Al llegar a casa note que había un visitante, era Rodrigo.

- Hola...- Saludé.
- Hija, te estábamos esperando- Dijo mi madre.
- ¿Pasó algo?- Pregunté.
- Rodrigo vino a hablarnos de su nuevo trabajo.
- ¿Conseguiste un nuevo empleo?
- Sí, mañana es mi último dia en la cafetería, la próxima semana estaré en mi nuevo trabajo en la fábrica de chocolate "Cicolinni"- Respondió Rodrigo.
- ¿Cicolinni?
- Si, aunque es un horario más extendido, pagan mucho mejor que en la cafetería.
- Me alegra por ti- Mentí.

Tuvimos una larga platica entre todos, mis padres realmente querían a Rodrigo. Cuando él se fue, me fui a mi cuarto a meditar en todas las cosas que habían pasado. Estaba confundida y todo me daba vueltas en la cabeza.

¿Qué podía hacer? La vida se me estás complicando, no estaba saliendo como yo pensé.

Al siguiente día, como de costumbre, Rodrigo pasó por mi para ir juntos a la cafetería.

- Disfruta este último día porqué ya no podré venir por ti- Dijo.
- Los disfrutaré- Sonreí.
- ¿Por qué eres tan hermosa? Tu eres mi razón de ser, eres mi luz, tu iluminas mi vida, yo sin ti moriría.
- Te amo Rodrigo, siempre eres tan lindo conmigo- Dije.

Al llegar a la cafetería me puse a limpiar las mesas hasta que llegó Marco.

- Buenos días ¿Qué desea?- Pregunté indiferente.
- ¿Me perdonas?- Preguntó.
- ¿Qué va a pedir?
- Por favor Eleonora, yo no quería decepcionarte ¿Qué puedo hacer para conseguir tu perdón?
- Hay algo, pero te lo diré en la tarde- Le sonreí.
- Eleonora, yo te amo a ti, Ertha es mi esposa pero yo no la amo...
- En un momento le traigo su café- Dije pero él me detuvo tomándome del brazo- Eleonora... Tú eres la única mujer de la cual estoy enamorado- Dijo y le sonreí.

Al hacer mi pedido con la cocinera, Rodrigo se acercó.

- ¿Qué quiere ese señor?- Preguntó.
- Un café- Respondí.
- ¿Por qué te agarro del brazo?- En su rostro se reflejaba molestía.
- Fue para agradecerme...
- Se nota que estaba coqueteando contigo.
- Estás loco Rodrigo- Dije mientras tomaba la taza de café y me dirigía a Marco.

Lo miré sería.

- Aquí está su café- Dije simplemente y me retiré.

Al atardecer me dirigí al parque y él estaba allí con un ramo de flores.

- Perdóname Eleonora- Me dio las rosas.
- Me dolió mucho- Fingí tristeza.
- Lo sé preciosa, por eso dime qué puedo hacer para que me perdones, créeme que no escatimare.
- Divorciate de tu esposa y cásate conmigo- Dije simplemente.

Hubo un silencio incomodo, él me miraba sorprendido por mis palabras y se agachó.

- No puedo hacer eso- Respondió.
- ¿Por qué no? Dices que soy la única de la cual estás enamorado ¿No?
- Sí, pero no es tan fácil, tengo una imagen que cuidar y...
- Entonces aquí termina todo, nunca volveremos a vernos- Dije.
- Eleonora, por favor entiende que no puedo hacer eso, es imposible ¡Impensable! No puedo y no lo haré- Respondió.
- Tú lo has decidido- Me levanté de la banca y me fui a casa.

Al llegar mis padres se sorprendieron de que había llegado temprano, cenamos juntos unos huevos fritos ya que no había más para comer.

Odiaba con todo mi ser el vivir en la pobreza, aunque mi padre y yo trabajábamos, nunca alcanzaba debido a la enfermedad de mi padre.

¿Quién era culpable de aquella miseria? Realmente quería culpar a mi padre, pero no podía porque él estaba enfermo y él no tenía la culpa de su enfermedad. Quería culpar a mi madre por no cuidarlo bien, pero no podía, ella siempre lo había cuidado bien.

Al recostarme en mi cama, pensaba en todo lo que había pasado. Fue mi último día trabajado con mi pareja y también el último en ver a mi rico amante.