Capítulo 11
Es curioso como el ser humano se contradice a cada momento, una parte de mi quería intentarlo nuevamente mientras que la otra se negaba a tener una nueva relación.
Hace dos semanas fue la última vez que mire a Gael debido a que lo estuve evitando a toda costa, ignoraba sus llamadas y no respondía a sus mensajes.
Me sentía como cobarde, lo cual definitivamente no me gustaba; si algo me caracterizaba a mí es que siempre enfrentaba mis problemas y nunca huía de ellos.
—Señorita Brett la están buscando.
—¿Quién es Sara?
—El señor Reece.—Dígale que no me iré hasta que me reciba, le había escuchado decir a Gael.
No podía esconderme para siempre de él y fingir que nada pasó, así que tenía que ser sincera con lo que sentía.
—Déjalo pasar Sara, gracias.
Sabía que teníamos que hablar así que trate de estar tranquila y que no se notara mi nerviosismo, mire como la puerta era lentamente abierta dejándome ver a aquel chico de linda cabellera castaña y rizada que últimamente estuvo aturdiendo mis pensamientos, en cuanto nuestras miradas se cruzaron me sonrió y finalmente entró.
—Un gustó verte de nuevo Jade.
—Hola Gael.—solté el aire que no me había dado cuenta de que estaba reteniendo y me acomode mejor en mi silla.—¿A qué debo tu visita?
—Tengo dos temas que necesito tratar contigo.—se sentó en una de las sillas que tenía frente a mi escritorio.
—Está bien, ¿Cuál es el primero?
—Ya se dónde está la señora Rachel.
—¿De verdad?.—una sonrisa se formó en mi rostro, realmente necesitaba hablar con ella.
—Así es, al parecer ahora reside en Los Ángeles aunque todos los días desde temprano hasta tarde va a este hospital.
Saco un pequeño papel de su bolsillo para después entregármelo.—¿Tiene algún pariente enfermo o por qué va todos los días?
—Eso no pudieron averiguarlo, al parecer no tienen ninguna amistad o alguna persona que nos pudiera dar información sobre ella y por políticas del hospital no quisieron cooperar con alguna información.
—Muchas gracias por ayudarme a buscarla.—guarde inmediatamente el papel en mi bolsa para evitar perderlo.—¿Cuál es el segundo tema del que quieres hablar?
—Sobre nosotros.—relamí mis labios para humedecerlos un poco.—Creó que me gustaría aclarar lo que está pasando entre nosotros.—colocó sus manos sobre el escritorio entrelazando sus dedos.
—Gael, yo realmente estoy tan confundida. No tengo una respuesta coherente para ti en estos momentos.
—¿Qué es lo que en realidad sientes por mí?
—Te quiero.—confesé mirándolo a los ojos.—Pero aún no sé si estoy completamente lista para comenzar una nueva relación, y sé que tú mereces más de lo que yo no puedo darte en estos momentos.—suspiré.—¿Qué es lo que tú sientes?
—Siento que quiero estar contigo, tiempo atrás tenía sentimientos por ti pero en esos momentos tú estabas en una relación con Chase. Así que preferí callarme, pero ahora que te volví a ver todos esos sentimientos volvieron y realmente me gustaría que me dieras una oportunidad.
Tome una de sus manos y le sonreí de una forma sincera,
—Voy a viajar a Los Ángeles, necesito buscar a Rachel y cuando vuelva tendré una respuesta para ti, pero ocupo que me tengas mucha paciencia. ¿Crees que puedas esperarme por unos días?
Asintió con la cabeza.—Te esperare, esperare a que te sientas lista para estar conmigo y dejar que te demuestre que de verdad te quiero.
—Gracias.—me sonrió.—Bien, si me disculpas debo de comprar un boleto para ir a Los Ángeles.—agarre mi bolso y tome unas carpetas que llevaría a la casa.—No veremos en unos días.
—Adiós Jade.
