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04


La verdad es que no me había fijado en cómo era su piso, no sabía si lo tenía recogido, si estaba bien decorado, o si tenía algo en especial. Sooyun estaba muy ocupada en deshacerse de mi camiseta mientras yo volvía a recorrer con mis manos sus desnudas piernas. Me gustaba su falda y por ahora no pensaba quitársela. Dejó al descubierto mi parte superior observándolo por un momento y dedicándome una pequeña sonrisa de lado.

—No estoy muy musculoso, lo sé —admití haciendo que soltara una pequeña carcajada ante mis palabras. Negó con la cabeza intentado restarle importancia.

—Me da igual, Namjoon, como siempre me seguirás resultando sexy tonificado o no —soltó honestamente haciéndome sentir realmente querido por una vez en mi vida. Rodeó mi cuerpo con sus delgados brazos y sentí su sonrisa en mi pecho.

Sabía que iba a quererla para siempre. Con ese bonito gesto me había demostrado que yo no era un juego y que, en verdad me quería. La apreté en mi pecho haciendo que riera. Me gustaba eso de que, aunque el ambiente siguiera caliente, hubiéramos tenido un momento tan tranquilo como este. Se separó de mí mirándome a los ojos con intensidad.

Puso sus piernas de puntillas ya que estaba más baja al retirar sus botas de tacón. Volvió a juntar sus labios hambrientos con los míos. Juraría que a medida que ella volvía a juntar sus labios, cada vez los besos eran más salvajes y violentos, quizás deseando que de una vez llegara el momento que ambos estábamos deseando. Mientras nos besábamos me guiaba por el camino hasta seguramente llegar a su habitación. Solo el beso se paró al sentir que chocábamos contra una pared. Reímos al instante y entramos en la habitación.

Casi que era como me la imaginaba; un cuarto teñido solo por el color blanco, paredes blancas, muebles blancos, sábanas blancas... Mostraba su visión pura aunque intentaba mostrarse pícara, para mí era pura en el interior, llena de sentimientos y tranquilidad. Mientras yo me fijaba en su habitación ella sacaba de la falda el polo que llevaba y lo retiraba sacándolo por sus brazos. Lo tiró a un lado de la habitación y me sentí acalorado por un momento.

Ella era mayor y se notaba. No solo por su actitud o, simplemente la ropa que vestía y lo sensual que era. Tenía un buen cuerpo, se notaba que no era de esas adolescentes obsesionadas con hacer dietas aún son terriblemente delgadas porque se ven "gordas". Ella no es que fuera gorda, Sooyun tenía un cuerpo normal y bien proporcionado; tenía una cadera bien formada, sus muslos eran algo gruesos mostrando lo saludable que se encontraba y, sobretodo, sus pechos eran más tirando a ser grandes, cosa que nunca había tenido opción de probar. Me alegraba que fuera mayor, que tuviera las ideas claras y que cuidara de su cuerpo, seguramente hacía ejercicio pero aún así comía lo que le apetecía.

—Me siento cohibida si me miras así —añadió despertándome de mis pensamientos. La miré a los ojos encontrándome con una mirada algo divertida.

—Perdón, es que, todas las chicas con las que he estado parece que no comen nada y tú, estás genial —admití provocando que sonriera con timidez. Seguramente nadie antes había apreciado eso.

—Solo me mantengo en forma, la comida es importante así que como sin pensar que engordo pero hago ejercicio —comentó informándome. Sonreí, cuanto me gustaría verla haciendo ejercicio, seguro que era una bonita y sexy imagen de ver.

—Eso está genial.

—Aunque parece que te has quedado embobada mirándome los pechos —admitió con una risa divertida. Negué con la cabeza aunque se notaba a medio kilómetro lo que mentía. ¿Cómo no iba a aprovechar mirarlos cuando eran los más grandes que había visto en mi vida?

—Yo es que... —me calló colocando uno de sus dedos sobre mis labios. Tomó mis manos colocándolas casi cerca de sus pechos sosteniendo su figura.

—Te doy el permiso de que hagas lo que quieras —me aseguró mirándome a los ojos con la misma intensidad que en el ascensor. Esto tenía que ser un sueño, seguramente me levantaría comprobando que realmente soy un pervertido teniendo fantasías sexuales con mi compañera de ascensor.

Deslicé mis manos por su espalda para retirar la prenda que faltaba para poder verlos con detenimiento. De nuevo volví a sentir aquel calor que sentí cuando su polo acabó tirado por el suelo. Mis manos llegaron hasta ellos y sentí como Sooyun perdía un poco el equilibrio. Le gustaba que la acariciara y eso me volvía loco. Comencé a tocarlos con suavidad haciendo que jadeara y que ya no reprimiera esos gemidos que quería soltar en el ascensor. Podía notar que ya no estaba tan tensa como antes. Llevó sus manos a mi cabeza jugando con mi pelo, seguramente era algo que la tranquilizaba en momentos como este. Besé de nuevo su cuello descendiendo por su cuerpo hasta llegar a sus pechos. Oí sus gemidos perfectamente, cosa que me estaba llevando al borde de la locura.

