Eligiéndome
Este One-shot está dedicado a AbbyTaisho
como agradecimiento por el apoyo brindando en mis historias Sesshome.
⚠️El capítulo será corregido más adelante ⚠️
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Hay momentos en que la mente toma vuelos pindáricos, imagina escenarios posibles, que enterrados en lo más profundo del corazón y en los meandros de la mente, hacen posible lo imposible.
¿Cuántas veces la gente se pierde en la observación del vacío, perdida en sus fantasías?
Algunas veces el cielo se encuentra salpicado de estrellas, otras veces las hojas de colores otoñales llevadas por el viento se reclinan elegantemente sobre el suelo; o un olor familiar que la mente teje su propia imaginación.
Todo cambia, incluso ella, que en ese preciso momento estaba en los brazos del hombre que una vez creyó amar, no deja de imaginarse en brazos diferentes.
Tal vez las constantes vacilaciones del chico habían dañado la confianza y el amor que sentía por él, o simplemente se había cansado de ser el reflejo de un amor indisoluble y convulso.
Mantuvo sus ojos fijos en las campanillas, las cuales inclinaban suavemente su corola ante la cálida brisa de la tarde. El color blanco de los pétalos le hacía pensar en lo incomprensible que era el amor, y es que ni siquiera ella misma entendía cómo fue que sus sentimientos cambiaron tan radicalmente.
El olor a incienso y madera que emanaba de la ropa de su acompañante casi le daba una sensación de desconcierto, ¿qué estaba haciendo? ¿Por qué estaba allí? ¿Qué la retenía?
Los fuertes brazos del chico se hicieron más firmes, como si quisiera adherirla dentro de sí mismo, para no soltarla nunca y llevarla siempre consigo.
Una fuerte ráfaga de viento inició a balancear el cabello plateado del joven abrazado a ella, bloqueando temporalmente su vista de las campanillas.
La vida era realmente injusta, porque nunca fue lineal ni clara, o al menos nunca en los momentos en que realmente se necesitaba. Quería hablar con él, decirle que finalmente la dejara respirar libre para así poder despejar su mente de las mil inseguridades anidadas en los recovecos de su cabeza, inseguridades a las que él había contribuido inconscientemente.
Quería salir corriendo y empezar de nuevo, esta vez de verdad, sofocando así el miedo que la invadía cada vez que pensaba en lo que sería de ella en unos años. Pero se contuvo, esta vez no saldría huyendo. Tenía que enfrentar sus miedos, por ella, por él.
Su mirada cayó nuevamente sobre las blancas flores, su corazón que parecía ser apretado en un tornillo de tortura con solo mirarlas, he aquí otro síntoma desagradable que la incapacitaba, la imagen de una persona diferente no salía de su mente.
Las lágrimas del chicho habían mojado su cuello, él no parecía querer despegarse de ella.
No sabía cómo reaccionar, no sabía cómo consolarlo, esta vez ella non le diría que estaría a su lado sin importar qué.
A su mente llegaron los recuerdos de la muerte de Kikyo y lo devastado que estaba Inuyasha. Sobre todo recordaba el beso dado, las palabras de amor y de adiós. Ese escenario acabó con la última migaja de sentimientos que sentía por él.
Inuyasha temblaba, pero ella permanecía inmóvil, sabía que en ese preciso momento no la está abrazando a ella, sino al reflejo de la mujer que había amado y perdido dos veces.
—¿Por qué?
Susurró, quien unos meses antes no podía mirarla a la cara por su parecido con Kikyo, quien había llorado lágrimas de sangre debido a un alma errante que se alimentaba del remordimiento las ánimas y ahora, se aferraba a ella como un niño perdido buscando el abrazo de la madre. Aun así, ella permaneció quieta, por primera vez desde su llegada a la época Sengoku, no se sentía cercana al medio demonio.
Ella había pasado por demasiado, solo por sentir empatía por alguien que había intentado matarla, menospreciarla. Pero eso a Inuyasha no le importaba, nada le impedía seguir yendo tras Kikyo.
¿Y ella, dónde quedaba ella? ¿Era necesario pisotear su dignidad, su futuro, su estabilidad emocional, por alguien que aún seguía amando a su primer amor? Tarde se había dado cuenta de que ella también tenía la culpa, por ilusionarse, aún si el medio demonio nunca le declaró sentir amor por ella.