(•••)
Conseguí un boleto que saldría temprano al día siguiente, reservé una habitación de hotel donde me hospedaría y una vez que estuviera todo en orden iría a buscar a Rachel.
¿Qué hacía en Los Ángeles? Ella no tenía más familia aparte de Chase y no entendía sus motivos por los cuales había dejado de comunicarse conmigo.
Al llegar pregunté sobre la ubicación del hospital y para mi suerte no estaba demasiado lejos, me dio tiempo de pasar por una cafetería ya que estaba haciendo demasiado frío esa mañana.
Al llegar al hospital tuve que quedarme en la sala de espera ya que según lo que venía escrito en el papel aparte de la dirección del lugar, era que Rachel llegaba exactamente a las 10 de la mañana para lo cual faltaba media hora.
Me distraje revisando algunas cosas en mi celular, que se me pasó demasiado rápido el tiempo cuando finalmente la vi entrar.
Me levante de inmediato y me acerqué a ella.—Rachel.—la llame antes de que entrara en el ascensor, de inmediato volteó mostrándose totalmente sorprendida al verme.
—Jade.—sonrió nerviosamente.—¿Qué haces aquí?
—Necesitaba verte.—me anime a abrazarla y ella no dudo en correspóndeme.—Te desapareciste sin decir nada.
—Bueno, ya no me quedaba nada más en New York.—me separé de ella para mirarla.—Así que creí conveniente mudarme a esta ciudad.
—¿Pero por qué vienes al hospital? ¿Estás enferma?
—No, no yo...—jugueteó con su cabello demostrando que estaba nerviosa, aunque no comprendía la razón.—Trabajo aquí como enfermera.
—Pero, tú no necesitas trabajar. Vine aquí porque también eres dueña de la empresa que Chase dejo y ocupo de tu aprobación para seguir con los negocios.
Me miro con cierta gracia como si lo que le dijera se tratara de alguna broma.—Jade, yo no soy dueña de nada.
—Claro que sí, el 50% de las acciones de la empresa te pertenecen.
—En el testamento Chase dejaba todo a los hijos que posiblemente tendrían en algún futuro, y si no llegaban a tener ningún niño tú ibas a heredarlo todo.
—Pero... tú...—me sujeto las manos sonriéndome de una manera tan dulce.
—No te preocupes por mi cariño.—acarició mi mejilla.—Estaré bien, yo tengo mi dinero y sé que la empresa de Chase está en las mejores manos.
—Pero...yo no... es demasiado para mí y no sé si pueda con todo.
—Claro que puedes Jade, Chase confiaba en ti como yo lo hago, por eso te dejo todo a ti.
Suspire sonoramente.—Al parecer este es el adiós.—apretó mis manos haciendo que la mirara y volvió a abrazarme.—Cuídate mucho Rachel.
—Tu igual linda.—se separó y dejó un beso mí mejilla antes de irse.
Antes de volver al hotel decidí dar un paseo para despejar mi mente y entender muy bien mi situación, era la única dueña de la empresa de Chase lo cual significaba que tenía una enorme responsabilidad y demasiado trabajo pendiente.
Eso me alegraba y me desconcertaba hasta cierto punto, considerando todo sé que necesitaría ayuda porque había una que otra cosa que a veces me confundía en los negocios.
Llegue a un parque en el que pude apreciar a varios niños jugando en los juegos y a sus madres vigilándolos a una distancia prudente.
Decidí sentarme en una de las bancas de ahí, si bien ya tenía resuelto lo de Rachel ahora tenía que pensar en Gael.
No podría decir que estaba engañando a Chase si comenzaba una nueva relación, su recuerdo siempre estaría presente en mi mente y mi corazón.
Aunque me gustaría sabe su opinión al respecto de que yo haga mi vida con alguien más, sé que si él estuviera en mi lugar no quisiera que se quedara solo; me gustaría que conociera a una buena chica que lo amara de verdad.
Supongo que la respuesta es más sencilla y yo sola me complico la vida creando drama de la más mínima cosa.