Como pudo Sooyun llegó al borde de mis pantalones y entendí que era lo que quería. Me separé de ella notando un gran vacío, hacía calor, y se podía notar entre nosotros. La ayudé a retirar mis pantalones reuniéndose junto a su polo. Aproveché para volver a adentrar mis manos debajo de su falda haciendo que apoyara su cuerpo sobre el mío ya que estaba tocando una de sus mayores debilidades. Ella tiró de su falda para que la ayudara a quitársela pero, aún no me gustaba la idea de deshacerme de ella, realmente mantenía esa imagen juvenil que tenía.

—Namjoon —ladeó la cabeza medio quejándose y sonreí. Cada vez que ella intentaba quitarla del camino yo la volvía a colocar—, me molesta —susurró convenciéndome del todo para quitarla de en medio.

Ella ya estaba completamente desnuda y a mí solo me quedaba una prenda por retirar. No podía creerme que por fin iba a hacerlo aunque, en parte me sentía extraño. Por una parte, prefería dejar esto hasta que nos conociéramos del todo y fuéramos pareja pero, por otro lado, quería hacerlo de una vez sin pensar en las consecuencias. La miré por un momento y noté que ella también podía sentir mi indecisión.

—Para mí no eres un juguete, Namjoonie si es eso lo que te preguntas —dijo con bastante seriedad en su voz. Aparté la mirada, muchas veces me habían hecho sentir utilizado y, lo menos que quería era volver a sentir esa oscura sensación—. Sé que a pensar nos conocemos pero tengo claro que me gustas, lo poco que conozco de ti me encanta y no me lo estoy inventando, lo siento aquí dentro —señaló su corazón mientras me miraba con seriedad y a la vez preocupación—. Desde que te vi sabía que estaría junto a ti por mucho tiempo...

La interrumpí juntando nuestros labios en un beso tranquilo y cargado de honestidad. Nadie jamás me había dicho algo parecido, siempre había sido un juguete, algo de usar y tirar al día siguiente. Continuamente aparentaba que eso no me molestaba pero, me molestaba. Quería tener a alguien que me amara, a alguien que me demostrara que no solo mi cuerpo era lo que le gustaba de mí. Después de ese beso sincero Sooyun masajeó mis mejillas con una pequeña sonrisa en sus labios.

—Para estar así delante de ti, mucho debo de quererte —sonreí. Osea que, ¿era afortunado de poder verla desnuda? Eso me hacía sentir especial.

—Me siento afortunado de tenerte —medio susurré provocando que su sonrisa se ensanchara aún más.

—Y yo de tenerte a ti —respondió con suavidad y de nuevo ese toque tan puro acompañado de honestidad—. ¿Quieres hacerlo? —Asentí ante su pregunta. Mis dudas se habían resuelto con sus palabras.

Volví a fundirme en sus labios mientras caminábamos hasta su cama matrimonial. Me daba cosa que fuéramos a mantener relaciones sobre una sábana blanca, sentía que estaba arrebatándole la virginidad cuando realmente sería al revés. La cama era bastante blandita y, me hubiese gustado tener una cama como esa, seguramente dormir ahí sería una lujo.

Recorrí su cuerpo hasta llegar a su parte más íntima y me mantuve ahí. Sentía como ella revolvía mi cabello mientras se estremecía sobre la cama. Sus gemidos se hacían presentes en aquella tranquila habitación, la inundaban con su respiración entrecortada y sus movimientos sobre las sábanas. Acaricié el interior de sus muslos cuando me dirigí de nuevo a sus labios para darle un corto beso y me mirara por un segundo. Ella era tan real que, no podía ser un sueño como creía.

—Noona —la llamé con la voz bastante profunda. Sus manos intentaban retirar la última prenda que quedaba y nos mantenía separados—. ¿Cuánta experiencia tienes?

—Mm, dos parejas estables y cuatro líos de una noche, ¿suficiente no crees? —Sonrió con picardía girando sobre mí colocándose sobre mi estómago. Bajó de la cama colocándose en frente de mí.

Vaya que si tenía experiencia, creo que nunca antes me habían hecho sentir de tal manera. Me gustaba que fuera mayor que yo, tenía la sensación de que aprendería mucho de ella y no solo de la vida en sí, sino también de cosas íntimas como esta. Sentir como ella provocaba todo eso en mí me volvía loco y me hacía desear tener más oportunidades para sentirla. ¿Por qué nunca me fijé en las chicas mayores? En ese mismo instante me arrepentía de nunca haberlo hecho.

