Maratón 3/6

○● SANTIAGO ○●

Mientras conduzco recibo dos llamadas de mi hermano, debe estar cabreadísimo porque no le presentamos el dichoso proyecto, a estas alturas nada me puede importar que no sea la chica que tengo a mi lado, la cual ahora mira risueña a través de la ventana.

 
Aparco frente al puerto, Sofía me lanza una mirada de confusión cuando ambos bajamos del carro.
Es más de media tarde y la bahía está calmada, con sus delicadas olas asomándose para que las apreciemos.

Ella sonríe mientras observa nuestro alrededor, algunos puestos de buhonería a lo lejos con música tropical, embarcaciones pequeñas de pescadores de la zona y las típicas gaviotas haciendo su recorrido.

 
—¿Por qué me has traído aquí? –Vocaliza curiosa

 
—Quiero llevarte lejos de todos. —Le susurro en su oído.

 
Ella me mira divertida tras mi comentario y no agrega más, cuando me detengo en seco, fresita hace lo mismo cambiando rápidamente su expresión al notar que saludo a un conocido, este baja de mi yate y me da las llaves a la vez que saluda a Sofía.
Se trata de Jordi el cuidador de la embarcación, se despide de nosotros mientras se va a recoger la red de unos pescadores que están pasando problemas.

 
—¿Y eso? —Me mira perpleja

 
—Bienvenida a bordo. —Concluyo subiendo y respectivamente ayudándola después.

 
—¿Realmente es tuyo? —Dice sin creérselo admirando el lujoso yate.

 
—Algo así. —Digo seco —Es un regalo de mi madre… para ser honesto nunca lo he usado. —Confieso para no tener que mentirle.

 
Asiente tomando asiento.

—¿Sabes conducir esta cosa? —Dispara insegura

Sonrío

—Algo recuerdo del curso —Suelto para ponerla nerviosa.

Pone los ojos en blanco haciendo que me ría a carcajadas. Enciendo el motor, sus ojos marrones brillan cuando nos estamos moviendo.

 
—He acertado con esta sorpresa. —Digo alzando mi voz para poder que me escuche.

 
—Esto es increíble —Grita mirando hacia el mar

 
—No más que tú. —Respondo a toda voz lleno de adrenalina.

 
Cuando estamos en mar abierto y ha caído la noche, apago el motor y llego hasta ella, quien está completamente perdida admirando el mar nocturno.

 
—Me ha parecido ver unos delfines. —Argumenta como una niña pequeña.

 
Sonrío mientras la abrazo por detrás, Sofía se voltea y me besa apasionadamente, interrumpo el beso para descender  hacia la modesta cocina y verificar si hay algo de beber, sonrío al ver una botella de vino.

(Nota mental: agradecerle a Jordi por tener buena disposición)

Subo y ella está pálida producto de la frialdad de la noche,rebusco hasta encontrar algo para cubrirla, me agradece animada y luego procedo a servir en dos copas la bebida bajo su atenta mirada, le entrego la suya y ambos llegamos hasta la cubierta.
Miro nervioso hacia el cielo, acto seguido mis ojos se encuentran con los suyos y decido hacerlo.

 
—Sofía ¿quieres ser mi novia oficialmente? —Vocalizo esperando su respuesta y la copa se tambalea un poco entre mis manos.

 
Ella se relaja hasta sonreír, se toma de un solo todo el contenido y luego me mira como si fuera algo comestible.

 
—Ya te estabas demorando cariño. —Suelta acercándose —Me muero por salir contigo Santiago Luna. —Suspira con los ojos llenos de verdad.

 
Me bebo el vino a la vez que suelto en algún lado la copa de vidrio y la atraigo hacia mí.
Nuestras bocas se buscan desesperadamente haciendo que el sabor a vino invada al otro, mi lengua llega para fusionarse con la suya mientras gime en mi boca.

 
—Te amo —Añade buscando aire —Sé que es la primera vez que me atrevo a decirlo abiertamente y bueno... —Parlotea rápidamente

 
—Yo más —Digo interrumpiéndola para que entienda que todo está bien, la abrazo por mucho tiempo, a la vez que las olas desequilibra el yate.

 
—Tengo frío. —Vocaliza tiernamente

 
—Eso no puede ser —Digo tentado

 
—Haz tu magia. —Ordena mientras que la alzo en brazos hasta descender a la recámara.

 
—Te deseo tanto. —Confieso perdido completamente en sus ojos —Ha valido la espera, cada puñetero día, valió la pena.

—Perdóname por no verte antes. —Atina a decir afectada

Niego despreocupado

 
Sofía me mira con sus ojos empañados de lujuria, la misma que tengo yo ahora, se quita delicadamente cada prenda hasta dejar sus pechos expuestos, sonríe malvadamente mientras me tumba y se termina de quitar su jean. Me besa el cuello mientras yo disfruto del momento, su cuerpo está encima del mío dominante, me ayuda a desvestirme hasta que gruño impaciente, fresita disfruta torturándome su lengua se posa hasta llegar a su objetivo, me estremezco cuando lo cubre con su boca y me hace un delicioso sexo oral.

 
—Estás tan bueno y saber que eres mío. —Alardea buscando mi boca
 
Abro los ojos para capturarla.

Flash

Otro flash.

Bendito sea para siempre este momento.

Antes de poder decir algo más me adueño de su cuerpo, plasmando besos por toda su piel, pronto hago que se retuerza de placer y cuando estoy muy seguro de que no puedo más, me introduzco en ella arrancándole un gemido bestial y haciendo que mueva sus caderas con mi ritmo. Los choques de nuestros cuerpos sudorosos irrumpen entre el sonido del mar.

—No puedo venirme adentro. —Advierto con todo el dolor del mundo

—Si puedes y lo harás. —Dice convirtiéndose en esa Sofía atrevida, que muy en el fondo se lo guarda para si en el día a día.

—Agradezco al cielo porque te cuides. —Murmuro llegando al clímax

Ella se ríe juguetona

—Es que las pastillas me ayudan a no subir de peso. —Indica ella sin dejar de jadear

—Entiendo —Es que eres floja,pero te pondré hacer ejercicios ya verás. —Comunico jalándole el pelo, maldice.

—En tus sueños. —Suelta antes de mirarme y demostrarme todo lo que un hombre siempre esperará que ocurra, regalarle ese placer de los dioses a la mujer que ama.

—Ohh cielos —Susurra —Es que no había entendido la indirecta —Me mira recuperando el aliento —Descarado. —Ríe antes de abrazarme.