(•••)
Me quede unos días más en Los Ángeles como pequeñas vacaciones, al regresar mi prioridad por el momento era hablar con Gael; por lo que decidí citarlo en un McDonald. Tal vez no era un gran lugar pero me hice adicta a esas hamburguesas por culpa de Chase.
—¿Quién soy?—colocó sus manos en mis ojos y yo sonreí.
—No lo sé.—bromeé.—conozco a tantos chicos que me cuesta grabarme sus voces.
—Oye eso duele.—retiró sus manos para tomar asiento frente a mí.—¿A qué debo el honor de que me llamarás?
—Creó que conoces muy bien el motivo.
Note que sus hombros se tensaron.—¿Y qué es lo que decidiste?
—Sinceramente aún hay momentos en los que no puedo evitar pensar en Chase.
—Lo entiendo.
—Pero, sé que si él estuviera en mi situación quisiera que encontrara a alguien que lo haga feliz y no puedo estar aferrada a Chase por siempre ya que él no va a volver.—las palmas de mis manos sudaban, no entendía porque me sentía nerviosa.—Quiero intentarlo nuevamente, me encantaría que aceptaras se mi novio.
—Siempre te encanta llevar la iniciativa.—sonrío sujetando una de mis manos.—Jade, sé que lo que tuviste con Chase fue muy especial y que sus recuerdos se mantendrán presente en tu corazón. Pero te prometo que haré todo lo posible para hacerte feliz.
—Gracias por no dejarme sola Gael.—se me escapó una lagrima.
—Estaré aquí cada cuando me necesites.—se paró para acercarse a mí para juntar nuestros labios en un beso.
Finalmente pude sentirme en paz, sabía que estaba equivocada esto es lo que quería, sin darme cuenta Gael poco a poco se había ganado mi cariño, nunca me dejo sola y siempre estuvo para escucharme. Me había tardado en darme cuenta pero ahora sabía que sería feliz a su lado.
(•••)
Hace más de un año que Gael y yo comenzamos a salir, realmente cada minuto junto a él realmente ha sido maravilloso confirmándome que tomé una buena decisión.
—Está muy cerca tu cumpleaños.—comentó Fabi sacándome de mis pensamientos.
—Lo sé, pero a decir verdad no tengo muchos ánimos de celebrarlo.
—Será porque Gael es menor que tú.—comentó con burla.
—Él no es menor que yo.—respondí con fastidio.
—¿Qué edad tiene?—sacó un vestido del perchero examinándolo.
—25, es un año y cuatro meses mayor que yo.
—¿Chase también te llevaba un año?
—No, él era dos años mayor que yo.
—¿Qué edad tendría?
—26, pero no quiero hablar sobre él.—tome una blusa roja con lentejuelas en todo el escote.
—Esa blusa es horrenda.
Puse los ojos en blanco.—¿Dónde está Jenni?
—Fue a pagar unas prendas que eligió.
—Listo.—tenía cuatro bolsas en cada brazo, a veces era una compradora compulsiva.—¿Nos vamos?
—¿Compraste la tienda?.—se burló Fabiola.
—Son cosas que necesito, y compre algo para tú cumpleaños Jade.
—Aún faltan tres meses.
—Pero nada me asegura que lo que te compré lo encontraría dentro de tres meses.
—Al parecer le está dando la menopausia a nuestra querida amiga.
—Tal vez tengas razón Fabi, cada día se le marcan más las arrugas.
—Dejen de bromear con mi edad, que vaya a cumplir 24 no quiere decir que soy vieja y no es para nada gracioso que digan que me veo vieja.
—Jade, las amigas estamos para apoyarnos en las buenas y en las malas, y dicen que sin bullying no hay amor.
—Eres toda una comediante.—puse los ojos en blanco.
Tenía a las mejores amigas del mundo, aunque claro que no se los diría porque a veces solían ser un poco presumidas pero así las amaba.
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