en una cafetería a medio camino. Necesitaba hablar con alguien que la entendiera. Su cuñada era, sin duda, la mejor opción. Llegó acompañada de Raoul, que se había convertido en su guardaespaldas oficial y la abrazó con fuerza.

-¿Le has dicho a Damon algo?-preguntó Elise cuando se sentaron tras pedir un café.

-Sí. Le he dicho que iba a salir a hacer compras. No pone problemas siempre y cuando vaya acompañada. Pero, si se entera de que has salido sin saberlo tu marido...

-Le llamaría, lo sé. Y tú tendrás problemas cuando Raoul se lo cuente.

Alexia se encogió de hombros.

-Puedo lidiar con eso, no te preocupes. Y ahora, cuéntame qué ha ocurrido.

Elise la puso al día de las novedades sobre Margott.

-No me gusta-sentenció la reina-es lo que los humanos llaman "una zorra".

Elise sonrió.

-No sé qué hacer, Alexia. Estoy convencida de que no quiere a Ada. Sólo intenta usarla para acercarse a Jared.

Alex la cogió de la mano.

-Los niños son muy listos, Elise. No será fácil que la enrede. Tú intenta no seguirla el juego. Seguramente ella sola acabará por descubrirse.

Charlaron un buen rato y luego decidieron comer juntas. Teniendo en cuenta que, ya estaban metidas en un lío, un poco más no parecía tan grave.

Salieron seguidas de lejos por Raoul. Entraron en un restaurante cercano y se sentaron en una mesa en un pequeño reservado. El teléfono de Elise sonó y ella miró el identificador de llamadas. Pronunció en silencio "Jared" en dirección a su cuñada y salió en dirección a la calle para responder.

-¿Sí?-dijo con la mayor calma posible.

-¿Dónde diablos estás?-la voz de Jared era cualquier cosa menos calmada.

-Pasando el día fuera. Necesitaba alejarme un poco.

-¿Alejarte? ¿Por eso has salido sin decir nada a nadie y mintiendo al guardia en la puerta?

-Volveré esta tarde, Jared.

-Volverás ahora, esposa. Te has metido en un buen lío.

-No soy una niña. Necesitaba salir sola un rato y lo he hecho. Y no voy a discutir eso contigo. Estaré a tiempo para cenar.

-Voy a empezar a rastrearte ahora, Elise. Si te encuentro yo, antes de que hayas vuelto, atente a las consecuencias.

El vamp colgó y Elise se mordió el labio inferior sin saber qué hacer. Volvió junto a Alexia y le contó la conversación.

-Pensaba que los vamps eran menos controladores que los vampiros-dijo ésta empezando a comer su ensalada.

-Parece que no.

-En realidad ¿dónde están las diferencias?

-Bueno, es André el experto en relaciones con otros grupos, pero, básicamente, hay una especie de mutación que hace que haya algunos cambios. Nosotros necesitamos sangre humana o animal para sobrevivir. Ellos necesitan sangre de vampiro. Eso les hace más fuertes que un vampiro de su misma edad. Además, siguen necesitando comida humana. Se adaptan mejor a vivir entre ellos y tienen una gran capacidad de rastrear a alguien si tienen su sangre en su organismo. Lo que no juega a nuestro favor...

-¡Cuidado Elise!-la voz de Alexia puso en alerta a la vampira que, en un rápido movimiento, se dejó caer al suelo.

En un abrir y cerrar de ojos, Alexia tenía inmovilizada a la camarera que llevaba una pequeña estaca en la mano.

-¿Iba a matarme?-preguntó Elise incrédula.

-Me temo que sí. Avisa a Raoul. Él sabrá qué hacer.

El vampiro desarmó a la camarera en cuanto entró. Luego la hizo sentarse en una silla.

-¿Quién te ha ordenado matar a la princesa? -preguntó.

-No puedo hablar -respondió la humana.

Raoul la obligó a mirarle a los ojos.

-Dime quién ha sido-ordenó.

La chica le miró sin comprender.

-Está controlada-aseguró el vampiro-no nos dirá nada.

Raoul sacó su móvil.

-Tengo que llamar al rey, Alexia. No me queda más remedio.

