●○SOFÍA○●

—Alex… -Susurro con un hilo de voz

—No digas nada pequeña.
 
Cierro los ojos y me dejo llevar por el momento que la vida me concede, ambos abrazados al otro.

 
—Me siento muy confundida ahora. –Comento rompiendo ese mágico momento, el aprieta sus labios.
 
Alexander es de mi tamaño, pero siempre me dio por decirle chaparro, creo que porque un día, él pudo entrar a un túnel al que yo no. Entre mi miedo a lo desconocido y mi poca elasticidad, me vengué diciéndole así. Recuerdo que él dijo que le gustaba ese apodo, que cualquier cosa que fuera de mí a él le encantaba.

 
—Si yo no hubiera entrado a tu nuevo empleo ¿Hubieras venido por mí? —Interrogo desesperada
 
Él se mantiene callado, golpe bajo para mi corazón, en el fondo lo sabía, sé que esa tarde que dejó todo terminado nunca más volvería a mí. Sin embargo, he de confesar que tuve la esperanza de que no fuese así.

 
—Márchate Alexander, ya es tarde para todo.

 
(…)
 
 
—Buenos días fresita. Espero que hoy disimules más que yo…
 
Alzo la vista y él se calla, me examina un poco y frunce el ceño.

 
—Sofía ¿Qué tienes? —Dice tratando de ser algo agradable

—No pasa nada —Respondo mientras cierro los ojos con fuerzas para evitar que salgan gotas.

 
—Vamos Sofía estás a punto de llorar. —Suelta él sentándose en mi mesa y viéndome preocupado.

 
—Supongo que te burlarás. —Suelto irónica
 

—Sabes puedo soportar tus insultos y tu mala actitud conmigo, porque sé que no me conoces y es normal que pienses cualquier cosa de mi como hombre. Pero no permitiré verte llorar porque entonces veré a una persona rota, tal vez el reflejo que alguna vez fui.

 
Lo miro y veo que está siendo completamente sincero en sus lagunas verdes no hay ni pizca de falsedad.

 
—Acabas de decir algo muy profundo Santiago.

—Lo sé Sofía, no sé por qué ha salido. Si te hace sentir mejor puedes tratarme mal. —Dispara mientras agranda su sonrisa.

—Gracias por eso Santiago.

—Llámame thiago se me hace muy formal ya para ti —Dice guiñándome el ojo.
 
Estaba a punto de decirle algo, pero nada pudo salir de mi boca y me odié por eso, él se concentró en su trabajo y de corazón se lo agradecí. Me levanté y me encerré en el baño un rato, expulsé todo como me recomendó mi psicólogo aquella vez que fui a verlo y al final solo me puse más maquillaje.

Buena máscara Sofía, felicidades.
 
Cuando regresé a mi puesto, solo vi a Santiago fingiendo trabajar, pero en verdad solo jugaba algún juego en el teléfono, no comenté nada de la ausencia de mis otros compañeros. Hasta que percibo como los grandes ojos esmeraldas me miran detenidamente, alzo mi vista y ahí él está, guardando su móvil en el bolsillo de sus jeans y pareciendo condenadamente casual.
Me aclaro la garganta y pretendo seguir corrigiendo mi guión, pero me sobresalto cuando mi querido acompañante me cierra de golpe la computadora. Lo miro mal y le gruño.

 
—Tenemos que comenzar con nuestro encargo fresita.
 
Resoplo y él se sienta a mi lado, vuelvo a oler su colonia es jodidamente exquisita, trato de enfocarme en lo que él me está explicando.

—Ya me lo ojié y tengo algunas ideas para la portada, crearé un borrador y entre los dos elegimos la que mejor venga ¿de acuerdo?

 
—Me parece bien —Digo como robot
 
Él sonríe ligeramente y cierra su ordenador. Me hace ademán de algo que al final no capto, él rueda sus ojos y me cause algo de risa.

 
—Estoy esperando a ver tu parte de eso. —Concluye algo seco.

—Ohhh —Suelto como tonta
 
Ni siquiera he mirado de que trata el libro, Santiago solo se burla de lo perdida que me encuentro.

 
—¿Quieres que te ayude? —Propone poniéndome en duda.

—No he visto nada. —Confieso

—Lo sé. Por eso te lo digo, los chicos se fueron a una cafetería a discutir la propuesta final y nosotros ni siquiera habíamos hablado, sé que no es una competencia fresita, pero ponle algo de empeño.

—¿Puedes dejar de llamarme fresita, Santiago?

—Solo si me llamas como te dije. —Suelta sin más.
 
Asiento y los próximos minutos me resume de lo que trata el libro que nos tocó, como él lo estructuraría y sus ideas para la portada. Solo escucho mientras él parece decir todo bajo sumo control, su voz se me hace un distractor importante. Me muevo mucho en mi asiento tratando de no acercarnos demasiado, no sé porque reacciono de esta manera con este chico.

 
—No muerdo Sofía. —Objeta
 
Agrando mucho los ojos, al escuchar ese giro de su parte.

—Salvo si quieres. —Dice para hacerme sentir más avergonzada que antes.

–No seas ridículo thiago.

—No lo soy. Si te incomoda mi presencia no sé cómo resolverlo, a nuestro adorado jefe se le ocurrió que haríamos buen equipo.

 
Ahí está el chico que no me gusta, que se me hace desagradable, el hecho de hacerse como que no pueda solucionarme me molesta, él no es nadie para mí, a decir verdad, no sé porque mi cuerpo siente que si lo toco vamos a explotar como si fuéramos cargas opuestas. Pero a veces siento que es otro cuando pretende tratarme bien. Creo que es muy bipolar y eso me confunde bastante.

 
—Siento que tratas de que te caiga mal todo el tiempo. —Agrego sin más
 
Él frunce el ceño y me mira directamente a la cara.

 
-—Solo estoy diciendo la verdad Sofía. Lamento que sea muy sincero para ti.