Kagome soltó un doloroso suspiro, finalmente levantó su mano derecha, acarició el cabello del chico, tratando de darle un consuelo que realmente no quería darle. Ante ese gesto, Inuyasha inició a llorar más fuerte, cayendo de rodillas y llevándosela consigo al suelo. El impacto con el duro terreno le causó mucho dolor, pero ella supo disimilarlo.
Esa sería la última vez que Inuyasha la tendrá en sus brazos, pues ella no tenía la intención de sucumbir ante los miedos que hacían incierto su futuro, que la convertían en una sombra generada por su antepasado.
—Kagome —las garras Inuyasha se clavaron en su carne a través de las túnicas sacerdotales, sus brazos comenzaron a sangrar.
Kagome permaneció callada, repitiendo el mismo gesto que había hecho antes de que se encontraran arrodillados, aún cerca el uno del otro.
—¿Por qué, Kagome? ¿Qué hice mal?
La voz desesperada, desgarrada por un profundo dolor, la llevo a suspirar de nuevo.
—No hiciste nada malo —se obligó a hablar, su voz se escuchaba tensa y extrañamente monótona—. En la vida se deben tomar decisiones.
—¡¿Por qué?! —repitió por enésima vez en esa tarde melancólica, el cielo se desvanecía entre el rosa y el naranja del atardecer y el aire lleno del olor del cambio de estación hacía que todo fuese aún más desgarrador.
—Porque necesitas superar tu pasado, porque yo ya inicié a construir mi futuro.
Inuyasha la abrazó más fuerte, una vez más se encontró prisionera de sus miedos, imaginando unos brazos diferentes, olores diferentes, un hombre diferente.
—¡Inuyasha! Por favor, déjame ir —ante esas palabras, el chico levantó la vista llena de lágrimas—. Me estás lastimando.
Todavía perdido, Inuyasha la deja ir. Cuando sus cuerpos se separaron fue que pudo darse cuenta de que la túnica de la sacerdotisa estaba manchada de sangre.
—Perdóname, no quería... —dijo él, con voz desesperada, se sentía culpable. No quería hacerle daño, pero lo había hecho y no solo físicamente.
Kagome se levantó un poco temblorosa.
—No te preocupes, sé que no lo hiciste a propósito —respondió ella acariciándole una de sus orejitas por última vez y luego, arrastrando los pies, dio media vuelta, dejando atrás un Inuyasha arrodillado, llorando y haciéndose la misma pregunta:
¿Por qué? ¿Por qué con él, Kagome?
En su corto viaje de regreso al pueblo, Kagome sentía un poco más liviana, pero eso no quería decir que estaba feliz de ver sufrir a Inuyasha. Solamente pudo sonreír cuando delante de ella apareció el ser que jamás pensó amar. Lo amaba y lo más maravilloso, era que él también correspondía su amor.
Que irónica es la vida, ella también llegó a creer que una criatura como él jamás sería capas de dar y recibir amor. Juzgar sin conocer, un error del que luego se arrepintió.
—Estás sangrando —sus palabras parecían apáticas y atónicas, mas ella sabía que estabas preocupado.
—No es nada, no te preocupes — le respondió con dulzura
—¿Fue Inuyasha?
Ella sabía que él podía olerlo, realmente no necesitaba responder a esa pregunta, pero ahora lo conocía lo suficiente como para entender sus sentimientos.
—Sí —respondió simplemente, sabiendo que él entendería lo que estaba tratado de decirle.
Una sonrisa muy leve y se asomó en los labios masculinos, no hacían faltas palabras, sus miradas hablaban por ellos. Y, a pesar de la difícil situación en la que se encontraban, sin saber qué les deparaba el destino, lo único que a ambos le importaba era que por fin podían estar juntos.
—Sesshomaru— susurró Kagome mientras el demonio besaba sus labios con una extraña ternura, sellando así su vínculo.
Ambos entendieron que sus sentimientos trascienden las diferencias y el tiempo, haciéndolos tan absurdamente felices de haberse conocido.
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Creditos al autor de la imagen.
Aquí tenemos un verdadero quiebre emocional por parte de Inuyasha, quien se apoya en Kagome tanto física como emocionalmente. Pero, por otro lado, tenemos a Kagome que se da cuenta de cuánto han cambiado sus sentimientos, cambiados a favor de otra persona, (demonio).
Quise plasmar los sentimientos de Kagome dándole otra manera de considerarse a sí misma, es bueno ser altruista, pero no podemos olvidarnos de nosotros mismo solo por "amor". A veces debemos ser egoísta y elegirnos a nosotros mismos. Tal vez muchos no estén de acuerdo con mi punto de vista, pero se trata de mi perspectiva después de todo.
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