Las chicas se miraron y Alexia asintió con resignación.

-Dame el teléfono, Raoul, yo lo haré. Y tú también deberías llamar a Jared, Elise.

Ella, obstinada, negó con la cabeza. Tenía demasiado orgullo para eso.

Damon llegó en poco tiempo. Miró a su esposa y a Elise para asegurarse de que estaban bien.

-¿Vosotras dos no podéis hacer nunca lo que se os dice?-preguntó enfadado.

-Vamos Damon. Sólo nos hemos juntado para comer-dijo Alexia con gesto despreocupado.

El rey la miró con fijeza. Esa mirada la habría hecho temblar hace año y medio, pero, la verdad, es que Alexia no tenía ningún miedo a su marido. Sabía que él la amaba por encima de todo.

-Se suponía que ibas a hacer unas compras, Alexia. Me has mentido. Y si lo has hecho, deduzco que es porque Elise está aquí sin permiso de su marido.

-Damon, no te enfades con Alexia, ha sido culpa mía.

-Llama a tu marido, Elise. O lo haré yo.

-No será necesario-la fría voz de Jared se oyó a sus espaldas.

-Príncipe Jared-saludó Damon-eres buen rastreador.

-Elise estaba asustada. Eso ayudó-dijo éste encogiéndose de hombros-¿qué ha ocurrido?

Alexia volvió a explicar lo sucedido. Raoul había controlado a los camareros y el pequeño restaurante estaba cerrado, de forma que tuvieron tiempo de hacer cábalas sobre quién querría matar la vampira. La humana se mantenía bajo el control de quien le hubiera dado órdenes, así que no era de ninguna ayuda.

-Deja que se vaya, Raoul-ordenó el rey-y nosotros deberíamos irnos también. Hablaremos pronto, Jared.

Éste asintió y miró a Elise. La vampira besó a su hermano y a Alexia y salió seguida por el vamp. Él había aparcado a la puerta del restaurante y abrió la puerta del copiloto para que ella entrara.

-El coche en el que he venido...-protestó la chica.

-Alguien vendrá a buscarle. Sube al coche Elise.

Hicieron el viaje en un tenso silencio. Jared estaba tan enfadado, que Elise veía cómo apretaba las manos en el volante. Y la mezcla de sentimientos que ella tenía la impedía hablar con calma, así que prefirió no hacerlo. Cuando Jared aparcó delante de su casa, Elise fue a salir de inmediato, pero el chico la sujetó de un brazo.

-Mis padres han estado muy preocupados, y también Ada. No sé qué diablos se te ha pasado por la cabeza para salir corriendo así, pero ha sido una estupidez. Has puesto tu vida y la de Alexia en peligro, has mentido y me has desobedecido. Esta vez, Elise, va a haber consecuencias.

La chica se soltó del agarre del vamp.

-Siento haber preocupado a tus padres y a tu hija y me disculparé con ellos. Pero no creo haber puesto mi vida en peligro. Una humana no tenía nada qué hacer contra mí, y tampoco contra Alexia, que, como sabes, además de vampira, fue cazadora durante dos años. Y no estoy dispuesta a obedecer tus órdenes como si fuese un perrito faldero, Jared. Supongo que para eso tienes a Margott. Y quizás a Mía, a su amiga, y vete a saber a quién más. Pero yo tengo mi propio criterio, no soy una niña, aunque lo parezca, y, me niego a que me trates como si lo fuera.

El vamp pareció contener el aire en un esfuerzo por controlarse.

-Entra en la casa y sube a nuestra habitación, Elise. Si sales de allí, antes de que yo vaya, te prometo que te encerraré.

La determinación en sus ojos era tal, que Elise decidió obedecer por esta vez. Entró en la casa y abrazó a Martha y a Luke que parecían enfermos de preocupación.

-Lo siento-murmuró-no pensé en vosotros.

-¿Estás bien?-preguntó el rey desde el sillón en el que permanecía sentado la mayor parte del día.

-Sí. Estoy bien. No volveré a haceros algo así. Perdonadme.

Martha volvió a abrazar a la chica y, ésta, con ojos llorosos, subió a su habitación como Jared la había dicho.

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