IX
Al llegar a casa les avisé a mis padres que trabajaría en la fábrica de chocolate Cicolinni, ellos se emocionaron mucho porque estaría más tiempo con mi amado.
Al siguiente día me dirigí a la cafetería para renunciar y contarle a la cocinera lo que sería de mí. Ella estaba feliz por mi, pero yo seguía estando nerviosa.
Al llegar a la fábrica vi a Rodrigo, aunque él no se percató de mi presencia. Al llegar a la oficina, note que Marcó estaba muy concentrado leyendo algunos papeles.
- Buenos días, Marco- Lo saludé y él sonrió.
- Mi querida Eleonora, déjame decirte que te miras muy hermosa hoy- Me halago.
- Gracias, puedo decir lo mismo.
Mi primer día de trabajo consistió en llevarle café a Marco, platicar con él, besarnos y esconderme de Rodrigo.
Así paso un mes sin que él se diera cuenta de que estábamos en el mismo lugar o al menos eso yo pensé.
Por la mañana me encontraba preparando un café para Marco, cuando sentí que alguien estás atrás de mi.
- Eleonora...- Era la voz de Rodrigo.
Mi rostro reflejaba pánico, volteé a verlo y noté que se miraba enojado.
- ¿Qué haces aquí?- Preguntó.
- Estoy preparando un café ¿Quieres uno?- Pregunté.
- A los obreros como yo no se nos deja tomar café, te he visto Eleonora- Suspiró- Todos hablan de la hermosa amante del señor Cicolinni, alguien que había entrado a la fábrica como asistente del dueño, pero realmente no me imaginaba que fueras tú...- Me miro decepcionado- Ya vi porqué estabas tan rara.
- Puedo explicarlo- Dije con lágrimas en los ojos.
- ¿Y ese anillo? No es el que te di- Preguntó al mirar el anillo que Marc me había dado- Esto no es reciente, llevas varios meses viéndome la cara, pero está bien... Mientras tú seas feliz revolcandote con todo el dinero del señor Cicolinni- Se retiró y yo me sentí muy culpable.
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