[7] Reacio al tacto humano...
Aquel primer ataque fue demasiado para YeonJun, había usado técnicas que le enseñaron en la Academia de Policías de Busan pero de igual forma el miedo era muy evidente y su cuerpo pasó por una tensión muy alta que cuando acabó dicha tensión se sentía como un espagueti cocido.
Una camioneta negra perteneciente a la APRSE les llevó a la localidad en donde se aseguraron de encarcelar al Ser de Fuego y dar algunas palabras que informaban a los cuidadores en donde debían meter al Ser para que no intentara alguna cosa para escapar.
Al acabar YeonJun se quejó de lo cansado que estaba y era muy obvio y predecible que SooBin no tardó mucho en burlarse de él alegando que apenas el día empezaba y no había hecho más nada que esposar y hacer una llave al Ser de Fuego.
Era verdad, SooBin había hecho más cosas que él, aquel hada sí estuvo cerca de las bolas de fuego y a riesgo de quemarse.
Pero la diferencia era que SooBin estaba acostumbrado, había entrado por quien sabe cuánto tiempo para ello e incluso tenía un entrenamiento diario y de una intensidad que no se comparaba con las docenas de abdominales y flexiones que hacía cada sábado.
Su cuerpo se las estaba cobrando con dolores de espalda, brazos y piernas, pero al parecer a SooBin le sabía a comino todo aquello ya que antes de que saliera del lugar lo tomó del cuello de sus ropas y lo arrastró a la plataforma en donde habían estado entrenando.
Para SooBin no había días libres, eso lo tenía muy claro ya.
Y ahí estaba, haciendo el estiramiento debido para empezar con otro entrenamiento en donde, al parecer, estaría otra persona.
Jeon JungKook, al parecer un Ser Elemental, controlador del agua estaba frente a él con una expresión neutra y una mirada profunda que no denotaba ninguna reacción o sentimiento al tenerlo en frente.
¿Él también odiaba a los humanos?
—Él es Jeon JungKook, hoy te enfrentarás contra él, o mejor dicho, a su elemento —explicó SooBin sentado encima de una mesa de metal, rodeado de armas de diferente tipo.
—Mucho gusto, Choi Yeon-..
—No me interesa —le cortó el chico de cabello negro, YeonJun alzó las cejas y devolvió su mano a su lugar anterior, ya Jeon le había dejado en claro que no estrecharía su mano ni se tomaría el tiempo en aprender su nombre.
YeonJun no lo había visto antes, no lo había visto cuando estaba entrenando a SooBin pero si lo hubiese visto siquiera había dudado en si aquel Ser odiaba a los humanos, era más que obvio.
Y lo confirmaría y estaría al cien por ciento seguro del odio a los humanos si supiera lo mucho que le costó a SooBin convencer a Jeon de estar ahí pues era el único Ser Elemental disponible en esa hora.
—Elije un arma —dijo señalando las armas a su alrededor, YeonJun se acercó y examinó las armas y pensó unos minutos que arma se podía usar contra el agua.
Para él, el agua eran un elemento casi que invencible, el más poderoso de todos al igual que el viento, porque el Fuego lo apagabas con Agua o con viento, la tierra la regabas con agua.
Así que no sabía que arma usar.
Por eso tomó una espada, la misma que había usado esa mañana y que le había dado el peliazul. Tanto YeonJun como SooBin dieron un salto en su lugar cuando le mano del pelinegro rozó accidentalmente el muslo del peliazul al traer el arma hacia sí mismo.
—Lo siento, lo siento mucho —se disculpó, preocupado por su integridad física, había sido muy obvio que el hada se había colocado tensa y su expresión serena cambió a una exaltada.
—Ve con JungKook hyung —le dijo señalando al mayor que ya estaba sentado en el suelo, aburrido de esperar al humano.
YeonJun asintió y terminó de alzar la espada.
—Lo siento, no fue mi intención, en serio —dijo mirando fijamente al peliazul intentando transmitirle la sinceridad de sus palabras.
Sabía que si una persona reaccionaba así al tacto debía disculparse hasta que la persona estuviera convencida de que en verdad había sido sin alguna intención. Y esperaba, eso aplicase también con las hadas.
No sabía porqué el hada había reaccionado así, había muchas razones por las que SooBin pudo haber reaccionado así y ninguna era bonita.