Alejó su cuerpo de mí después de haberme provocado cientos de jadeos, varios gemidos y el primer orgasmo del día, sí, ella sabía lo que hacía. Volvió a mis labios besándome con tranquilidad, disfrutando de ese momento. La coloqué debajo de mí mientras nos besábamos y sentí que por fin llegaba ese momento tan esperado. Ella me cedió aquel paquete que le había dado para que me lo recordara en el momento exacto y mientras lo colocaba me besaba el cuello con tranquilidad. Sentía que todo era mágico, no sentía que únicamente fuera sexo.

Y no esperé mucho más para ir al grano. Me miró por una vez más antes de que me acercara del todo hasta ella. Besé su frente con cariño y sentí como sonreía ante el gesto, nunca antes había deseado cuidar y proteger a alguien como lo había deseado con ella. Con cuidado me fui adentrando y sintiendo como nuestros cuerpos cada vez estaban más juntos, como nuestras respiraciones volvían a acelerarse después de un pequeño momento de descanso. Tiró de mí para que la besara en cuanto más iba juntando nuestros cuerpos.

De nuevo podía notar que no sólo era sexo, sentía que lo que había entre nosotros era amor de verdad. Daba igual que a penas nos conociéramos, daba igual que ayer fuera la primera vez que habíamos decidido a hablar como dos adultos que éramos, lo único que importaba era que ambos nos gustábamos, que ambos nos queríamos.

En aquella habitación resonaban nuestras respiraciones entrecortadas, jadeos, gemidos y el sonido que aquellas sábanas blancas que nunca olvidaría. De vez en cuando podía oír como mi nombre salía de sus labios, cosa que de verdad me volvía loco como cada vez que lo decía normal. Quería sentir de nuevo mi cuerpo así, reaccionado al de ella con el corazón desbocado y la respiración entrecortada. Quería vivir esto todo lo que pudiera.

Me recosté sobre su cuerpo cuando los dos alcanzamos el clímax. Sus cálidas manos acariciaron mi cabello con cariño, podía sentir como sonreía. Me aparté de encima de ella al recuperar el aliento recostándome a su lado. Probablemente había sido el mejor que había tenido en mi vida y, eso solo se debía a que ella era especial.

—Gracias Namjoon —susurró Sooyun girándose hacia mí para verme a los ojos. La miré extrañado y ella se sonrió. Acarició mis mejillas con sus dedos mientras sonreía—. Por demostrarme que aun siendo menor que yo eres lo mejor —reí ante su comentario. Ella sonrió divertida al verme reír.

—¿A qué te refieres? —Pregunté entre risas mientras levantaba un poco su cuerpo para mirarme a los ojos.

—Me has demostrado muchas cosas que no conocía de ti —sonreí con timidez y algo avergonzado. ¿Ya sabía cosas de mí solo con mantener relaciones sexuales?—. Eres maduro y eso me gusta, aparte de delicado y cariñoso.

—Te olvidaste de poco experimentado —rió ante mi comentario besando mis labios fugazmente.

—En realidad poco voy a tener que enseñarte —continuó mi broma haciéndome sonreír por un segundo. Dejó un vacío a mi lado y observé su figura, ¿de verdad la tenía para mí?

Pasó mi camiseta por su cuerpo la cual le quedaba enorme provocando que sonriera. Ninguna chica antes había hecho eso, y era algo que me gustaba imaginar que alguna vez pasaría. Solo se colocó la parte de abajo de su ropa interior y se acercó a mí con una gran sonrisa. Tiró de mis brazos dejándome sentado sobre el borde de la cama.

—Aún queda un almuerzo que tomar y me muero de hambre —añadió con una sonrisa. Me abrazó por el cuello haciendo que rodeara su cintura. Ella olía a mi colonia y me encantaba eso.

—Y aún quedan cosas por saber de ambos, ¿no? —Pregunté provocando que me mirara a los ojos con una gran sonrisa. Asintió.

Kwon Sooyun, veinticuatro años, probablemente, mi único y primer amor y, el amor de mi vida. Quería estar toda mi vida junto a ella, tomando su comida favorita que era el kimchi, llevándola a Japón, uno de sus países favoritos. Ayudándola a pintar su habitación de trabajo con su color favorito que era el rosa chicle. Formando una familia juntos y viviendo para siempre.

Estaba seguro de que la amaba con todo mi corazón y, ella demostraba exactamente lo mismo por mí, era un amor verdadero, de esos que pocas veces se encontraban. Aún quedaba tiempo que vivir pero, estaba seguro de que quería vivirlo junto a ella. Quería seguir sintiendo lo bonito que era que alguien te amara tanto como ella lo hacía.

Gracias Sooyun noona, te amaré por siempre.

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