02
Había estado toda la tarde comiéndome la cabeza, ni siquiera había sido posible concentrarme en la película que había descargado para ver esa noche. Estaba claro que no tenía mi edad, y las únicas opciones que me quedaban era que tuviera veintitrés o veinticuatro. Después de toda una tarde pensando, decidí que era mejor idea coger una moneda y que el azar eligiera, después de todo, por mucho que lo pensara, nunca iba a llegar a su edad real.
Aunque, ¿para qué mentir? Lo que me tenía loco era ella. Esa manera tan profunda con la que me miraba y nunca me había parado a observar. Su tierna pero sexy voz diciendo mi nombre. Lo guapa que estaba despeinada... Ella era sexy y eso me volvía muy loco.
Me coloqué bien el cuello de la camisa y me aseguré de tener todo para salir de una vez y por fin poder verla. Quería verla, desde que salí del ascensor quería volver a reencontrarme con ella, incluso notaba mi cuerpo agitado de la emoción. No podía sacármela de la cabeza. Estaba nervioso, el corazón me latía con rapidez y, no estaba totalmente seguro de lo que pasaría después de esto. Toqué el botón del ascensor esperando a que ella hubiera cumplido su promesa. La puerta del ascensor se abrió y ahí estaba ella.
—Buenos días, Namjoon —me saludó y mi cuerpo se estremeció al oír mi nombre salido de sus labios. Eso era sensualidad...
—Buenos días —le saludé nervioso y medio embobado al verla.
Estaba más despampanante que cualquier otro día; llevaba una falda blanca, un polo azul claro por dentro de esta y unas botas blancas con tacón. Llevaba su pelo marrón medio ondulado peinado hacia un lado, una forma que no estaba acostumbrado a ver. Parecía que no iba a trabajar, tenía pinta de ser una universitaria a punto de comenzar su carrera, realmente se veía joven.
—¿Ya has pensado la respuesta? —Preguntó yendo al grano, cosa que agradecí ya que sentía que me daría un infarto si no se lo decía de una vez. Se me quedó mirando fijamente con los brazos cruzados y apoyando su cuerpo en la pared.
—¿Veinticuatro? —Pregunté con timidez y se quedó callada dándole suspense al momento, cosa que casi provoca que mi corazón se parara definitivamente.
—Creía que esos rumores de que tenías una mente sexy eran falsos —dijo con una sonrisa de lado y agaché la cabeza mirando mis zapatos.
No podía mirarla, me sentía tan nervioso que pensaba que vomitaría el desayuno allí mismo, delante de ella. ¿Cómo es que me gusta tanto sin ni siquiera conocerla? No entendía como había pasado, solo sabía que me gustaba y que me estaba volviendo loco por ella.
Oí el sonido de sus tacones por el ascensor hasta ver que la punta de estos estaba en frente de la punta de mis zapatillas. Vi como su mano se movía hasta que sentí como me levantó un poco la barbilla para obligarme a mirarla. Sonrió mientras sus profundos ojos marrones me observaban con detenimiento. Esa mirada le hacía verse sexy pero a la vez asustaba, sentías como si en cualquier momento fuera a golpearte.
—¿Fue suerte o realmente sabías que esa era mi edad? —Preguntó en un susurro por la cercanía. Mi cuerpo se estremeció al oír esa pregunta proveniente de sus labios.
—Digamos que más bien fue una moneda —dije con honestidad haciendo que riera ante mis palabras. Nunca había oído su risa pero, estaba seguro que nunca me cansaría de oírla.
—Bueno, usar el azar tiene mérito, cualquier otro se hubiera vuelto loco toda la tarde dándole vueltas al tema...
—También lo hice —admití interrumpiéndola haciendo que riera de nuevo, reí con ella. Me gustaba hacer que riera, los chicos simpáticos siempre gustaban más, ¿no?
—Entonces, ¿debería de darte el premio?
—Es decisión tuya dármelo o no...
Todo en aquel momento me estaba volviendo loco, incluso estaba seguro de que esto era una de esas fantasías sexuales que solía tener y nada era verdad, en cualquier momento despertaría dejándome en la mejor parte de todo y con un gran problema en mi entrepierna.
El momento era perfecto, que ella me mirara tan fijamente a los ojos, como una de sus suaves manos estuviera aún en mi barbilla manteniendo que la mirara a los ojos y, que estuviera tan cerca de mí con tan poca ropa también me estaba volviendo loco. Desde esa altura podía ver que los botones de su polo no estaban totalmente cerrados dejándome una buena vista de su escote. Parecía un pervertido pero, si me dejaba esa vista, estaba claro que miraría y más tratándose de Kim Namjoon.
Giró su cabeza para mirar la pantalla del piso por el que íbamos asegurándose de que aún quedaba tiempo para continuar hablando. Me miró de nuevo y sonrió de nuevo mientras pensaba algo. Bajó su mano recorriendo mi cuerpo hasta dejarla junto a su otra mano sobre mi pecho para empujarme con suavidad dejándome pegado a la pared del ascensor quedando un poco montada encima de mí.