— ¡Empiecen! —ordenó dando un aplauso para afirmar su orden. YeonJun despejó su mente y se colocó en posición para empezar a luchar contra Jeon que seguía en el piso, ahora de cuclillas— Hyung, explícale un poco de cómo va tu elemento, por favor —pidió SooBin mirando las armas a su alrededor.
JungKook bufó y colocó sus manos en el suelo, creando charcos bajo ellas.
—No repito dos veces, niñito, así que escucha bien —dijo observándolo con la misma expresión de cuando llegó— Nosotros los Seres de Agua tenemos la capacidad de cambiar la temperatura del agua, puedo lanzar agua hirviendo o agua helada, tengo la posibilidad de crear una ola de tres metros si estoy cerca del mar. Nuestro cuerpo está compuesto con un ochenta por ciento de agua, los ataques más que todo son chorros de agua, lluvia o hielo en algunos casos. Ahora, atácame —ordenó levantándose del suelo para cruzar sus brazos.
YeonJun procesó la información y empezó a correr en dirección al chico que estiró sus manos y lanzó algunos chorros de agua que pudo esquivar o detener con la espalda que tenía. Ya estaba a nada de llegar a Jeon pero justo cuando su pié quedó en medio de los dos charcos que había creado anteriormente la espada cayó al suelo y él se vio elevado y rodeado por una montaña de agua.
JungKook sonrió mientras hacía algún movimiento con sus manos, colocándolo de cabeza, sus miradas se encontraron.
—No me dijiste que podían hacer esto —se quejó mirando de cabeza la sonrisa altanera del hombre.
—Ten en cuenta esto, niñito, tu enemigo nunca te dirá todos sus ataques, tu enemigo nunca te dirá sus debilidades y mucho menos te dará su información. Acabé con él, me voy —bajó las manos y, de inmediato YeonJun cayó al suelo de bruces ya que la montaña de agua que lo tenía apresado se deshizo en el suelo, dejándolo húmedo.
SooBin movió su mano de lado a lado mirando a su hyung irse.
Era de esperarse que su hyung hiciera eso. Se acercó al pelinegro y, por primera vez, estiró su mano para ayudarlo a levantarse.
—Levántate, aún queda hora de entrenamiento —dijo, soltando su mano apenas estuvo de pié. YeonJun asintió y recogió la espada del suelo.
SooBin le dio la espada y se quitó el arco y la bolsa de flechas.
—Vamos a mejorar tu cuerpo a cuerpo —le dijo tronando su cuello.
—Oye...—llamó dejando el arma en su lugar.
— ¿Qué?
—Lo siento por... Tocarte —dijo, refiriéndose al leve tacto que tuvo con el muslo del peliazul.
No sabía por qué pero una parte de él le decía que no dejara de disculparse hasta que el hada no le dijera que no importaba, o algunas palabras que le hicieran entender que lo había disculpado.
Porque sentía que si SooBin no lo disculpaba estaría retrocediendo en el poco avance que había conseguido.
— ¿Por qué te disculpas tanto? —preguntó SooBin encarándolo.
—Porque no quiero que pienses algo erróneo de mi —subió sus hombros.
—Ya, te disculpo, solo evita tocarme si estamos fuera de combate —dijo mientras manoteaba el aire restándole importancia.
YeonJun asintió entendiendo que SooBin era reacio al tacto humano, pero ahora, se venía otra cuestión a su cabeza.
¿Por qué? ¿Qué le había pasado para estar reacio al tacto humano? ¿Qué le hicieron los humanos?
—Empezamos —y con eso, no pudo siquiera indagar en el pasado del hada gruñona porque ya estaba encima de él intentando darle golpes a diestra y siniestra que él esquivaba y devolvía con poca fuerza— ¿Por qué golpeas sin fuerza? Así no llegas a nada —le regañó SooBin inmovilizándolo en el suelo, con la mejilla pegada a él.
—Porque no quiero lastimarte, no me has hecho nada malo para golpearte con fuerza —se explicó, cruzando sus dedos para que SooBin no se riera de él en ese momento.
Es que era verdad, le daba algo de miedo, ¿o tal vez vergüenza? ¿O pena? No sabía aún como describirlo, pero sabía que no podía pegarle con su fuerza completa al hada, no quería lastimarlo sin razón alguna.
Por otro lado, SooBin frunció el ceño mientras ladeaba su cabeza.