No sabía que era lo que pretendía pero, quería que lo hiciera. Mi corazón se aceleró por un momento ante la cercanía. La vista ahora era aún mejor y, de solo imaginarme lo que podía haber debajo de ese polo me estaba volviendo loco. Sentí una pequeña sonrisa traviesa por su parte, seguramente notaba lo nervioso que estaba y, puede que eso le gustara.
—El corazón te late rápido... —dijo mirando mi pecho con preocupación para después concentrar su mirada en la mía—. Siento que a mí también va a darme un infarto —admitió con una pequeña sonrisa tímida aunque realmente no lo parecía. Tomó una de mis manos y la depositó en su pecho haciéndome saber que su corazón también latía con la misma rapidez que el mío.
No la entendía. Parecía que solo quería que tuviéramos un lío, un lío de esos que se olvidan al momento pero te hacen pasar un buen momento pero, me había demostrado que algo sentía por mí ya que su corazón latía con rapidez. A penas la conocía y, eso era lo que más me hacía estar confuso de sus actos. ¿Era tierna o era sexy, se hacía pasar por ambas? Realmente me confundía.
—Pensaba que era el único —ella negó con la cabeza y sonreí, ¿quién diría que ella era mayor que yo? En ese momento parecía totalmente débil y me daban ganas de protegerla a pesar de que hace un momento me había demostrado que realmente era adulta.
—¿Por qué me gustas tanto si apenas te conozco? —Preguntó con timidez apartando la mirada por ser tan directa conmigo. Si fuera actriz, seguramente lo estaría haciendo de puta madre pero, quería pensar que lo que decía era cierto y no mentía sobre sus sentimientos.
—Es justamente lo mismo que me estaba preguntando.
Levantó la cabeza para mirarme y colocó sus manos en mi cuello recorriendo mi pecho y mis hombros por el camino. Creía que en cualquier momento mi corazón explotaría y no podría vivir este momento, cosa que me arruinaría la vida. No sabía si esto iba a durar, no sabía si esto era un sueño, no sabía si moriría de los nervios pero, si sabía que quería tenerla. Me dedicó una pequeña sonrisa para después mirar con detenimiento mis facciones.
—Creo que he decidido que te mereces el premio —dijo con picardía mostrándome ese lado diferente de ella. Volvió a mirar la pantalla, quedaba poco tiempo.
Se separó de mí dejando espacio por lo que me coloqué recto y la miré extrañado. Me colocó bien la ropa y un poco el pelo haciendo que mi corazón latiera con rapidez una vez más. Cogió mis manos y sonrió, se me quedó mirando un rato. No pude evitar sonreír, era perfecta y que tal persona tan perfecta estuviera interesada en mí, me hacía sentir afortunado.
—¿Tienes que trabajar? —Preguntó haciendo un puchero también llevando a que mi corazón se derritiera por ese gesto.
—Sí, no me queda de otra —dije y esta suspiró. Soltó mis manos y volvió a suspirar.
—Pues nada, tendré que darte mitad del premio.
Acercó su cuerpo al mío de nuevo pero esta vez dejando más espacio que hace un rato. Tiró de mi camiseta hacia abajo provocando que mi cuerpo se agachara estando casi a su altura. Sabía lo que pasaría y, estaba ansioso de que lo hiciera. En poco tiempo sus labios estaban sobre los míos cumpliendo mis sueños de la noche anterior. Eran dulces y suaves, me mostraban que intentaba revisar el terreno, ser prudente y tranquila ante nuestro primer beso juntos. Tímidamente rodeó con sus brazos mi cuello acercándome más a ella, haciendo el beso más profundo. Con mis brazos rodeé su cintura eliminando el poco espacio que quedaba entre nosotros. Juntó nuestras frentes terminando el beso.
—Namjoon —susurró sobre mis labios haciendo que me estremeciera de nuevo como la primera vez que dijo mi nombre. Estaba enamorado de la forma que utilizaba para pronunciarlo—. ¿Luego nos vemos?
—Claro —respondí. Sooyun se separó de mí para dedicarme una sonrisa preciosa. Volvió a colocar bien mi ropa para estar perfecto.
Las puertas del ascensor se abrieron finalizando nuestra conversación —bueno, "conversación"—, me aseguré de tener todo lo que debía de llevarme. Me miré en el espejo por un momento observando que estuviera decente para ir a trabajar. Salí del ascensor para poner rumbo a un día aburrido del trabajo, ¿por qué no podía quedarme con ella? Sería mi trabajo preferido.
—Aún no has dicho mi nombre —dijo tocando el botón para mantener las puertas abiertas una vez que casi estaba fuera del edificio.
—¡Adiós, noona!
Salí del edificio con el corazón desbocado y una gran sonrisa dibujada en mis labios, sabiendo también, que no podría quitármela de la cabeza durante todo el día.
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