"Una semana... Una semana había pasado desde que su padre no volvió, ahora estaba acurrucado en la misma habitación mientras abrazaba una prenda de ropa completamente azul, perteneciente a su hermano mayor quien tampoco había vuelto desde hace dos meses.
— ¡Oye, pequeño saco de boxeo! —miró la puerta de la habitación abierta, con un par de hombres asomados en ella. Apretó más la prenda en su pecho y empezó a llorar mientras contaba hasta cien, se supone que si llegaba a cien su hermano mayor o su padre entrarían por esa puerta para defenderlo.
El pequeño SooBin seguía con la esperanza de verlos algún día, así que gritó los números cada que un golpe se impactaba en su cuerpo que, a esa edad aún era frágil.
Él no les había hecho nada malo a esos hombres, él se portaba bien, ya no gritaba por las noches y mucho menos gritaba por alimento, ¿por qué lo golpeaban entonces?
Cuando llegó al cien, el hombre de armadura se rió de su aspecto.
—Y-yo no... Yo no hice nada malo...—dijo en medio de sollozos, el otro hombre que se encargaba de custodiar la puerta soltó la carcajada más fuerte que había escuchado.
¿Por qué reían? Nada era feliz en ese momento.
—Te mereces todos los golpes del mundo, así no hayas hecho nada malo, pequeña basura —le dijo antes de noquearlo con un certero golpe en su cabeza."
—Entonces... Entonces buscaremos un saco de boxeo... —dijo en un murmullo, aún perdido en el mundo que era su cerebro.
Se levantó y miró a YeonJun aún confundido, nostálgico, con una mezcla de sentimientos que no le dejaban concentrarse en ese momento.
A lo largo de su vida, había recibido muchos golpes, muchos insultos, todos de humanos, le dieron golpes que no merecía pero que aquellos humanos decían que merecía.
YeonJun no le había golpeado con fuerza, no había buscado golpearlo en la cara, buscaba el torso y cuando lograba darle un golpe lo daba con una fuerza medida, al contrario de él que atacaba con todo dejando moretones en el humano y apenas es que se está dando cuenta de ello.
Si él provocaba de alguna manera al humano, ¿lo golpearía? ¿Usaría toda su fuerza?
— ¿Tienes hambre? —preguntó recogiendo su inseparable arco y flecha.
—Sí, solo comí algo de ramen —asintió el pelinegro peinando su cabello con sus manos— ¿No vamos a hacer más nada?
—No. Descansa y ve a comer —dijo mirando el brillo que rodeaba al pelinegro, el aura de YeonJun a pesar de no ser blanca y brillante como la de un bebé recién nacido, era blanca y con algunas zonas más oscurecidas que demostraban que en algún momento de su vida había cometido algún error o pecado.
Pero aun así, era el aura más pura que había visto si de humanos adultos hablábamos.
Cuando el pelinegro rozó su pierna y empezó a disculparse no transmitía más que arrepentimiento y preocupación con su cuerpo entero.
— ¿Quieres comer conmigo? —preguntó el pelinegro, SooBin negó, debía quedarse ahí para estabilizar su mente, muchos recuerdos le estaban azotando como un cruel verdugo en ese instante.
YeonJun le entregó la espada con una media sonrisa y se fue de ahí para comer algo en el gran comedor, rezando a todos los Dioses que estuviera caminando en la dirección correcta porque si no era así, estaría perdido.
SooBin aún en la plataforma talló sus ojos, dejó la espada en la mesa de metal y cerró los ojos para concentrarse y llevar todos aquellos malos recuerdos que dominaban a lo largo de su vida a un baúl en el fondo de su cabeza, ese baúl estaba cerrado con llave pero con la llegada del humano llorón, YeonJun, habían salido varios recuerdos.
YeonJun fue la llave que pudo desbloquear ese candado.
¿Eso era bueno o malo?
Era ambos.
Porque al recordarlo, todo él descontrolaba, perdía la concentración, recordaba a personas que ya no estaban a su lado.
Pero cuando recordaba, lo único que hacía era comparar a YeonJun con aquellas personas que le habían hecho daño a lo largo de su vida y habían dejado una marca en él.
¿Eso era lo que quería conseguir el humano?
Frunció el ceño al abrir los ojos y mirar la espada negra a su lado.
¿Con qué fin?
¿Qué fin tenía YeonJun al hacer aquello?
The_Dark_Diamond
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